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Acción directa contra el paro y la precariedad. Contra la moneda única

Contra el Paro y la Precariedad

Hoy en día tenemos tres millones de personas en desempleo forzoso. El mismo número que hace 14 años. En 1985 el PSOE, la UGT y la CEOE acometieron una reforma profunda de las leyes laborales para, según dijeron, flexibilizar el mercado de trabajo y estimular la creación de empleo.
Estas políticas, amparadas en la convergencia monetaria con Europa y consentidas o apoyadas por los sindicatos mayoritarios, han sido profundizados por los sucesivos gobiernos. No han servido para reducir el paro, pero si han servido para reducir los salarios y para aumentar la precariedad, desde un millón de personas en 1985 a 4,2 millones, entre eventuales y subempleos a tiempo parcial, en 1999.
Si consideramos el paro como el único problema, cualquier empleo es la solución. Pero, ni el paro es el único problema, ni cualquier empleo es la solución. Un contrato hoy, no es la salida de la inestabilidad sino la consolidación de la inestabilidad. Precisamente la solución que nos dan contra el paro masivo, es la precariedad masiva.
Con las cartas del poder, siempre nos toca perder. Es del poder de lo que hay que hablar para defendernos de la inseguridad. Hay que hablar de la propiedad privada de los empleos por parte de los empresarios, que no contratan a la gente necesaria para producir lo que la sociedad necesita, sino a la gente necesaria para producirles beneficios a ellos. Hay que explicar que aquí no hay Derecho al Trabajo, sino permiso de trabajo por parte de los empresarios. Que el derecho del empresario a obtener plusvalía tiene más fuerza que el derecho al trabajo y a un salario digno de todos los trabajadores.
Tenemos que denunciar la engañosa idea de que los empresarios crean puestos de trabajo. Los empresarios los crean o los destruyen, según les interesa. Pero, en todo caso, no es el capital (empresario) el que crea puestos de trabajo. Es el trabajo (trabajadores), quienes crean puestos de empresario. Que esta frase nos parezca razonable es un síntoma del poder que tienen sobre nosotros. No solo nos hacen lo que nos hacen. También consiguen que nos parezca normal.
Hay que luchar contra la precariedad, no solo contra el paro. Lo que necesitamos no es un empleo basura sino una actividad socialmente útil que nos proporcione recursos suficientes para una vida digna.
Aunque nos haga mucha falta un empleo solo pedimos trabajo, lo que estamos pidiendo es un explotador que nos robe la vida. Estamos animando a los chupasangres a que intensifiquen su oferta de trabajo esclavo. Con ello, no solo damos prueba de nuestra necesidad, sino también de nuestra ignorancia.
Conseguir un trabajo, cualquier trabajo en cualquier condición, es para muchos lo más urgente. Pero interrogarnos sobre la coacción política que nos obliga a aceptar "libremente" trabajos basura y la injusticia de un régimen que permite la ilegalidad impune de los empresarios en las relaciones de trabajo, es lo más importante.
No hay que abandonar lo importante por lo urgente

Por el Reparto del Trabajo

Con los avances tecnológicos aumenta la fuerza productiva del trabajo. Pero los aumentos de producción, en manos del capital, no redundan en rebajar la jornada de todos sino en aumentar el beneficio reduciendo el número de personas con empleo
Paradójicamente, la fuerza productiva del trabajo succionada por el Capital, hace a éste cada vez más fuerte a costa de debilitar y precarizar dicho trabajo.
Rebajar la jornada laboral es, entre otras, una medida necesaria. Aunque no suficiente. El volumen del paro exigiría pasar no de 40 a 35 horas semanales, sino a 20 como mucho. Además los 4,2 millones de trabajadores/as precarizados y todos los fijos de la pequeña y mediana empresa con escasa fuerza sindical, verían burlada una presunta ley de 35 horas al igual que ven burladas el resto de leyes laborales. Sin embargo, la rebaja de la jornada semanal de 40 a 35 horas, es un buen banderín de enganche, para sumar con otros contenidos complementarios a un proceso de movilizaciones crecientes a muchas organizaciones sociales, políticas y sindicales.
Ahora bien, se trata de repartir, aunque sea poco, el trabajo, no el paro. Para ello es imprescindible que la medida sea por ley, sin rebaja salarial y en cómputo semanal.
Si queremos que el reparto del trabajo no sea solo para los hombres, tenemos que dejar claro que el trabajo no solo es el que recibe un salario y está en el Mercado. También es trabajo a repartir la actividad no reconocida ni pagado, ni valorada, que se realiza por las mujeres en el interior de la familia. Este trabajo es imprescindible para el funcionamiento de la sociedad, y del capitalismo. De él depende un gran porcentaje de la calidad de vida de la población. Al gravitar sobre los hombros de las mujeres, sitúa a estas en condiciones de inferioridad en el mercado de trabajo y de dependencia respecto a los hombres. Esta es la base material para que se produzcan muchos abusos por parte de estos últimos.
Repartir el trabajo pues, exige repartir el empleo y además el trabajo doméstico.

