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Estado español :: 01/09/2014

Yo tampoco puedo

Francisco González Tejera
“Yo me muero como viví”, pudiendo mirar en mis últimos días a los ojos limpios de mis hijas, transmitirles que jamás vendí mis ideas por un trozo millonario de corrupto poder.

Esa izquierda que pide disculpas permanentemente supone un lastre histórico fraguado en los tiempos de la llamada, “transición democrática”, donde el Partido Comunista de España (PCE), encabezado por su líder, Santiago Carrillo, entró por el aro de la operación más corrupta de la historia del estado español, donde se perdonaron a todos los torturadores y asesinos franquistas, ignorando al medio millón de republicanos/as asesinados/as, ocultos/as hasta ahora en fosas comunes, cunetas, pozos y simas.


Un plan maestro diseñado en los oscuros despachos de los funcionarios del régimen fascista, creando las condiciones perfectas para el saqueo constante del patrimonio público, gestionado por bandas de ladrones, antes asesinos franquistas y posteriormente “demócratas de toda la vida”, que en la actualidad van de trama en trama, robando a manos llenas para luego ser indultados o condenados a penas ridículas, estructuradas premeditadamente, para pasar un par de meses en prisión, salir y disfrutar de los millones robados a buen recaudo en los paraísos fiscales.
De nada sirvieron los años de lucha contra la dictadura, ese pacto de cobardes y traidores arruinó el sacrificio, los años de cárcel, los malos tratos, la resistencia del maquis, de miles de antifranquistas alzados/as contra la tiranía hasta la victoria o la muerte.


Ahora años después esa presunta izquierda sigue hundida, Izquierda Unida no sale de la marginalidad, reconvertida en un partido bisagra para dar el gobierno al PSOE donde cuadre y venga bien para llenar bolsillos, montar gobiernos neoliberales como el actual de Andalucía, donde se desarrollan los mismos recortes y abusos que lleva a cabo el gobierno central del PP, lo que en este caso disfrazado de algún pañuelo palestino en los cuellos y loas a la tropa solar de la hipocresía y el cinismo.


En este maremágnum surge Podemos, otra supuesta izquierda que no deja de pedir disculpas y meter la cabeza bajo el ala, siempre y cuando les acusen de “bolivarianos” o “etarras”. Tristemente todo parece cuadrar con los años 80 cuando aquel PSOE hablaba de marxismo, con un Felipe González puño en alto gritando “¡Sahara libre!” para luego engañarnos vergonzosamente y convertirse en una derecha con siglas obreras.


Son demasiadas las sospechosas coincidencias, da la impresión de que la ingeniería del sistema busca urgentemente recambio para una parte del bipartidismo, crear nuevas y falsas ilusiones entre quienes de corazón deseamos un cambio, expulsar del poder a la mafia gobernante, hacer políticas para todos y todas, que las personas humildes dejen de ser masacradas por estos psicópatas de trajes caros, adicciones millonarias y coches oficiales.


Entre tanto polvo no se ve el horizonte, las primeras decepciones van llegando y el discurso de hace unos pocos meses va cambiando hacia postulados mas “graciosos” con el régimen. No todo parece ser lo que era cuando entre tuercas se hablaba de revolución, de respaldo al Comandante Hugo Chávez, de defensa de los logros de la revolución cubana, de apoyo a la causa saharaui, de exhumación inmediata de las fosas y cunetas de las víctimas del franquismo, junto a un largo etcétera de planteamientos interesantes para quienes seguimos creyendo en un mundo mejor posible, que ahora parecen haber acabado en agua de borrajas cuando se trata de cazar votos.
Ahora ya nada es, parece que no se puede o si se puede es por vías más “constitucionales”, moderadas, satisfactorias para los tertulianos socialdemócratas, sin cuestionar la desprestigiada monarquía, los/as tres millones de niños/as que pasan hambre, el estatus quo delictivo que desahucia familias enteras a palos de los esbirros policiales, que asesina a miles de personas que se suicidan al no poder más, al no aguantar los chantajes de la caterva bancaria y sus capos del gobierno, sicarios unidos en pos de un genocidio social sin precedentes, que lo que persigue es masacrar, esclavizar, violar derechos, condenarnos a un inminente futuro de hambre y miseria.
Me gustaría poder, pero no puedo, no entiendo el reciclaje o quizá el envoltorio de algo que nunca fue real. Decir la verdad no parece ser la línea a seguir, solo la dicen quienes luchan sin miedo por la revolución, organizaciones y personas criminalizadas, perseguidas y con el cuello siempre en peligro de degüello, pero que no temen, ni se ocultan bajo un disfraz de mesías que lo que protege es el tristemente más de lo mismo.


“Seguiré soñando travesuras”, con todo respeto, “yo me muero como viví”, pudiendo mirar en mis últimos días a los ojos limpios de mis hijas, transmitirles que jamás vendí mis ideas por un trozo millonario de corrupto poder.



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