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Europa :: 19/02/2021

Kosovo ¿cambia?

Elsa Claro
Los dirigentes delincuenciales y el espacioso crimen organizado

Cuando estaba desarrollándose una parte de la guerra contra Yugoslavia, el exembajador de EEUU ante la OTAN, Robert E. Hunter, consideró: “(...) Kosovo constituye la puerta de entrada a regiones de interés primordial para los occidentales: la zona árabe-israelí, Irak e Irán, Afganistán, el Mar Caspio y el Transcáucaso”.

Eso explica que antes de concluir aquella conflagración político-territorial, establecieran en ese enclave una gigantesca base norteamericana (Bondsteel) desde la cual pueden controlar el Mediterráneo y el mar Negro, incluyendo las rutas de los oleoductos del mar Caspio y Asia Central, entre varios objetivos que mezclan lo militar con lo económico.

Imposible descartar un informe de la National Security Decisión Directive sobre la política norteamericana hacia la finalmente arruinada Federación, haciendo énfasis en la importancia de “ampliar los esfuerzos para promover una revolución tranquila que deponga a gobierno y partido comunistas e integren los países de Europa del Este a la economía de mercado”.

Sobre esos fundamentos geoestratégicos se realizaron los disruptivos bombardeos y la ofensiva bélica para destruir un país y acomodar su espacio geográfico a conveniencias exógenas. Por esos caminos se desliza la independencia unilateral de Kosovo, invocada el 17 de febrero del 2008. En aquel momento ni después, sus habitantes imaginaron que se iban a incrementar los problemas sin resolver ninguno de los existentes desde el decenio anterior, cuando los irregulares que alguna vez EEUU calificó de terroristas y después convirtió en héroes, recibieron el mando de esa provincia serbia.

Tan enfermos antecedentes impiden definir ahora, con entera claridad, si es una derrota simbólica o real la ocurrida en las elecciones que acaban de efectuarse, perdidas por aquellos mismos personajes que con nombres repetidos o alternándose en el poder, usaron sus posiciones para beneficio propio.
El politólogo Ramush Tahiri, lo resume: “La transición hacia la democracia ha producido una élite que ha capturado el Estado para ella misma. Hay una nueva clase social que ha multiplicado cientos de veces sus propiedades y riquezas”.

A doce años de separarse del país al cual pertenecieron desde el siglo XIII, en esta esta comarca (10 900 kilómetros cuadrados y una exigua población inferior a los dos millones de habitantes, parte de ellos emigrados), se registra una variada y galopante corrupción que, aparte de medrar fraudulentamente para sí, intoxica la gobernabilidad. El mandato del presidente Hashim Thaci, uno de los “históricos” encumbrados desde Washington para derrocar a Slobodan Milosevich y desarticular la Federación Yugoslava, concluye mandato ya, siendo procesado por un tribunal en La Haya bajo acusaciones de cometer crímenes de guerra y contra la humanidad durante la guerra en los años 90.

En realidad a Thaci le incriminaron hace mucho por, además, encabezar una organización dedicada a la venta de órganos humanos, en general, extraídos a serbios prisioneros o secuestrados al efecto. El notable investigador europeo, Dick Marty, documentó diversos actos delictivos de este y otro carácter en los cuales ese tenbroso personaje tuvo destacada participación, algo que no le impidió que ser el dirigente albanokosovar con mayor número de veces y tiempo ocupando altos cargos en dos décadas.

Thaci dimitió en noviembre recién pasado, cuando el Tribunal Especial para Kosovo ajustó la imputación con el sistema reglamentario del pequeño enclave balcánico, para enjuiciarle. A mediados y casi finales del 2020, su nombre aparece vinculado a un sumario que derivó en una moción de censura para anular un gobierno con solo mes y medio de vida.

Al frente de aquel ejecutivo boicoteado estaban las mismas figuras que ahora obtuvieron el primer lugar en la preferencia de los votantes. Se trata del partido nacionalista Vetevendosje (Autodeterminación), de Albin Kurti, quien el pasado año lograra un éxito previo con la promesa de “poner fin al reinado de las élites acusadas de corrupción” (un tercio de los ministros salientes tienen causas pendientes por distintos delitos). Mantiene ese mismo propósito en su actual intento.

