lahaine.org
Argentina :: 08/01/2008

Apuntes sobre el Frente Popular Darío Santillán (FPDS). 1) El FPDS como "campo de hegemonía"

Miguel Mazzeo
Asumir la tarea de desarrollar múltiples prácticas que desestructuran la dominación burguesa, sin atender "temas escabrosos" (verbigratia la cuestión de la nación, el Estado, y el poder) y de cuya resolución depende las posibilidades a futuro de esas prácticas, puede ser una posición muy cómoda y segura pero inoperante desde el punto de vista político

El Frente Popular Darío Santillán (FPDS), es el intento orgánico de aquellos sectores del campo popular que protagonizaron las luchas del período 1997-2003 en Argentina. Más específicamente, es el intento orgánico de los que, hacia el final del período, elaboraron una síntesis de esas luchas, realizaron un balance teórico y práctico de esa experiencia y configuraron una realidad concreta de política radical en la Argentina.

Para los sectores que confluyeron en el FPDS, esas luchas vislumbraron caminos, hicieron emerger pequeñas dosis de una nueva radicalidad y mostraron la potencialidad de un conjunto de prácticas desarrolladas por las clases subalternas. Para el FPDS las luchas sociales del período instituyeron un régimen de futuro.

En la actualidad esta situación contrasta intensamente con los otros sectores del campo popular que también protagonizaron aquellas luchas y que, ante la recomposición del sistema en el plano material y de su comando político, regresaron como si nada hubiese ocurrido al punto de partida, a las certezas anteriores, desde el leninismo más ortodoxo y formalista al reformismo y el populismo neodesarrollistas. Estos sectores, en general, se caracterizan por pensar lo "común" en términos estatales y por concebir la política como administración de flujos humanos.

Los primeros volvieron a las organizaciones uterinas, a la seguridad del dogma y la secta, al blindaje de los perfiles para encubrir la falta de ideas. Todo volvió a ser claro para ellos: la impotencia popular se explica una vez más por el déficit de partido, en materia emancipatoria todo está inventado y los bolcheviques son insuperables, sólo resta intentar la imitación más fiel o la adaptación más adecuada.

Los segundos, igual de menesterosos en materia de ideas, fueron fagocitados por el "progresismo realmente existente", o sea, por el gobierno del matrimonio Kirchner. Para componer una (falsa) distancia, para preservar alguna dignidad combativa y para ocultar su mezquindad, su oportunismo y su cobardía, acuñaron conceptos ajustables tales como "gobierno de disputa" y otros similares. Al sector que confluyó en el FPDS la historia le pesó. Sintió la presión de los acontecimientos y sus consecuencias. Realizó un aprendizaje y ya no pudo volver atrás. Pudo desplegar así un nuevo mapa y una nueva agenda de cara a un proceso y un proyecto emancipador. Los elementos creadores pesaron más que los conservadores y este sector se alejó del mundo de la imitación y la obediencia. Rechazó la política como gestión de lo dado, como gestión del capital y las personas. Ahora resiste al poder reciclador del mercado y el Estado y conserva el sueño emancipador en esta fase histórica tan compleja.

Por cierto, la organizaciones y colectivos que componían este sector, compartían un conjunto de rasgos, algunos muy básicos, que facilitaron el proceso de síntesis, por ejemplo: la conciencia de no portar una verdad o la negación, casi instintiva, a la adopción de un objeto unificado y reglado en función de leyes de validez universal. De este modo, partiendo del deseo por inventar una praxis común y de escapar del mundo repetitivo y silencioso al que condena la "línea correcta", la síntesis pudo configurarse como horizonte y no como punto de partida programático. "Las síntesis" se dieron o no se dieron en el terreno de la praxis. Y cuando se dieron surgió algo nuevo. Por ejemplo, una nueva subjetividad política, hija de una articulación alentada o espontánea de prácticas.

Lo bueno es que se puede afirmar que el principio de articulación que permitió la conformación del FPDS no vino "desde afuera", no lo impuso una "vanguardia", ni el Estado, menos aún el mercado. Lo impuso la experiencia previas de las organizaciones (sobre todo las de desocupados), una experiencia que valorizaba la autonomía de las organizaciones populares, la práctica de la democracia y la acción directas, los cuestionamientos al dirigismo, etc... la noción de lucha - construcción prefigurativa, y, sobre todo, una vaga idea de la necesidad de conservar - crear comunidad (lazos comunitarios, cooperativos, solidarios, alternativos al mercado).

