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Venezuela :: 14/01/2022

La derecha venezolana ganó su cuarta gobernación, pero no logra unirse

Álvaro Verzi Rangel
La victoria de la derecha “es combustible para realizar este año un referendo revocatorio”, una opción planteada por EEUU con la que sueña desde hace años la derecha

Sergio Garrido, candidato de los partidos de derecha venezolana aglutinados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), ganó las elecciones por la gobernación del estado llanero de Barinas.

Así, la derecha suma tan solo cuatro de 23 gobernaciones, pese a lo cual esta votación ha tenido un impacto político particular, porque se anularon y repitieron las elecciones que ya había ganado la derecha en diciembre. La Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia declaró que la elección debía repetirse porque el opositor disidente Freddy Superlano se presentó pese a estar inhabilitado desde el año 2019, una decisión lógicamente cuestionada por la derecha.

La socióloga Maryclén Stelling ya lo había adelantado: La sociedad venezolana parece haber llegado a un punto sin retorno, caracterizado por el desencanto, la desilusión, la apatía y la desafección política con la derecha.

“Es mejor no decir nada y ponernos a trabajar: formación política. Eficacia y eficiencia. El chavismo debe renovarse, es nuestro desafío, dialécticamente hablando, algo se está desgastando y debe darle paso a lo nuevo, señala un dirigente chavista.

El triunfo de la derecha fue posible porque puso toda la carne (léase dólares estadounidenses) en el asador. Garrido venció a Jorge Arreaza, excanciller y ministro de Industria y Producción Nacional, con 55,37% del apoyo, contra 41,26% del segundo, en una elección en la que participó el 52,23% del padrón.

Ante la situación de desgaste en Barinas, Arreaza levantó la antigua consigna de Chávez, “revisión, rectificación y reimpulso”, en el marco de una campaña que puso al expresidente en el centro. Pero eso tampoco alcanzó.

La elección fue escenificada en un estado de fuerte carga simbólica por haber sido gobernado por el chavismo durante 23 años seguidos. Las bases chavistas de Barinas atribuyeron la derrota a “una parte, no toda, de la dirigencia, que practica una forma de hacer política autocrática, distanciada de las bases, sin contenido ideológico, meramente asistencialista, que trata al pueblo como reservorio de dádivas”. Apuntaron que son frecuentes los retrasos en la entrega de las bolsas de alimentos subsidiados a través de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).

También fallan recurrentemente la electricidad (por los atentados 'made in USA') y la distribución de gas doméstico –la conjunción de las dos situaciones ha obligado a los afectados a cocinar con leña–, a lo que se suman largas colas para abastecer combustible y la imposición por parte los comerciantes del dólar estadounidense y el peso colombiano como monedas de intercambio, a pesar de que no todos los ciudadanos tienen acceso a ellas.

La derecha y la opción electoral

Para algunos analistas, el resultado reivindica una estrategia de participación en el proceso político alentada por la Unión Europea a la que se han resistido algunos miembros de la derecha. Al haberse reafirmado en la derecha el mecanismo electoral y sus potencialidades, se puede pensar que un futuro no se jugará de nuevo a la abstención.

La estatal estadounidense Voz de las Américas editorializó que la victoria de la derecha “es combustible para la idea de realizar este año un referendo revocatorio”, una opción planteada por Washington con la que sueña desde hace años la derecha, pero no hay todavía una decisión.

Con anterioridad, James Story, embajador de EEUU en Venezuela (que atiende desde Bogotá) dejó las puertas abiertas a su activación, al señalar que la realización del revocatorio no implicaba un reconocimiento de Nicolás Maduro. Difícil revocar un mandato de alguien que –según ellos- no existe.

Ante la unión del chavismo, la derecha sigue dividida

A pesar de los festejos por el triunfo en Barinas, la derecha sigue marcada por la fragmentación y la falta de estrategias a seguir, atravesada por disputas públicas dentro de algunos de ellos, con la figura Juan Guaidó, que fue reconocido nuevamente como “presidente interino” por Washington, pero que dentro del país se encuentra reducido a una virtualidad alentada sólo por algunos medios. Ni siquiera la derecha lo reconoce.

Otro elemento destacado por los analistas es el retroceso que sufrió la posibilidad de creación de una derecha distinta al denominado G-4. Pese a las divisiones internas, todos los sectores derechistas se sienten revalidados con el proceso de Barinas, en particular figuras como el terrorista Leopoldo López y Henry Ramos Allup.

Con 19 de las 23 gobernaciones y 205 de las 322 alcaldías, el oficialismo muestra músculo. ¿Podrá encontrar la derecha –aupada y financiada por EEUU y la Unión Europea- un proceso de unificación y acumulación de fuerza en el horizonte de las presidenciales del 2024, intentará antes el revocatorio o seguirá insistiendo con los atajos violentos, como invasiones de mercenarios o intentos de golpe?

Lo cierto es que no interesa mucho lo que opinen los dirigentes de la derecha. Hoy, como siempre, el que manda es el régimen de Washington, que analiza las opciones, mientras el gobierno chavista muestra un freno importante a la caída económica que venía desde 2014 con crecimiento del Producto Bruto Interno y una detectable mayor circulación de dinero.

CLAE / La Haine

 

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