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Andalucía :: 08/05/2015

Derrotamos al fascismo y derrotaremos a la Europa del capital

Andalucia Comunista
Tomemos ejemplo de aquel Ejército Rojo soviético, de aquellos soldados y de aquellas guerrillas partisanas que todo lo dieron por un futuro mejor

El próximo 9 de mayo celebraremos el 70 aniversario de la victoria antifascista encabezada por el Ejército Rojo sobre la barbarie nazi-fascista. El 9 de mayo de 1945 el Mariscal de Campo nazi Wilheim Keitel firmaba la rendición incondicional del Tercer Reich ante el Mariscal del Ejército Rojo Georgi Zhukov; prácticamente, acababa la Segunda Guerra Mundial había con un balance aterrador de muerte y destrucción sin precedentes en la Historia de la Humanidad.

Los grandes medios de comunicación occidentales volverán a negar, como en otras ocasiones, el papel determinante del Ejército Rojo y de la Unión Soviética en la derrota del fascismo; como en otras ocasiones, no dudarán en igualar los “totalitarismos” de derecha y de izquierda, en definitiva, no dudarán de nuevo en hacer pasar el heroísmo y el valor del Ejército que liberó a los pueblos oprimidos por la locura fascista asesina por un Ejército opresor guiado por el “expansionismo comunista” de la Unión Soviética. Todo ello tiene como fin último el legitimar en las conciencias de los trabajadores y los pueblos el modo de producción capitalista y su democracia burguesa, una democracia basada en el poder de una minoría privilegiada sobre una mayoría oprimida y explotada, y aún más en tiempos de crisis del capitalismo. Es fundamental, en estos tiempos en el que estamos viviendo una ofensiva brutal del capital que está poniendo en riesgo nuestros más elementales derechos económicos, sociales y políticos, hacer ver la inutilidad de todo intento de transformación social, de toda alternativa democrática y popular a lo establecido, incluso dentro de los propios límites del sistema y de los diferentes regímenes políticos existentes, y de todo intento por defender y mantener la soberanía e independencia de los pueblos, rompiendo el hilo histórico de las luchas pasadas con las presentes y haciendo ver que vivimos en el “mejor de los mundos” o en el “mejor de los sistemas posibles”.

Sin embargo, se tratará de ocultar, como siempre, que el fascismo es una criatura del capitalismo en su fase imperialista, de grandes conglomerados financieros y multinacionales, de un capitalismo que hace ya mucho tiempo que no puede ofrecer ni libertad, ni igualdad ni fraternidad, solo miseria y opresión, solo injustica y desigualdad.
Por eso el fascismo y los partidos fascistas no son cosa del pasado, siguen siendo necesarios para dividir a la clase obrera, para impedir su organización y su lucha, para que se acepte como normal todas las agresiones del capital contra los trabajadores, o para desviar la atención sobre los verdaderos culpables de la crisis: los capitalistas, creando nuevos “chivos expiatorios” a los que culpar de la situación, si antes fueron los judíos, hoy son los inmigrantes no europeos, especialmente los musulmanes. Han cambiado las formas, como han cambiado los tiempos, pero el fascismo sigue estando ahí con su mensaje de odio, irracionalidad, egoísmo y opresión.

Un signo de la descomposición del capitalismo, especialmente en Europa, es que mucho de los ataques contra los más elementales derechos democráticos e incluso contra los derechos humanos están siendo perpetrados por partidos que se autodenominan democráticos y están siendo avalados por mayorías parlamentarias. El Estado español es buen ejemplo de ello.

70 años después, los pueblos del Sur de Europa está viendo como de nuevo están siendo invadidos y recolonizados, como sus decisiones soberanas no valen nada frente a los dictados de Unión Europea en manos del gran capital alemán. La lucha contra el déficit público y la austeridad son la excusa perfecta para acabar con los derechos sociales, económicos y políticos de los pueblos y de los trabajadores del Sur de Europa. Grecia es un buen ejemplo de ello, hoy, como en la Segunda Guerra Mundial, el pueblo griego se ve en la tesitura de luchar por su soberanía y la democracia, en esta ocasión, para que la clase obrera y el conjunto del pueblo puedan tener un futuro digno.
Para Grecia, luchar por la soberanía supone cosas tan básicas como frenar las políticas antisociales, rescatar al pueblo de la pobreza y recuperar la inversión pública; sin soberanía no habrá democracia, ni reparto de la riqueza, sin soberanía no habrá futuro para una transformación social ni para el poder obrero y popular.

Como Grecia, nuestro país, Andalucía, también se ve en la misma situación: necesitamos poder político, necesitamos soberanía nacional. Nuestra situación de subdesarrollo y dependencia no son frutos ni de la casualidad ni de una supuesta “forma de ser” del pueblo andaluz, sino que es fruto de un desarrollo histórico en el que a Andalucía le fue impuesta un papel secundario y dependiente: una semicolonia exportadora de materias primas y mano de obra. La entrada del Estado español en la Unión Europea no ha hecho cambiar nuestra situación, es más, a pesar de las apariencias, nuestro papel como país dependiente ha aumentado. En Andalucía, como en Grecia, luchar por la soberanía nacional es luchar por el pan, el trabajo digno, la reforma agraria, por dejar de ser el “hazme reír” de España y por un desarrollo económico respetuoso con el medio ambiente, son cosas básicas, pero cosas que hoy se nos niega y nos las seguirán negando hasta que no rompamos con el Estado español nacido de la muerte de Franco y con la Unión Europea de los grandes capitalistas.

Tomemos ejemplo de aquel Ejército Rojo soviético, de aquellos soldados y de aquellas guerrillas partisanas que todo lo dieron por un futuro mejor. Tomemos también ejemplo de aquellos andaluces, olvidados por la Historia oficial, olvidados por el Estado español y por la Junta de Andalucía, que dieron su vida en los campos de concentración nazis y que resistieron heroica y dignamente a la barbarie criminal fascista hasta el final.

 

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