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Nacionales E.Herria :: 23/11/2004

En España se tortura: 5 testimonios de ciudadan@s vasc@s - noviembre 2004

La Haine - Euskal Herria
Testimonios de las torturas inflingidas por la Guardia Civil a 5 ciudadan@s vasc@s a principios de este mes de noviembre 2004.

FECHA DETENCIóN 2 noviembre de 2004
CUERPO POLICIAL Guardia Civil
JUZGADO Teresa de Palacios (JCI 3)
INCOMUNICADO 5 días

Yo me encontraba sentado y las dos perras estaban a mi lado. Uno de los guardias civiles me estaba agarrando todo el tiempo del hombro y las perras no dejaban de gruñirle. Yo le decía al guardia civil que por favor me dejase atarles porque la mía me hace caso pero la otra no es mía, y yo estaba acojonado por las perras, porque pensaba que la iban a liar y se las iban a cargar Al final le dejaron a Lorena meterlas en el balcón, y es entonces cuando comenzó el registro... No me acuerdo muy bien de cómo transcurrió el registro, de lo que sí me acuerdo muy bien es del despertar, de cuando tocaban la puerta, y tengo un recuerdo muy malo de eso, muy mal recuerdo, porque me desperté y sabía que era la Guardia Civil. () En casa estarían cuatro o cinco guardias civiles de paisano, eran chavales de mi edad más o menos, y luego estaban los de asalto, unos diez o así. Le dijeron a Lorena que preparara una bolsa con ropa y con dinero por si me dejaban en libertad, para que volviese en taxi, y me bajaron para abajo () Nada más entrar en el coche me pusieron una capucha hasta la nariz, me ordenaron meter la cabeza entre las piernas, iba esposado delante, y seguido me llevaron a Madrid.

No paramos en ningún lado. Me obligaron a ir todo el trayecto con la cabeza entre las piernas y llegó un momento en que me quedaba medio dormido, no sé si fueron minutos o segundos, pero me despertaba y pensaba en la que me esperaba e intentaba acomodarme. A causa de aquella postura y de las ganas de orinar que tenía me entró un dolor de tripas que no me podía ni mover, bueno, no es que no me pudiese ni mover, es que hasta me costaba respirar de dolor de tripas. () En el viaje no me tocaron, y quitando la postura, que me provocó muchísimo dolor en el hombro, transcurrió sin más () Llegamos a Madrid y me metieron en sus dependencias policiales. Yo seguía encapuchado, me agarraron entre dos o tres y me hicieron bajar a los sótanos andando por las escaleras entre ellos, y me iban diciendo "una escalera, otra escalera!". Me metieron en una celda, me pusieron contra la pared y me dijeron que me tenía que quedar de pie contra la pared, sin mirar para atrás en ningún momento y con las manos colgando a los lados del cuerpo. Me quitaron la capucha. La postura en el calabozo siempre era la misma: de pie contra la pared con los brazos a los lados, y claro, sin sentarte ni tumbarte.

Estuve así un rato. Pero no sé si antes de nada me llevaron donde el forense() El forense me enseñó una tarjeta, creo que el primer día. Cuando te van a sacar del calabozo o te van a hablar, golpean la puerta para que estés en la posición en la que te han ordenado() Entonces tocan la puerta, entra uno, te pone un antifaz (lo tuve puesto en todo momento excepto cuando estaba con el forense), pues eso, te sacan del calabozo entre dos y te suben por unas escaleras. Estos agentes eran los que te sacan del calabozo, te llevan a donde el médico forense, te llevan a los interrogatorios y así. Estos agentes te amenazaban constantemente mientras estabas en el calabozo para que no miraras "¡¡como te des la vuelta te voy a matar a hostias, hijo de puta, como mires para arriba te mato!!". Cuando estaba en el calabozo siempre me obligaban a permanecer en la misma postura, había momentos en los que igual me apoyaba un poco en la pared o movía los brazos, y comenzaban a gritar y a amenazarme "¡¡que no te apoyes hijo de puta, quita la mano de ahí, la próxima vez que te vea te mato a puñetazos, te mato!!" () Me llevaron donde el forense, sería la mañana, las diez de la mañana

o así. Justo antes de entrar por la puerta te paran sin que te vea el forense, te quitan el antifaz y te dicen que mires al suelo, y te meten donde el forense. () El forense me miró todos los días y no me acuerdo muy bien, algún día me miraba los ojos, en alguna ocasión me miraba donde le decía que me dolía, me miraba la tensión creo que todos los días Este primer día me encontraba asustado, con dolor de tripa fuerte y con dolor también en el hombro a causa del viaje. Yo se lo dije y creo que me tocó un poco el hombro pero sin más, por encima. El primer día todavía no había tenido ningún interrogatorio () () Al primer interrogatorio me llevaron los agentes que custodiaban los calabozos, la habitación era pequeña y tenía el suelo de goma con circulitos, de los que hay en las ikastolas para que no resbalen los niños/as, de esos suelos antideslizantes. La pared creo que tenía baldosas hasta la mitad más o menos y en la parte de arriba estaba pintada. Yo estaba con el antifaz puesto, pero por la parte de abajo podía ver algo, los pies de los guardias civiles, el suelo, mis pies, bueno, cuando querías ver, porque había veces en que tenía los ojos cerrados porque prefería no ver nada, porque igual veías que te iban a golpear, hacías el gesto de forma automática y como se daban cuenta de que veías algo te golpeaban más.

Por eso cuando me estaban golpeando cerraba los ojos para no ver por dónde me venían los golpes. En la pared había algunas manchas, que parecían sangre seca y ellos me decían que era sangre, eran como chorretones. Yo estaba de pie contra la pared, contra una esquina de la pared, con la cabeza agachada y los brazos a los lados. () Empieza el primer interrogatorio y te dicen a ver si sabes por qué estás ahí, les dije que no y comenzaron a golpearme. Al principio con la mano abierta en la cabeza, en la parte de atrás, eran golpes muy fuertes. Primero te preguntan el nombre y los apellidos, dónde trabajas y cosas del estilo, y después te explican cómo funciona aquello, que hay formas de estar Los primeros golpes eran con la mano abierta en la cabeza y en los testículos, no les puedes contestar "no", no les puedes contestar "no lo sé" y no les puedes contestar nada que no les guste.

Es una media de golpe por pregunta, y cada pregunta te la pueden hacer veinte, treinta o más veces () También me obligaban a hacer flexiones todo el rato, yo estaba de pie, tenía que flexionar las rodillas y después ponerme en pie de nuevo, y mientras tanto más preguntas y preguntas, tenías que responder mientras seguías haciendo flexiones, igual esto podía durar una hora o más. Mientras hacía las flexiones y contestaba a algo que no les gustaba me golpeaban en la cabeza, en la cara o en los testículos, menos en una ocasión en que un golpe se les fue y me dieron en la cara y me doblaron el aparato que tengo en la boca. La obligación de realizar flexiones era mientras me hacían todo lo demás, me golpeaban entre dos o entre tres constantemente, me hacían la bolsa una y otra vez, me amenazaban con que si me revolvía para evitar los golpes me iban a matar y yo como una ovejita, si me decían "di que eres un hijo de la gran puta" yo decía "soy un hijo de la gran puta" y así.

