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Andalucía, EE.UU. :: 12/11/2016

50 años del Partido de los Panteras Negras, más allá de mitos y poses

Antonio Torres
Los barrios andaluces son los grandes olvidados; hace falta un trabajo en la línea de un asistencialismo no reformista ni paternalista

En este mes de octubre de 2016 se cumple el 50 aniversario de la fundación del Partido de los Panteras Negras para la Autodefensa. Sin duda alguna, la estética rupturista que los Panteras Negras marcaron, especialmente entre finales de los 60 y principios de los 70 del siglo pasado, sigue hoy presente en un contexto de crisis sistémica capitalista, y ya más específicamente en los EEUU, donde resurge con fuerza el movimiento popular por los derechos democráticos del pueblo afroamericano, con el movimiento Black Lives Matter a la cabeza, y que demuestra claramente que ni siquiera el hecho de que un afroamericano haya llegado a la Casa Blanca ha ayudado en algo a superar la brecha racial, que por supuesto es también y fundamentalmente económica, social y cultural, en los EEUU. Es de prever que con la victoria del derechista Donald Trump este movimiento adquiera una nueva dimensión organizativa y política.

Cuando hablamos de los Panteras Negras es fácil caer en la mitología, y sobre todo, en la pose, en las imágenes desafiantes de un Bobby Seale o de un Huey Newton fusil en mano con rostro desafiante, de Angela Davis –y eso que ella no formó parte del Partido estrictamente hablando- o de Kathleen Cleaver luciendo el pelo a lo afro, o de un montón de hombres y mujeres uniformados con boinas negras manifestándose puños en alto. También es habitual quedarse en elementos puntuales que constituyeron la línea política de los Panteras, sin darle el correspondiente contexto y aislando unos elementos de otros. En este artículo pretendemos, analizar breve y esquemáticamente, la línea política del Partido en su contexto, en su novedad y en su globalidad, porque a la estética le correspondía una ética, un fondo cuidadosamente elaborado; también, y saliendo ya del repaso meramente histórico, veremos el esquema organizativo de los Panteras: ¿los Panteras fue, como se suele decir, un “partido-movimiento”? Esta cuestión enlaza con ciertos debates actuales que existen dentro de determinados espacios de la izquierda en el Estado español, y que suelen apelar al ejemplo de los Panteras Negras; y por último, en esa línea no tanto iconoclasta o desmitificadora, como superadora, intentar sacar unas conclusiones desde un punto de vista andaluz y revolucionario.

La política de los Panteras Negras

Antes de hablar propiamente dicho de la línea política de los Panteras Negras, se hace necesario revisar sus influencias previas y el contexto, de forma breve. Al respecto, existe un punto en común a los miembros fundadores del Partido –Bobby Seale y Huey Newton- y a los que se adhirieron poco después como Eldridge Cleaver o Stokley Carmichael, ese punto en común tiene un nombre: Malcolm X. Asesinado un 21 de febrero de 1965, Malcolm X se había convertido no solo en un mártir sino en el máximo referente teórico y práctico de una juventud afroamericana ahogada en el racismo institucionalizado de los EEUU. Haber estado en los mítines de Malcolm, pero sobre todo, haber leído y discutido sus discursos, fue una nota común a los primeros miembros del Partido. Digamos que, de alguna manera, los Panteras Negras fue la evolución natural organizativa del último Malcolm X. En esa situación, se produjo la radicalización del movimiento por los derechos civiles –radicalización que implicó a su máximo icono, Martin Luther King- y especialmente de la juventud negra implicada en el mismo y encuadrada en organizaciones como la SNCC, además de un contexto internacional en el que los EEUU recurrían continuamente a las agresiones imperialistas para afirmar su hegemonía en el llamado “Tercer Mundo”, frente a la “amenaza comunista”; agresiones, y esto es importante desde el punto de vista de los futuros militantes Panteras, contra pueblos “no blancos” ni europeos.

