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Estado español, Venezuela :: 27/03/2015

El responsable político del terrorismo de Estado -GAL- acude en defensa de la contra venezolana.

Izquierda Castellana
Venezuela es una pieza clave para la geoestrategia imperialista, también para la progresista.

La irrupción del proceso revolucionario encabezado por Chávez supuso, además del inicio de un proceso de transformación en la propia organización social, económica y política de Venezuela (y por supuesto, un cambio en las características y composición del bloque dominante de ese país), una variación cualitativa en la inserción internacional del Estado Venezolano.

Ese cambio en las alianzas internacionales del Estado Venezolano generó en buena medida las condiciones para un fuerte impulso en la construcción de un espacio latinoamericano de mayor soberanía, democracia y justicia social, capaz de competir con el imperialismo yanki y devolver la capacidad de decisión a los pueblos de América Latina.

Obviamente a los yankis no sólo no les gusta ese proceso, sino que se han opuesto a él por todos los medios posibles incluyendo los golpes militares, las dictaduras genocidas, los crímenes de todo tipo y, cómo no, las brutales campañas mediáticas para desacreditar todo aquello que no siga en lo fundamental sus intereses estratégicos.

La irrupción del chavismo en Venezuela y su evolución posterior no era un proceso esperado por Washington; de ahí su incapacidad de intervención inicial, cuando intentaron desmoronarlo mediante el golpe de estado en el 2002. La implicación popular y el apoyo del sector mayoritario de las Fuerzas Armadas ya eran tan firmes que el golpe se saldó con un fracaso para el Imperio y una victoria para el pueblo de Venezuela.

La muerte de Chávez abrió, al menos potencialmente, un nuevo escenario para lanzar una nueva ofensiva contra el proceso bolivariano. La artificialmente inducida bajada del precio del petróleo -con lo que supone de mengua de ingresos para el Estado Venezolano- es una de las armas que están utilizando para generar un escenario de graves dificultades al gobierno progresista de Venezuela. Por lo demás, siguen con las recetas tradicionales que han utilizado reiteradamente durante las últimas décadas para intentar desestabilizar un gobierno que consideran contrario a sus intereses globales.

Felipe González, ex-presidente del gobierno español, durante cuyo mandato se organizaron los GAL y se alcanzaron cotas de corrupción difícilmente inigualables, y amigo de Carlos Andrés Pérez, personaje de trágico recuerdo en Venezuela, se ha decidido a formar parte de la escenografía organizada por el Imperio para liquidar el proceso soberanista en Venezuela. Dice que va a defender como abogado -¿se acordará de algo de leyes?- a la "oposición democrática" venezolana. Si realmente estuviera preocupado por la democracia debería de empezar por defenderla en este Estado, por ejemplo demandando la puesta en libertad de Arnaldo Otegi y otr@s pres@s vasc@s o el ejercicio del derecho a decidir masiva y mayoritariamente exigido por el pueblo catalán; pero no, Felipe González, el que se negó a abordar la cuestión de la memoria histórica cuando era presidente, el que ratificó la entrada en la OTAN en contra de sus promesas anteriores, sigue jugando a lo de siempre: servir al Imperio. De forma hábil, hay que reconocerlo, porque esa cualidad nunca le ha faltado, a diferencia de lo que ocurre con los intentos de segundas ediciones del experimento del Felipismo. Pero Felipe González debería de entender que los tiempos históricos han cambiado muy sustancialmente y que hoy vivimos en un mundo multipolar en el que los Pueblos no renuncian a ejercer su soberanía.

Seguro que el Régimen venezolano tiene cosas en las que mejorar, pero ha de ser el Pueblo Venezolano el que gestione esas mejoras. Eso no lo puede hacer ni la CIA ni el Grupo Prisa.

Colaborar con el injerencismo yanki no es solamente una traición al movimiento soberanista y patriótico en Latinoamérica (nuestras hermanas y hermanos como miembros de un espacio lingüístico y cultural internacional común), sino un tremendo error político y moral, uno más del Sr. Felipe González... aunque tampoco habría que descartar plenamente que, siguiendo los pasos de su ya desaparecido política y físicamente amigo Carlos Andrés Pérez, esté considerando una vuelta a la primera línea de la política en el Estado Español para intentar "salvar" el Régimen del 78.

 

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