No sé el número de interrogatorios que sufrí, había algunos que duraban horas, otros en cambio eran mas cortos ahora cuando pienso en esos días tengo la sensación de que los interrogatorios eran muy continuos, mucho tiempo, muy largos, no cuidan nada, iban a machacarte igual te pasabas una hora haciendo flexiones y después otra hora con la bolsa, igual te obligaban a desnudarte y te hacían ponerte a cuatro patas y te daban un gel en el ano mientras te obligaban a elegir qué preferías, si una botella o un palo para que te violasen() Me preguntaron a ver con quién había estado en la cárcel al que había detenido la guardia civil, les dije el nombre de un chaval y me dijeron que me iban a violar como habían hecho con él. Ellos me decían que allí se torturaba, le llamaban por su nombre estaban todo el rato gritando y tenían que comer caramelos porque se quedaban roncos.

Estaban todo el rato gritando, todo el rato gritando, todo el rato gritando() Yo me encontraba muy mal, cuando me hacían la bolsa, me ahogaba, estaba muy mal. Ellos te dicen que te van a poner la bolsa, que te van a hacer "la caja de la risa", la bañera en el interrogatorio estaban todo el rato con la bolsa, me tocaban con ella en la oreja, te dicen que te la van a hacer, y al final lo hacen. Te la ponen por la cabeza, te agarran entre dos, y la aprietan. Ellos tienen allí todo y depende de cómo funciones tú te van haciendo una cosa u otra. Bueno, eso es lo que yo creo, porque en la habitación donde me interrogaban, tenían todos los aparatos allí, por ejemplo con el colchón con el que me forraron el cuerpo estaba allí desde el primer día, la máquina de los electrodos (si es lo que yo vi) también la tenían en el cuarto todos los días. Y no sabes por qué funcionan así, por ejemplo, a uno le hicieron la bañera, aunque a los demás nos amenazaron desde el primer momento con que nos lo iban a hacer, lo mismo que con los electrodos. A mí me amenazaron con que me los iban a conectar, y sí que me los pusieron, pero no llegaron a encenderlos.

Y no sabes por qué funcionan así, si es por algo que has dicho, si es por algo que nos has dicho tú, o por qué () Yo no sé cómo es una máquina de electrodos, pero sí sé cómo es una batería de coche y sonaba igual al encenderse, sonaba igual, es que es un ruido inconfundible. Tenían una pinza como un gancho de pelo pero en vez de tener puntas era una especie de alambre redondo, blandito. De la pinza ésta salía un cable () Entonces te van mojando con un líquido que es como alcohol, a mí me mojaron la barbilla, la cara, te dicen que "te descapulles", lo tienes que hacer tú, te dan el cable en la mano a ti y te dicen que te coloques tú el cable en el pene, te tienes que tocar con él, todo el rato están jugando con el límite cuando no lo rebasan. Y todo esto, el simulacro de electrodos, el permanecer desnudo, era entre constantes golpes, y si no hacía lo que me ordenaban eran mas golpes, y llega un momento en que a mi ya todo me daba igual, y hacía todo lo que me ordenaban. (). El forense me vio todos los días y yo le contaba lo que me dolía, si me dolía la rodilla, la cabeza. Y le decía que la razón era lo que me estaban haciendo, que me hacían no sé qué, que me golpeaban no sé cómo yo intentaba leer lo que escribía pero no lo conseguí. Luego los guardias civiles se reían de lo que yo le contaba al forense.

() En otro interrogatorio, me envolvieron en un colchón, y me tumbaron en el suelo. Uno de ellos se me sentó encima para sujetarme el cuerpo de forma que no me moviese y mientras permanecía envuelto en el colchón y tumbado en el suelo, comenzaron a hacerme la bolsa. Cuando me la soltaban porque ya no podía aguantar más y cuando intentaba coger aire, me empezaron a tirar agua con una botella en la cara, y me entraba en la boca, en la nariz, me ahogaba además, con el contraste estaba temblando, me daban escalofríos Todos los días fueron parecidos, los interrogatorios eran todos del estilo, quitando el interrogatorio en el que o te mojaban las bases para darte los electrodos, me decían "ya sabes para qué es esto, es para los electrodos", se oía un ruido que sonaba al lado tuyo y te decían si sabías lo que era, y luego te decían que eran los electrodos, yo no sabía lo que era pero parecía un cargador de batería o algo similar, porque es una máquina que tiene un ruido constante. ()Cuando en los interrogatorios me hacían la bolsa una y otra vez, no llegué a perder el conocimiento, pero lo hubiera deseado mucho, ellos me controlaban en base al cuerpo, en base a la tensión del cuerpo, porque te tienen agarrado y llega un momento en que te pones a pegar tirones, te revuelves, te quitas la bolsa con la mano, las mismas manos por inercia van a quitar la bolsa, y su actitud cuando me levantaba la bolsa era de golpearme más.

Y estaban todo el tiempo amenazándome que no me quitase la bolsa, que no la rompiese y por desgracia yo ya había leído en algún sitio que en ocasiones te ponen más de una bolsa, una sobre la otra, e intentaba no romperla, a veces, además, por alguna esquina conseguía coger algo de aire. () No sé diferenciar los días, y esto no sé si pasó el primer o el segundo día, pero si recuerdo que los dos primeros días fueron los más violentos, los peores...() Había momentos en que yo les pedía que por favor pararan, que les diría lo que quisieran y ellos me preguntaban si iba a hablar, y yo les decía "qué queréis que os diga" y aquella respuesta era la excusa para seguir como hasta entonces, golpes, flexiones, permanecer desnudo, flexiones () Estaban todo el rato diciéndome "cuando venga el otro va a ser peor" y cosas del estilo, siempre iba a ser peor con los otros. () No comí nada durante el tiempo en que permanecí incomunicado.

Beber no sé si bebí algo, igual en alguna ocasión bebí algo en el baño, pero no me acuerdo. () Me desnudan completamente, me envolvieron en un colchón, me precintaron y para después me ponían bolsas grandes metidas entre el cuerpo y el colchón. Eran bolsas grandes que tenían un agujero y me las metían por la cabeza como si fuese un vestido. Te agarran entre todos, te tumban en el suelo, y uno se me puso encima inmovilizándome, y entonces te ponen la bolsa por la cabeza para asfixiarte. Y así hasta que se cansan ellos o te la quitas tú mismo porque consigues sacar un brazo del colchón, y entonces te llueven más golpes. () Preparamos la declaración policial porque ya no podía más() Declaré todo lo que ellos me habían dicho () Pero aún después de haber prestado declaración, siguieron los interrogatorios () Cuando me llevaron a la Audiencia Nacional y declaré ante la juez, negué todo lo que había declarado en dependencias policiales, y denuncié las torturas de las que había sido objeto


FECHA DETENCIóN 2 noviembre de 2004
CUERPO POLICIAL Guardia Civil
JUZGADO Teresa de Palacios (JCI 3)
INCOMUNICADO 5 días

En el momento en que me introducen en el coche para trasladarme a Madrid me ponen una capucha. Yo iba entre dos de ellos (encapuchados), uno en cada lado, con la cabeza agachada y esposado con una especie de cinta, y ahí empezaron los golpes en la cabeza con las manos abiertas, todo el rato. También empezaron a amenazarme diciendo que ya podía empezar a cantar, porque eso sólo era un calentamiento y cuando fuera a Madrid eso iba a ser lo peor, que eso sólo era un calentamiento. En el trayecto a Madrid me preguntan a ver si había visto alguna vez una pistola y les contesto que no, entonces me cogen la mano y me la ponen en la culata. Entonces me dicen a ver si sé lo que es una huérfana y al decirles que no, me dicen que es una pistola de ETA que no tiene número de registro, que tiene algún delito y que ese delito me lo voy a comer yo, porque tiene mis huellas ya la pistola. Siguen los golpes en la cabeza y testículos con la mano abierta. Yo me quejo porque tengo hernia discal, que aunque no sea muy grave, según las posturas, me duele. Me amenazan con eso, diciendo que si me duele va a ser ahí donde más me van a pegar. Los golpes duraron hasta Madrid.

