lahaine.org
Andalucía :: 11/12/2013

Andalucía, realidades y potencialidades de la lucha de un pueblo

Antonio Torres
La estrategia se resume rápidamente en el poder popular, es decir, en que desde ya podemos ir creando el germen de la futura República del Pueblo Trabajador Andaluz

Articúlo escrito para su publicación en Abrente, organo de expresión de Primeira Linha y con la intención de difundir la realidad de Andalucia en Galiza

Desde el verano del 2012, las imágenes de militantes del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) y de sus acciones en las que se denunciaban las consecuencias de la crisis sistémica que estamos padeciendo han dado, sin exagerar, la vuelta al mundo. Desde China hasta Argentina, la imagen del Portavoz del SAT, Diego Cañamero, o del Alcalde de la localidad de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, se han hecho visibles y hasta reconocibles, y con ellos se ha personalizado de alguna manera la situación de degradación social y económica del conjunto del pueblo trabajador andaluz.

Sin embargo, el revuelo mediático, especialmente el protagonizado por los grandes medios de comunicación del Estado español, impide contemplar la globalidad y la complejidad de la situación de una nación, Andalucía, que se ha desarrollado históricamente en la dependencia, la marginación, la opresión y el subdesarrollo. Estos medios de comunicación nos impiden colocar la lucha del SAT en un contexto político, económico, social, cultural e histórico, reproduciendo imágenes inconexas y descontextualizadas, cuando no se explotan directamente los tópicos más reaccionarios y rancios del nacionalismo español sobre Andalucía y el pueblo trabajador andaluz.

Una rápida y breve referencia histórica

Por razones de espacio es imposible detallar históricamente el desarrollo del hecho nacional andaluz hasta hoy, pero para conocer realmente la situación y la coyuntura política, social y económica de la Andalucía actual se hace necesario tener en cuenta las peculiaridades, muy acusadas y evidentes, del marco andaluz de lucha de clases.

La conquista cristiano-castellana del Al-Andalus del Guadalquivir trajo consigo el reparto de extensos territorios entre la nobleza conquistadora, destruyendo las formas tradicionales de posesión de la tierra. Este proceso, inseparable de la conquista, se extendería posteriormente a la Andalucía nazarí (Reino de Granada). Tienen pues en este proceso su fundamento los grandes latifundios andaluces. Igualmente, con la conquista cristiano-castellana tuvo lugar la imposición de una sola lengua, el castellano, y de una sola religión, la católica, dando lugar a una dura y tenaz resistencia de la población andalusí.

Más tarde, en el siglo XIX, con las desamortizaciones de tierras, el proceso de concentración de la tierra recibiría un fuerte y definitivo impulso: los grandes latifundistas feudales se transformarían en hombres de negocio capitalistas, y los jornaleros junto a campesinos pobres desposeídos en proletarios del campo. La gran burguesía terrateniente asentada en Andalucía, convertida en clase burguesa dominante española, frustraría todos los intentos de industrialización de Andalucía, favoreciendo los procesos industrializadores en otras zonas del Estado, así como la penetración británica y de otras potencias industriales europeas, convirtiendo Andalucía en un país eminentemente agrario, suministrador de mano de obra barata dispuesta a ser desplazada y movilizada allí donde hiciera falta; prácticamente, una colonia de la que se podía extraer riqueza material y humana. Esta gran burguesía latifundista fue el principal sostén del golpe de estado de 1936 y del régimen franquista, aunque a partir de los años 60 del pasado siglo XX sería desplazada por nuevas élites burguesas más modernas, vinculadas a otros sectores de la producción y a las finanzas, y con mejores y más fuertes lazos internacionales, ya fuera con el imperialismo norteamericano, o con los imperialistas franceses o alemanes.

El hecho de que la gran burguesía terrateniente asentada en Andalucía fuera la fracción burguesa dominante en el periodo de configuración de España como Estado-nación, tendrá como consecuencia que las señas identidad andaluzas fueran tomadas y vulgarmente manipuladas para ser presentadas como las señas de identidad del proyecto nacional-estatal burgués español.

