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Brasil :: 28/10/2014

El nuevo escenario de las fuerzas políticas en Brasil

PIA Noticias
En la correlación de fuerzas, la coalición que puede vincularse al oficialismo es muy amplia e implicará un juego de cesiones para el gobierno de Dilma

Dilma Rousseff fue reelecta como presidente con el 51,64 por ciento sobre el 48,36 por ciento del candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). La diferencia de 3.459.963 millones de votos se torna escasa en un país de más de 200 millones de habitantes y en el que 12 de 27 estados optaron por la derecha del derrotado Aecio Neves. En el Congreso, la mayoría del oficialismo depende de las negociaciones que establezca con los partidos aliados, entre ellos el Movimiento Democrático Brasileño que también dirigirá siete gobernaciones. Mientras, Rousseff promete una reforma política, histórica demanda de las organizaciones populares.

Luego de la primera ronda electoral, los números indicaban que en Cámara Baja y en el Senado, el Partido de los Trabajadores  y los partidos aliados seguirían teniendo la mayoría pese a la pérdida de legisladores. En ese momento se tenían en cuenta las bancas logradas por el Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), espacio político que condicionó su apoyo a Rousseff en segunda vuelta y que será un sector que impondrá dura negociación en la relación Legislativo –Ejecutivo.

En la correlación de fuerzas, la coalición que puede vincularse al oficialismo es muy amplia e implicará un juego de cesiones para el gobierno nacional, para así poder capitalizar los 304 representantes en Cámara Baja frente a los 139 de Neves. Del otro lado, la oposición salió fortalecida en el Congreso, en un abanico de conservadores y neoliberales, con personajes que se reivindican como apolíticos, detractores de los derechos sociales  y aliados a los más tradicionales poderes corporativos.

Los resultados del balotaje fueron muy ajustados, y en algunas regiones Rousseff quedó millones de votos por debajo del Partido de la Social democracia Brasileña (PSDB)y viceversa.  En Sao Paulo, por ejemplo, el opositor superó el 64 por ciento de los votos con una ventaja de más de 6,5 millones de sufragios. También alcanzó más del 60 por ciento en Paraná, Acre y el Distrito Federal.

No obstante, Rousseff se impuso en 15 de los 27 estados (principalmente en las regiones más pobres del norte y noreste), y alcanzó importantes diferencias en distritos como en Bahía – con más de dos millones de votos de diferencia-, Ceará (76 por ciento de votos), Goiás, Minas Gerais (pese a ser lugar de origen de Neves), Rio Grande Do Norte (69 por ciento de votos), entre otros.

En relación a las gobernaciones, el Distrito Federal de Brasilia quedó en manos del opositor Partido Socialista Brasileño (PSB). No obstante, el hasta ahora aliado PMDB obtuvo la representación ejecutiva de los estados de Rio de Janeiro y Rio Grande do Sul, con la mayoría de siete estados en total. Luego, el PT y PSDB tienen cinco gobernaciones cada uno, informó el Folha de S. Paulo.

En la primera ronda, la actual mandataria había triunfado con el 41,59 por ciento, pero en la segunda vuelta debía enfrentarse al fuerte partido neoliberal que sumó el apoyo de la ex candidata Marina Silva, quien había sido la elegida por las corporaciones empresariales, de los agronegocios y mediáticas para erigirse como presidente en primera vuelta. En ese marco, Rousseff incrementó el acompañamiento popular en más de 11 millones de votos, mientras que Neves en más de  16 millones.

La salida popular

Antes de las elecciones, las organizaciones populares nucleadas en la Vía Campesina ya habían previsto este reñido escenario y se movilizaron a favor del PT. Pero también pusieron en discusión el sistema político: advirtieron sobre la necesidad de quebrar los límites del modelo estructural.

En ese marco, y como era de esperar, en su discurso Rousseff apeló al diálogo. Luego, prometió que impulsaría la reforma política que refrendará en consulta popular, una demanda original de los sectores populares que en septiembre hicieron un “plebiscito popular” en el que participaron 10 millones de personas.

La iniciativa no tuvo reconocimiento oficial: había sido una propuesta de Rousseff luego de las masivas movilizaciones del 2013, pero fue rechazada en una reunión conformada por los líderes de los partidos políticos con representación parlamentaria.

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