Una vez llegar a Madrid, y tras pasar por el médico forense, comenzaron los interrogatorios. El médico se quedó sorprendido porque al preguntarme si sabía qué día era le dije que sí, que era jueves. Él me dijo que no, que eran las 9 de la mañana del miércoles. Desde el momento en que te sacan de la celda te ponen un antifaz, el único momento en el que estás sin antifaz es cuando estás en la celda de pie contra la pared y con las manos atrás. Comienza el primer interrogatorio. Empiezan a darme golpes en la cabeza, me ponen una bolsa, y cuando llevo ya un cuarto de hora me orino entero, y entonces me llevan a la celda y me dicen que deje el calzoncillo. Dejo el calzoncillo, vuelvo al interrogatorio, y de ahí en adelante el interrogatorio me lo hacen completamente desnudo. Me empiezan a pedir que haga flexiones, mientras me dan golpes fuertes con la mano abierta en la cabeza. Me empiezan a decir que hay otras tres personas incomunicadas que han dado mi nombre y que han hecho la declaración igual. Yo les digo que no sé cómo puede ser eso, porque yo no he hecho nada, y que si me han estado siguiendo, ya lo saben. Entonces siguen insistiendo con estas cosas, y durante todo el rato yo haciendo flexiones y ellos golpeándome.

Llega un momento en el que cambian. Me ponen de pies, y me rodean con un colchón que lo precintan, y todo esto con la bolsa en la cabeza. Empiezan a pasarme entre ellos, así todo el rato, y luego ya me quitan el colchón. Hay un momento en el que me dicen que le toque la mano a uno, noto que tiene puesto un guante de latex (además oigo cómo se lo pone) y me dice que le toque también la otra mano, en la que creo que tiene algo parecido a un botellín. Me dicen que me lo van a meter por el culo, pero que antes me van a dar vaselina para que no me deje marcas ni heridas, para no poder denunciarlo luego. Yo sigo haciendo flexiones. En varios momentos me empujan el botellín en el ano, pero no me lo introducen. Continúo haciendo flexiones hasta que no puedo más, me estoy cayendo al suelo, y entonces ellos comienzan a golpearme en la cabeza, me dan golpes en las rodillas para que suban y bajen, y así hasta que ellos me ven tan reventado que me mandan a la celda. Estarían 5 ó 6 guardias civiles (todos ellos hombres) esta vez. En otro interrogatorio, con un grupo de guardias civiles que ellos mismos llamaban las bestias (eran dos), otra vez lo mismo. Flexiones, preguntas, la bolsa,- a veces la bolsa la llenaban de humo-... Cuando más cansado estabas, cuando pasabas así igual 3 horas, era peor, cerraban más la bolsa y más difícil te lo ponían. Con la bolsa notaba asfixia, rompí cuatro o cinco bolsas.

Así continuamente. También me amenazaban con la moza, que a ver si le quiero oír, que si quiero la traen y la voy a escuchar gritar al lado mío. El primer grupo, cuando se cansaban de lo que les estaba contando, me decía que eso no les valía para nada, que habían puesto allí la batería para cargar los electrodos, y me amenazaban con que me la iban a poner. Decían que la bolsa y los golpes eran una primera fase y que luego estaba la segunda fase que eran los electrodos, y luego estaba la tercera, que era bajarte al sótano que era donde estaba la bañera. De hecho, oí cómo llenaban supuestamente la bañera y también me amenazaban poniéndome la máquina de los electrodos al lado y subían la potencia para que pudiera escuchar el zumbido. Pero no me llegaron a poner. Me mojaron haciéndome la bolsa, me echaron agua encima de la bolsa para que se me pegara y se me hiciera más difícil respirar. Llegaron dos momentos en los que estaba tan echo polvo, que me tuve que inventar qué decirles, para que me dejaran en paz. Todo el tiempo me tenían haciendo flexiones.

También me daban golpes en la cabeza y en los testículos, en este último menos. A veces me ponían en posturas muy extrañas durante una o dos horas, pero no aguantaba más. Lo que más me dolían eran las piernas. Un día también me dolía el corazón, y se lo dije al forense, pero no me quería ni oscultar. Tras haberle insistido, me oscultó, y me dijo que el corazón estaba bien. Ellos me prepararon una declaración policial, la cual me hicieron repetir cuatro o cinco veces, o más, hasta que me la aprendo de memoria. Y luego me llevan a hacer la declaración, supuestamente lo legal, porque estás en una habitación con un abogado de oficio con el que no puedes hablar, un secretario judicial y una persona que va realizando el acta. Te hacen las preguntas, tú vas respondiendo ( según lo estudiado anteriormente). Luego, cuando te dan la declaración para leer, te das cuenta de que aunque tú ya lo tenías estudiado y las has hecho con tus propias palabras, la declaración está exactamente igual que lo que te habían hecho aprender. Que esa declaración estaba metida en el ordenador y que sólo habían dado a la tecla de imprimir. Tras la detención fui al hospital de Basurto a que me hicieran un reconocimiento médico, tras haber insistido mucho, me hacen un reconocimiento y me dicen que había tenido el páncreas hinchado, y que me iba a quedar esa noche ingresado en observación para ver cómo evolucionaba. Me miran también el nivel muscular, con una prueba para ver si he sido sometido a ejercicios físicos continuados, el TKC, y me da más de dos mil doscientos. Al día siguiente me vuelven a hacer ese análisis (el TKC), y se ve que ha bajado a la mitad. El páncreas también va disminuyendo de tamaño y va volviendo a su estado normal, entonces deciden darme de alta.


FECHA DETENCIóN 6 noviembre de 2004
CUERPO POLICIAL Guardia Civil
JUZGADO Fernando Andreu (JCI 4)
INCOMUNICADO 5 días

Yo estuve todo el rato con un antifaz, no vi nada. De la celda me llevaron a donde el comisario, como ellos le llamaban. Él solía estar en todos los interrogatorios, entraba y salía cuando quería. Él me empezó a gritar, a estirarme del pelo,... es el primero que me hizo desnudarme. Yo estaba todo el rato con el antifaz. Me hicieron desnudarme entera y yo estaba con la regla. Me hicieron agarrarme la compresa con la mano, y darme vueltas, ir para allá y volver, así de un lado a otro mientras ellos me insultaban, se metían conmigo por estar con la regla, por no estar depilada... fue una humillación total.

Ahí estaban conmigo dos guardias civiles. Eran todos hombres, sólo había una mujer que era la que me abría y me cerraba la puerta, y la que me daba las compresas cuando se las pedía, y me llevaba al baño. Cuando les pedía las compresas me las daban, lo que pasa es que yo estaba desnuda cuando ellos querían, y entonces las compresas no me valían de nada. Esta fue la primera vez, eso lo tengo ordenado. Luego me llevaron a la celda, donde tenía que estar de pie y contra la pared. De ahí me llevaron a hacer lo de las manos, las huellas, las fotos,... y luego me trajeron una hoja para que firmara la incomunicación, y yo la firmé. El comisario, mientras me sobaba, me desnudaba, me decía que yo ahí no tenía voluntad, que era su... no sé muy bien cómo era la frase, algo así como que tú eres mi voluntad, tú aplicas mi voluntad... eso lo repetía un mogollón, y me decía que no hiciera ninguna tontería, a ver dónde me pensaba que estaba. De ahí en adelante lo tengo desordenado. Yo sé que el domingo a la mañana llegué a Madrd, y que me llevaron al médico forense a las doce de la mañana del lunes, puesto que me preguntó a ver si sabía qué día era y yo le contesté que jueves, que estaba donde el médico forense porque el próximo día pasaba delante del juez, era de verdad lo que yo pensaba. Yo tenía un desfase enorme en el tiempo. El médico forense sí creo que pasó todos los días, aunque no lo podría calcular, y casi siempre era el mismo, menos una vez que era una chica. Se identificaba sacando el carné de forense de la Audiencia Nacional.

