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Andalucía :: 08/08/2016

El 10 de agosto y la unidad del andalucismo

Ali Manzano
La “Unidad” se está construyendo sobre objetivos y sobre estrategias. El objetivo de una Andalucía Independiente, socialista, anticapitalista, antipatriarcal, antiimperialista

Nuevamente, cuando se acerca el aniversario del asesinato de Blas Infante, se repiten las voces que en nombre de la Unidad del “andalucismo” convocan a actos unitarios. Actos donde cabe todo el mundo que haya adquirido la denominación de ”andalucista”, se adorne con una bandera verde y blanca y cante el himno de la Junta de Andalucía.

Este año, la “unidad” será más numerosa (en siglas, no en andaluces/as) por la descomposición del PA en múltiples micropartidos, por la presencia de los satélites de Podemos, y por el “andalucismo” de toda la vida, ese que agrupa más siglas que personas. Una “unidad” necesaria, imprescindible; los fracasos colectivos y personales de los “líderes” del andalucismo les hacen buscar el calor de las “masas”, en la creencia de que la unión de los enanos puede crear un gigante.

Pero lo más llamativo, es que la “unidad” se forja en torno a la “Fundación Blas Infante” y a su patrona, MªAngeles Infante, hija de Blas Infante, cuyo trabajo al frente de la Fundación ha consistido en servir de herramienta al PSOE de Andalucía y a la Junta, para encauzar el “andalucismo” a través de las instituciones y permitir al PSOE fagocitar cualquier intento por crear herramientas de liberación nacional. Año tras año, hemos visto cómo la Fundación, con MªAngeles a la cabeza, organizaba el acto con los expresidentes Chavez o Griñan como protagonistas, o cómo acudía a la llamada del PSOE para ir al Parlamento de Andalucía y avalar con su presencia la idea difundida por las instituciones y partidos del Régimen del 78 de que el Ideal de Blas Infante se había cumplido con la autonomía andaluza. Las subvenciones que la Fundación recibía de la Junta de Andalucía y la ideología conservadora y españolista de las hijas de Infante, les llevaba a colaborar alegremente con los que hacían un negocio electoral de la manipulación ideológica de su padre.

El PSOE con la ayuda de la Fundación y de muchos oportunistas, (desde las filas del PA y desde otros entramados “andalucistas”), ha vampirizado el andalucismo electoral, convirtiéndolo en residual y sin influencia en la política andaluza. Una vez derrotado el “andalucismo” por absorción del discurso y sus símbolos, se le considera amortizado, obsoleto, no representa un peligro para los ostentadores del poder político. Cuando se recortan las subvenciones a la Fundación, cuando se le resta protagonismo a la “familia”, estos “amenazan” con propiciar la unidad del andalucismo como antagonista de todos los que tienen su sillón en el Palacio de San Telmo. La falta de visión política y el alejamiento de la realidad, les lleva a los “andalucistas” con aspiraciones, a participar en un “chiringuito” que no irá más allá del 10 de agosto, al ser imposible conciliar un programa ideológico inexistente con los egos de cada uno de los “patronos” de las siglas que componen el mosaico andalucista. “Unidad” para mantener un protagonismo cada día más escaso, “Unidad” para encabezar y utilizar el andalucismo como moneda de cambio en los próximos procesos electorales. Una pelea de gallos que les va a dejar a todos como el gallo de Morón, “sin plumas y cacareando”.

A menudo, de forma interesada, se pretende confundir el término “andalucismo” con la ideología de Blas Infante, metiendo a todas las organizaciones que se reclaman herederas del líder andaluz, en el mismo saco ideológico, favoreciendo interesadamente la confusión que considera a todas las organizaciones andaluzas “parte de”, lo que facilita que se diluyan las diferencias entre unas y otras , y no se distingan las realidades ideológicas que sustentan a cada formación.

En este sentido, tenemos dos realidades distintas y antagónicas:

Por una parte, el “andalucismo”, herramienta ideológica del capitalismo en un contexto concreto, en la España de las “autonomías”, donde el nuevo armazón político emanado de la necesidad del franquismo por adaptarse a los nuevos tiempos de concentración capitalista, desarrolla la “España democrática y autonómica”, en los pactos surgidos durante la “transición”, donde el franquismo (en todas sus vertientes: política, económica, judicial, funcionarial, militar, policial…) pacta con la socialdemocracia de González y Carrillo el nuevo modelo de Estado que le permitiría a España cumplir con las exigencias políticas de las instituciones internacionales que representan los intereses del capitalismo global.

