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Estado español :: 30/12/2014

El discurso del rey o cómo acompañar a la desmovilización

Iratxe
El nuevo Jefe del Estado ha querido dejar claro que es necesario acabar con la movilización, el descrédito institucional y la tensión latente

No es para nadie ajeno el cambio de escenario político y social en el que estamos inmersos y todos tenemos que “capear el temporal” lo mejor que podamos.

Y nuestro nuevo rey no iba a ser menos. A través de un discurso bien preparado y basado en la mediación, el nuevo Jefe del Estado ha querido dejar claro que es necesario acabar con la movilización, el descrédito institucional y la tensión latente. Hay que cambiar el imaginario colectivo y esta vez, lo va a hacer “en positivo”.

En primer lugar, se ha querido mostrar un completo desinterés hacia su figura, modificando la posición desde la que habla (y hablara previamente su padre), para obtener así un distanciamiento entre su “estatus” y su “persona”, permitiéndose así acercarse a quien le escucha, empezar a ganarse su confianza:

Frente al “Quiero expresaros a todos mi cordial felicitación en esta Navidad, desearos un venturoso Año Nuevo y compartir con vosotros mis reflexiones sobre el que estamos acabando y mis convicciones sobre nuestro futuro en común.” De Juan Carlos I, donde él estaba en una posición notablemente superior y es quien “dirigía”, este año nos encontramos con “Quiero, en primer lugar, daros las gracias por abrirme vuestras casas en esta Nochebuena. Un momento que es, sobre todo, de cercanía y de reencuentro; un momento para aproximarnos, para mirarnos con la voluntad y el deseo de entendernos, para transmitir a las personas que nos rodean nuestros mejores sentimientos de afecto, de paz y de alegría.”, donde son los demás quienes “abren la puerta”.

Una vez que ya se ha mostrado el cariz más humano (que por otro lado, estará presente durante todo el discurso), hay que entrar en materia y demostrar interés por aquello que realmente nos ocupa –no hay que olvidar que la última de las intenciones es felicitar las fiestas- y para ello, tratará de identificar las responsabilidades de la situación política con las personas en tres puntos claves de este 2014; la crisis y la movilización social, la corrupción y Catalunya. La mayor baza que puede jugarse aquí es la de la “identificación con las ideas” de la opinión pública.
Podemos ver cómo parece que incluso el rey forme parte de los “indignados”, tanto por la crisis como por la corrupción (“La dureza y duración de la crisis económica produce en muchas familias incertidumbre por su futuro; la importancia de algunos de nuestros problemas políticos genera inquietud; y las conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público, provocan, con toda razón, indignación y desencanto”; “Los ciudadanos necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública”), o cómo incluso llega a reconocer la realidad histórica de que en el Estado Español hay diferentes naciones (“reconoció el derecho de todos a sentirse y ser respetados en su propia personalidad, en su cultura, tradiciones, lenguas e instituciones”).

Y cuando ya se ha establecido, efectivamente cuáles son los principales objetos de atención, se establecerán las “nuevas metas” con respecto a ellos: “Sin embargo, no debemos dejarnos vencer por el pesimismo, el malestar social, o por el desánimo; sino afrontar con firmeza y eficacia las causas de esos problemas, resolverlos y recuperar el sosiego y la serenidad que requiere y merece una sociedad democrática como la nuestra.”; “Y quiero añadir ahora que necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva. Y en esa tarea, la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable.”; “Porque todo lo que hemos alcanzado juntos nace de la fuerza de la unión. Y la fuerza de esa unidad es la que nos permitirá llegar más lejos y mejor en un mundo que no acepta ni la debilidad ni la división de las sociedades, y que camina hacia una mayor integración”.

Un punto importante en el que debemos pararnos a reflexionar es en la necesidad de este discurso de no obviar los diferentes actores políticos, especialmente aquellos a los que se quiere desmovilizar, o más bien, a los que se pretende “no alimentar”, por lo que serán reconocidos mediante eufemismos: “(…)junto a las familias y a las asociaciones y movimientos solidarios”;” Pero es necesario -también y sobre todo- evitar que esas conductas echen raíces en nuestra sociedad y se puedan reproducir en el futuro”; “cada pueblo y territorio de España, cada ciudadano, han aportado lo mejor de sí mismos en beneficio de todos. (…) desde Cataluña, se ha contribuido a la estabilidad política de toda España”.