No hablé con el médico ningún día salvo el primero, pero al tocarme sí que notaba que el pecho y el cuello me dolían un montón. Al tocarme notaba que el cuello lo tenía muy hinchado, casi se me salía de las orejas, y al tocarme sin apretarme me crujía como si fuera todo un hueso. No me fiaba de que fuera forense, por lo que no le dije lo que me habían hecho, pero sí le dije que me mirara el cuello, puesto que yo me lo notaba y tampoco podía respirar bien. Él me miró de lejos y me dijo: "pues será bronquitis". En ningún momento me tocó; me auscultó y me tomó la tensión (la cual tenía bien) otro día. Yo prefería estar con la Guardia Civil que con él desde que me dijo lo de la bronquitis, los demás días que iba a donde él le decía que estaba como una reina. Lo de la bronquitis me molestó mogollón, encima los guardias civiles luego han estado todos los días burlándose de lo de la bronquitis. Eran diferentes grupos. Uno de los grupos me decía que eran los expulsados, que no tenían nómina, que no existían, que no eran guardias civiles ni nada, creo que les llamaban "los fantasmas". Con ese grupo era lo peor, yo tenía que estar todo el rato desnuda, con el antifaz y con la bolsa. En la primera sesión fuerte con ellos, yo creo que a la tercera o cuarta vez que me pusieron la bolsa, vomité. Y con lo poco que podía ver con el antifaz, yo creo que vomitaba sangre. Yo no sé qué sería, si del estomago, de la garganta, pero sangre sí que había. Ahí me asusté. Ese día, con catorce bolsas o así deje de vomitar. Catorce bolsas que rompía, catorce bolsas que me volvían a poner.

Al principio eso, era la bolsa todo el rato, desnuda y ellos insultándome todo el rato. Mientras me ponían la bolsa eran todo el rato gritos, interrogatorios muy fuertes, me volvían loca. Mezclaban preguntas sobre a ti quién te captó... con preguntas como cuál es el mejor bar del Casco Viejo, dónde dan las mejores croquetas... no sé, ellos se lo pasan bien todo el rato. Están como puestos todo el rato, súper nerviosos, gritan un montón, se ríen... Eso, al principio era la bolsa, luego me hicieron hacer flexiones, en cuclillas... Y durante todo el rato con la regla, yo notaba que me estaba bajando entre las piernas, y ellos se reían de eso un montón. Haciendo flexiones todo el rato, con la bolsa en la cabeza y ellos haciéndome preguntas. Yo creo que a partir de la segunda sesión, pero no puedo calcular qué día fue cada cosa, aunque sí sé que el último día estuve bastante tranquila, no me tocaron mucho, y sé cuál fue también el primer día, todo lo demás... Pues eso, creo que en la segunda sesión, con el grupo de expulsados, ya empezaron las amenazas de violación. Amenazas con que me iban a dar por el culo, que por lo otro me iba a librar por estar con la regla, pero que me iban a abrir el culo. Durante todas las amenazas, había uno que lo tenía muy cerca, y me estaba todo el rato sobando, las tetas y todo. Se me ponía súper cerca para que yo notara que se le estaba poniendo dura, no sé si era verdad o no, pero yo lo notaba, y me decía que tenía que hacer eso para luego... Me estaba dando un montón de asco, y sin querer le escupí. Entonces fue cuando me empujaron y me hicieron ponerme a cuatro patas, encima de una manta que pusieron en el suelo. Hizo el paripé de que iba a por condones, y luego volvió.

Mientras tanto el que me estaba todo el rato sobando, continuaba, y otro me puso vaselina, mientras yo estaba desnuda y con la bolsa. El otro me gritaba, el otro se metía filas... era un desfase. Yo creo que había cuatro por lo menos. Mientras me untaba la vaselina, me pasaron una escoba por la espalda, y me decían que me moviera como cuando follaba, mientras que todo el rato me insultaban con "zorra, puta", y mientras uno me sobaba, el otro se reía... Notaba la escoba que se rozaba con la vaselina ( o gel), pero no llegaron a metérmela, pero estuvieron ahí. Después, repitieron eso pero con una mano, con un guante puesto, pero tampoco llegaron a meterme nada. Esto me lo hicieron en total, en diferentes sesiones, tres o cuatro veces. Con la bolsa, yo en un momento pensaba que se les había ido de las manos, porque mientras yo estaba con los espasmos, y ellos me decían que estuviera tranquila que no me iba a ahogar, que ellos lo controlaban bien por los labios, y hasta que los labios no se te pusieran azules no te quedabas dormida, y que yo todavía sólo los tenía morados. Ellos me decían que la bolsa me la quitaban cuando se me ponían los labios azules. En otra ocasión me pusieron en una habitación, como si fuera un patio, en la mitad y desnuda. Yo estaba súper encogida porque tenía un montón de frío, y me empezaron a echar agua fría por detrás y por adelante.

El aire acondicionado me daba y era mucho frío lo que sentía. Sólo me lo hicieron una vez, pero me acuerdo mucho. Pensaba que el corazón se me iba a parar porque cada vez me latía más despacio, notaba que se me iba parando el cuerpo por dentro. No sé cuánto tiempo me tuvieron ahí. Luego me sacaron de ahí y enseguida me tumbaron en el suelo y me envolvieron en una manta. Yo pensaba que guay, porque antes había pensado que me iba, pero sólo fue un segundo lo que tardaron en ponerse encima y en apretar la bolsa. Esta vez haciéndome la bolsa, estaba inmovilizada, ya que las otras veces que me la pusieron me tiraba al suelo, me movía, les daba patadas... pero esta vez no podía moverme con la manta, y pensaba que me iba una vez más. Luego me quitaron la manta, me secaron y tuve una sensación muy rara, porque aunque estaba consciente, no sentía nada de mi cuerpo. Tenía todo el rato la boca abierta, no podía cerrarla y el cuerpo me votaba contra el suelo, como si fueran convulsiones. Y luego, -esto me lo hicieron al final de casi todas las sesiones- me cogían de la cabeza y como con un spray me echaban en las dos orejas, dos sonidos muy cortos (pss, pss), pero no sé lo que era.