El desarrollo histórico de Andalucía y su papel hoy como nación dependiente y oprimida se puede esquematizar de la siguiente manera:

• Andalucía país suministrador de producción agrícola para la exportación sin soberanía alimentaria: aproximadamente el 50% de los alimentos que consumimos son elaborados fuera de Andalucía.

• Andalucía país de monocultivo del turismo de litoral, sin que esta actividad conlleve una fuente de ingresos destacable para los habitantes de esos territorios. Esta especialización ha traído consigo el urbanismo salvaje y depredador, la inversión especulativa, la corrupción, así como la degradación cultural.

• Andalucía país militarizado por los imperialistas. Debido a nuestra evidente situación geoestratégica, nuestro país sufre la presencia de dos importantes bases norteamericanas (Rota y Morón), una británica (Gibraltar) y, cómo no, multitud de instalaciones militares del Ejército español.

• Andalucía es la frontera del racismo y la xenofobia del bloque imperialista de la Unión Europea, muro de contención de los que vienen a Europa escapando de la miseria y el hambre.

• La manipulación de nuestras señas de identidad nacionales, con el objetivo de destruir toda nuestra rica y dilatada tradición de resistencia y rebeldía. La manipulación de las señas de identidad andaluzas sigue cumpliendo, hoy como ayer, la función de ser presentadas como las señas de identidad española, como la esencia cultural del proyecto nacional-estatal español. Con este mecanismo, se pretende despojarnos de nuestra conciencia de pueblo, debilitar las bases de la rebeldía andaluza y de un proyecto nacional-popular andaluz revolucionario, la República de Andalucía, que haría temblar las bases del Estado de la gran oligarquía imperialista española. Como ya dijo el considerado como Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante: “Será entonces, cuando todos los andaluces conozcan su verdadera historia y esencia, cuando logremos llegar a obtener el poder necesario para exigir el respeto a nuestra personalidad, tan diferente de aquella que tratan de imponernos”.

En todos estos años de Andalucía autonómica y constitucional, ha quedado más que demostrada la completa inutilidad de las instituciones autonómicas para solucionar los problemas más básicos y acuciantes de nuestro pueblo. Estas instituciones han estado y están al único servicio de la gran oligarquía española y comprometidas hasta la médula con el militarismo imperialista de la OTAN y los EEUU, y con el proyecto de bloque imperialista europeo encarnado en la Unión Europea.


Andalucía, emergencia social y emergencia nacional

Una vez hecho un rápido repaso de cómo se ha configurado históricamente en la dependencia y la marginación Andalucía podemos situarnos con más base y fundamento en el presente.

En un documento de Andalucía Comunista publicado a mediados de este año 2013 aportábamos los siguientes datos a tener en cuenta: “A finales del 2012, los Colegios profesionales de Trabajo Social de las ocho provincias andaluzas agrupados en el Consejo Andaluz de Trabajo Social, en un manifiesto firmado en Sevilla recogían el importante incremento de la desigualdad, la pobreza y la exclusión social, aportando los siguientes datos: 35,4% de tasa de paro, o lo que es igual, 1.424.000 personas, 456.000 hogares andaluces en los que todos sus miembros activos estaban parados; 7.400 más que el trimestre anterior, el 50,6% de los andaluces no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos; el 10,6% tiene retrasos en los pagos relacionados con la vivienda principal y el 19,00% tiene mucha dificultad para llegar a fin de mes, mientras la tasa de riesgo de pobreza se situaba en el 37%” (http://www.andaluciacomunista.org/situacion-y-perspectivas/). Los datos en este tercer trimestre de 2013 permanecen prácticamente igual, si acaso como apunte señalar que el índice de pobreza humana aumentó desde el 2008 un 16%, el doble que la media estatal (8%).

