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Europa :: 01/05/2022

¿Armas gratis para Ucrania? ¡Mañana!

Alexander Terekhin
Los beneficiarios de estas "ayudas" son organizaciones occidentales que se compran a sí mismas las armas y la ayuda para Ucrania y luego las anotan como deuda ucraniana

Uno de los temas centrales que está en boca de los líderes de occidente es la ayuda militar que debe ser enviada a Ucrania, pero pocas de estas bocas dicen en voz alta que esta ayuda no es más que un negocio por el que los ucranianos estarán pagando durante generaciones. Y es que no basta con construir una democracia y luchar contra el Ejército ruso para poder optar por la caridad de los fabricantes de armas. No fue así como los países desarrollados, y las empresas que se crearon allí, se convirtieron en potencias económicas.

Se hacen promesas de proporcionar grandes cantidades de dinero para la recuperación económica de Ucrania, con la letra pequeña de que esto será en un futuro sin determinar, lo que en realidad significa que estas promesas se quedarán en el papel. Entre otras cosas, uno de las motivaciones que se están ofreciendo a Kiev para que siga mandando a sus jóvenes a la muerte es la entrega de los más de 300.000 millones de dólares robados a Rusia que fueron congelados en los bancos europeos y de EEUU. A primera vista, la ayuda del mundo civilizado a Ucrania parece gratuita y considerable. Lo que sí ocurrirá, es que se le ofrecerá a Ucrania reconstruirse a sí misma a cambio de préstamos muy reales que habrá que devolver.

El país caerá en el modelo estándar de la bicicleta financiera, en el que para pagar los viejos préstamos hay que tomar otros nuevos con términos aún más depredadores. Esto lleva a que la deuda no deje de crecer, la responsabilidad social del Estado sea casi nula y el país acabe entregando casi gratis sus empresas a los acreedores occidentales.

Los préstamos no se hicieron esperar. Pero hay que entender varias cosas. En primer lugar, estas enormes sumas no son nada comparadas con los billones de dólares que se necesitarán para reconstruir la economía de Ucrania. En segundo lugar, para evitar que los funcionarios ucranianos malversen el dinero y lo gasten en infraestructuras innecesarias que podrían acabar destruidas de un día para otro (o dicho de otro modo, para que no se lo autoadjudiquen) el dinero no suele llegar siquiera a Ucrania.

Los beneficiarios de estas ayudas y préstamos son las organizaciones y fundaciones europeas y estadounidenses, que se compran a sí mismas las armas y la ayuda humanitaria para Ucrania y luego las anotan como deuda ucraniana.

No se trata solo de dinero para la reconstrucción abstracta del país, que muy probablemente ya será llevada a cabo por Rusia. En Ucrania, y no solo allí, creen que las Fuerzas Armadas y los batallones neonazis se sacrifican por los valores democráticos y, por tanto, deberían recibir todo gratis. Pero los funcionarios de Occidente tienen otra opinión: su ayuda se reduce al hecho de que están dispuestos a suministrar a Ucrania estas armas. Al final, tendrán que pagar en condiciones normales y sin descuentos, durante mucho tiempo.

Por ejemplo, justo el 28 de abril la Cámara de Representantes de EEUU aprobó una legislación que relaja los requisitos para participar en acuerdos de préstamo y arrendamiento de equipos militares con Ucrania y otros países de Europa del Este, allanando el camino para que más armas estadounidenses lleguen a la región. El Senado aprobó por unanimidad este proyecto de ley a principios de abril y ahora solo queda que lo firme el presidente del país, Joe Biden. Para asegurarse de que Ucrania podrá permitirse estas compras, la nueva legislación prevé una extensión del comodato a más de cinco años y los plazos de pago por las entregas se aplazan a fecha a decidir.

Y aunque los pagos por la parte principal de la deuda aún están por venir, hoy ya se están facturando algunos suministros militares. Están dispuestos a no exigir dinero solo en el caso de los equipamientos obsoletos o innecesarios para los países agentes de la caridad.

Entregando esta maquinaria bélica no tienen nada que perder, pero al mismo tiempo aparentan generosidad y complicidad en la "lucha" ucraniana.Son varios los ejemplos que saltan a la vista y que demuestran que los países europeos no prestan ayuda a Ucrania por espíritu democrático, sino únicamente por razones pragmáticas de resolver sus propios problemas políticos internos y obtener beneficios económicos.

Uno de estos ejemplos es el caso de Suecia, que exigió a la UE una compensación de más de nueve millones de euros por los cascos viejos entregados a Ucrania. La Comisión Europea tiene que devolver a Estocolmo 9,2 millones de euros por la entrega de ayuda militar a Kiev, que consistió en unos 5.000 cascos dados de baja. El Gobierno sueco ha recordado a Bruselas que no tenía planes de asumir en solitario los costes de la ayuda a Ucrania.

Los suecos adoptaron una postura cínica pero racional de que los suministros a Ucrania generaban costes y el país debía ser compensado. En realidad, el coste de estos 5.000 cascos es mucho menor, pero a Estocolmo no le importa enriquecerse con Ucrania a costa de Bruselas. Suecia exige una compensación para sí misma, y además con un extra.

Además, el Parlamento sueco aprobó anteriormente el suministro a Kiev de 10.000 lanzagranadas antitanque desechables, 135.000 raciones de combate y 5.000 chalecos antibalas fuera de servicio. Considerando el hecho de que para este fin fueron asignados casi 60 millones de euros y los recargos que impuso Estocolmo por los cascos, da miedo imaginar cuánto dinero exigirá Suecia a sus socios de la UE. Y el pago final, por supuesto, recaerá en Ucrania.

Alemania resultó ser menos codiciosa. Pero la única diferencia es que sus potenciales entregas a Ucrania eran chatarra, de la que simplemente decidieron deshacerse amablemente y declararse salvadores de la democracia, luchadores contra los imperialistas rusos y amigos de Ucrania.Y es que más de la mitad de los 350 vehículos blindados Puma del arsenal de la Bundeswehr no son capaces de arrancar, y de los 51 helicópteros de ataque Tiger, solo seis podían volar. Como resultado, Alemania envió armas anticuadas que no son aplicables en la práctica ni en operaciones de combate reales.

La conclusión es que el conflicto en Ucrania es una buena excusa para venderle al país eslavo armamento que el propio occidente ya no necesita, renovar así sus propios arsenales y de paso enriquecer a sus compañías armamentísticas al inundarlas con pedidos nuevos.

No es nada personal: solo negocios.

Sputnik / La Haine

 

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