En un reciente artículo, Albin Senghor (“Panteras Negras, ¡Es la revolución baby!”, http://www.ladinamo.org/ldnm/articulo.php?numero=28&id=711) se relativiza, en nuestra opinión demasiado y excesivamente, la influencia marxista en general y maoísta en particular de los Panteras, en concreto se afirma: “En efecto, aunque cuando se habla de las influencias intelectuales de las Panteras Negras se suele hablar del Libro rojo de Mao, lo cierto es que en aquel momento se dedicaban mayormente a estudiar las leyes del Estado de California y a poner en práctica su derecho legal a ir armados hasta los dientes, siempre que las armas no estuvieran escondidas.(…) Volviendo a Mao, Bobby Seale cuenta que, durante esta primera época, él y Huey se dedicaban a vender el Libro rojo a estudiantes blancos de Berkeley por un dólar y a comprar, cómo no, armas con el dinero que recaudaban. Seale asegura que no lo leyeron hasta un año más tarde”.

Creemos que es necesario matizar estas afirmaciones. En primer lugar, no es un hecho exótico o anecdótico la atracción del movimiento negro revolucionario por Mao y la República Popular China, y no fue cosa únicamente de los Panteras Negras. La influencia de Mao y de China en el movimiento negro data de antes de los Panteras, por no remontarnos mucho en el tiempo o perdernos en una sopa de siglas, cabría decir que el RAM (Movimiento de Acción Revolucionaria), del que Seale y Newton formaron parte, asumía el marxismo y reivindicaba la figura de Mao; como el RAM, hubo multitud de organizaciones que fueron influenciadas por el pensamiento de Mao en las que militaron futuros Panteras Negras. La atracción del movimiento revolucionario afroamericano por Mao y la revolución china residía en el hecho de tratarse de una revolución en un país tradicionalmente sometido al colonialismo extranjero, además de ser una revolución socialista protagonizada por “no blancos”, algo que también les hizo simpatizar con la revolución cubana o más tarde con Vietnam. De esa atracción hay suficientes testimonios de dirigentes Panteras, especialmente por parte de Huey Newton, así como de militantes de base, como el de Clyde Young, ex militante Pantera y en la actualidad en las filas del maoísta Partido Comunista Revolucionario (RCP):

En esa etapa de mi desarrollo traté de leer el Manifiesto Comunista y cosas por el estilo, pero realmente estaban fuera de mi alcance. A Mao sí lo entendía. Seguí tratando de entender el Manifiesto Comunista y más tarde pude leer escritos más complejos también. Pero Mao me atraía como un imán. Me gustaba lo que oía de la Revolución Cultural y me gustaba cómo la popularizaban los Panteras. Desde donde estaba, no llegaba a comprender el significado global de la Revolución Cultural, pero todo lo que oía me inspiraba y me emocionaba tremendamente. Sabes, Mao y la Revolución Cultural atrajeron a muchísima gente por todo el mundo a la política revolucionaria. Inspiraron a muchos de nuestro movimiento internacional a adoptar la ciencia del marxismo-leninismo-maoísmo.” (“Vivo para la revolución. Entrevista a Clyde Younghttp://revcom.us/a/356/vivo-para-la-revolucion-entrevista-a-clyde-young-es.html ).

Otra matización que conviene hacer al artículo de Senghor cuando afirma: “Según todas las crónicas, ésta fue la clave del éxito político de las Panteras Negras; unir a obreros, parados y pandilleros, hombres y mujeres, en un mismo proyecto de emancipación comunitaria.”. Esta afirmación se contradice con lo que es un lugar común en testimonios y trabajos de investigación sobre los Panteras Negras: el hecho de que el partido se nutrió fundamentalmente del lumpenproletariado y estudiantes negros de las grandes áreas urbanas en detrimento de trabajadores y trabajadoras organizados y con cierta estabilidad laboral. Por ejemplo, la militante del Partido Comunista (CPUSA) y en su momento cercana a los Panteras, Roberta Alexandre lo explicaba así: “Encontraron la palabra lumpen en Lenin o Marx y se dedicaron activamente a reclutar elementos lumpen, craso error, en mi opinión, porque mucha de esta gente acababa de salir de prisión, ¿cómo salían de la cárcel? Muchos de ellos hicieron pactos con el FBI para infiltrarse y transformarse en provocadores, no todos, no quiero decir todos. En aquella época creía y todavía creo que, en general, la gente que viene de los bajos fondos de nuestra sociedad no tiene la disciplina para trabajar en política de la manera que necesitamos. Alguien que está drogado se distrae fácilmente o puede desempeñar un papel negativo” (Entrevista con Roberta Alexandre sobre el Partido de los Panteras Negras, parte III, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=136878).

