El PSOE se rompe, ¿podrá Podemos capitalizar el descontento de sus bases?

Se impuso Susana Díaz en Ferraz con mano de hierro en un comité federal que fue la viva representación de que, tanto en la política como en la vida cotidiana, cuando dos trenes chocan frontalmente quizá uno de los dos acabe ganando y manteniéndose en la vía, sin embargo ambos trenes resultarán gravemente dañados.

Así ha quedado el PSOE después de que Pedro Sánchez haya perdido el poder interno de un partido que ahora se tambalea ante un futuro muy incierto. Por un lado, después del bochornoso espectáculo de estos días unas terceras elecciones pueden hacerle continuar con la sangría de votos hasta enviarle al baúl de los recuerdos. Por otro lado, una abstención frente al acuerdo PP-Ciudadanos puede parecer que les dará algo de oxígeno y sobre todo tiempo, sin embargo el PP tiene las de ganar después de haber gestionado muy inteligentemente estos meses de gobierno en funciones y seguir acumulando fuerzas (y votos). Eso quiere decir que el PP aceptará una abstención del PSOE a cambio de un acuerdo para la estabilidad de su gobierno neoliberal. Es decir, el PSOE pierde en ambos casos, aunque difícilmente les interese ahora mismo bajar de los 85 diputados por lo tanto la abstención tiene mayores papeletas. Y además Felipe González ha apoyado esa línea por activa y por pasiva.

Salir del pozo en el que se encuentran no les va a resultar sencillo, para empezar porque sus propias bases están destrozadas. Hubo movilizaciones de militantes para apoyar a Pedro Sánchez en Ferraz, porque había sido un secretario general elegido en primarias y además porque había sostenido el “no es no” al PP, lema que las bases apoyan y que ahora ha perdido frente al lema de “primero hay que darle un gobierno a España y luego abrir un debate profundo en el PSOE”, sostenido por Susana Díaz.

El sábado por la noche, minutos después de la dimisión del ahora ex secretario general, hablamos con simpatizantes de los manifestantes apostados en Ferraz. Una mujer mayor votante del PSOE de toda la vida, de las que les votan manque pierda, exclama “para mi, Sánchez no era santo de mi devoción pero lo que le ha hecho la Susanita es inaceptable, indignante, yo en las próximas elecciones voy a votar a los verdes. Se acabó”. No podemos tomar esa opinión como una encuesta científica, obviamente, pero puede ser un digno ejemplo del clima que respira una parte importante de las bases.

El PSOE se rompe y una de las grandes preguntas que salen a la palestra es, ¿será Podemos capaz de capitalizar la crisis del PSOE? La respuesta de esta mujer mayor hace pensar que no será tarea fácil. Ella no se plantea irse a la abstención porque eso sería beneficioso para el partido más fuerte, o sea el PP, y en vez de eso en este caso se plantea votar... a los verdes, no a Podemos. Eso es otra demostración de que 2 + 2 no siempre son 4. En las elecciones del 29 de junio Podemos se unió a Izquierda Unida con el objetivo de sumar los votos de ambas formaciones e incluso generar la ilusión necesaria para que 2 + 2 fueran igual a 5, sin embargo el resultado de esa suma fue 3 porque hubo un sector de votantes que se fue a la abstención. La gente no es tan fácilmente moldeable, vota a quien vota y si no vota a otros es porque no les gustan y no siempre van a seguir cual rebaño las estrategias fantásticas de los líderes políticos.

Al igual que Podemos no ha podido atraer al votante de Izquierda Unida por arte de magia, probablemente tampoco podrá hacerlo con el votante del PSOE. Se puede decir que un seguidor del Real Madrid no se va a hacer seguidor del Atlético de Madrid de un día para otro, es más, muchos no lo harán nunca. La tarea es ardua, la actitud y la estrategia de comunicación deben ser pacientes y cuidadosas. Y quizá incluso el foco de trabajo no debería estar ahí sino en seguir haciendo su propio trabajo, en fortalecer y ampliar la base simpatizante de cara a disponer de un respaldo sólido el día que llegue, si es que llega, la hora de la verdad.