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Nacionales E.Herria :: 04/08/2015

La virgen de Begoña nunca existió

Borroka Garaia
La construcción nacional y social de Euskal Herria a través del movimiento popular y el tensionamiento político y la lucha, son los generadores de conciencia nacional y social

¿Cuántas personas se posicionarían favorablemente a la independencia de Euskal Herria?. Lo cierto es que nadie lo sabe por la sencilla razón de que nunca se ha preguntado directamente a la sociedad vasca si quiere la independencia. No es solo que nunca se haya preguntado, sino que está prohibido por ley española y francesa preguntarlo y llevar a cabo su resultado, o sea, convocar referéndum de autodeterminación. ¿Para qué queremos fascistas con estos demócratas?

A veces sufro por el euskobarometro ya que suelen decir que hacen encuestas sobre la independencia vasca. Tengo el alma en vilo de que algún día les apliquen la ley antiterrorista o la ley mordaza por promover preguntas tan anti-constitucionales. Lo que pasa es que se me pasa rápido el temor ya que en realidad solo las hacen para desmotivar al independentismo y de paso sacarse unos euros, antes pesetas. Ni las encuestas, y mucho menos las que se hacen desde despachos de bufones del rey español, ni los resultados electorales de los partidos, ni las conjeturas ni nada de nada pueden dar nunca respuesta exacta a la pregunta inicial de este post. Solo un referéndum popular puede hacerlo.

Lo que si tengo clara es una cosa, que esa consulta al pueblo haya sido negada a sangre y fuego, al igual que la propia existencia de la nación vasca, significa que los estados no las tienen todas consigo. Que tienen miedo del resultado. Porque de no ser así, que nadie dude que el referéndum se hubiera realizado hace décadas y el “conflicto vasco” se hubiera apagado tan fácil como la izquierda revolucionaria española en la reforma franquista. Solo que en vez de aparecer Carrillo con peluca pues aparecería algún abertzale con peluca y txapela.

El caso es que el PNV hizo hace tiempo la de Tsiripas en Grecia y nos dijo que la opción “menos mala” posible era la autonomía. Ya que con la independencia solo comeríamos berzas y optar por la autodeterminación no solo de palabra tensa los sables en los cuarteles y ya se sabe que la cárcel es solo cosa de la chusma de la clase trabajadora, no de buenos gestores del sistema que sellan pactos con angulas y puros mientras se auto-suben el sueldo.

Así que aquí estamos. Sin saber exactamente cuánto apoyo suscita la independencia, sin posibilidades legales de saberlo y sin por ahora perspectivas de llegar a saberlo porque no existe un proceso estructurado para ejercer el derecho de autodeterminación, que en realidad no está en manos de la corte ni de sus bufones reales. Y esto es importante y filosófico, porque nos habla de la dualidad contrapuesta entre idealismo y materialismo. ¿Qué fue primero la idea o la materia?.

Esa respuesta se sabe, ya que el huevo vino antes de la gallina, solo que la que puso el huevo no fue una gallina propiamente dicha.

Hace falta un proceso de autodeterminación hacia la independencia para que el independentismo se haga real y se refuerce, mientras tanto el independentismo lo será en términos idealistas cuando lo material es el sistema de dominación de los estados. De ahí la importancia de la construcción nacional y social, de proyectos estratégicos, de ir trazando las bases, las estructuras del modelo de independencia. En nuestro caso de estado socialista independiente. Salir de lo genérico y de las ideas vagas que solo están en el aire. El discurso por si solo no construye independentistas ni la independencia ni el socialismo. Son los procesos materiales los que lo hacen. Tanto los de lucha de contrarios como los de construcción. Y sino preguntaté a ti misma ¿Por qué eres indepedentista y socialista?. ¿Acaso alguien te convenció mientras tomabais un zurito o te adheriste a una realidad concreta como el proceso de liberación nacional y social vasco y su lucha de contrarios?

Inicialmente la toma de conciencia nacional o social es un proceso difuso que al igual que el proceso de ideologización suele surgir a muy temprana edad cuando las herramientas que contamos para impulsar tales pensamientos y razonamientos no están aún muy desarrolladas, siendo quizás el componente emocional uno de los factores más importantes. Es por ello que intentar convencer a un adulto que sea independentista y socialista puede ser tarea más que ardua por muy demoledores que sean los argumentos si previamente no se ha prendido de alguna manera ese proceso de conciencia nacional o de clase y en algún momento no se le adhiere también algún tipo de componente emocional. Un contexto de opresión nacional y social, unos argumentos y teorías desarrolladas para dar respuesta a ese contexto no generan por sí solo independentistas y socialistas.

Por tanto, para crear independentistas y socialistas tienen que existir de entrada generadores de conciencia nacional y generadores de conciencia social. Tiene que existir a su vez un eco-sistema social propicio para que esos planteamientos puedan alimentarse. Y además de todo ello tienen que existir parámetros en los cuales se genera componente emocional.

La construcción nacional y social de Euskal Herria a través del movimiento popular y el tensionamiento político y la lucha, son los generadores de conciencia nacional y social, los que crean un eco-sistema propicio para que esos planteamientos puedan alimentarse y de los que emanan componentes emocionales. Siendo de este modo la base  y pilares del proyecto independentista y socialista que una vez desarrollados sobre un proceso real hacia un proceso de autodeterminación integral podrá traer el éxito. Por lo que a la pregunta de cómo se crean mayorías independentistas y socialistas no puede haber otra respuesta que haciendo material el proceso de autodeterminación, el proceso independentista y el proceso socialista.
De ahí el absurdo de esperar a que todo esté hecho para hacerlo. Eso nunca llegará, es una realidad inexistente, (como la virgen de Begoña y todas las demás). Las condiciones se crean al andar, al materializar. De ahí también la impotencia del reformismo nacional o social al querer variar la realidad partiendo y no saliendo de las bases materiales supuestamente combatidas. Lo que al final lleva ineludiblemente al acatamiento, a la aceptación de lo que hay.

 

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