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Estado español :: 02/12/2003

Los medios no pueden sustituir a la organización política

George Kape - La Haine

Una estrategia mediática de masas revolucionaria

En primer lugar, quisiera clarificar cuál es mi punto de partida en el plano ideológico. Yo soy marxista, antiracista y feminista. No creo que se pueda comprender la sociedad actual sin pasarla por el filtro crítico de esas tres dimensiones de la opresión. Considero que el capitalismo es un modo de producción inherentemente polarizante que lleva en su seno el sello del imperialismo, del racismo y del patriarcado.

No podemos hablar de una política de comunicación de masas sin referirnos al contenido de la lucha revolucionaria por lograr una sociedad sin clases, sin patriarcado y sin racismo. Forma y contenido se condicionan mutuamente, la una se expresa en el otro y viceversa.

El problema de la comunicación de masas siempre se ha planteado como una cuestión crucial para todo movimiento que pretenda una transformación revolucionaria de la sociedad. Tanto la decisión de construir importantes medios propios de comunicación, como la de ignorarlos totalmente y dejar "que los hechos revolucionarios hablen por sí mismos" se enmarcan en algún determinado análisis de cómo se llega a la conciencia de las masas (Los mismos "hechos revolucionarios" son también actos de comunicación). Porque en el fondo se trata de eso, de que la conciencia revolucionaria devenga conciencia de masas. Si no se llega a eso no tiene sentido el plantear la revolución social, y menos con un contenido socialista.

Dicho esto, creo que es necesario advertir de que el papel de los medios de comunicación no se puede exagerar ni unilateralizar. La experiencia de los últimos años en levantamientos populares contra el neoliberalismo en distintas partes del mundo demuestra la necesidad de contar con fuerzas políticas capaces de potenciar esos movimientos, ayudando a formular alternativas claras de poder al simple recambio de unas élites políticas por otras en la simple "administración de la crisis."

Esto no es válido sólo para el Tercer Mundo. En el caso de Europa tenemos, por ejemplo, las elecciones en Francia en las que toda la izquierda se unió con la socialdemocracia neoliberal para impedir el ascenso de Le Pen al poder. Es hora de que la izquierda rompa con ese modelo administrador de crisis sociales en las que se termina apoyando al fascismo democrático en aras de "salvar a la sociedad’ de los partidos del fascismo a pequeña escala. Es necesario poder plantear alternativas propias de poder.

El papel de los medios de comunicación como estructuras productoras y reproductoras del "consenso" neoliberal del gran capital y los estados imperialistas es enorme, pero no debe ser exagerado. No sólo los medios alternativos de comunicación como la Internet, amenazan la credibilidad de la visión del mundo que los dueños de los medios de comunicación de masas quieren imponer.

. En primer lugar, la ideología liberal, de la que el fascismo democrático no se puede desprender totalmente sin amenazar seriamente su legitimidad, ofrece numerosos espacios legales y de otro tipo, no siempre explorados con profundidad suficiente por los movimientos sociales y por los activistas de la información.

. En segundo lugar, la necesidad de producir mercancías vendibles, de aumentar y/o mantener porcentajes de audiencia, abre ciertos espacios para la producción de discursos que evidencien las contradicciones del consenso imperante.

. En tercer lugar, el reclutamiento de nuevos periodistas parece estar evidenciando nuevas tendencias a partir de todo el esfuerzo de años de un movimiento de crítica de los medios y de desarrollo de experiencias de comunicación alternativa a través de los movimientos sociales. La afluencia a las escuelas de periodismo de activistas con experiencia en estos movimientos, probablemente influya en la composición del cuerpo periodístico de los años venideros.

. En cuarto lugar, es necesario desarrollar el papel de los "supramedios" de la izquierda radical. Los supramedios son importantes fuentes de materia informativa para las redacciones. El trabajo de muchos periodistas consiste en la lectura de estudios, informes y encuestas académicas que puedan transformar en noticias. En los años setenta, una serie de institutos de investigación, think-tanks, etcétera, alimentaban a la prensa con análisis y estudios que reflejaban por ejemplo, la perspectiva de los movimientos de liberación nacional, la temática feminista, el racismo, etc. A partir de la ofensiva global lanzada por el capital, las patronales de los países imperiales se han adueñado del "privilegio de la formulación de problemas" a través de la formación de institutos de opinión que alimentan con "informaciones" y "análisis" a las redacciones de los periódicos y emisoras de radio y televisión. Para esto ha invertido ingentes cantidades de dinero.

Los mecanismos económicos, políticos e ideológicos de censura que controlan a los medios de comunicación masiva son enormes, pero la parte fundamental de su poder radica en la capacidad de autocensura y en la falta de coraje de la gran mayoría de los periodistas. Esos factores pueden ser influídos si más activistas radicales de la información ingresan a las escuelas de periodismo, y si se logran avances sindicales y políticos dentro del mismo cuerpo de periodistas. Esto sería posible en la medida en que la imagen de carrera de lujo del periodismo se vea cada vez más deteriorada a causa de los despidos y el empeoramiento de las condiciones laborales de la mayoría de los periodistas.

