El Brexit- Incapaces de comprender la realidad, entran en pánico cuando ésta finalmente se expresa.

La UE de la que se ha salido el Reino Unido a través de un referendúm ganado por cuatro puntos de diferencia, con las excepciones de Escocia e Irlanda del Norte, poco tiene que ver con la Comunidad Económica Europea fundada en 1957, de la que por cierto el Reino Unido estuvo ausente hasta el año 1972.

La Comunidad Económica Europea fue fundada en 1957 en base al eje territorial París – Roma - Bruselas – Bonn. Berlín era la capital de la República Democrática Alemana (RDA) y por tanto se enmarcaba en la llamada Europa oriental, la que constituía los llamados Estados del Socialismo Real, aliados de la URSS.

La C.E.E. fue fruto de su tiempo, de las circunstancias históricas: existencia de un mundo bipolar que afectaba especialmente a Europa, reconstrucción económica de Francia, Alemania, Italia..., hegemonía absoluta de EE.UU. sobre el bloque occidental, tanto en el terreno cultural y económico, como en el político-militar.

En ese contexto, la CEE no aspiraba sino a la reconstrucción económica y social, en el marco de un capitalismo –más o menos keinesiano– de esos territorios incorporados en ella. Cosa que por cierto hizo con extraordinario éxito en relativamente poco tiempo.

Es bueno recordar que en ese momento histórico, hacia el año 1960, se constituye la Asociación Europea de Libre Comercio (E.F.T.A., por sus siglas en inglés) de la que son promotores precisamente el Reino Unido y Dinamarca, entre otros, y que la abandonan en 1972 para incorporarse a la UE. La EFTA sí que fue simplemente una asociación europea de libre comercio, sin ninguna otra pretensión.

El fortalecimiento económico de la UE en la década de los setenta y su fortalecimiento político en la de los ochenta y noventa del pasado siglo, trae consigo el germen de su debilitamiento. Debilitamiento que continuará progresando y cuyo episodio más significativo es el Brexit.

El crecimiento hacia el Este de la Unión Europea con la caída de la Europa del Socialismo Real, así como por la desintegración de la antigua Yugoslavia a través de una guerra inducida precisamente por la UE, generará un fortísimo conflicto por la hegemonía en el interior de esta alianza, que se saldará con una clarísima victoria de Alemania. Ahora si de Berlín, debilitando de forma dramática el eje Paris – Roma.

La Alemania reunificada, una vez conseguida esa hegemonía en el seno de la UE, pone en marcha un severo y rígido proceso de remodelación del proyecto para convertirlo en una especie de sucedáneo del IV Reich. El nacimiento del Euro es un importante paso en esa dirección, como lo es el anterior Tratado de Maastricht, o los de Niza y Lisboa.

La UE, así configurada, ya no es interesante para un Estado como el Reino Unido, que tiene un conjunto de intereses y de relaciones internacionales que les permite sobrevivir -sin grandes dificultades a corto plazo y con buenas expectativas a largo- fuera de la entidad. Entre otras cosas mantienen su propia moneda, la Libra, que les facilitará mucho las cosas.

La UE es un claro proyecto imperialista pangermánico, y hay países a los que eso no les interesa. Claro que la posición inglesa es una posición nacionalista burguesa, pero apostar por quedarse en la actual UE nada tiene que ver con posiciones progresistas o revolucionarias.

La cuestión es que l@s británic@s pueden hacer esto por su potencialidad y porque se lo creen, pero ello no está al alcance de tod@s. Tal cuestión no justifica en modo alguno la posición de seguir apoyando un proyecto neoimperialista alemán. En Castilla sabemos mucho de esto porque lo venimos sufriendo de una u otra manera desde hace 500 años. Nuestra respuesta es claramente no al proyecto de la UE.

No hay otro camino que construir el camino propio; en el caso de Castilla, el Foro de São Paulo, que se está celebrando estos días en San Salvador, nos puede dar muchas pistas.

Castilla, 24 de junio de 2016