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Que vivan las mujeres
CAES

Domingo, 29 de octubre. Leo en el periódico que ayer una mujer ha sido asesinada en Albacete por su pareja. Es una noticia pequeña que dice que su marido le destrozó la cabeza con una pala. Es la tercera en esta semana ¿cuándo va a acabar esto?

Siento una enorme indignación, pero también una enorme impotencia. Dejo el periódico y pongo la televisión. Zapeo, pero solo hay telebasura. Prefiero los anuncios. En la imagen un hombre maduro y deportivo juega en la nieve con un perro, dice que le gusta el frío pero no los resfriados. En la siguiente imagen el mismo hombre está sentado frente a una mesa de comedor. Estornuda. Como si hubiera accionado un resorte, una mujer avanza en silencio desde el fondo de la habitación con un vaso de agua en la mano y una aspirina. Siguiente escena el hombre vuelve a jugar con el perro en la nieve. Ella no juega, pienso que estará lavando el vaso y guardando las aspirinas. El mensaje de autoridad masculina es tan simple que me resulta estremecedor. Me indigno todavía más.

Llaman a la puerta. Es mi vecina que viene a charlar un rato. Le cuento lo del anuncio y se ríe ¡qué cosas tienes, cómo te gusta sacarle punta a todo! Estoy demasiado enfadada para dejarlo correr y le digo que eso tiene mucho que ver con los malos tratos a las mujeres. Me mira como si me hubiera vuelto loca. Yo insisto ¡Claro que sí, él es el que manda! Si hoy no le da la aspirina, mala cara; si mañana es ella la que se va a jugar con el perro, una bronca si no es sumisa y pasado mañana se quiere separar, le revienta la cabeza con una pala! Me doy cuenta de que me estoy pasando y le digo que la noticia del periódico me ha afectado. Ella lo tiene clarísimo: esos hombres están locos y lo que hay que hacer es encerrarlos. Más cárcel y más policía ¡cómo si hubiera poca! Me deja chafada.

Cuando se va me pongo a revisar los periódicos atrasados. Necesito echar un vistazo a las innumerables noticias que han aparecido en los últimos días sobre violencia sexista.

Encuentro un titular: "Fracasa el plan contra los malos tratos". Por lo que dice la noticia el Plan de choque contra los malos tratos promovido por el gobierno en 1998 ha resultado totalmente ineficaz y se ha estrellado contra unas cifras que no sólo no se reducen, sino que aumentan con pulso firme. Cada 24 horas, 60 mujeres denuncian malos tratos en comisaría.

Desde una asociación de mujeres se acusa al gobierno de tener un responsable de propaganda admirable que consigue anunciar muchas cosas y hacer pocas.

Ponen como ejemplo la iniciativa de la Fiscalía General para que cuando hubiera una denuncia por malos tratos se investigase si el agresor había sido denunciado anteriormente en cualquier otro lugar por su actual pareja o cualquiera anterior, con el fin de acumular las faltas. Esta iniciativa se ha traducido en que los fiscales se han comprometido a verse una vez al año "o cada dos años" y a elaborar un registro estadístico, pero no cuentan con medios para ello. Un jurista de la Fiscalía General comenta "no creo que un tipo a la hora de levantarle la mano a la mujer se vaya a frenar porque piense en la que le puede caer si el fiscal se entera". Desde luego, la solución no esta ahí, pero podría ayudar a mujeres como María Barrero, que lleva cuarenta denuncias en comisarías, varios partes de lesiones y dos sentencias en las que se impone a su ex-marido que se aleje de ella, sin conseguir que cesen las amenazas.

Tampoco parece haber salido adelante el anuncio del Ministerio de Justicia de que habría cinco mil nuevos abogados de oficio especializados en malos tratos, para atender gratuitamente durante las 24 horas del día a las mujeres. Esta iniciativa entró en vigor el siete de septiembre y a finales de octubre, al realizar una primera evaluación, sólo había cifras de León, donde se había atendido a cinco mujeres y de Teruel, donde se había atendido a seis. También desde el Consejo General de la Abogacía se dice que "ellos por sí solos tampoco van a solucionar el problema, aunque realmente fuesen 5.000 y estuviesen muy bien especializados". Estamos de acuerdo. Pero muchas mujeres sin medios económicos tendrían donde acudir, para tener, por lo menos, asesoramiento legal.