Por el Reparto de la Riqueza

Nunca ha habido tanta riqueza, pero tampoco tanta pobreza. Para salir de esta trampa hay que romper con la lógica del beneficio individual. No es generalizable el nivel de vida occidental para todo el planeta. La opulencia y el despilfarro de las clases acomodadas tienen como condición la miseria de dos mil millones de personas. Ni los recursos productivos ni la naturaleza pueden soportar el nivel de vida USA para toda la humanidad.
La riqueza es la relación entre los deseos y su grado de satisfacción. Se puede tener muchísimo y desear más. Una vida segura y digna para todos no se puede alcanzar poseyendo mucho sino deseando poco.
Frente al fracaso del Mercado para garantizar una vida digna a la mayoría, proponemos aquí y ahora, una Renta Básica que garantice, un mínimo vital para cada ciudadano/a. Una Renta incondicional, no inferior al salario mínimo interprofesional, que otorgue una base material a los derechos constitucionales incumplidos. Una renta que nos permita defendernos de los contratos basura. Que dé apoyo a sectores juveniles para abordar proyectos asociativos y productivos, que otorgue autonomía a millones de mujeres dependientes del salario de sus compañeros y maridos.

Contra la Moneda Unica

La construcción europea es poco más que la moneda única, el Banco Central Europeo y el Pacto de Estabilidad.
La Moneda única culmina la construcción de una Europa para los negocios en la que el idioma común es el idioma del dinero. El Banco Central Europeo dicta sin control democrático alguno, la política monetaria y por extensión la económica y las relaciones sociales resultantes. Su presidente, como ya hacen los presidentes de los Bancos Centrales de los países miembros, amenaza a los gobiernos con el castigo de los Mercados **** si alteran la estabilidad monetaria.
El Pacto de Estabilidad es un compromiso de los Gobiernos para no sobrepasar un determinado déficit público, independientemente del volumen de desempleo, de pobreza o de las necesidades de las jubilaciones o la sanidad pública universal.
La inmensa campaña de los poderes públicos y económicos para intoxicarnos con las "bondades" del euro, pretende encubrir que nadie nos ha preguntado si lo queremos o no y que es incompatible con la mayoría de los derechos sociales constitucionales.
La Moneda Unica sirve para legitimar la mayoría de los atentados contra las necesidades populares. El proceso de Construcción Europea, basado en la moneda única, es irreformable. Una Europa social solo es posible desde la confluencia de países regidos por políticas sociales, no por políticas neoliberales. A un capital transcrecido a escala continental sin el consiguiente crecimiento de instrumentos políticos y sociales de control, no hay quien le ponga la brida. Luchar por una Europa social implica luchar contra la Europa de Maastricht, el Euro y el Pacto de Estabilidad. Y eso se concreta en impedir que se desplieguen las políticas que se implementan en su nombre en cada uno de los países.

