Apuntes sobre la radicalización del movimiento antifascista en el Estado español

x Oscar Grácia y Roberto Delgado
Especial para La Haine

Desde hace tiempo el comportamiento del estado neocapitalista norteamericano usa la teoría marxista como forma de explicación de la realidad social ,atacando no sólo las amenazas de aquellos grupos más combativos, sino identificando pequeños movimientos de protesta que aunque no focalizaran el descontento podían hacerlo en un futuro. Es una forma de impedir la lucha de clases porque a cada pequeña visualización de ésta se la ataca sin contemplaciones y duramente. Se trata de la aplicación de la “tolerancia cero” a la organización popular de cualquier tipo.

Ese modelo se extiende como las manchas de petróleo de los barcos basura globalizados(1) y explica el asedio injustificado en Italia o el Estado español según lo cercanos que estemos al vasallaje capitalista, centralizado en un único Estado poderoso que marca la referencia del capitalismo mundial: la élite norteamericana.

Huelga general piquetera 20J, la chispa

El flujo de movilizaciones anticapitalistas en el Estado español se ha canalizado, tras la huelga general del pasado 20 de junio, en la denuncia del fascismo de Estado. Así, el movimiento disidente ha rechazado la Ley de Partidos, el encarcelamiento de 4 okupas en Valencia acusados de Terrorismo, la opresión nacional a los pueblos del Estado español, la guerra imperialista, el aumento de presencia policial en las calles a través del Plan Focus y en general la política de excepcionalidad con que el gobierno español actúa desde el 11 de septiembre.

La huelga general piquetera del 20J fue una jornada de lucha que por primera vez en mucho tiempo extendió la disidencia hasta la mayoría de los rincones de la sociedad. Fue un día en que los 1000 enfrentamientos violentos registrados por la policía lograron abrir los ojos, ya no de la sociedad -largo camino aún y duro por recorrer-, sino de los propios militantes. Una huelga que les golpeó lo suficiente como para darse cuenta de que la lucha aún es el camino.

A partir de aquí, la jornada más importante por su carga de desobediencia fue el 12 de octubre antifascista de Barcelona. El enfrentamiento de los manifestantes durante más de 2 horas con las fuerzas policiales partiendo de una manifestación ilegal, marcó un día de esperanza dentro de un océano de represión sin respuesta.

Ahora bien, el aparato represivo ha venido actuando en base a su propio plan. Ese mismo fin de semana eran detenidos los 4 okupas valencianos, en un intento de amedrentar al movimiento anticapitalista y de okupación. A su vez -y como acabamos de ver-, los antidisturbios atacaban con dureza una manifestación ilegal en Barcelona. Esto demuestra que los tentáculos represivos a nivel estatal se dividen en: aplicación de la política neoliberal salvaje e intensificación de la represión a las voces disidentes más combativas.

Pero en concreto la respuesta al encarcelamiento de los okupas valencianos ha supuesto una de las formas de acción política más firmes desde la huelga general. Pese a la censura que los medios impusieron sobre el tema, se han sucedido las movilizaciones de solidaridad en Valencia, A Coruña, Alicante, Barcelona, Madrid, Zaragoza, Málaga, Salamanca, Toledo, Palma de Mallorca, Sevilla...

Sin embargo, no por ello ha cesado la represión. Tras la manifestación antifascista en Madrid del pasado 24 de noviembre, los cinco mayores de edad detenidos ingresaron en las prisiones de Alcala-Meco y Soto “de forma preventiva”. Antes, a los detenidos por disturbios se les imputaban cargos pero quedaban en libertad condicional hasta un juicio que normalmente se resolvía a favor de los acusados. Primero en Valencia y ahora Madrid parece que se está cambiando la estrategia represora hacia la entrada en prisión mientras se espera el juicio, al más puro estilo italiano de represión política. No parece casual , el mensaje enviado está claro: en una manifestación ya no te arriesgas a que te golpeen sinó a acabar en la cárcel.

Es posible que mientras duró la concentración en el ataque a la izquierda abertzale (con la ilegalización de Batasuna) dejaran estos "temas" pendientes para que no influyeran en dejar bien atado el asunto vasco. Una vez encaminado, dirigen su atención al resto de la izquierda revolucionaria más o menos organizada.

El papel de los medios

Ha llamado la atención el comportamiento de las televisiones sobre los disturbios. Muchas veces para interpretar el sentido del Poder basta con observar el mensaje que transmite a través de los voceros y mirar qué pretenden con eso.

Sobre la manifestación antifascista del 24 de noviembre en Madrid, ni un solo comentario en ninguna televisión estatal hasta el día siguiente, y en los periódicos digitales la reproducción de EFE, que fue básicamente redactada por la "fuente policial". Si los disturbios hubieran pasado en Euskal Herria no hace falta imaginar qué hubiera pasado mediática y policialmente aunque no tuvieran relación con actos nacionalistas si no simplemente antifascistas o anticapitalistas .

