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Andalucía :: 13/08/2014

En el 38º aniversario del asesinato de Javier Verdejo. La lucha antifranquista continua

Nación Andaluza
El crimen nunca fue investigado. Nadie fue juzgado ni condenado. Se dio por buena la versión oficial y el caso fue rápidamente archivado

El 13 de agosto de 1976, Francisco Javier Verdejo Lucas, un joven estudiante comunista andaluz de 19 años, es asesinado en Almería por disparos de la Guardia Civil junto a la playa, tras ser descubierto mientras intentaba escribir una pintada en las tapias del antiguo Balneario de San Miguel, con el lema: “pan, trabajo y libertad”.

Recibe un balazo mortal que le entra de frente, por la garganta, y le sale por el hueso occipital. En una caseta de playa cercana son descubierto múltiples restos de sangre en su interior. Sin embargo, la versión oficial del Gobierno Civil afirmaba que había muerto por “un desgraciado accidente”, tras caerse y disparársele de forma fortuita su arma a uno de los guardias civiles.

El crimen nunca fue investigado. Nadie fue juzgado ni condenado. Se dio por buena la versión oficial y el caso fue rápidamente archivado. La familia no interpuso ninguna demanda, justificando así el cierre del caso por falta de acusación. Javier formaba parte de una conocida e influyente familia franquista de la ciudad. Su padre fue alcalde de Almería y procurador en Cortes durante la Dictadura. La familia intentó enterrarlo sin que trascendiese, pero miles de almerienses le arrebataron el féretro y lo condujeron a pie hasta el cementerio, convirtiendo su entierro en una multitudinaria manifestación de rabia contenida reivindicando justicia.

Todo esto sucedió ya reinando Juan Carlos y siendo presidente del Gobierno Adolfo Suarez. El Gobernador Civil era Ricardo García-Calvo, que en 1977 sería diputado en la legislatura que elaboró la actual Constitución, en 1989 vocal del Consejo General del Poder Judicial y desde 2001 magistrado del Tribunal Constitucional. Su asesino continuó siendo Guardia civil. El crimen se ha mantenido desde entonces ocultado, en la impunidad y en el silencio.

Treinta y ocho años después, aquellas reivindicaciones por las que luchó y dio su vida Javier aún siguen teniendo una plena vigencia. Tras más de tres décadas de supuesta democracia, de la existencia de una pretendida autonomía y autogobierno, aún el pueblo trabajador andaluz tiene que salir a las calles a exigir y a pelear por su pan, su trabajo y su libertad.

Javier Verdejo constituye un ejemplo para todos los luchadores y luchadoras por los derechos de nuestro pueblo. Muy especialmente para la juventud de nuestra tierra. Un modelo a seguir de vida de entrega y combatividad permanente por la democracia y la equidad en Andalucía.

También es un símbolo de la falsedad de la transición y del régimen actual. La personificación, en lo que le sucedió y hoy sigue sucediendo, de la continuidad del franquismo y los franquistas tras el disfraz de legitimidad democrática que le otorgó una izquierda que traicionó y sigue hoy traicionando al pueblo a cambio de poder. Ese franquismo y esos franquistas de los que Juan Carlos, Adolfo Suarez, García-Calvo y las instituciones que representaban, constituyen pruebas.

Incluso su propia familia conforma una alegoría de esa continuidad. El reconocimiento que se le niega al hijo antifranquista se le otorga al padre franquista. Guillermo Verdejo Vivas, aquel que cuando la Guardia Civil le comunicó el asesinato de su hijo les respondió que se habían limitado a cumplir con su deber, sí los recibió, y los sigue recibiendo después de su muerte. Hasta se ha llegado al insulto a la memoria de Javier, entregando a esa familia que le repudió y ayudó a ocultar el crimen, una millonaria indemnización en compensación por su muerte.

El franquismo permanece vivo y triunfante en la continuidad, no sólo de la monarquía, sino de sus instituciones, de sus fuerzas armadas, de sus cuerpos represivos, de sus políticos, de sus élites sociales, económicas y socioculturales, del Estado Español impuesto, del capitalismo obligado. Es todo el régimen el que permanece. Y Esa es la razón de que aún haya que bregar por el pan, el trabajo y la libertad. Que realmente no es cierto que vivimos en democracia sino que padecemos el mismo autoritarismo de entonces bajo apariencia de democracia. El que no poseemos autonomía, sino que sufrimos el mismo estado de dependencia y de opresión de entonces bajo envolturas descentralizadoras. El que carecemos de autogobierno real, como entonces, y somos gobernados en lugar de gobernar y gobernarnos. El que permanecemos, como entonces, bajo la misma explotación capitalista y el mismo yugo neocolonialista.

Y por todo ello, porque en lo esencial nada ha cambiado, porque no nos enfrentamos a una democracia imperfecta o degradada, sino a un neofranquismo, a todo un régimen continuista, y no sólo a su monarquía o a ciertas “castas”, como pretende hacernos creer el reformismo, aquella lucha antifranquista en la que Javier Verdejo estaba inmerso y aquella alternativa de ruptura democrática por la que trabajaba, siguen siendo tan necesarias como hace 38 años.

Homenajear a Javier Verdejo es mantener vivo su recuerdo y seguir exigiendo justicia. Pero ante todo es mantener viva su lucha. La lucha contra el fascismo y por la ruptura democrática.

Desde Nación Andaluza hacemos un llamamiento a la confrontación contra todo el régimen. A no caer en las trampas de la izquierda socialdemócrata que, ante la crisis económica y política, vuelve a proponernos otras transiciones. Unas nuevas reformas que sólo conllevan cambios normativos o de gobiernos. Luchemos por el cambio, sí, pero no de personas, grupos, leyes o instituciones, sino de régimen. Contra continuismos y reformismos, antifranquismo y ruptura.

¡Javier, hermano, nosotros no olvidamos!

ido ni perdón, justicia y reparación!

¡Viva Andalucía Libre y socialista!

En Andalucía a 12 de agosto de 2014

 

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