Uno de los grandes desafíos que se le presentan hoy al FPDS consiste en consolidar una "identidad dinámica", esto es, una identidad que sea distinguible por los rasgos que se fueron definiendo al calor de la experiencia histórica de organización y lucha y a la vez que no se quede anclada en esos rasgos, que pueda ser una identidad constituyente. Una identidad dinámica está siempre abierta a nuevas síntesis, el grado de síntesis alcanzado es base a una nueva apuesta.

De seguir ese camino, yo creo que el FPDS, de seguro, acertará y se equivocará, pero intentando construir lo nuevo.

A la hora de definir al FPDS, en términos que sean generales y a la vez significativos, yo no encuentro un concepto más certero y realista que este: el FPDS, se ha ido delineando, desde su conformación, como un campo de hegemonía (o de contrahegemonía).

Además, considero que su capacidad de aporte al proceso emancipación de los oprimidos y explotados depende de conservar y profundizar esa condición y de no virar hacia otra. Esto es, creo que un campo de hegemonía no es una estación de paso en el tránsito hacia una instancia cualitativamente superadora (llámese partido o formas similares aunque con otros nombres), un refugio para aguantar estos tiempos de recomposición de la dominación. En todo caso un campo de hegemonía puede verse como una etapa superior del archipiélago y de las ideologías que resisten aisladas y desconectadas.

En primera instancia un campo de hegemonía es un espacio político pluridiscursivo y de decisión colectiva, integrado por organizaciones populares, colectivos de lucha popular, organizaciones de movimientos sociales que construyen lazos sociales alternativos al mercado y al Estado. Es un campo de prácticas heterodeterminadas.

En sentido estricto un campo de hegemonía está constituido por los lazos que las organizaciones establecen entre sí, lazos que les permiten superar los destinos singulares vividos como accidentes como así también asumir colectivamente su condición de explotados. Estos lazos, por supuesto, no están exentos de tensiones y contradicciones.

La unidad que se consuma en el campo de hegemonía no es impuesta desde una praxis exterior a las organizaciones. El FPDS es efecto de los mecanismos unitarios creados por las mismas organizaciones. Un campo de hegemonía no constituye una totalidad que trasciende a las organizaciones de base, sino que es estructura común y compartida de un conjunto de praxis. Esta unidad no debe confundirse con la que promueven los aparatos tradicionales de unificación de las clases subalternas tales como partidos, sindicatos, corporaciones, etc..

El campo de hegemonía contiene muchas praxis que se integran en una común. En un campo de hegemonía cada grupo se vuelve medio de la práxis común e instrumento de su propia praxis. Un campo de hegemonía es una determinación sintética que crea la acción común de los que luchan y potencia las prácticas particulares.

Se trata de un espacio de conexión y diálogo, donde se debaten y se prueban acciones y proyectos comunes. Un espacio de experiencias colectivas y populares. Un espacio donde conviven vías de transformación social alternativas y complementarias. Como espacio político, su exclusiva fuente fáctica son las organizaciones que lo componen. Por eso no representa, no sustituye, ni dirige (o dirige en forma colectiva, sin que sus juicios se conviertan en artículos de fe).

Un campo de hegemonía promueve síntesis. Pero se trata de síntesis que se operan sin centralización, sin concentración del poder de la unidad sintética. En todo caso la unidad sintética está horizontalizada. En términos de Jean Paul Sartre, un campo de hegemonía es un reagrupamiento dialéctico de las dialécticas.

El campo de hegemonía contribuye a la politización de las organizaciones populares, encara tareas transversales y generales, las que no surgen de las dinámicas particulares pero que son visualizadas por el conjunto como necesarias.

Un campo de hegemonía es un ámbito adecuado para la formación de la conciencia revolucionaria de las clases subalternas, que es básicamente la conciencia de la autonomía de la clase, la conciencia de su capacidad de crear una sociedad justa. Por lo general, el partido de izquierda tradicional como eje orgánico de agrupamiento se asume como representante de la ciencia y como la expresión de hechos objetivos. Por supuesto, el conocimiento de la situación material de las clases y sus relaciones es insoslayable para una política radical.

El problema comienza cuando ese conocimiento (que debería ponerse a prueba constantemente) se considera motivo suficiente para determinar las reivindicaciones "adecuadas" a la situación objetiva, las que en la jerga tradicional "deben ser adaptadas a las conciencia de las masas". Esta adaptación del programa a la situación objetiva (no a la coyuntura, no al animo de las masas) tal como se manifiesta en la estructura social, es la garantía de una "política científica". Claro, la conciencia puede ser "atrasada", entonces la tarea del partido es poner a la conciencia "en su lugar", es decir, en armonía con los hechos objetivos. La noción del campo de hegemonía nos permite otras perspectivas.