En Catalunya, el 16 de noviembre los incidentes en la manifestación en favor de libertad de los okupas valencianos fueron muchísimo menores que en Madrid, pero por el contrario estuvieron presentes en todos los telediarios españoles (A3,TV1,T5 y por lo menos en TV3), aunque referenciados como noticia de fondo con menos de 1 minuto de texto creado por la policía. Catalunya es en este sentido un punto intermedio en el guión basura de la "explicación" de los disturbios (por ejemplo, los contactos con Jarrai y el entrenamiento en Euskadi es algo ya legendario) porque el discurso funciona, pero no lo utilizan a un nivel extremo como con el conflicto vasco.

¿Y Madrid? Aquí se prescinde entonces del mensaje propagandístico porque tiene más efectos negativos (propaganda de las protestas) que positivos ("son cosas de proetarras") al no sostenerse por lo menos en la actualidad. Es posible que con el tiempo si seguimos avanzando volveremos al clásico los "rojos extremistas terroristas" o algo parecido; de momento, proetarras. Efectivamente la intención principal no es otra que el ataque directo a la disidencia y al "derecho" de manifestación dejándolo al mismo nivel que el de expresión: lo tienes mientras no lo uses.

La criminalización de los manifestantes en la actualidad tiene dos finalidades: por un lado, avalar la política gubernamental y aumentar la presión ideológica sobre la "opinión pública". Por otro lado, fomentar la prohibición de futuras manifestaciones agudizando la lógica represiva del sistema. En Barcelona, las últimas manifestaciones antifascistas no fueron legalizadas y la policía cargó contra los manifestantes. En Madrid sucedió lo mismo aún estando legalizada la manifestación. Esto quiere decir que la legalización es un factor cada vez menos relevante. El aumento de la violencia policial pretende debilitar el movimiento anticapitalista y su capacidad de movilización en las calles. Quieren, en la práctica, echar de las calles al sector político disidente y a través del desgaste violento ir restando militantes y simpatizantes a las acciones "radicales", que no son sino acciones políticas que confrontan directamente con la estrategia del gobierno.

La agudización represiva ha hecho perder relevancia a la legalización o no de una manifestación con reivindicaciones que confrontan con la lógica de excepcionalidad en la que actualmente actúa el gobierno español. La represión policial es hoy por hoy incontrolable y la legalización sólo supone estar expuesto a posteriores represalias legales (que siempre llegan). En Barcelona, la táctica político-policial ha consistido en la elección de un punto de batalla y disolver la marcha por los enfrentamientos que su provocación fascista ha causado, prohibiendo en la práctica el derecho de manifestación (2).

La legitimación de la mano dura y la represión de los "violentos" tiene en el estado español su Al-Qaeda particular: ETA. No podemos olvidar que las mayores pérdidas de derechos civiles y recorte de las "libertades" formales de nuestra democracia capitalista se producen después de la histeria mediática que prepara el terreno un tiempo antes, siempre vendidas como necesarias para combatir el terrorismo. Es con ese paraguas demagógico el Estado está creando el mayor sistema de control social jamás visto en una democracia, una verdadera dictadura representativa donde el Poder se siente fuerte para imponerse a voluntad y donde las voces discrepantes dedican sus energías a no ser considerados como una amenaza para un sistema que Orwell describió demasiado bien hace demasiados años.

La necesidad que tiene el actual gobierno parafascista de desviar la atención de sus múltiples problemas presagia una decidida apuesta por la intensificación del enfrentamiento y las medidas represivas: es la huída hacia delante que agrupa a la población entorno al líder, la táctica usada por terroristas de estado como Sharon, Bush o Berlusconi para actuar en contra de enemigos necesarios o su propio pueblo en defensa siempre de los intereses de las élites económicas regionales que representan.

De la misma forma que fracasan en sus intentos que los desheredados acepten su destino de opresión sin luchar, es bastante probable que aquí se vuelvan a encontrar al guerrillero de la Sierra Maestra, al palestino luchador de la Intifada o a cualquiera de los que plantan cara al capital en cualquier ciudad, porque somos los mismos de siempre y porque, mire usted, aquí no se rinde nadie.

Notas:

1. Los barcos basura: fueron de las primeras aplicaciones del capitalismo globalizado con la búsqueda de las empresas de paraísos sin leyes donde obtener el máximo beneficio posible a costa de lo que haga falta, y son por lo tanto los primeros síntomas visibles de a dónde lleva al mundo esa estrategia, todo en nombre de la libertad del mercado.
2. Ver el artículo de Oscar Grácia "Barcelona: Respuestas a la represión" y los casos de Barcelona 12O y 16N y Madrid 24N.

4 de diciembre de 2002

 
         
   
 

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