ATXILOKETA DATA 2004ko azaroak 5 (fecha de detención: 5 de noviembre)
POLIZIA TALDEA Guardia Civil
EPAITEGIA Teresa de Palacios (JCI 3)
INKOMUNIKAZIOA 5 egun (5 días de incomunicación)

La detención se produjo en Castro, cuando iba en coche con mi moza y con su hermano a llevarle a este. Cuando me hicieron salir del coche, entre gritos me obligaron a poner las manos sobre el capó del coche () De Castro me llevaron en un coche a La Salve. Me obligaron a ir con la cabeza entre las piernas, en el coche iban cuatro agentes de la Guardia Civil, estaban muy enfadados Llegamos a La Salve, bueno creo que es La Salve porque no podía ver nada. Antes de sacarme del coche me colocaron una capucha que me cubría hasta la nariz, y casi a rastras me llevaron escaleras arriba, escaleras abajo, me daba la sensación de que estuviesen intentando desorientarme con tanta vuelta... Me llevaron a una habitación, y allí me dijeron que estaba detenido y cuando les pregunté el porqué me gritaron que allí las preguntas las hacían ellos. Empezaron a hacerme preguntas, a insultarme, a gritarme, a la vez que me empiezan a golpear en la cabeza y en los testículos. Me dicen que no estoy cooperando y que me desnude. Me dicen también que estoy muerto de miedo y que no me queda nada, que además ellos son los buenos, "cuéntanoslo a nosotros, porque los otros te van a obligar a decir cosas que no has hecho porque son unos profesionales, nosotros somos los buenos..." y mientras tanto me golpean una y otra vez, constantemente. Me gritaban que no les mirase, yo estaba con la capucha puesta pero instintivamente cuando me hablaban de un lado, miraba hacia allí aunque no pudiese ver, y en aquellos momentos gritaban "¡¡Que estás mirando, me ves hijo de puta!!". De repente pude oír un susurro, me dicen que me vista (yo estaba encapuchado por lo que me costaba vestirme) y dicen que nos vamos y me llevan al hospital de Basurto. () Llegué a Madrid a las seis y pico de la mañana.

Me metieron en un calabozo, me quitaron la capucha y me dijeron que tenía que permanecer de pie con la cabeza agachada y sin apoyarme en ningún sitio. Había momentos en que apoyaba un poco y venían y me gritaban que me pusiera como me habían ordenado... Me llevaron al primer interrogatorio y me empezaron a decir que había dos formas de estar, una era que dijese todo lo que había hecho y que iba a estar tranquilo, y la otra era el camino malo que no lo contaba y ya vería, pero en aquel momento tuvieron que parar el interrogatorio porque vino el forense y me tuvieron que llevar donde él () Después de nuevo me llevaron al interrogatorio, y en este momento comenzaron los golpes. Ellos decían que aquello era el precalentamiento, me golpeaban en la cabeza, en los testículos estaban todo el tiempo controlando el tema de las marcas. Por ejemplo al principio comenzaron a golpearme y seguido me obligaron a hacer flexiones. A causa de estas empecé a sudar y me pasaba la mano por la cara porque entre la capucha y el esfuerzo físico estaba goteando. Pues en aquello momentos me gritaban que no me rascase, y me golpeaban más por ello.

Es que se me iba la mano, y cada vez me miraban si tenía marcas. Me decían que aquello era progresivo, que era "a la carta" y me decían "ya sabes como es la Guardia Civil, no? Ya sabes que hay bolsa, que hay electrodos, que hay porras y bañeras esto es progresivo, vas a extra aquí cuatro días y vamos a ir apretando las tuercas hasta que hables porque vas a estar aquí cinco días, hasta que tu quieres, al gusto del consumidor". Y comenzaron con las flexiones, al cabo de un rato y como decían que me estaba acostumbrando me ordenaban desnudarme, después me ponían una bolsa y yo tenía que seguir haciendo flexiones con la bolsa puesta por la cabeza, luego de repente empezaban a cerrar la bolsa pero el primer día fue una especie de toma de contacto. Era una sensación muy jodida porque estás súper asustado, pero no como mela harían más adelante. Estos me decían que ellos eran os bueno pero que si no hablaba después vendrían los del "comando de empuje", que con ellos no hablaría, siempre me decían que lo peor estaba por llegar, que lo que estaba sufriendo no era nada con lo que iba a venir. Y de repente vinieron tres diferentes, y durante no sé cuanto tiempo fueron constantes la bolsa, los golpes en la cabeza, en los testículos, la obligación de hacer flexiones, el permanecer desnudo Y empezaron a amenazarme con que me iban a violar, que me iban a meter una botella por el culo Y yo pensaba que si aquello no era más que el principio me iba a morir allí, que no lo iba a aguantar de repente me llevaron a la celda y como siempre me obligaron a permanecer en pie contra la pared Por la noche vino otro relevo, y los de la noche eran peores. Esta noche la bolsa me la hacían de forma mas violenta, los golpes, la obligación de realizar flexiones, permanecer desnudo Y era más duro y violento que por el día.

Este día los de la noche me obligaron a tocar una pistola. Yo no quería tocarla pero me obligaron y me empezaron a decir que ya tenían mis huellas en una pistola... y comenzaron a amenazarme con ello, que si me iban a meter pertenencia este interrogatorio duraría casi toda la noche. En él también tuve que permanecer en posturas incómodas () De nuevo a otro interrogatorio, y de nuevo más golpes, más flexiones más obligación de quitarme la ropa lo de estar desnudo era en cualquier momento. Me daban a elegir los métodos de tortura que me iban a aplicar, me decían por ejemplo "que prefieres flexiones o la bolsa" y yo les decía que me daba lo mismo, que no quería nada, pues ellos, "ala haz flexiones", y al de un rato "ahora vamos con la bolsa" y de nuevo me hacían la bolsa. Me amenazaron también con que me iban a aplicar electrodos. Mojaron el suelo, yo estaba de pie y desnudo y descalzo y me tuve que poner sobre el agua, después otro simulacro fue que me iba a dar las descargas en el pene, me dijeron "descapúllate y coge estos cables", yo oía la máquina, oía como la encendían y como entre ellos hablaban "dale tres, no que con el tres se nos fue no se quien, pero dale que este aguanta y si se nos va que se joda porque no dice nada". También me amenazaron con que me iban a violar e hicieron un simulacro. Me iban diciendo como lo iban a hacer, me decían "sabes lo que es esto" es una porra y le vamos a poner un condón y te la vamos a meter por el culo, anda, tócala y levántate el antifaz", me lo levanté y pude ver la porra. En aquel momento empezaban a hacer como que me iban a dar descargas en los testículos y el pene, y por inercia yo me iba para detrás, pero allí había uno que tenía la porra al lado de mi ano y me decía "cuidado maricón, que te la vas a meter tú".

Al final me dijeron que no me aplicaban los electrodos porque no funcionaban. También me amenazaron con la bañera, y yo oía el agua correr Y llegó de nuevo la noche y los del turno de noche. Y para mí esta segunda noche fue la más dura. Empezaron con la bolsa pero en plan súper violento. Ni sé el número de veces que me pudieron hacer la bolsa, ni las bolsas que pude romper esa noche, al final se quedaron sin bolsas, porque además comenzaron a ponérmelas de tres en tres. Al final, en un momento yo estaba sentado en una silla y me colocaron una bolsa grande de basura por encima que me tapaba casi entero con silla y todo. Y esta también me la apretaban, y si veían que les costaba asfixiarme, me tapaban la boca con las manos. También me hicieron lo que ellos llamaban "el rollito" y el "bocadillo de hijo de puta". Lo del bocadillo era que te ponían en el suelo sobre una goma espuma y por encima te colocaban otra, dos se sentaban encima y te asfixiaban. Lo del rollito era que te envolvían alrededor del cuerpo con una goma espuma y te ponían de nuevo la bolsa mientras te seguían golpeando un ay otra vez. Conmigo se enfadaban mucho y me gritaban porque decían que me salían marcas muy rápido, y se enfadaban mucho, porque ellos andaban con mucho cuidado con no dejar ninguna marca, lo controlaban mucho.