En primer lugar nos permite pensar la cuestión de la conciencia desde otro lugar, sin necesidad de partir de la dicotomía condiciones objetivas - condiciones subjetivas o condiciones objetivas - conciencia. Nos permite pensar que la formación de la conciencia (de base, de clase, política, revolucionaria, nacional) se da en un proceso dialéctico, proceso que no está separado del conocimiento de la "situación objetiva". En efecto, no se puede conocer la situación objetiva "en general", sino que se la conoce desde una situación concreta, determinada, desde una práctica o un conjunto de prácticas. El campo de hegemonía permite la sincronización de las conciencias a través de la experiencia y la heterodeterminación de las prácticas. El conocimiento de la "situación objetiva" no puede provenir de un saber libresco o del tiempo vivido en el micro clima de un aparato partidario. Así, lo que se cree conocer son sólo algunos datos de la realidad.

Un campo de hegemonía, campo práxico por excelencia, genera condiciones para la recepción de los análisis de la realidad y para la autopercepción de las clases subalternas, produce un medio que favorece en las masas (y no sólo en los cuadros, las direcciones, las elites) el desarrollo de la seguridad, la actitud y la perspectiva histórica. Un campo de hegemonía, al decir de Roland Denis, no explota la plusvalía política del colectivo, por esos sus condiciones resultan mucho más aptas que las que pueden llegar a producir los aparatos partidarios que se autoerigen en vanguardia política, pero también más adecuadas que las engendran las organizaciones aisladas.

Queda por demás claro que el campo de hegemonía se contrapone al partido de izquierda concebido como la herramienta adecuada para que las clases subalternas se separen ideológicamente del pensamiento burgués. Si el partido se concibiera como un salto en calidad en un proceso revolucionario de masas, otra sería la discusión (aunque igual seguiría siendo discusión). El problema es que el partido se concibe como un saldo en calidad a priori!!!. Así las luchas populares son una especie de gimnasio donde ejercitar las practicas directivas.

Por lo tanto un campo de hegemonía es también una forma de organización del sujeto posleninista. Una forma que, en primer lugar, rechaza la adaptación del sujeto a las condiciones del objeto (partidos, burocracias, etc..). y, en segundo lugar, se asume como espacio de praxis sociales que hacen posible la emergencia de subjetividades revolucionarias. Un campo de hegemonía es, básicamente, un espacio de praxis social revolucionaria.

Un campo de hegemonía achica el margen para los "interpretes" de los intereses y anhelos de las clases subalternas y de las "necesidades históricas" de la humanidad. No es, claro está, la arena de las organizaciones y núcleos dispersos de la izquierda vieja, competitivas y sectarias. De hecho, las organizaciones de este perfil que en algún momento ensayaron un acercamiento al FPDS terminaron alejándose. Un campo de hegemonía tampoco remite al "pluralismo de izquierda", por lo general una forma de designar la tolerancia de los fetiches respectivos y los diálogos aporéticos.

Un campo de hegemonía promueve el desarrollo de ideologías no reformistas ni mediatizadoras, pero diferentes a las clásicas que, aún asumiendo este carácter, terminaron frenando el desarrollo de la conciencia de base, de clase, revolucionaria y socialista cayendo en el sectarismo, el purismo ideológico, el dirigismo. ¿Por qué los partidos de izquierda no contribuyen demasiado acelerar la conciencia política de clase (uso sus mismos términos), cuando no retrasan abiertamente su formación? Creemos que porque no soportan que la clase haga su propia experiencia. Porque no encuentran otro modo de combatir el reformismo que sea recurriendo a otro reformismo, o imponiendo tiempos ajenos a la experiencia. A diferencia del partido, un campo de hegemonía no sustituye, no concibe desarrollos ideales, rectilíneos, por el contrario contiene la experiencia, la pone en dialogar con otras, asumiendo los entrecruzamientos, desfasajes, etc..

Un campo de hegemonía no porta programa, ni deduce la conciencia revolucionaria de la adopción del mismo, no ansía, no resume, ni quiere imponer un proceso para la clase. Los medios, los caminos y los instrumentos son resultado de las relaciones al interior del propio campo. El campo de hegemonía está lejos, muy lejos del evolucionismo disfrazado de dialéctica. Un campo de hegemonía, lugar dialéctico, es el espacio que facilita la transición del en sí al para sí.

