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Estado español :: 29/04/2017

La historia de la chica del tranvía de Murcia ni es tierna ni es fantástica: es simplemente acoso

Esther Miguel Trula

Ha empapelado media ciudad dando datos sobre ti. No sabe tu nombre y te busca porque quiere liarse contigo. Medios locales se han hecho eco y la repercusión será tal que, suponemos, buena parte de Murcia tiene unas ganas tremendas de desvelar tu identidad. Estrella de Levante se ofrece para hacer de alcahueta regalándoos una cena si quedáis bajo el hashtag #Lovewins. Hasta un hospital pide que aparezcas. Y tú, que eres la chica de la historia, sólo quieres huir sin mirar atrás.

La historia es la siguiente: Sergio, de 23 años, cuenta que estuvo vigilando a una chica que se subió al tranvía de Murcia junto a sus amigas en lo que parecía el fin de fiesta. El joven dice que se quedó prendado de ella al instante y que él quería alegrarle la noche que, según su visión de los hechos, había sido un “infierno” para ella. Sergio quiere volver a encontrarse con ese flechazo que tuvo a primera vista y por eso cuelga carteles con su teléfono por todo el barrio.

Una chica sube en Twitter la imagen del cartel diciendo que es algo muy romántico. El hashtag #Lachicadeltranvía se viraliza y todos quieren ponerle un final feliz a la historia. Tanto La Verdad como La Opinión de Murcia, importantes medios locales de la región, le da bombo a esta historia de amor secreto complaciendo el gesto del chico. Las televisiones también difunden este "flechazo" e “historia de amor” y entrevistan al chico. El tío sale por la tele pidiendo contactar contigo.

En su conversación con La Verdad, Sergio reconoce dos cosas: una, que en el tren le hizo señas y ella no le hizo caso. Y dos, que ya ha buscado a más personas "de la nada".

Ciertamente no sabemos si la chica está interesada ahora en Sergio. Igual al ver el gesto que ha tenido con ella siente atracción por alguien que sin duda considera que la joven es alguien especial. Pero sí parece claro que ahora toda la presión recae sobre ella. Hay muchísimas personas interesadas en desenmascararla, y sobre todo, un chico dispuesto a tomarse todas esas molestias por entablar una relación con ella. Está más que claro que él se ha quedado con su cara, así que si vuelven a coincidir en público Sergio hará todo lo posible por relacionarse con ella.

Es comprensible que algo así pueda parecer romántico. La tradición del cortejo ha hecho que los hombres asuman un rol activo y ellas el rol pasivo. También hemos leído bastante literatura sobre cómo un No es sólo el inicio de una lucha hasta conseguir el Sí, de cómo ellas “lo ponen difícil” para hacerse valer antes de llegar a la consumación. Punto extra para Sergio: no se ha conformado con arremeter en el metro, sino que ha pegado montones de carteles como una suerte de Romeo urbano. Todo, por acercarse a ella. Podemos encontrar ejemplos de idealizaciones de un hostigamiento mayor hace no mucho tiempo. Si así "seducían" los famosos del pop, ¿no será que es la forma de actuar deseable?

La parte más inquietante de esta historia es tal vez cuando son los propios medios de comunicación, hospitales o marcas de cerveza las que alientan estos comportamientos que, con un poco de empatía, podrían comprender la difícil posición de esta chica ahora mismo. Ella no ha hecho absolutamente nada, sólo negarle su interés al chico. Pero la pelota está en su tejado y es ella la que le está arruinando la “historia de amor” a los lectores.

Por eso es importante que nos pongamos del lado de la chica. Por muy prendado que haya quedado Sergio de una persona a la que no conoce, si ella no quiso responder a sus gestos ni bajarse con él del vagón es el chico el que tendría que haber aceptado su opinión y dejarla tranquila en vez de perseguirla por toda la ciudad. Este comportamiento ha sido ya tildado por otros internautas de acoso, y su actuación puede verse como un gesto de baja intensidad de las historias de acoso callejero que ya describimos anteriormente aquí.

Sergio todavía puede seguir ligando. Hay formas de interactuar con otras personas de forma saludable, siempre que ambas partes muestren interés en mantener esa relación, donde la conexión sea recíproca. Pero si alguien le ha dicho que no, lo mejor será no insistir, mucho menos realizar toda una campaña de búsqueda.

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