Cuando estaban haciéndome lo del rollito me dio un ataque de ansiedad o algo del estilo. Yo creo que ellos también se asustaron mucho porque me llevaron a la celda y me dejaron dormir un rato. Fue un momento en que yo no podía respirar, me puse muy mal, y ellos me decían más tarde que se me habían puesto los labios morados incluso. Y lo mismo otra vez, dormir algo, te llevaban al forense, eso si antes de llevarte me obligaban a lavarme la cara y a ponerme bien el pelo. Entonces le conté que había sufrido un ataque, estaba muy mal. Yo además tengo asma y cuando me dio el ataque me dieron una especie de ventolín, aunque ellos me dijeron que era mata ratas. Y la actitud del forense era como si estuviese muy acostumbrado a que la gente le contase cosas del estilo, era la indiferencia total (). Delante del forense denuncié todos los días el trato del que estaba siendo objeto () Me llevaron a otro interrogatorio, estaban ocho o diez, no sé, mucha gente, y me empezaron a golpear de forma muy violenta. Otra vez todo el proceso, me obligaban a hacer flexiones y mientras tanto me tenía que ir desnudando, si me caía al suelo me levantaban agarrándome de los testículos. Muchos gritos. Me decían "que no quieres declarar, tu eres tonto, que no quieres ADN? Toma ADN" mientras me quitaban un mechón de la cabeza.

Me llevaron a otra habitación, de repente, y comenzaron de nuevo a hacerme "el rollito" yo creo que mas que para provocarme la asfixia era para poder golpearme sin dejar marcas. Y dijeron entre ellos "por mis cojones que vas a hacer tú la prueba de ADN y que después vas a escribir 14 folios". Yo me encontraba tirador n el suelo y ellos me forzaban para meterme en la boca algo, yo forcejeaba y no me dejaba meter nada, y todos me gritaban que me iban a matar, todos a la vez, uno de tiraban del pelo, otro de los testículos, otro me golpeaba hubo un momento en que no sé que me pasó por la cabeza, y pensé "a tomar por culo, que se acabe esto", y como se me movió la capucha y pude ver el suelo, me golpeé contra él. En aquellos momentos ya no podía más y solo quería que todo aquello acabase, si me quedaba inconsciente me tendrían que sacar de allí, no? Me empezaron a agarrar para que no me volviese a golpear, pero yo vi una mesa que en la parte de abajo tenía una barra y me agarraba a ella, ellos me tiraban de un lado para otro, y como la sala era pequeña me golpeaba con las paredes y ellos me gritaban que no les viese, que no les mirase que me iban a matar pero en un momento dado le vi al secretario que había estado en la declaración policial. Fue al único que pude ver porque todos los demás se taparon () Cuando se dieron cuenta de que me había marcado empezaron a decirme que menuda había liado y cosas del estilo, yo les decía que habían sido ellos los que me habían forzado, porque me querían obligar a firmar cosas que eran mentira Y me trasladaron al hospital Gregorio Marañón. Y mientras me estuvo reconociendo el médico ellos estaban a mi lado y no podía decirle nada, también me llevaron al psiquiatra para ver si podía volver a sus dependencias o no, pero no le podía decir nada porque yo pensaba que si lo denunciaba me llevarían de nuevo con ellos y que sería peor ()


Podrías ser tú mismo

Carta escrita por Gaizka Larrinaga, detenido y torturado por la Guardia Civil en su dirección general de Madrid desde el 2 hasta el 6 de noviembre del 2004.

Guardia civil: ¿Te gusta la música? Guardia civil: ¿Conoces La Polla Records? Guardia civil: ¿Sabes cual es la canción de la tortura?

Te han llevado por la noche indefenso, te han llevado sin que nadie lo sepa, aquí empezará tu viaje. Vas a conocer un nuevo mundo profundo pues tu humillación jamás tocará fondo. Conocerás un dolor que nunca hubieras imaginado, aprenderás lo que es gritar. Luego tendrás que esperar el tiempo suficiente para que desaparezcan las marcas si algo queda te lo has hecho tú. Sabes que no existe la tortura es tu locura. Te has imaginado la bañera y electrodos, las hostias, la bolsa en la cabeza, y si eres mujer la violación. Para acabar bien tu historia si lo denuncias serás denunciado por calumniador.

Da igual que respondas que sí, que digas que no, o incluso que permanezcas callado, suceder va a suceder igual. Ahí fuera lo saben tus amig@s y familia, ahí dentro lo saben los que te custodian, tanto dentro como fuera lo saben los que lo permiten, y en última instancia, lo sabes tú también. Desde tiempos inmemoriales se ha torturado, hoy en día se sigue torturando, y a pesar de que no has hecho más que llegar, el hedor que desprende todo cuanto te rodea golpea brutalmente en lo más profundo de tu ser para dejarte inmóvil, asustado, desesperado, humillado, de rodillas ante un tenebroso viaje que no quieres emprender. ¡No!, te gritas a ti mismo, ¡no!, le gritas al mundo, pero una mano por detrás te arroja al precipicio de la locura, de los miedos, de la indefensión, de la muerte, pues eres consciente de que más de uno no ha vuelto de semejante travesía. "¿Dónde estoy?, ¿Qué son esos gritos?, ¿Por qué esta oscuridad? ¿Quién me ha puesto este antifaz en los ojos?... no me puede estar sucediendo a mí, tiene que ser un mal sueño" pero es verdad, ya lo dijo Belton Brecht primero irán a por ellos, luego a por los otros, después a por el vecino y finalmente a por ti. Y ahora todo resulta demasiado tarde para hacer nada, no pretendas despertar del letargo, ni osar a poner el grito en el cielo, no quieras quejarte, protestar, manifestar, denunciar, es sencillo de entender no puedes hacerlo, ya que no estas en el sofá de casa, no tienes teléfono, no existe la calle simple y llanamente para ti solo hay oscuridad oscura.

Paso a paso, agarrotado por la angustia, te adentras por un túnel ceñido a tu medida y todo se torna negro a tu alrededor incluso el verde aceituna de la guardia civil. Si eres alto el túnel es de altura, si eres ancho el túnel se ensancha, si tienes miedo las paredes tiemblan, si tienes hambre el suelo y tus tripas crujen a la vez, si sudas la atmósfera es húmeda, si te mareas el techo adquiere color bilis, y si se te ocurre hablar tus palabras se las llevará una gélida brisa por recónditos pasadizos. Es un túnel extraño, atípico, ajustado a tu persona, no es un túnel como los demás a pesar de tener final, este no tiene eco, no habrá oídos ajenos, no acudirán testigos, solamente te hallarás tú, en primera persona, único testigo de tus circunstancias y de tu realidad. Y es eternamente pronto para poder saber algo acerca de tu realidad, no sabes qué esta ocurriendo, no puedes imaginarte siquiera el por qué estas ahí, todo es debido a un error, a una confusión, a un equívoco. Atenderán a razones, te repites una y otra vez, todo se solucionará en breve, no paras de pensar. Es el principio de tu caminar cansino hacia el tenebroso y lúgubre túnel el que te alienta y anima, convirtiéndote en un grandísimo inocente iluso ignorante, y te permite pensar en errores y equívocos. Pero el espectro de la tortura no viste ropajes de ningún tipo ni hace distinciones. Necesitas saberlo, la palabra tortura se pronuncia moviendo los labios superiores e inferiores. Existe, es real, no es broma. Mientras 50.000 espectadores en el estadio celebran con júbilo el gol de su equipo, tú con tan solo un único grito sórdido arrancado por los jinetes de la tortura, podrías enmudecer en cuestión de instantes a todos ellos. Has de ser consciente de frente a quien te encuentras. Es la tortura, si no la conocías, pronto va a llamar a tu puerta. Que nadie le habrá la puerta, por favor, que nadie la deje entrar.

