Rejas

x Javier Campos Vidal

Se ven distintas algunas cosas tras unas rejillas, pero no todo cambia. No se ve de otra forma, tras las rejillas, el fuego. No se ven distintas las imágenes de un cadáver bajo cientos de piedras derribadas durante un bombardeo. Tras las rejillas la sangre sigue siendo roja, sus hijos están delgados, hambrientos y enfermos, y su marido está bajo cientos de piedras.

Desde una esquina de la choza la mira una niña, con los ojos muy abiertos, con el vientre muy hinchado. Mira a su madre pelear con un pequeño aparato con dos ruedecillas y del que sale un palo muy largo. Mira, y escucha, sin entender las palabras q salen del pequeño aparato. "La Alianza del Norte ha entrado en Mazar-i-Sharif". Nada entiende esta niña, que pregunta ahora por su padre.

- Hoy no vendrá.

Más bombas y más piedras que caen, más prisioneros bajo los muros derrumbados, mas metralla en los cuerpos. Esta noche sigue sobre Kabul la aurora anaranjada de los incendios. Sigue también, la sombra de los estudiantes de teología que patrullan las calles con fusiles y látigos. Esta noche escuchó frente a su ventana un disparo y vio que una mujer caía en la esquina.

Sale con sus hijos a la puerta, mira a ambos lados. No quedan talibanes, ninguno, acabo la pesadilla. Mira a los que vienen, mira a los milicianos que han bajado de las montañas, mira, y sin embargo desconfía. No se atreve a mirar sin las rejillas. Se junta con otras mujeres, escucha que ya no necesitan el burqa para seguir vivas. Y la que lo ha dicho, descubre su rostro... y no suenan disparos ni latigazos, no pasa nada. Esperan unos segundos, y dos rostros más aparecen, aparecen poco a poco los rostros femeninos. ¿Por que no? El rostro de la madre se descubre. Esa reunión de rostros esta siendo filmada, esta siendo grabada para occidente.

La sangre sigue siendo roja.

Ha roto alguna norma, piensa, piensa y no recuerda. La arrastran por el pelo, la empujan, maldita puta le gritan, y la arrojan. Cae sobre las ruinas de una choza, y es levantada por un miliciano, puta de mierda. Ha vivido esta situación, pero ahora todo es más claro. Ahora no tiene las rejillas que difuminan el rostro del miliciano. Vienen dos más, descargan un golpe con uno de los fusiles.

Ha dirigido la palabra a un hombre, esa es la norma. Por eso descargan ahora los latigazos, por eso descubre que la sangre sigue siendo roja sin burqa. Atada, no trata de resistirse. Nada puede hacer. Vivió esta situación, pero esta vez su rostro contrayéndose de dolor esta a la vista de todos.

 
         
   
 

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