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Europa :: 10/01/2017

Mário Soares: Los elogios fúnebres no pueden reescribir la historia

Os Editores de odiario.info
Su lugar en la historia es, en lo esencial, el de alguien que luchó tenazmente para la liquidación de la Esperanza de abril

[Traducido por La Haine]

Nota dos Editores

En una vida política tan larga y con una trayectoria tan contradictoria como la de Mário Soares, no todos los aspectos serán negativos. Pero, si se pretende ahora fijar su lugar en la historia, hay un hecho que para nuestro pueblo y nuestro país es más importante que cualquier otro. Si el 25 de abril de 1974 constituye el evento más importante de nuestra historia hasta hoy, Mário Soares debe ser recordado como uno de sus más prominentes y encarnizados oponentes. Vasco Gonçalves y Álvaro Cunhal lo identificaron como el principal responsable de la contra-revolución portuguesa.

Debe ser recordardo como alguien que, desde el primer día, apuesta por que la revolución de abril no superase los límites de una revolución burguesa. Por que la conquista de la libertad política no trajera consigo los cambios económicos, sociales y culturales que garantizaran que, con la caída del régimen fascista, los trabajadores y el pueblo portugués encontraran abierto el camino a una sociedad no sólo liberada de la opresión, sino también liberada de la explotación, la desigualdad, la dependencia y el atraso, y que los pueblos de las colonias portuguesas conquistaran una efectiva independencia nacional.

Esa perspectiva alarmó al gran capital nacional y transnacional. Mário Soares se asumió como uno de los intérpretes políticos centrales de esta alarma. Conspiró, se alió y fue apoyado por los sectores más reaccionarios de la derecha y el imperialismo. Trabajó sin descanso para dividir las fuerzas progresistas civiles y militares. Hizo suyas las palabras de orden más reaccionarias, fue  portavoz del más peligroso, zafio y fanático anticomunismo . No hubo golpe contrarrevolucionario en el que no estuviera directa o indirectamente involucrado, no sólo en Portugal, sino también en África. Dio cobertura y justificación política a la ofensiva terrorista de la extrema derecha.

Contenido el flujo revolucionario con el golpe de Estado del 25 de noviembre de 1975 (que estuvo a punto de desencadenar una guerra civil) Mário Soares asumió, como primer ministro, la tarea de destruir y revertir, desde el gobierno, los grandes cambios desencadenados por la increíble creatividad revolucionaria de las masas en movimiento: la Reforma Agraria, las nacionalizaciones, los derechos de los trabajadores y las poblaciones. Acordó con la derecha sucesivas modificaciones constitucionales intentando eliminar de la Constitución las garantías de defensa de las conquistas revolucionarias. Culminó su nefasta acción destructiva con el proceso de adhesión a la CEE, instrumento decisivo de la sumisión de Portugal al gran capital transnacional.

Es en estos términos que Mário Soares marca las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado en nuestro país. Décadas de desencadenamiento de políticas de derecha, décadas de retroceso social y democrático, décadas de subordinación y dependencia nacional.

Si su papel posterior es en algunos aspectos menos negativo, se debe sobretodo a que las políticas y los protagonistas políticos a quienes abrió camino conseguieron agravar las políticas y la acción que él iniciara. Fue, como Presidente de la República, menos malo que como primer ministro. Pero nunca abandonó los trazos fundamentales de su opción política e ideológica: la alianza con el gran capital y el imperialismo, la disponibilidad para actuar contra cualquier proyecto de transformación anticapitalista donde pudiera influir, en particular en el contexto de la Internacional Socialista.

Su lugar en la historia es, en lo esencial, el de alguien que luchó tenazmente para la liquidación de la Esperanza de abril. Alguien cuyo trabajo allanó el camino y dio inicio a las políticas que llevaron a Portugal a la penosa situación actual.

Ningún elogio fúnebre podrá eludir esta realidad histórica.

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