En la misma línea aunque sin tanta vehemencia se expresaba José Herrera, autor del libro “Panteras Negras, Poder Negro y la Historia de Huey Newton”, que consideraba un error no haber penetrado más en el seno del proletariado negro. Buen ejemplo del trabajo con el lumpen no solo afroamericano, sino también de otras etnias, fue la Rainbow Coalition de Chicago liderada por el Pantera Fred Hampton, o el caso de la organización puertorriqueña hermana de los Panteras, los Young Lords, donde el elemento lumpen era mucho más acusado y destacado aún.

Por último, no podemos ignorar ni por un instante la influencia teórica ejercida por el psiquiatra caribeño Franz Fanon en los Panteras con su emblemático “Los condenados de la Tierra”.

Una vez hechas estas consideraciones, que estimamos importantes, se hace necesario situar la línea política del Partido de los Panteras Negras. La línea de trabajo político nació del Programa de los 10 puntos y era su fiel reflejo práctico, aunque es cierto que las patrullas de vigilancia de la actuación policial en los guetos fueron previas a la constitución formal del Partido. Desde el programa de desayunos hasta esas patrullas vigilando la actuación policial en los barrios, todo convergía en un elemento estratégico: la creación de poder popular en las comunidades afroamericanas. Estas estructuras de contrapoder se materializaron en un conjunto muy diversificado de servicios gratuitos: clínicas médicas, centros de investigación sobre anemia falciforme, programas de revisión dental, programas de optometría, servicios de ambulancias, programas cooperativos de alimentos, el exitoso programa de desayunos para niños que ofreció servicios a más de 20.000 menores, cubriendo 19 ciudades, servicios de noticias e información intercomunales, programas de distribución de ropa, programas de asistencia jurídica, programas de apoyo económico y material a los presos, servicios de transporte para familiares de presos, servicios de transporte y de acompañamiento para ancianos, servicios de fontanería y mantenimiento, programas de control de plagas, programas de vivienda cooperativa, centros de desarrollo para menores, servicios de guardería, las “escuelas de liberación” y las “escuelas comunitarias”. A toda esta red de servicios se sumarían la creación de cooperativas, como panaderías, zapaterías y fábricas textiles, que servirían para la creación de empleo, fomentando la autogestión, y al mismo tiempo sirviendo para financiar los programas sociales, que también obtendrían financiación mediante donaciones y la venta del periódico de la organización.

Desde el punto de vista de la izquierda revolucionaria surge el debate sobre el papel del “asistencialismo” como elemento de distracción o de tapón de los conflictos sociales. Al respecto, podemos dejar que los antiguos militantes Panteras nos den su opinión. Eldridge Cleaver diría por ejemplo: “Los desayunos para niños empujan al pueblo fuera del sistema y los organiza en una alternativa. Los niños negros que van a la escuela hambrientos cada mañana han sido organizados en su pobreza y el programa del Partido los libera de ese aspecto de su pobreza. Esta es la liberación en la práctica.

Por su parte Bobby Seale diría: “Los programas para la comunidad del Partido y los programas populares los definimos como programas revolucionarios socialistas. Alguna gente tiene la tendencia de considerarlos programas de reforma. No son programas de reformas, de hecho, son programas revolucionarios comunitarios. Un programa revolucionario es llevado acabo por revolucionarios, porque aquellos que quieren cambiar la existencia de la comunidad por una mejor. Un programa de reforma es desarrollado por el sistema existente de explotación como una forma de apacigua y engañar al pueblo, de mantenerlos callados. El objetivo de los programas desplegados por revolucionarios como los Panteras Negras es educar a las masas del pueblo para cambiar el sistema.”.