No tienes a donde ir y el optimismo inicial se lo ha ingerido de un solo bocado el primer golpe recibido. No puedes pensar con lógica, cordura y sentido. Miras a tus lados y rápidamente reconoces a tus compañeros de viaje, el terror, pánico, miedo, horror, congoja, dolor, sufrimiento. Y tales fatales acompañantes de odisea no dudan en ocupar una posición privilegiada en tu cerebro. "¿De quién es esa foto que veo en mi mente?, ¿De quién es ese rostro deforme?, no hay derecho, ¿Qué demonios le hicieron?, ¿Cómo se llamaba?... Unai Romano, si". Y te acuerdas de que muchos no volvieron, en múltiples ocasiones les dejo de latir el corazón paralizado por la tortura. Zabaltza fue arrojado a un rió para simular su muerte, y Anuk cayó ventana abajo. Cuantas amatxus, durante el resto de la vida, mantienen humillados y agrietados sus corazones por aquellos días interminables el los que la tortura envolvió con sus mantos de podredumbre la sonrisa de sus hijas e hijos. No pienses más, no te dejes llevar por la cruda realidad de la tortura. No es el camino, tienes que salir, sacude tus miedos, si puedes.

No sabes en que lugar concreto fijar la mirada de la pared blanquecina que se haya frente a ti. No sabes si son 48, 72 o 3 las horas que llevas frente a ella. De pie, inerte, posición de firmes, con las manos atrás, no pudiendo mover un solo músculo del cuerpo sin que te griten, te amenacen o te golpeen. Estas en una celda de reducidas dimensiones, con la luz constantemente encendida, de pie y con un colchón a un costado. Para ti no existe el día ni la noche, pero si el cansancio y el sueño, sin embargo tienes prohibido terminantemente sentarte en el colchón, no digamos ya el recostarte. No lo puedes comprender, o mejor dicho, no lo quieres entender, estas destrozado, reventado, sin fuerzas, sin alegría y sin ilusiones. Tus esperanzas horas atrás quedaron atrapadas en aquella terrorífica bolsa que te impedía respirar y que se te ajustaba a la cabeza hasta la asfixia. Sin embargo ahora no tienes una bolsa en la cabeza, no recibes golpes en testículos, cuerpo y cabeza, no estas haciendo flexiones hasta la inconsciencia, y el tormento sigue siendo igual o mayor. "¿Por qué?, ¿Qué me ocurre?, me duele cuando me pegan y cuando no también". Es lógico, la tortura es una humillación constante de palabra y obra, y mientras en esa mezquina celda tratas de no caer derrumbado al suelo, solo puedes pensar que en la próxima, a ello se le sumará la materialidad de todas las barbaridades, amenazas, chantajes que has escuchado en la última sesión. Te tiemblan las piernas de pánico, pero de dolor también, son muchos días de pie, sin moverte, sin dormir, sin comer, sin apenas beber agua. Te duele con rabia todo el cuerpo, y según te han asegurado horas atrás, no sabes si van a violar a tus seres mas queridos, si están detenidos o los están deteniendo. Te duele descomunalmente el cuerpo y tu dignidad sangra a borbotones. Te duele ahí dentro, en tu interior, en tu intimidad, en tus sentimientos, en lo mas recóndito de tu ser. "A ellos no los toquéis, ya me tenéis a mi, dejadles en paz". Confusión y pánico.

Permaneces de pie presa de infinidad de dolores corporales, daño físico que se va agudizando más y más, hombros, cuello, cintura, espalda, cabeza, piernas, pies, plantas de pienotas movimiento no sabes si eres tú el que se mueve o si es la celda la que se balancea. Los ojos abiertos no ven nada y sin embargo cerrados se colman de visiones extrañas, objetos que no existen adquieren forma y movimiento, zas, abres los ojos de pronto y a treinta centímetros de tu vista no eres capaz de visualizar el fondo de la pared, los objetos desaparecen uno a uno, ya no sabes si estas despierto o dormido de pies. De todas maneras, el intenso dolor te recuerda una y otra vez cual es tu situación, aunque no te de ninguna pista sobre tu futuro. Tú o la celda continua balanceándose, tu cabeza se ha convertido en una olla a presión a punto de estallar, el sudor frió aparece, los ojos se desorbitan y los vómitos te sobrevienen, arcadas llenas de vacío estómago sin cesar, una detrás de otra, como si por la boca en forma de bilis quisieran escapar todos los golpes y humillaciones recibidas hasta el momento. Oyes voces, crees volver a la realidad, pero no son nada alentadoras "¡¡No te apoyes en la pared!!", "¡¡Como te caigas te vas a comer tus propias potas!! ", "¡Nenaza, maricona, mierda!", "¡Ojala te mueras!". Por tu parte más inconsciencia y más vómitos, seguir de pie, sin moverte, no dormir, desear morir ahí mismo. Nada que ver con esa sensibilidad que caracteriza al ser humano, que lo hace diferente al animal. "¿Quién me custodia, alimañas o personas?". Hace tiempo que has perdido la noción del espacio y tiempo, tanto el estomago como la garganta son volcanes en erupción, desconoces si llevas una, dos o tres horas vomitando. A nadie le importa ni le interesa, es más recuerdas como alguien te ha deseado que murieras ahogado en tus propios vómitos. Desde tu posición de firmes no das crédito al montículo de bilis que yace a tus pies, te impresiona y te asustas, pero el cuerpo sigue temblando, destemplado y los vómitos no cesan. Al rato se abre la puerta, y la asistencia médica que esperas con anhelo se difumina de isofacto al sentir el aliento putrefacto de la tortura. Otra vez más vienen a por ti, sin ningún tipo de piedad ni lástima, te encuentras encapuchado avanzando en dirección a los gritos espantosos. La mano traicionera de la tortura te conduce por los pasillos, avanzas hacia el delirio, ellos te esperan. Ruidos inesperados te asaltan, te envuelve un olor rancio a caramelo de garganta forzada. Inmensos golpes sobre una chapa metálica colocada a escasos centímetros de tu oído te recuerdan que se ha iniciado un capítulo más en tu interminable pesadilla. "No más bolsa, no, no más golpes, no más amenazas, no más humillaciones, no más gritos, no más vejaciones, dejadme en paz, no más flexiones, no más insultos, dadme mi ropa, dejadme beber, comer, respirarsolo quiero vivir, no me matéis".

Te ahogas, no puedes respirar, te falta aire, te vas, te vas poco a poco, la asfixia te adormece mortalmente, los golpes sobre el cuerpo no paran, pero a penas los sientes. Es el final, te mueres, el plástico de la bolsa aprisionada en la cabeza y que se ciñe a tu boca y nariz será tu último contacto con el mundo. "Mis manos, mis brazos, no los puedo mover, ¿qué me han puesto?, estoy encerrado en una trampa de goma-espuma y cartón". Son ellos, son los fantasmas, y se autodenominan así por que no existen, por que ante cualquier desgracia no tienen que dar cuentas a nadie, son impunes, tienen carta blanca. Tu no tienes derechos, nadie te los ha leído, y no por que no te los hallan leído dejas de tenerlos si no por que es verídico que no te asiste ningún tipo de derecho. La asfixia permanente a la que te someten te lo recuerda en cada instante. Cruel y despiadada tortura que te llena de golpes, que te pone la bolsa una y otra vez, que te flexiona hasta la extenuación, que te grita, te insulta, te veja, te humilla