Todo medio que ayude a descriminalizar a los movimientos sociales es positivo. Es de cardinal importancia elevar el nivel del debate por encima de las acusaciones de cierta "izquierda" oportunista hacia estos movimientos en el sentido de que es a causa de su "violencia" que se reprime a la población y a las manifestaciones populares. Es de cardinal importancia el desenmascarar el discurso criminalizador investigando las condiciones reales en las que tiene lugar la represión policial.

Esto no está separado del esfuerzo por hacer visible el racismo imperante en nuestras sociedades, la explotación a la que son sometidos los trabajadores y la opresión de género de la que son objeto las mujeres, la explotación criminal de los países del tercer mundo. En fin, esto no puede estar separado de una crítica integral al sistema.

Para este fin no hay un sólo frente de lucha mediática, sino varios:

. La defensa y fortalecimiento del movimiento de comunicación alternativa actualmente existente, tanto en lo referente al activismo político como en lo que respecta a áreas como la defensa del software libre, la lucha contra los derechos de propiedad intelectual, de la producción cultural alternativa, etcétera. Este movimiento es en sí un productor fundamental de conocimiento, un socializador de experiencias y una herramienta organizativa indispensable. Es indispensable luchar por la libertad irrestricta de los movimientos sociales.

. La ampliación de la crítica de los medios de comunicación desde la perspectiva de los consumidores de la misma: Los mismos argumentos que valen para los productos transgénicos valen también para los consumidores de la información. El combate a todos los intentos de privatización de los servicios informativos públicos, la demanda de espacios a lo interno de estos servicios y la lucha por conseguir espacios a nivel de radios de cercanía y otros medios locales. La conquista de estos espacios debe ser vista como un derecho popular y democrático.

. El desarrollo de medios masivos de comunicación con una perspectiva crítica al sistema imperante en los que se promueva una línea informativa más seria y crítica. En este sentido, es importante tomar en cuenta la pluralidad de las expresiones pero enmarcando el debate dentro de una perspectiva del movimiento antiglobalización y antineoliberal y no como un acomodamiento oportunista al espacio concedido por los medios establecidos y "respetables" del sistema. También es importante partir de formas de propiedad que contrarresten las tendencias a la corporativización y el acaparamiento del poder en manos de algunos pocos magnates informativos progresistas.

. La utilización de los espacios disponibles en los medios de comunicación masiva tales como las columnas de opinión o los programas radiales y televisivos en los que los espectadores expresan sus opiniones. Los grupos neofascistas hacen un uso muy efectivo de este medio para a su vez legitimar políticas cada vez más racistas, criminalizantes y represivas entre los partidos del sistema. La izquierda podría hacer lo mismo para sus propios fines; de hecho lo hace, pero por lo general no de una manera sistemática y permanente, sino más bien en el marco de campañas contra la guerra, etcétera.

. La promoción de la incorporación de activistas extranjeros y mujeres al estudio del periodismo y los medios de comunicación. Promover el debate público en torno a la segregación de clase, género y étnica en las redacciones de los medios, demandar y exigir un mejoramiento de las condiciones que permitan al menos una representación un poco más justa a nivel de estos medios.

. Luchar por conseguir espacios académicos más críticos en las universidades y ampliar los ya existentes, en los que se visibilicen las relaciones de poder en la sociedad en el marco de un intento de desarrollar "supramedios" que incidan sobre la opinión pública. Esto a su vez logrará al menos contrarrestar un poco el poder de las patronales en la producción del discurso social.

En suma, el planteamiento de la construcción de un medio masivo de información debe ir inserto dentro de una estrategia mediática de masas mucho más amplia que va desde el envío de artículos de opinión a los periódicos hasta la incidencia en lo medios académicos e intelectuales. Los medios alternativos, aquellos propios de los movimientos sociales, continuarán jugando un rol central como productores de ideas, socializadores de experiencias y también como herramientas prácticas de organización.

Una estrategia mediática de masas revolucionaria deberá luchar por forzar todos los límites impuestos que definen el discurso social permitido. Deberá aprovechar todas las grietas del sistema hasta hacerlo estallar. Deberá ser obra de todos los activistas por todos los medios reclamando su derecho y el de los demás explotados al espacio mediático.

El frente de la comunicación de masas no puede sustituir a la organización política ni constituye en sí mismo una vía para lograr el derrocamiento del sistema capitalista, sino una estrategia inserta dentro de un marco más amplio. El derrocamiento del sistema capitalista será obra de sindicatos combativos, de movimientos sociales, de partidos y organizaciones revolucionarias, de la organización y el combate. La lucha en el frente de la comunicación de masas sólo tiene sentido desde la perspectiva de la formación de un instrumento político que permita la transformación revolucionaria de la sociedad.

 

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