Se puede decir que lo que de verdad inquietó al Gobierno norteamericano de los Panteras Negras fue el desarrollo de estos programas y el consiguiente apoyo y prestigio social obtenidos. Si tomamos en cuenta las declaraciones de los ex Panteras, podemos llegar a la conclusión fácilmente de que lo que realmente determinó al Gobierno, y especialmente, al Director del FBI, J. Edgar Hoover, a acabar con el Partido de los Panteras Negras fue el desarrollo de estos programas asistenciales. El que el pueblo afroamericano se organizara su vida al margen no ya de las estructuras estatales sino también de los esquemas capitalistas al uso dio la luz de alarma y desató la furiosa represión sistémica que acabó destrozando al Partido prácticamente entre principios y mediados de la década de los 70 del siglo pasado.

Panteras Negras, ¿un “partido-movimiento”?

En un artículo aparecido en mayo de este año en Diagonal (“¿Qué es eso de los partidos-movimientos?https://www.diagonalperiodico.net/panorama/30194-es-eso-partidos-movimiento.html) escrito por Diego Sanz Paratcha se analiza lo que se denominaba por politólogos y activistas como “partido-movimiento” encuadrándose el Partido de los Panteras Negras dentro de ese término junto a otras experiencias como por ejemplo la izquierda abertzale. Pensamos que ese término desvía la cuestión de los Panteras Negras ahondando en todo un argumentario confuso con el que se pretende incidir en debates actuales en el Estado español sobre la relación entre la participación electoral e institucional y los movimientos y organizaciones populares. De este artículo, se deduce que un “partido-movimiento” es aquel que combina la acción electoral e institucional con la movilización social, de ahí el ejemplo expuesto de los Panteras Negras, reduciendo el concepto de partido al uso difundido por la burguesía: ente organizativo concebido para la participación electoral e institucional en los marcos establecidos. Sin embargo, consideramos que esta visión es errónea desde un punto de vista marxista; consideramos al partido como la máxima expresión política organizada de la clase obrera y de los sectores populares trabajadores concebido para la toma del poder y para organizar el ejercicio de la dictadura del proletariado en alianza con otros sectores oprimidos, o si se prefiere otra terminología, concebido para la organización del ejercicio del poder democrático obrero y popular. El partido no ejerce el poder, sino que ayuda a organizarlo. Los conceptos leninistas de “vanguardia”, “estado mayor”, etc., o el de Gramsci de “intelectual colectivo”, se derivan de lo que hemos dicho anteriormente: la toma y ejercicio del poder por una clase y sus alianzas.

En el tema que nos ocupa, tenemos que decir que justamente esa era la concepción de los Panteras Negras, la de un partido de vanguardia para la liberación de las comunidades afroamericanas oprimidas en los EEUU. El esquema organizativo de los Panteras fue el clásico y el habitual de los partidos comunistas con el centralismo democrático como eje. De hecho fueron los problemas suscitados, y creados desde fuera por el FBI y su programa de intoxicación, en el seno del Comité Central, con una excesiva atribución de funciones en la figura de un Huey Newton ya bastante tocado sicológicamente, así como el enfrentamiento entre los “capítulos” (denominación que equivale al concepto leninista de “célula” de base territorial) de las costas Oeste y Este los que actuaron como una auténtica bomba de relojería que haría estallar el Partido en mil pedazos.

Como conclusión: no, el Partido de los Panteras Negras no fue un “partido-movimiento”, sino un partido de vanguardia que armado de un programa y una línea política consiguió crear un movimiento organizado para la liberación de las comunidades afroamericanas. En nuestra opinión, el esquema organizativo adoptado por los Panteras, a pesar de los fallos y errores, fue determinante para levantar un movimiento tan amplio y plural, así como todo el programa de asistencia social que hemos visto antes. Con esto tampoco queremos decir que el esquema leninista esté ausente de fallas y que su aplicación en determinadas realidades no sea problemático, pero al respecto conviene por parte de la organización revolucionaria un análisis concreto y pormenorizado de su realidad concreta que impida caer en automatismos, esquematismos y burocratismos paralizantes.