Un campo de hegemonía es un laboratorio donde se ensayan resoluciones para la dicotomía entre diferencia e identidad, o sea: donde se busca articular las políticas de la diferencia con las políticas de la identidad.

Finalmente: un campo de hegemonía es un modo alternativo de concentrar y reordenar los atributos emancipadores que surgen de la sociedad. Es alternativo porque los atributos emancipaodres no se redireccionan hacia una vanguardia, porque los tiempos de la concentración y el reordenamiento son los que imponen las propias organizaciones. El campo de hegemonía es la vanguardia social colectiva y está en condiciones de crear instrumentos tácticos en función de las necesidades de las organizaciones que lo componen.

Una diferencia del FPDS con otros colectivos de la izquierda autónoma, tiene como eje la cuestión del poder popular. Para nosotros un campo de hegemonía es el ámbito privilegiado para la creación del poder popular, que, aclaramos, es para nosotros "poder constituyente". Ahora bien, la consolidación y extensión del poder popular instala el problema de la dualidad de poderes en el marco de la sociedad burguesa. Aunque nos opongamos a la perspectiva de un poder estatal "alternativo" no podemos dejar de lado la posibilidad de que esa dualidad desemboque en el reestablecimiento del poder burgués y del poder constituido. Un conjunto de colectivos con perfiles intelectuales y con inquietudes más bien teóricas han centrado su propuesta política en la desestructuración de la dominación. Nosotros estamos de acuerdo pero creemos que es insuficiente.

En relación a este punto reivindicamos dos cosas, en primer lugar la posición dialéctica que nos plantea la necesidad de conciliar la creación con la situación general. Nuestra acción esta situada, los sujetos no se mueven con absoluta libertad y la práctica tiene constricciones. En segundo lugar reivindicamos la función de los proyectos alternativos.

Asumir la tarea de desarrollar múltiples prácticas que desestructuran la dominación burguesa, sin atender "temas escabrosos" (verbigratia la cuestión de la nación, el Estado, y el poder) y de cuya resolución depende las posibilidades a futuro de esas prácticas, puede ser una posición muy cómoda y segura pero inoperante desde el punto de vista político.

El FPDS tiene claro que no se puede hacer música con una sola nota. Está claro que no tiene las respuestas, pero si tiene algunas preguntas que por lo general son impuestas por la propia experiencia.


NOTA:

Integran el FPDS: Ciudad de Buenos Aires: Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) "Darío Santillán" - MTD de Lugano - Centro Cultural Tupac Amaru - Agrupación Territorial Compañeros. Gran Buenos Aires: Movimiento de Unidad Popular (MUP) de Quilmes, Florencio Varela, Almirante Brown y la Matanza - MTD Lanús - MRV 26 de junio - MTD "Darío Santillán" de Almirante Brown - Centro Popular Agustín Tosco - MTD "La Verdad" de Guernica - Cooperativa de Trabajadores Rurales de San Vicente - Cooperativa de Trabajadores Solidarios - Frente de Trabajadores Combativos (FTC) de Ezeiza - MTD de Ezeiza - MTD "Javier Barrionuevo" de Esteban Echeverría - MTD de La Cañada - Coordinadora de Trabajadores Desocupados (CTD) "Trabajo y Dignidad" de Florencio Varela - Agrupación de Trabajadores "Herramienta" de Ezeiza - Movimiento de Trabajadores Comunitarios de Luján. La Plata, Berisso y Ensenada: MUP de La Plata y Verónica - MTD de La Plata - MTD de Berisso - Coordinadora de Organizaciones Populares Autónomas (COPA) de La Plata (AULE - Cambium - MUECE - El pelo de Einstein - Minga - Idea) - Red de Comercio Justo - Grupos Educativo - infantiles Juanito Laguna y Tiburones y Mojarritas - Agrupación de Trabajadores "La Fragua". Mar del Plata: Movimiento Universitario de Base (MUB) "Darío Santillán" - Solidaridad Antiimperialista Latinoamericana. Rosario (Provincia de Santa Fe): Frente Santiago Pampillón - El Grito - CTD Aníbal Verón. Tucumán: Coordinadora de Organizaciones Barriales Autónomas. Río Negro: MTD "Darío Santillán" de Cipolleti. Formosa: MUP de Ibarreta.

Especial para La Haine

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal