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Andalucía :: 06/04/2016

Andrés Bódalo y la incómoda realidad andaluza

Antonio Torres
En realidad, en esa cárcel de Jaén II ha entrado todo un pueblo, y siempre por delante, la clase obrera, especialmente la jornalera

Andrés Bódalo, sindicalista del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), lleva ya varios días en prisión. Las acusaciones que le han llevado a la cárcel, como ya se ha tratado en varios artículos de opinión y noticias, no se sostienen, desde las declaraciones de los guardias civiles presentes aquel día 27 de septiembre de 2012 en Jódar en las que niegan que hubiera violencia física de cualquier tipo, hasta un video ampliamente difundido en el que se puede fácilmente comprobar como Bódalo, lejos de agredir a nadie, lo que hace es apaciguar los ánimos de las personas que asisten a la protesta. Es fácil deducir que Andrés Bódalo estaba previamente condenado, pero no sólo eso, sino que yendo un paso más allá, podemos afirmar que hubo una clara intención, previa al juicio, de encerrar a Bódalo.

Los motivos, según apuntan diversos artículos publicados últimamente en los que se analiza el caso de Andrés Bódalo, van desde plantear de una vez por todas un escarmiento al SAT, hasta motivos que tienen que ver con la actividad política de Bódalo: concejal por la candidatura Jaén en Común, y su encabezamiento de la candidatura de Podemos al Congreso de los Diputados por Jaén en las pasadas elecciones del 20 de diciembre. El Estado no puede consentir que el SAT venga a perturbar con sus protestas y acciones simbólicas de gran difusión mediática el orden impuesto por su partido en Andalucía -el PSOE- y contribuya a concienciar sobre la situación de marginación, dependencia y subdesarrollo de Andalucía, concretamente entre quienes más sufren esa realidad de miseria y opresión: la clase obrera. Por otro lado, da la sensación de que Bódalo es en estos momentos un rehén que puede ser utilizado por el Estado contra Podemos, incidiendo en sus ya notorias contradicciones internas y en el escenario político generado tras las elecciones generales del pasado 20 de diciembre en general.

Estando estas cuestiones tanto sociales como políticas sobre la mesa, y siendo éstas de suma importancia, no podemos dejar de lado otras reflexiones que subyacen como el tratamiento dado por los grandes medios de comunicación al caso de Bódalo. No se trata solamente de una brutal campaña de criminalización, ligada a todos los casos de represión política y social del Estado, va más allá de eso y tiene que ver con que Andrés Bódalo y su lucha sindical y política representan una realidad incómoda para el Estado español. Una incomodidad, que unida a la criminalización de la protesta, incita al desprecio, la burla y al morbo, descontextualizando y, sobre todo, despolitizando el caso concreto.

La verdad poco importa y conocerla menos aún para un nacionalismo de Estado que es incapaz de analizar y comprender qué pasa en Andalucía y por qué, y que es incapaz de comprender a personas como Andrés Bódalo o a organizaciones sindicales como el SAT. Y no, no se trata solamente de un nacionalismo español rancio y de derechas, no, se trata también de ese nacionalismo español que por más que intenta ser progresista no sabe o no puede o no quiere escapar de los clichés impuestos históricamente por la gran oligarquía española. El nacionalismo español iguala a aspirantes a progresistas y a reaccionarios confesos en su visión de Andalucía y del pueblo trabajador andaluz.

España, o mejor dicho, la gran oligarquía española culpa al pueblo trabajador andaluz de los problemas históricos que ella misma ha provocado en Andalucía. Al Estado español le incomoda la realidad andaluza -una realidad que ella misma ha provocado de paro, miseria y marginación- pero cuando el pueblo trabajador protesta y reivindica sus derechos y se pone en marcha para solucionar políticamente esos problemas, molesta e incomoda, pero también molesta cuando calla y aguanta estoicamente.
Decía en sus versos Antonio Machado aquello de ”Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora”; precisando que la primera víctima del nacionalismo español ha sido y es Castilla y su pueblo, si sustituimos Castilla por España, o por la oligarquía española cosmopaleta- sí, he dicho bien, cosmopaleta- la del Ibex 35, y si también sustituimos el deprecio por la represión y el encarcelamiento, todo el asunto de Andrés Bódalo y el tratamiento mediático de su caso adquiere más sentido. España no solo desprecia sino que reprime y encarcela cuanto ignora.

El caso de Andrés Bódalo ejemplifica todo lo que estamos hablando, es un caso de manual. Los programas matinales de televisión compiten los unos con los otros en presentar a Andrés Bódalo y al SAT como una panda de matones sin escrúpulos, un fruto no deseado e incorregible de esa Andalucía que ellos mismos han creado y recreado. Mientras, la cadena televisiva supuestamente progresista del nacionalismo español, La Sexta, se mofa, se burla y se ríe de Andrés Bódalo y del SAT, recurriendo al chiste fácil, a lo primero que ven y tienen a mano, y lo hacen no solamente porque no tienen argumentos o sencillamente no dan para más, o no solo por ese repugnante clasismo meritocrático que fomenta el nacionalismo pequeñoburgués español, sino porque es política de Estado, porque detrás del Gran Wyoming, de Dani Mateo y de todos los bufones de la Corte de Felipe VI hay unos guionistas que reciben órdenes precisas de hacer lo que hacen.

Todo esto hay que comprenderlo de una vez, porque no se trata de renunciar a hacer declaraciones o a intervenir ante determinados medios o programas televisivos, pero sí de no dejarse utilizar por ellos y de cortocircuitar de raíz todos los intentos de manipulación. Somos nosotros quienes debemos utilizarlos a ellos, y no al revés. La batalla es comunicativa, y estas cuestiones deben ser tenidas en cuenta: o utilizamos los medios para difundir que se ha cometido una injustica grave por motivos sociales y políticos, o de lo contrario estaremos alimentando los argumentos, basados en mentiras y en estereotipos, del enemigo. No es fácil, pero ese es el problema a resolver.

Andrés Bódalo ha sido encarcelado y con él esa incomoda realidad andaluza, esa realidad que molesta tanto al Estado español. En realidad, en esa cárcel de Jaén II ha entrado todo un pueblo, y siempre por delante, la clase obrera, especialmente la jornalera. Nuestra libertad, la de cada uno de nosotros y nosotras está en juego y está en cuestión cada minuto que Andrés Bódalo permanece en prisión. Esto es una batalla que forma parte de una guerra global: la lucha de clases, en el marco de una nación oprimida: Andalucía: esto es una batalla por nuestra libertad.

ANDRÉS BÓDALO, ¡LIBERTAD!

 

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