Lo peor que podríamos hacer con estos datos y con muchos más que se podrían dar sería explicarlos únicamente como consecuencia de la “crisis”. En un Informe de Coyuntura que hicimos público en diciembre de 2011, planteábamos la cuestión en los siguientes términos, aunque centrándonos en los datos de paro: “Hay datos que no por repetidos una y otra vez dejamos de lamentar: 29,68% de paro, siendo en determinadas zonas rurales de Andalucía de hasta del 40%, mientras provincias como Málaga, Almería, Cádiz y Huelva superan el 30%; uno de cada tres parados en el Estado español es andaluz, y aún puede ser peor si se es joven y andaluza en un medio rural. Andalucía demuestra la mentira de ese mantra que suelen repetir los economistas neoliberales españoles de que el problema del paro se debe a un marco legal restrictivo y poco flexible, si por ejemplo Andalucía comparte la misma legislación en esta materia con la Comunidad Autónoma Vasca o la Comunidad Autónoma de Madrid, ¿cómo es que en comparación con esos territorios la tasa de paro en Andalucía se dispara mientras que el paro en esos mismos territorios está a unos niveles “europeos”? La respuesta está clara, el paro en Andalucía no es una cuestión coyuntural sino estructural, es decir, un fenómeno asociado a la economía andaluza, independientemente de las coyunturas favorables o negativas, aunque éstas lógicamente influyan. Se trata por tanto de un hecho que configura a Andalucía como una nación, concretamente como una nación oprimida. La crisis sistémica en el caso de Andalucía solo hace, como no nos cansamos de repetir, evidenciar más la realidad oprimida andaluza. Una realidad que demuestra como por ejemplo en Andalucía se extraen recursos y se explota fuerza de trabajo que benefician únicamente a “agentes económicos” de fuera del país, como incluso se extrae materias primas que luego son tratadas en otros lugares al más puro estilo colonial, o como las concentraciones, los monocultivos o las especializaciones son la norma” (http://www.andaluciacomunista.org/informe-de-coyuntura-diciembre-2011/).

Esta línea argumental que nos parece tan clarificadora y tan evidente, y sobre todo tan acordes a los principios marxistas, sin embargo, es ignorada por la izquierda estatal española en Andalucía que pretende reducir el método de análisis a fórmulas y recetas siempre válidas independientemente del tiempo y el espacio, en unos casos, cuando no se acude a explicaciones ajenas a cualquier método científico y transformador de análisis como el neokeynesianismo, por ejemplo. Pero no solo eso, no pocas veces sectores de esa izquierda han llegado incluso a coincidir con las explicaciones más reaccionarias difundidas por el nacionalismo español: aquellas que atribuyen nuestros males a un supuesto carácter andaluz falto de iniciativas, pasivo e indolente, solo apto para la diversión y el goce. Frente a todas estas visiones, desde Andalucía Comunista venimos insistiendo en que nuestra situación no es fruto de una fatalidad de la que es imposible escapar, sino que la misma experiencia de lucha de la clase obrera internacional y de nuestro propio pueblo trabajador nos ha demostrado que solo la toma de conciencia de nuestra situación, la organización, una línea política correcta y la lucha consecuente nos sacarán de este atolladero.

El podrido régimen español en Andalucía

No decimos nada nuevo cuando afirmamos que el régimen de la oligarquía española surgido de la Constitución española de 1978 se está tambaleando, pero de ahí tampoco se puede deducir que nuestros objetivos estratégicos se vayan a conseguir. El régimen español puede volver a editar una “Segunda Transición” con la que seguir manteniendo su poder político y económico y desarmar el potencial revolucionario de los pueblos y la clase obrera. De hecho, el régimen viene barajando diferentes salidas a la crisis política, derivada en última instancia de la crisis sistémica, que ya veremos en qué se materializan: quizá en una abdicación del Rey Juan Carlos o quién sabe si hasta en una República, en todo caso, siempre se mantendría intacto el poder de la gran oligarquía imperialista.

Dentro de esta perspectiva, en el caso concreto de Andalucía, después de la pérdida de la mayoría absoluta del PSOE en las elecciones de marzo de 2012 y su posterior pacto con Izquierda Unida, se ha abierto un escenario que, políticamente, ha desatado diferentes posibilidades, a lo que se añade la sombra cada vez más alargada de la corrupción en la Junta de Andalucía, los partidos que la gobiernan (PSOE e IU) y los sindicatos del régimen (UGT y CCOO).