Ante el peligro sempiterno en el Estado español de ruptura territorial, en unos casos, como el de Euskalerria y Catalunya, se potencian los partidos nacionalistas ya existentes, y en otros como en Andalucía, se crean, controlados por las burguesías locales y comprometidos con el modelo de Estado surgido de la “transición”, es decir, respetando las dos patas fundacionales del Estado democrático: la “Unidad de España” (cuando el nacionalismo español habla de “unidad”, siempre hay que tener en cuenta que se refieren a la “unidad de mercados”, principal eje sobre el que giran los intereses del capitalismo español) y el sistema económico capitalista en cualquiera de sus vertientes (liberalismo, socialdemocracia…). Estos partidos actúan como tapón para impedir el acceso a las instituciones y el apoyo social a los partidos independentistas y anticapitalistas. En el caso de Andalucía, la creación del PSA, reconvertido en PA al renunciar a la S de socialista, supone el “taponamiento” de la incipiente izquierda independentista, que reprimida en unos casos (el asesinato de Gabi Lima, líder sindical y político, actuó como losa para una izquierda independentista andaluza que tardaría años en recuperarse) y fagocitada en otros, por el error táctico y estratégico de ir de la mano del “andalucismo” en numerosos actos, lo que impedía visibilizar a la Izquierda Independentista como fuerza netamente anticapitalista, siendo confundida por la clase obrera andaluza al considerarla como parte de ese “andalucismo” pegado a las instituciones y al poder, muleta en muchos casos para la gobernabilidad y la sumisión de Andalucía a los intereses del capitalismo español representados por el PSOE.

En los últimos años, la Izquierda Independentista y Anticapitalista andaluza, ha tomado conciencia de los errores y fracasos del pasado, motivados por su apoyo a movimientos políticos y sindicales cuyos objetivos no estaban lo suficientemente claros y sus estrategias no correspondían a las necesidades de unas fuerzas políticas y sindicales andaluzas que sirvieran de vertebración de las luchas nacionales y sociales de la sociedad andaluza. La condescendencia y el no enfrentar al “andalucismo” como fuerza reaccionaria y colaboracionista con el Estado español, han sido otros de los frenos que han impedido el desarrollo y fortalecimiento de las organizaciones que representan a la Izquierda Anticapitalista andaluza.

Por estos motivos, el próximo 10 de Agosto habrá dos actos commemorativos del asesinato de Blas Infante: el organizado por la “Fundación”, donde se aglutina el “andalucismo”, y el organizado por la Izquierda Independentista y Anticapitalista andaluza, qué tendrá lugar a las 8 de la tarde en la Plaza del Antiguo cine Jauregui, lugar donde fue retenido Blas Infante antes de darle el “paseillo”.

La “unidad”, no se puede construir sobre símbolos que no tengan un respaldo ideológico, y en este sentido, el Blas Infante que nos presenta el “andalucismo” es una caricatura del Blas Infante que fue asesinado por “separatista y revolucionario”, según la sentencia que cuatro años después de su asesinato, le condenaba a muerte.

La “Unidad” se está construyendo sobre objetivos y sobre estrategias. El objetivo de una Andalucía Independiente, socialista, anticapitalista, antipatriarcal, antiimperialista, sin explotadores, sin bases militares extranjeras, ni norteamericanas, ni inglesas ni españolas… es el pegamento que está uniendo a muchos andaluces en torno a organizaciones de clase. Y la estrategia, la unidad de acción de las organizaciones de estricta obediencia andaluza, en torno a los objetivos expuestos.

“Sentimos llegar la hora suprema en que habrá que consumarse definitivamente el acabamiento de la vieja España (…). Declarémonos separatistas de este Estado que, con relación a individuos y pueblos, conculca sin freno los fueros de la justicia y del interés y, sobre todo, los sagrados fueros de la Libertad; de este Estado que nos descalifica ante nuestra propia conciencia y ante la conciencia de los Pueblos extranjeros (…). Ya no vale resguardar sus miserables intereses con el escudo de la solidaridad o la unidad, que dicen nacional”.

Manifiesto de Córdoba (Blas Infante)

 

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