El subimperialismo se verifica en Medio Oriente. Turquía exhibe esa condición en sus ambiciones de liderazgo neo-otomano. Con recursos petroleros y aventuras yihadistas Arabia Saudita intenta una hegemonía semejante. Irán rivaliza reconstruyendo su viejo peso regional.
Rusia afronta tensiones estructurales con EEUU buscando afianzar su dominación fronteriza. Es un imperio en formación, que difiere tanto de los contendientes occidentales como del antiimperialismo. China se ubica en el mismo casillero, pero con preeminencia económica y sin correlato geopolítico-militar.
El deterioro industrial y las vacilaciones estratégicas actuales de Brasil contrastan con el diagnóstico de Marini. Al igual que Sudáfrica, tiene recortado su margen de intervención externa. Persiste como formación intermedia entre imperios y periferias. El subimperialismo contribuye a clarificar los escenarios de la época actual.