Aunque pueda dar la sensación, a primera vista, de que el supuesto Gobierno andaluz de “progreso” cuenta con fuertes apoyos populares al presuntamente liderar un frente institucional contra los recortes que llegan del Gobierno de Madrid, en manos del PP, lo cierto es que cada vez más importantes sectores del pueblo trabajador andaluz se están dando cuenta de cómo ese Gobierno, que se hace llamar “andaluz y de izquierdas”, recorta los derechos de los empleados públicos, recorta en gastos sociales, sanidad o educación, no hace nada por la diversificación del tejido productivo andaluz, ni siquiera aumenta los impuestos a las rentas más altas y ni hace nada por evitar la fuga de capitales, ni tampoco por dignificar mínimamente las señas de identidad andaluzas. Da igual PP, PSOE que IU, todos aplican punto por punto las agresivas decisiones de la Troika contra los pueblos y la clase obrera, todos, en definitiva acatan las ordenes del gran capital sin rechistar.

Pero lentamente y con contradicciones, la clase obrera y el conjunto del pueblo trabajador andaluz están viendo con sus propios ojos como las organizaciones políticas y sindicales en las que han venido confiando se están desmoronando como un castillo de naipes. El caso de los Expedientes de Regulación de Empleos falsos ha destapado, entre otras coas, el vergonzoso tren de vida de altos cargos institucionales de la Junta, políticos y sindicalistas del régimen pagado todo con el dinero del pueblo.

Igualmente, crece, no sin problemas, la conciencia nacional andaluza, como ya ocurrió en los años 70 y 80 del siglo pasado porque, en definitiva, la crisis sistémica y su vertiente política en Andalucía están poniendo en evidencia que la situación del pueblo trabajador andaluz no sólo es consecuencia de una “crisis económica”, sino que también es consecuencia de vivir en un país marginado, oprimido y dependiente como es Andalucía. El hecho de que nuestros males sean estructurales empieza a ser visibilizado por cada vez más amplios sectores de nuestro pueblo.

En toda esa toma de conciencia, ha jugado un papel muy importante las acciones del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), un sindicato verdaderamente de clase, combativo, consecuente y soberanista andaluz. La lucha del SAT, que recoge los más de 30 años de lucha ejemplar del histórico Sindicato de Obreros del Campo (SOC), como no podría ser de otra manera está siendo muy duramente reprimida por el poder: más de 600 procesados, una reclamación de unos 500.000 euros en multas, y peticiones de cárcel que están rondando en su conjunto los 70 años. Todo esto hace del SAT el sindicato mas represaliado de toda Europa. La imagen del Portavoz Nacional del SAT, Diego Cañamero, o la de Juan Manuel Sánchez Gordillo siendo detenidos o entrando en juzgados a declarar se ha hecho ya habitual. Al respecto, hay ya que destacar que tres compañeros del Área de Juventud del SAT, encausados por participar en acciones del Sindicato, se han declarado recientemente insumisos a la justicia española, tal y como ya hizo el propio Diego Cañamero.