Por la libertad

Llamar democrático a un régimen que mantiene en la precariedad al sesenta por ciento de la población activa asalariada es un exceso verbal. Más bien estamos ante una Economía militar de Mercado cuya forma política es la de una Monarquía Parlamentaria.
La libertad de los ciudadanos/as es una libertad condicional a las garantías del Capital. Los derechos políticos y sociales son pura palabrería para millones de precarios.
La participación social está en onda plana. La política como voluntad de los ciudadanos/as, está después y no antes de la economía como principio de organización social. La política se ha convertido en una técnica para administrar un orden de relaciones sociales previamente determinado por la economía, por los mercados y por los mercaderes. Las relaciones entre las personas (política) están subordinadas a las relaciones entre las cosas (mercado)
El capitalismo global tiene cada vez más fuerza para subsumir en su ciclo todas las energías sociales vitales y naturales. Aparta lo que no es funcional para producir plusvalor. Encierra a las mujeres en el domicilio familiar envenena el agua, la tierra y el aire, viola los mecanismos genéticos, ignora los derechos humanos. La fuerza del capital está en la furia del mecanismo de abstracción que le constituye. Esa furia aparta y excluye cada vez más cosas. Pero lo excluido vuelve a menudo de forma violenta y subterránea. Por eso el supuesto mercado autoregulado, requiere cada vez de mecanismos de control social más coercitivos.
Lo excluido es la prueba de la lógica violenta e injusta que rige las relaciones sociales. No debemos crearlo de carencia que requiera volver a incluirse en el orden violento, sino la potencia constituyente de un orden humano.
Cuando lo excluido se despolitiza, es decir se ignoran su génesis y los mecanismos de la exclusión, las políticas paliativas son funcionales con la lógica económica y retroalimentan al Capitalismo excluyente.
En el fondo, el problema no es remediar los efectos del capitalismo y la relación salarial, sino eliminar el capitalismo y la relación salarial como causa. Esta idea general no basta para resolver los problemas de la intervención política cotidiana pero el sentido de dicha intervención es muy distinto según sea la idea general que preside la acción política.
La libertad no solo es condicional y otorgado por el capital, verdadero sujeto de derechos políticos, también es cada vez más vigilada y reversible. La democracia formal es solo una tregua de los ricos mientras sigamos obedeciendo. Por eso, las cárceles multiplican por tres sus habitantes y la industria policial-militar es una de nuestras industrias más prósperas junto con la industria de adoctrinamiento.
Un estado cada vez más violento garantiza a las capas sociales integradas bienconsumientes y bienpensantes, un orden en el que la libertad solo es posible dentro de las leyes del mercado.
Los aparatos de anestesia y propaganda muestran como el mejor de los mundos lo que es el peor de los infiernos para la mayoría de la humanidad. Se describe como ciudadano decente, un individuo de deseos ilimitados, aislado, calculador, que usa su razón para encaramarse sobre los demás y satisfacer su interés individual a cualquier precio. Se pone el egoísmo privado como base de la vida en común. De esta manera, solo con un estado fuerte, cada vez más militarizado, se puede evitar la guerra civil de todos contra todos.
Las mayorías silenciosas y el nacionalsindicalismo, base de la sociología franquista, vuelven a ser hoy el sustrato sobre el que flota una elite política altamente unificada en sus fines, más preocupada por la gobernabilidad y la estabilidad de los negocios que por la adhesión popular y por su propia legitimidad.
Hoy, como ayer, el grito de libertad debe ser expresado aunque sea peligroso.

Acción directa

Lo importante no es tanto conseguir una ley, que no se va a conseguir aunque juntemos las 500.000 firmas de la Iniciativa Legislativa Popular. Lo importante es mover las mentes, desplegar un discurso crítico verdadero y mover los cuerpos, llegar a millones de personas con ese discurso para incorporarles a la movilización.
La acción directa es la irrupción de las personas en el espectáculo administrado por los de arriba. Sustraerse a la nada subjetivizada del mercado y a la aparente imposibilidad de un proyecto autónomo de vida.
Acción Directa es superar la soledad para construir, con otros, una vida nueva real y posible. Es sumar con valor e inteligencia, los recursos constituyentes frente a un mundo pequeño y vacío. El tiempo vivo, sobredeterminado por las voluntades, frente al tiempo muerto del mercado.
Acción Directa es vivir hasta el fondo la miseria del mundo sustrayéndonos a la derrota y al nihilismo. Reconstruir la confluencia social antagonista desde la crítica práctica y teórica al orden capitalista. Poner en marcha acontecimientos antagonistas que nos hagan visibles en medio del espectáculo del poder.

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