Una vez más la puerta que yace a tu espalda se abre, y con ella el terror y el horror se despuntan. En la misma posición que estas, para ti no es más que rutina, te colocan unos fríos y mojados antifaces, unas manos te sujetan por los hombros y con la cabeza siempre apuntando hacia el lugar que la tortura te reserva como final, el suelo, inicias un desplazamiento a lo largo de ese oscuro sitio en el que te mantienen encerrado. El miedo te asola, el terror a lo desconocido suele ser demoledor, pero cuando sabes lo que te espera, la angustia mete en la misma mochila todos los horrores, pánicos, sufrimientos, temblores y demás, y te la carga a la espalda. Ya estas otra vez inmóvil, continuas con los antifaces puestos, la cabeza mirando hacia abajo y en algún lugar de lo que crees ser una habitación más amplia. La diferencia con la celda, es que ahora a ellos los notas (respiraciones, alientos, voces, ruidos) y los sientes dentro de la habitación, y te parece que son muchos. Todo empieza otra vez, una vuelta más, suma y sigue

La furia indómita de la tortura ejercida por seres humanos, por sombras verdes que se proyectan sobre todo tu espacio físico y psicológico. La tortura pernocta en sus mentes y en tu cuerpo habita su desgracia, su consecuencia directa. En nombre de la vida de sus compañeros de trabajo, de esa vida que les deben salvar, tratan de abrirse camino por tu ano objetos impulsados por los torturadores. Acoso y derribo constante. Ruidos eléctricos forman parte de la atmósfera, un líquido frió y helado, corretea a lo largo y ancho de tu espalda, se desliza ayudado por unos dedos ajenos a través de tu columna vertebral. Cables y objetos irreconocibles te tocan el cuerpo, te los sitúan en los dedos. El cuerpo permanece agarrotado a la espera del primer chispazo que nunca llega, solo de pensarlo se te electrocuta la desesperación. Es cuestión de tiempo tarde o temprano maldecirás tu mala suerte. Ellos lo saben, te lo hacen saber, y te lo repiten una y otra vez. "Nunca saldrás vivo de aquí, y no serás ni el primero ni el último, tenemos un maletero muy grande en el coche, también te puedes fugar, tú mismo, solamente has de saber que nosotros a cada hora que pase seguiremos subiendo el pistón, no tienes nada que hacer". Y la bolsa que no cesa, no sabes cuantas veces, si pedirte permiso, te ha desgarrado las costuras de la resistencia, sin más te encuentras de rodillas, desnudo, rodeado de tortura, sucumbido ante un mundo de psicópatas, pisoteado de cuerpo y alma, sabes que no puedes vivir sin respirar y esa maldita bolsa cada vez se aprieta más y más. Eres sospechoso, todo a tu alrededor es sospechoso, conocer a alguien es sinónimo de conspiración y vivir en Euskal Herria es la evidencia directa de tu esencia terrorista.

No hay paz ni descanso para ti, lo sabes. Sientes fuego en las piernas, escuchas como una a una las fibras musculares se te van desgarrando, pero sigues subiendo y bajando, sin pausa, el pánico no te deja detenerte. Esta vez la tortura ha visitado la celda que ocupas. Cerca de dos horas subiendo y bajando al ritmo que las piernas te permiten, con una sombra maligna a tus espaldas que vigila cada uno de tus movimientos y asegura que no te detengas. Pero el cuerpo humano tiene un límite, ese límite perverso que la tortura no hace más que buscar y buscar. Lo han hallado, han dado con él. Sin embargo insisten en que continúes con algo que de ante mano sabes que es imposible. Tantas veces como te caes te ponen de pies para que prosigas. Los gritos y golpes en la cabeza se te entremezclan, ya no sabes si te están pegando o gritando. No das crédito, no se conforman con reventarte en la infinidad de interrogatorios ilegales a los que te han sometido. En la propia celda también están dispuestos a que protagonices la peor de las pesadillas. Pero tu ya no puedes más, el oxigeno de la celda se ha vuelto anhídrido carbónico, tu cabeza ha explotado, el corazón se ha desbocado, la vista se ha nublado, el dolor te desorienta, te caes encima del gran charco de sudor que ocupa todo el suelo de la celda, patinas, resbalas, las piernas fallan, el torturador trata de reincorporarte, te caes y golpeas primero con la cabeza en la pared y después con el hombro en la base del camastro. Unas manos vuelven a colocar en posición de flexión a la piltrafa que representas, pero no respondes, jadeas, te ahogas, las piernas fallan una vez más y te desplomas sobre el sucio suelo. La respiración entrecortada y acelerada delata tu situación crítica, técnicamente estas hiperventilando, pero para ti estas ante tu holocausto final. Notas que el torturador se asusta y eso te asusta a ti aún más. Con la sensación de no querer morir te abandonan tal cual en el regazo de la señora tortura. Pronto volverán y te exigirán que hagas más y más flexiones, evidentemente no has muerto, no te ha acontecido dicha suerte.

Tu desnudez refleja la indefensión que sientes en todo momento. El sudor empapa de arriba abajo todos los rincones de tu cuerpo. El dolor y el miedo continúan de la mano para ti. La cabeza te va a estallar de tanto golpe, según subes sientes un manotazo de descomunal fuerza en los testículos, mientras bajas la cabeza una vez más es golpeada. La bolsa se vuelve apretar hasta la asfixia, vomitas sobre ella, objetos rondan tu ano en amagos de inserción, el tímpano vibra ante los gritos aterradores. Te marcan un sitio determinado en la columna vertebral por el que te aseguran que serás infiltrado tras el primer desvanecimiento. Tu futuro es una silla de ruedas, el sida, la muerte Te asfixias, te caes, te vuelves a asfixiar, pierdes la noción de todo, no acaba nunca. Te han asegurado que hoy tocan 18 horas seguidas, pero eso ya te da igual, tu cuerpo desnudo y extenuado ha dejado de ser tu cuerpo. Sabes que la bañera esta acechante en alguna esquina próxima, no la puedes ver pero si presentir. El grado de locura que te han trasmitido es de tal magnitud que en ningún momento dudas de que ese es tu siguiente destino, bañera, electrodos y vuelta a empezar. Deseas que todo se acabe ya, que te metan en esa mugrienta bañera llena de orines, vómitos, mierda, escupitajos y agua sucia, y que como tal, como mierda que te hacen sentir, desaparezcas por el desagüe antes de morir asfixiado.

No ves nada, crees no sentir nada, no sabes diferenciar si vives o yaces muerto, se te ha derrumbado el mundo, nadie te conoce, no conoces a nadie, no eres nada, solo dolor en su pura esencia, eres sufrimiento, generas desesperación interna, no necesitas que halla nada entre tu y lo que sea de repente luz, fuerza, no sabes que o quien es, pero se encuentra dentro de ti, en tu interior, tú lo generas, lo produces, es tuyo, cógelo, agárralo, no lo dejes escapar, arrópate, aunque sea, contigo mismo. Y si no te llega, espéralo, no desesperes, tarde o temprano llegará, por que todas y todos lo llevamos dentro. No desesperes existe salida. Entre todos y todas podemos poner fin a esta barbarie. Recuerda que es un túnel atípico, extraño, que se amolda a ti, pero que tiene final. Arrópate y hazle saber al forense todo lo que te esta ocurriendo. Quiérete y no declares contra ti mismo en la declaración policial. Cuídate y cuéntale al juez todo cuanto te halla sucedido y grítale bien alto que ¡¡NO!!.

Perdí la cuenta de las flexiones, de los golpes, de las bolsas, de las amenazas, de los insultos, vejaciones y humillaciones, de las veces que me visitó la tortura pero no perdí la cuenta de ti.


Más información:
www.stoptortura.org
 

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