Existe una mayoría social andaluza oprimida que está sufriendo las brutales consecuencias de esta crisis sistémica y que, subjetivamente, como ya hemos explicado, se está empezando a dar cuenta de que los partidos y sindicatos de lo que ellos han entendido por “izquierda” no sólo son incapaces de dar respuesta a lo que está pasando, sino que incluso son parte del problema. Sin embargo, el que exista esa mayoría social con cierta y, a veces muy confusa, conciencia crítica desde un punto de vista andaluz y de izquierdas de lo que le está pasando no significa que se vaya a pasar automáticamente a un escenario de reconstrucción nacional y transformación socialista, plantear las cosas así, de forma tan espontánea, es un error muy grave en el que no pocos sectores de la izquierda revolucionaria en general, y de la izquierda soberanista andaluza en particular, suelen caer. Necesitamos un instrumento político capaz de globalizar todas las luchas, capaz de unir a las diferentes sensibilidades de la izquierda combativa y del soberanismo andaluz consecuente, hoy dispersas, en definitiva, un instrumento capaz de ofrecer una alternativa política. Este es nuestro gran problema y de alguna manera, según nuestra opinión, lo que está frenando la potencialidad revolucionaria del pueblo andaluz en esta coyuntura. Nos hemos podido dotar de una herramienta muy importante para ese proceso como es el SAT, pero eso no es suficiente, en este sentido, mientras importantes sectores del SAT, y más concretamente, mientras importantes dirigentes del SAT sigan identificándose con Izquierda Unida, aunque sea críticamente, ese proceso tendrá serios problemas para materializarse. Al respecto, desde Andalucía Comunista en un documento ya mencionado en este artículo decíamos: “Sin embargo, como hemos apuntado anteriormente, esta toma de conciencia tiene unos ritmos muy propios y característicos, no es lineal, es muy contradictoria. En este sentido, debemos hacer notar una cuestión: por ejemplo, nuestro referente sindical, el SAT, y el referente político más importante de nuestro sindicato: la CUT-BAI, por un lado, promueven movilizaciones en las que se pone de manifiesto que se está en contra de los recortes “vengan de donde vengan”, realizándose una intensa labor critica a la gestión del PSOE e IU al frente de la Junta, pero por otro, al no cortarse los lazos con el reformismo españolista de IU, no solo no se avanza en la construcción de un referente político, la unidad popular soberanista, sino que además se proyecta hacia el pueblo trabajador andaluz una imagen de IU que no se corresponde con la realidad ni, sobre todo, con la gestión de IU en la Junta de Andalucía”.


Hacia una táctica y estrategia popular andaluza de liberación

Concebir una revolución, en nuestro caso una transformación nacional y social, como un acto glorioso, sin tener en cuenta que en todo momento estamos hablando de un proceso dialectico, es condenarnos a una derrota segura. Analizar la realidad en toda su complejidad y globalidad nos debe dar las claves para desarrollar una táctica y una estrategia revolucionaria de liberación; en este sentido, desde Andalucía Comunista, a pesar de nuestro declarado marxismo-leninismo, aceptamos humildemente nuestras limitaciones teóricas y prácticas en el diseño de esa táctica y estrategia, teniendo en cuenta que no se trata tampoco de elaborar una teoría que sea la panacea y cuya aplicación nos va asegurar el éxito al 100% sin necesidad de estar continuamente reelaborándose. Como decimos, se trata de un proceso dialectico en el que la teoría se tiene que ver diariamente confrontada con una práctica en el movimiento obrero y popular.

Para Andalucía Comunista la estrategia se resume rápidamente en el poder popular, es decir, en que desde ya podemos ir creando el germen de la futura República del Pueblo Trabajador Andaluz. Este poder no institucionalizado aun tendría la misión histórica de derrotar al Estado de la gran oligarquía española en Andalucía.

Para crear y desarrollar un poder popular andaluz es imprescindible dotarnos de unos instrumentos capaces de organizar el potencial revolucionario de nuestro pueblo. Por tanto, la táctica exige ir creando esos organismos que están llamados a ser el germen de la nueva institucionalidad andaluza, el Estado socialista andaluz. Sin embargo, el rompecabezas de cómo organizar el proceso revolucionario andaluz no puede ser resuelto sin un elemento táctico-estratégico: la unidad popular soberanista, es decir, el bloque político de la izquierda soberanista andaluza.