Pero el resultado electoral no parece solo un reconocimiento a Kurti, sacado del cargo con argucias de baja ley cuando el pico de la COVID-19 provocaba la mayor parte de las muertes, el peor momento para trapisondas palaciegas. Lo mismo si fue bajo influjo de Thaci, en contubernio con la administración Trump, con objetivos propagandísticos y económicos de Washington, la maniobra –así afirmó el entonces primer ministro– fue promovida por el partido Liga Democrática, minoritario en aquella coalición gubernamental, y paródicamente, candidato a la alianza por conformarse.

Ese tipo de situaciones (adelanto o repetición de comicios y la necesidad de conformar mandato con fuerzas no del todo afines) se hace frecuente en y fuera de estos lares. Casi es raro ver un grupo ganando en urnas lo suficiente como para manejar un país a solas. En lo concerniente a Kosovo, concurre, encima, que ninguno de los gobiernos duró más de dos años.

En este caso, Vetevendosje obtuvo unas décimas por encima del 48% de los sufragios. Le sigue, a distancia, con el 17,6% de los votos, el Partido Democrático, con larga participación en los anteriores gobiernos y en tercer sitio (13%), la también derechista y ya citada Liga Democrática (LDK), capitaneada por Avdullah Hoti, quien ejerció como primer ministro, cargo al cual accede luego de ser condenado por fraude.

Pese al antecedente, Albin Kurti dijo estar dispuesto a gobernar en coalición con la LDK. Ubica, entre las prioridades de su ejecutivo, agenciarse un acuerdo con Belgrado “porque no nos podemos permitir un nuevo fracaso”. Buscará solventar el litigio con el estado al cual pertenecieron desde el siglo XIII, dándole mayor impulso a las negociaciones actuales. Para diversos analistas, sin embargo, el establecimiento de elevados impuestos (100%) a las importaciones serbias, y el trato de segunda hacia los ciudadanos de ese segmento poblacional se esgrime por varios observadores como evidencias de mayor hostilidad desde Pristina a Belgrado que a la inversa.

Los inconvenientes a encarar no se reducen al vecino antes nodriza, o al altísimo desempleo (30% en general, 50% entre los jóvenes). Los datos sobre el manejo de la economía llaman a una urgente reforma, para dejar detrás su enajenada dependencia de donantes internacionales y la irreverente distribución de la riqueza, no les falta, solo va hacia donde no debe. Da idea de ello un artículo del The New York Times, publicado el 2 de junio de 1999, bajo un sugerente título El premio: la cuestión del control de las ricas minas de Kosovo.

La región, así es, cuenta con el complejo de Tepca, (plomo, zinc, cadmio, oro y plata entre diversos bienes minerales) y la infraestructura correspondiente, consolidada por la República Federal Yugoslava. Ese y otros posibles desarrollos servirían al desarrollo del sitio, si existiera una administración razonable. Al propi tiempo, junto a elementos ya inocultables, descubren el desvío hacia insaciables alforjas personales de cuanto debería dedicare a una sociedad en ciernes.

Colocados en el extremo de la identidad se reabren viejas incógnitas y aspiraciones. Kurti no esconde su postura en favor de unir Kovoso con Albania y no es el único con ese empeño que existe desde el inicio mismo del transgresor desmembramiento de Yugoslavia que los nativos de origen albano tomaron o mantienen como motivación etnográfica y, al menos en parte, resultaron usados en y para otros propósitos.

Algo de la fatiga y el agobio social ante tanta irregularidad, se viene expresando por medio de caceroladas desde los balcones, en protesta por la crisis política y de sobrevivencia. La fragilidad de los servicios de salud, multiplicados por la pandemia global, aumentaron tales inconformidades. Mucho de lo ocurrido asegura que hasta tanto no logren darle cumplido sustento a un estado que por su cuenta o en asociación, deje detrás la actual dependencia, los dirigentes delincuenciales y el espacioso crimen organizado, poco avanzarán. El gobierno que se está organizando, quizás, solo quizás, dará en breve, algunas claves.

Cubadebate

 

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