Pienso que me estoy dejando llevar por la lógica que destilan las instituciones de que el Estado es el único que puede dar alguna solución y me aferro a la idea de que una intervención social decidida y un movimiento feminista fuerte sí que darían un cambio de rumbo a esta situación. Así, muchas mujeres, en lugar de sentirse solas y asustadas, dando tumbos de comisaría en comisaría, de juzgado en juzgado, podrían caminar por la calle o estarían en sus casas sintiéndose acompañadas y protegidas por sus vecinas y vecinos, por las asociaciones de sus barrios, por los grupos feministas. Eso sí que es disuasorio para los agresores y cuando estas redes existen y se ponen en marcha, claro que funcionan. Yo lo he visto con mis propios ojos.

Pero, la verdad, hoy son pocos los casos en que puede darse una respuesta colectiva y hay muchas mujeres enfrentándose a la violencia sexista, que viven amenazadas, que necesitan una respuesta inmediata. Y desde algunas asociaciones de mujeres juristas se considera necesaria la creación de fiscalías especiales contra la violencia doméstica, como la llaman ellas.

Sin embargo, el PP ha rechazado la creación de estas fiscalías por considerarlo un "despilfarro". Con los datos de malos tratos en la mano, hay que tener cara para dar este argumento. Sigue contando el periódico que el PP consiguió parar en la Comisión de Justicia del Congreso esta propuesta del PSOE, que apoyaba IU, con los votos en contra del PNV y CC, y la abstención de CiU. ¿Y a mí que todo esto me suena más a lucha entre los partidos parlamentarios que a lucha contra los malos tratos?

Poco después encuentro la respuesta: en 1994, cuando el PP estaba en la oposición, asumió las conclusiones de un Congreso de Mujeres Abogadas y propuso crear una fiscalía especial contra la violencia doméstica. En ese momento la medida fue rechazada por los votos en contra del PSOE y de CiU. Ahora han cambiado las tornas. La instrumentalización política de algo tan terrible para las mujeres es para quedarse sin palabras.

Sigo con los periódicos y me doy de bruces con las famosas listas de maltratadores propuestas por Bono. Por lo que se ve, lo que pretende es publicar en los periódicos los nombres de "los agresores de malos tratos a mujeres para que sufran la miseria y la vergüenza que llevan consigo estos comportamientos". En mi estado de ánimo no sólo me gustaría que publicaran las listas, sino también que hicieran carteles con sus fotos y los pegaran por las calles. Pero dentro de mi se dispara una voz de alarma. Algo no va bien.

Para aclararme, me leo todo lo que ha salido sobre el tema. La polémica sobre la constitucionalidad de esta medida o sobre el conflicto entre el derecho a la información y el derecho a la intimidad, no es lo que más me preocupa.

Sigo buscando y encuentro algunas opiniones favorables, que, aunque dudan de la eficacia de las listas por sí solas, defienden su publicación con estos argumentos, entre otros: como reconocimiento de que la violencia de género es una cuestión pública y no privada, como forma de incrementar el rechazo social y para desenmascarar a quien tortura en privado y aparece en público como un respetable ciudadano. No les falta razón.

En contra de las listas se argumenta que sería una pena añadida a la condena y que vulnerarían su orientación hacia la reeducación y la reinserción social de los condenados, ya que la consideran incompatible con una pena degradante. También señalan el problema de sentar un precedente para que se publicaran listas con otro tipo de condenados.

A mí esto cada vez me gusta menos. Sobre todo porque el poder para condenar y para hacer listas ya sabemos de qué lado está.

Además, me está dando la impresión de que con este debate lo único que se consigue es marcar a un grupo de hombres, los maltratadores, como únicos responsables de la violencia de género. Así, podría parecer que si las cosas van mal es sólo por que hay unos hombres muy malos, esos a los que señalamos con el dedo.

Y mientras, las estructuras sociales siguen funcionando, día a día, reproduciendo la subordinación de las mujeres y los mecanismos de la violencia sexista, que no es más que la expresión más brutal de la autoridad de los hombres.

Y sigue el sistema educativo potenciando diferentes valores: hombres duros y agresivos, mujeres sensibles y condescendientes.

Y siguen los estereotipos sexistas en los medios de comunicación mostrándonos como pasivas, dependientes, carentes de importancia y, en muchos casos, como objetos sexuales.

Y sigue la feminización de la pobreza y la falta de reparto del trabajo doméstico y de cuidados y el injusto reparto de poder a favor de los hombres en todos los planos de la vida social. Y así la rueda sigue girando y girando, aplastando a su paso a muchas de nosotras.

Creo que no nos va a quedar más remedio que parar la rueda. Espero que seamos muchas, porque la rueda es enorme. Pero seguro que juntas, podemos.

Dejo los periódicos, porque ya me duele la cabeza. Eso sí, no pienso volver a tomarme una aspirina. Viva la lucha de las mujeres.

Sira del Río del Colectivo Feminista Rompe y Rasga

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