Los Panteras en Andalucía

Realmente, ninguna situación es exactamente asimilable a otra. Por mucho que como andaluces y andaluzas nos podamos sentir muchas veces como los negros o las negras del Estado español, sería un error caer en simples paralelismos.

Sin embargo, sorprende la incapacidad de las organizaciones revolucionarias andaluzas para interactuar con una realidad caracterizada históricamente por la subordinación, la dependencia y la opresión nacional y afectada y muy agravada por la crisis sistémica capitalista. En esta Andalucía, nación periférica, vivimos en la paradoja de unas duras realidades de marginación, exclusión social y de explotación, mientras el sueño consumista mantiene una descarada vitalidad existencial.

La incapacidad de verse como agentes transformadores así como los prejuicios entorno al asistencialismo, o los problemas sobre el papel que una organización revolucionaria ha de jugar políticamente vienen a traducirse en una separación entre organización revolucionaria y pueblo trabajador que no se acaba de solucionar. A esto, se podría añadir el peligro real existente en grandes áreas urbanas andaluzas de que el fascismo siga el ejemplo del Hogar Social de Madrid, y llene el hueco que la propia izquierda revolucionaria deja vacío. Al respecto, nos parece bien interesante la reciente reflexión del blog vasco Borroka Garaia Da (“Nazis, asistencialismo y pisar el barrohttps://borrokagaraia.wordpress.com/2016/11/05/nazis-asistencialismo-y-pisar-barro/):

Si el sistema es el que gestiona (mal) las necesidades más vitales, la gente se quedará con el sistema. Si el movimiento revolucionario baja al barro y se llena de mierda hasta arriba, teniendo en cuenta además que verdaderamente este movimiento revolucionario está para velar por los y las desposeídas, las cosas pueden empezar a cambiar (…)Hoy el asistencialismo burgués tiene cogida la bandera que un día se quedó tirada en el suelo y hay que arrebatársela, en nuestro caso (y al contrario que el asistencialismo sistémico o cualquier planteamiento derechista, que parten de objetivos en realidad en contra del pueblo trabajador), de una manera genuina pues la patria vasca, esa que decimos querer liberar para los y las de abajo, está precisamente compuesta por ellos y ellas.”.

Los barrios de las grandes áreas urbanas andaluzas son los grandes olvidados, son los espacios en los que se encuentra la clase obrera y los sectores populares; hace falta un trabajo en la línea de un asistencialismo no reformista, ni paternalista, ni caritativo, una asistencia que ayude a crear poder. La conciencia nacional y de clase no se va a introducir en el pueblo trabajador espontáneamente, y ni mucho menos a base de repetir hasta la saciedad determinados lemas o de repetir grandes discursos, sino que lo hará debido a un trabajo planificado en el seno de la clase obrera y el pueblo que vaya más allá de la agitación y la propaganda al uso.

Los Panteras Negras se guiaron por unas principios de creación de poder popular en las comunidades negras que son los mismos que supuestamente guían a las organizaciones revolucionarias andaluzas, pero falta ese “servir al pueblo” maoísta, ese ser útiles a nuestra clase y a nuestro pueblo, sin ese sentido de la utilidad difícilmente nuestro pueblo se adherirá decididamente a un proyecto político soberanista y socialista. Hace falta una empatía de la que, haciendo autocrítica, muchas veces carecemos.

Decía el prócer cubano José Martí que la mejor manera de decir es hacer, poner en práctica el lema maoísta de “servir al pueblo” puede ser sin duda la forma más eficaz de crear la República Andaluza libre y soberana como expresión institucional del conjunto del pueblo trabajador andaluz. Para ello, el ejemplo de los Panteras Negras, alejado de toda pose oportunista, de toda pose “romántica” o meramente estética debe estar ahí para iluminarnos.

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