En la actualidad, nos encontramos con el siguiente panorama en la izquierda soberanista andaluza: el Colectivo de Unidad de Trabajadores-Bloque Andaluz de Izquierdas (CUT-BAI), que forma parte de IU en Andalucía y del que forman parte importantes militantes de la dirección del SAT, como el Alcalde de Marinaleda Juan Manuel Sánchez Gordillo, y con un importante peso numérico y cierto peso institucional en determinadas comarcas andaluzas. Por otro lado, nos encontramos con las organizaciones que forman parte del Movimiento de la Izquierda Soberanista Andaluza (MAIS), compuesto por Nación Andaluza (NA), por nuestro partido, Andalucía Comunista, y por las organizaciones juveniles independentistas Jaleo!!! y JIRA. Por último, se encuentra Asamblea de Andalucía, que es, básicamente, un intento de agrupar a diferentes candidaturas populares de izquierdas de ámbito local dispersas por la geografía andaluza como también a personas individuales, especialmente intelectuales del ámbito universitario, destacando entre ellas el antropólogo Isidoro Moreno o el economista Manuel Delgado Cabezas.

Como se puede comprobar, la izquierda soberanista en estas condiciones no puede ofrecer una alternativa política que sea percibida con claridad y nitidez por el conjunto del pueblo trabajador andaluz. Sin embargo, el potencial mensaje transformador que ese complejo mapa político puede ofrecer si encontrase la forma correcta de confluir daría un vuelco considerable, suponiendo una acumulación de fuerzas lo suficientemente importante para un significativo avance de las posiciones obreras y populares por la soberanía nacional y la transformación social. En ese sentido, por correcto debe entenderse, según nuestra opinión lo siguiente:

1. La ruptura sin ambigüedades con el reformismo españolista en cualquiera de sus formas, lo que ha de suponer la crítica consecuente de la Constitución española de 1978 y de la Andalucía autonómica surgida de la misma.

2. La participación institucional está sometida, en todo caso, a la dinámica de la lucha del movimiento obrero y popular andaluz, subordinándose siempre a sus intereses generales.

3. La crítica a las actitudes y concepciones “puristas” o “ideologistas” que se niegan a hacer política con las excusas más peregrinas. Negarse a hacer política, para nosotros y nosotras, es negar radicalmente la lucha de clases, es negarse a intervenir en el día a día del pueblo trabajador, es en definitiva, situarse en una posición pasiva y cómoda dejándose llevar por lo espontáneo, en unas ocasiones, o, en otras, quedarse paralizados como estatuas. Al respecto, no estaría de más resucitar aquella vieja consigna maoísta que decía “de las masas hacia las masas”.

4. Como consecuencia de lo anterior: el compromiso claro con la reactivación del movimiento obrero y popular andaluz en sus diversas formas organizativas, creando espacios de poder popular allí donde se pueda, espacios donde la clase obrera y el pueblo puedan ser partícipes directos y protagonistas del cambio político, social, económico y cultural.

El Estado de la gran oligarquía imperialista española se está pudriendo, prueba de ello es la reactivación de las organizaciones fascistas, todas ellas conectadas de una o de otra forma con instituciones del Estado (policía, ejército, jueces, políticos, etc.) tomando como excusa el movimiento popular por la soberanía nacional que se está desarrollando en el Principat (Comunidad Autónoma de Cataluña), un movimiento que con sus claras y más que evidentes contradicciones se ha opuesto a la estrategia recentralizadora que ya dio comienzo con el Gobierno español de Zapatero y que el PP ha implementado. La “Segunda Transición” que se puede estar cocinando en las altas esferas pretende acabar con las concesiones que se hicieron en los 70 del siglo pasado para acomodar en el régimen a la izquierda reformista y al nacionalismo burgués y pequeñoburgués. Aunque Juan Carlos I, ya desgastado abdique, o se proclame una república o incluso una república federal la tendencia es la antes descrita, el disfraz que se escoja dependerá de las circunstancias. Por eso, el momento nos exige a los comunistas andaluces altura de miras y un continua evaluación de la situación, sacando lo mejor de nuestra militancia, y convirtiéndonos en ejemplo de “esos hombres y esas mujeres nuevos” de los que hablaba Ernesto Che Guevara, porque hay que tener claro que cualquier error en estos momentos se puede pagar muy caro, como mínimo, con 40 años más de sometimiento nacional y explotación sin fin para la clase obrera.

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal