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Estado Español

25 años de paz globalizada
CAES

Tras las primeras elecciones parlamentarias celebradas el quince de Junio de 1.977, el gobierno del partido ganador, la Unión de Centro Democrático (U.C.D.), solicitó formalmente el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea. Poco después se abrieron negociaciones que culminaron con la integración el 1 de Enero de 1.986.

Con anterioridad a las elecciones de 1.977, el Gobierno de Franco había solicitado el ingreso en 1.962, recibiendo como única respuesta un acuse de recibo. Sin embargo, a pesar del franquismo, ya habíamos sido admitidos por los EEUU como un eficaz socio anticomunista, en el club de los países de capitalismo avanzado.

El Estado Español experimentó un desarrollo económico acelerado en los años 60, con una creciente apertura al exterior y la introducción de la "revolución verde" basada en la industrialización e intensificación de la producción rural.

Estos cambios motivaron importantes movimientos demográficos. En poco mas de una década ( 1.960 - 1.972 ) emigraron 1,2 millones de españoles al extranjero. Entre 1. 950 y 1.980, más de cuatro millones de personas abandonaron su forma de vida tradicional en el campo, para desplazarse a las ciudades, integrándose en el sector industrial y en los servicios.

Estos grandes movimientos migratorios supusieron importantes cambios sociales y culturales para el 15% de la población. También explican, no solo el pleno empleo hasta 1. 975, sino el paro masivo que originó la crisis industrial y la posterior precariedad generalizada, como única alternativa para impedir que el paro siguiera aumentando.

Con el desarrollismo y la emigración de los años 60, grandes mayorías salieron penosamente de las privaciones y el atraso rural. Aunque sólo para entrar, poco después, en la inseguridad de un mercado de trabajo precarizado.

Los valores culturales del desarrollismo franquista se basaban, al igual que en las democracias capitalistas europeas, en una identificación de la pertenencia y el bienestar social con el trabajo asalariado y el consumismo ilimitado.

Al vaciarse la España del interior, también se vació el interior de España. La cultura tradicional amalgamada por el nacional catolicismo y por la retórica imperial del franquismo, fue sustituida por unos valores basados en el individualismo competitivo y en el consumismo como único cemento social. La inseguridad de los precari@s y el deterioro del consumo, ha deteriorado la pertenencia social. La falta de respuesta de la izquierda ha originado el descompromiso político actual, la indiferencia y la sumisión disfrazadas de tolerancia y de madurez democrática.

Los mayorías silenciosas en las que se basaba el franquismo son, de nuevo, el sustento de la actual democracia contemplativa.

La minoría militante que con tanto valor lucho contra el franquismo, no tenía en su acervo teórico una buena crítica a la noción de bienestar como consumismo ilimitado, que sustituyó, con el desarrollo económico, a la retórica de "España como unidad de Destino en lo Universal".

La misma izquierda que creó las condiciones para una transición política basada en la ruptura con las relaciones sociales, los valores y las personas del antiguo régimen, confundió la democracia con su propia legalización. Mediante una transacción con los elementos mas inteligentes del franquismo, clausuró la posibilidad de conquistar cotas de bienestar y participación real del pueblo. Bajo la amenaza militar, la izquierda impulsó un inmenso acto de perdón sin que existiera el menor propósito de la enmienda por parte de los poderosos. Los peores enemigos de la democracia pasaron a ser los nuevos defensores de la democracia.

El gozne sobre el que pivotó esta transacción debidamente consensuada con la Embajada USA, fue Juan Carlos de Borbón, heredero de Franco desde 1.969. El desembarco masivo en el nuevo régimen de los militares, políticos, jueces, funcionarios, periodistas y empresarios del fascismo, con Juan Carlos I a la cabeza, es la base para explicar una democracia tan poco democrática como la que disfrutamos.

La izquierda mayoritaria desactivó la movilización popular que ella misma había creado. La utilizó como moneda de cambio para su inclusión en el poder estatal en manos de los franquistas. Vendió su alma al diablo y la perdió. Cambió la única fuente de su legitimidad, el pueblo en acción, por un estado democrático, pero lleno de fascistas hasta la bandera.

Perdida la fuerza popular, la izquierda asiste impotente, cuando no cómplice, a los devastadores efectos de la globalización de la Economía . Sus mejores esfuerzos los dedica a la lucha fraticida por los menguantes puestos institucionales y a la elaboración de adjetivos e imágenes para las campañas electorales.

Esta realidad construye el desencanto y la indefensión, no solo de los millones de personas perjudicadas por la modernización económica, sino también de miles de militantes perplejos.

Los efectos de la globalización económica, que sólo entiende de beneficios son, como nos muestran los informes de diversas agencias de la ONU, junto a una inmensa creación de riqueza, el aumento de la pobreza y la desigualdad, el hambre y la desnutrición, la destrucción de la naturaleza, las guerras y el desarraigo.

En el Estado Español, la globalización produce un paro masivo y una precariedad en aumento, incrustados en la vida cotidiana de la mayoría de la gente. Los derechos sociales y las libertades son condicionales. El derecho del Capital a obtener beneficios se impone al derecho a un empleo, a un salario digno, a una vivienda, a una pensión suficiente y a la salud. Tenemos moneda única aunque nadie nos haya preguntado si la queremos, (como tampoco nos preguntó nadie si queríamos al Rey ), aunque nos cueste destruir parte de nuestro patrimonio agrícola y ganadero, ocho de cada diez jóvenes están parados o eventuales y no se puedan pagar pensiones dignas.

La tutela militar sobre la unidad de España, recogida en el Título VIII de la Constitución, negando el derecho de autodeterminación recogido en la carta de los derechos humanos de la ONU, es el origen del cruel e interminable conflicto vasco. La utilidad de dicho conflicto para las batallas corporativas de los políticos profesionales, para unificar a toda la población tras las banderas de quienes privan a millones de personas de sus derechos fundamentales y para justificar la represión de toda disidencia real, explican su perpetuación.

La Economía globalizada va muy bien. Pero es a costa de trasladar todas las inestabilidades de la competitividad a la vida cotidiana de la población. Junto a los sectores sociales favorecidos por este modo de modernización, la precariedad y la inseguridad presiden la vida de la mayoría.

El malestar social y la precariedad masiva se expresan al margen de la izquierda tradicional y sus aparatos organizativos . Por un lado, proliferan colectivos sociales que protagonizan experiencias de resistencia y lucha aisladas entre sí. Por otro lado, con el paro y la precariedad, crecen las actividades contra la propiedad privada, como única salida para un sector de la juventud excitado por la propaganda consumista al tiempo que se le niega un empleo estable, digno y suficientemente remunerado.

Frente al cerco mediático que nos devuelve una imagen de nuestra sociedad como el mejor de los mundos y la exterioridad de la izquierda en la lucha contra las dinámicas excluyentes y disgregadoras que rigen las relaciones sociales actuales, se alzan movimientos sociales que intentan hacerse visibles a la sociedad mediante acciones directas..

Aquí radica el verdadero peligro para el Coro Unico. La posibilidad de que multitudes de flexibilizad@s vean una esperanza de lucha, cuando se preparan nuevas oleadas de violencia flexibilizadora, - eso sí negociadas con la izquierda,- es intolerable para nuestra monarquía militar de mercado.

Es aquí donde se deja sentir la pegajosa herencia del franquismo, transmutada en neoliberalismo militante dentro del P.P. y ocupando los altos puestos de la administración.

La burocracia del totalitarismo franquista se ve sustituida hoy por un orden social en el que hay que limitar las libertades a las leyes del mercado. Este orden, formalmente democrático, es un orden burocrático en el que es obligatorio obedecer la norma del mercado independientemente de sus consecuencias.

Veamos los argumentos del Sr. Ansuátegui actual Delegado del Gobierno de Madrid, que aplica la línea política de Fraga cuando era Ministro del Interior con Franco y declaraba " la calle es mía ". El siguiente texto forma parte de los puntos "segundo y tercero" de la respuesta de la Delegación del Gobierno denegando a los convocantes de la manifestación antifascista del 19 de Noviembre acabar dicho acto en la puerta del Sol. Los lemas de esta manifestación eran: "contra el fascismo, el racismo y la xenofobia.

Ese día y a esa hora está prevista la celebración de una concentración en la Plaza de Oriente a iniciativa de la Confederación Nacional de Combatientes.

Por el lugar y hora de la manifestación, es inviable que se pueda practicar la misma por coincidir con el acontecimiento indicado.

Considerando que el tema de la manifestación es "contra el fascismo, el racismo y la xenofobia", la manifestación comunicada supone una presunta provocación, intimidación a los convocantes del 20-N; además de una presunta incitación a la discriminación y al odio, lo que constituye violencia moral. El Tribunal Constitucional ha dejado bien claro, entre otras, en su Sentencia 2/82, de 29 de Enero, Fundamento 5186;, que "ni la libertad de pensamiento ni el derecho de reunión y manifestación comprenda la posibilidad de ejercer sobre terceros una violencia moral de alcance intimidatorio"

Para el Sr. Ansuátegui, la apología del fascismo, el racismo y la xenofobia que hicieron los oradores de la Confederación Nacional de Combatientes no constituyen un problema. Más bien son un derecho a proteger. Sin embargo, su hostilidad a quienes se muestran contrarios a dichos lemas, se concretó en rodear de policías con cascos, escudos y fusiles con bocachas para balas de goma, la manifestación antifascista, con una actitud de provocación incluso verbal, hasta la injustificada carga que produjo 40 heridos y siete detenidos. Posteriormente dichos detenidos fueron objeto de malos tratos en el traslado y durante su permanencia de dos días en la Brigada de Información, siendo sus abogados sometidos a presiones y obstrucciones en su labor por los policías de dicha brigada. Siete días después en la manifestación por la abolición de la deuda externa, la policía efectuó una brutal carga con 20 heridos y siete detenidos. La pacífica sentada en las escaleras del Parlamento ha merecido más castigo que la entrada de 200 guardias civiles disparando y el secuestro durante 14 horas del Gobierno y el Parlamento en pleno el 23 de Febrero de 1.981.

Las palabras del Sr. Ansuátegui se califican por sí mismas. Al igual que las frecuentes declaraciones, entre otros del Ministro del Interior, del Alcalde de El Ejido y del Alcalde de Madrid. El nacional - catolicismo y la extrema derecha se muestran sin tapujos en el aparato del Estado. En colaboración con diarios ultraconservadores que toman las noticias directamente de fuentes policiales, criminalizan a los colectivos sociales que luchan contra la globalización y sus nefastas consecuencias.

La represión violenta de la libertad de expresión y manifestación, creando las condiciones para que manifestaciones pacificas que ellos declaran como violentas a priori, acaben siéndolo, son un síntoma más de la involución democrática que vivimos.

En el franquismo, la Brigada Político Social impedía la organización de las personas trabajadoras y la libre expresión. Hoy, la mano invisible de la precariedad permite la libertad total de los empresarios para incumplir los derechos laborales, sumiendo en la indefensión jurídica y política a millones de personas. Hoy, como ayer, la mano visible de la policía, a través de las multas gubernativas de la "Ley Corcuera" y de las cargas policiales, disuaden a la ciudadanía de expresar sus reivindicaciones en la calle.

Las imágenes de la represión brutal de las protestas contra el F.M.I y el B.M. en Seatle y Praga y contra la Europa del Capital y la Moneda Unica en Amsterdan, Colonia y Biarritz, tienen la misma naturaleza que la represión contra quienes, haciendo uso de derechos democráticos fundamentales, intentan protestar por la violación de esos derechos en las ciudades, carreteras y pueblos del Estado Español.

Frente a la disolución de la izquierda tradicional como fuerza capaz de oponerse al colaboracionismo, la sumisión, la desigualdad y el fascismo dulce, tenemos por delante un camino del desierto para reconstruir una izquierda real. Hoy, como hace 25 años, es necesario incluir en la acción directa por nuestras reivindicaciones el grito de LIBERTAD.

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