Sin embargo, no todo va a ser “solidarizarse” con las ideas políticas, cada vez más acuciantes y con más fuerza, que pretenden “regenerar, renovar, democratizar el sistema” y para ello, no dudará en alinearse y reafirmarse en las suyas propias: hay que recordar constantemente el “estado de derecho” que nos quieren hacer creer que vivimos (“Es cierto que los responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas; eso es una prueba del funcionamiento de nuestro Estado de Derecho. Como es verdad también que la gran mayoría de los servidores públicos desempeñan sus tareas con honradez y voluntad de servir a los intereses generales.”), la defensa del Estado del Bienestar que van desmantelando cada vez menos silenciosamente (“Y para ello debemos seguir garantizando nuestro Estado de Bienestar, que ha sido durante estos años de crisis el soporte de nuestra cohesión social”), la unidad del Estado apelando a los pactos franquistas (“[el pueblo español] ratificó mediante referéndum la Constitución de 1978”; “Es evidente que todos nos necesitamos. Formamos parte de un tronco común del que somos complementarios los unos de los otros pero imprescindibles para el progreso de cada uno en particular y de todos en conjunto”) y la legitimación de las instituciones actuales, por caducas que estén (“El mes de junio pasado, España se dio a sí misma y al mundo un ejemplo de seriedad y dignidad en el desarrollo del proceso de abdicación de mi padre el Rey Juan Carlos y de mi proclamación como Rey; todo ello de acuerdo con nuestra Constitución.”; “Nuestro marco constitucional nos ha permitido la alternancia política basada en unas elecciones libres y democráticas.”).

Con todo esto, se forma un “todo” repleto de esperanza y confianza en el sistema (“No obstante, es un hecho -muy positivo- que las principales magnitudes macroeconómicas están mejorando y que hemos recuperado el crecimiento económico y la creación de empleo. Estos datos son una base nueva para la esperanza de que, en el futuro, puedan generarse de forma sostenible muchos más empleos y, especialmente, empleos de calidad”; “Por eso me duele y me preocupa que se puedan producir fracturas emocionales, desafectos o rechazos entre familias, amigos o ciudadanos. Nadie en la España de hoy es adversario de nadie.”; “Y a lo largo de estos últimos meses me habéis rodeado de vuestro respeto, afecto y cariño. Sinceramente, me he sentido querido y apreciado y os lo agradezco de corazón”; Somos una democracia consolidada. Disfrutamos de una estabilidad política como nunca antes en nuestra historia”) que trata de ocultar la realidad subyacente (proceso de “cajanegrización”) que no es sino la de un país preocupado por las verdaderas “magnitudes macroeconómicas” como son la desnutrición, la pobreza infantil, o los desahucios ejecutados; que es barrido por la precariedad laboral y el despido libre y gratuito, que el “esfuerzo y sacrificio” de los ciudadanos es supervivencia trabajadora mediante organización popular; que sabe que asistimos con la corrupción a una operación dermoestética que se trabaja desde hace un tiempo en la que se imputa mucho y se condenar poco; un país al que se le hace evidente que lo único estable es la represión política y que no hubo más “afecto, respeto y cariño” hacia la monarquía que el demostrado por los miles de policías “cumpliendo órdenes” impidiendo el libre movimiento por la capital y cualquier muestra de “reprobación” a la coronación de su persona.

Esta realidad, este hecho social que se oculta con la correcta elección de técnicas discursivas le permite sin duda “converger” (“La clave para recuperar el orgullo de nuestra conciencia nacional: la de una España moderna, de profundas convicciones democráticas, diversa, abierta al mundo, solidaria, potente y con empuje. Con ese mismo empuje y con el ejemplo con el que vosotros afrontáis vuestro día a día luchando ante las adversidades intentando progresar, procurando mejorar honestamente vuestra vida y la de vuestras familias. Y ahí estaré siempre a vuestro lado como el primer servidor de los españoles.(…) Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas”) con la opinión pública mientras prepara el terreno para un “nuevo” imaginario colectivo que se aleje de la protesta y la crítica mientras se consolida el discurso nacionalista español y los propios cimientos del capital.

Por eso mismo, no debemos olvidarnos de denunciar estos “trucos” dignos de Harry Houdini que, nuestros “queridos” medios de comunicación nos proporcionaron el 24 de diciembre.
No debemos olvidar que, como hemos visto y sobre todo, podemos comprobar día tras día, la crisis de los capitalistas sigue destrozando familias, los planes para el pago de la deuda siguen privándonos (y privatizando) nuestros servicios públicos, que sigue vigente una ley de partidos y una interesada ley de reparto de escaños que imposibilita la pluralidad y la democracia real, que los cambios forzados de gobierno revelan una nimia estabilidad política en el ámbito institucional, de la misma manera que la fuerza de las protestas y el aumento de la organización popular revelan una desconfianza hacia las mismas, que cada vez son más los represaliados por salir a la calle a defender nuestros derechos, que sigue mutilado el derecho de autodeterminación de los pueblos y no hay intención alguna en que esto cambie por muchos idiomas en los que se felicite y que la Constitución, lejos de “reforzarse” o “legitimarse”, con la reforma que garantiza el pago de la deuda –ilegítima-, cada vez acerca más la guillotina a nuestros cuellos.

No debemos olvidar tampoco que no ha habido cambio desde la dictadura, y que este “nuevo” rey no es sino un heredero más de Franco, como ya lo fue su padre “a dedo”, que la constitución sigue estando realizada por los franquistas que nunca fueron expulsados del poder y que el cambio de los “dogmas” más rancios no significan un cambio en la ideología. Por eso, sigamos, que “Si jo l'estiro fort per aquí i tu l'estires fort per allà, segur que tomba, tomba, tomba, i ens podrem alliberar.”

¡Abajo el régimen!

 Iratxe, militante de Red Roja

 

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