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Pensamiento :: 06/12/2015

El "terrorismo" como excusa de la represión política

Juan Manuel Olarieta

 

Dibujo. (Agente del FBI armado y trajeado, en su placa "License to kill")


La Asociación para la Justicia Civil ha obtenido cientos de páginas de documentos que, una vez más, revelan que con la excusa de la lucha contra el “terrorismo” el FBI controla y vigila organizaciones populares de todo tipo, incluidas las pacifistas.

Durante una década el FBI llevó a cabo una campaña sistemática de vigilancia de SOA Watch (Observatorio por el Cierre de la Escuela de las Américas), una organización estadounidense que lucha contra la militarización que el gobierno de Estados Unidos ha impuesto en toda América Latina.

Cada año la organización SOA Watch organiza protestas en Fuerte Benning, en Georgia, lugar donde opera actualmente la Escuela de las Américas, que ha cambiado su nombre por el por el de WHINSEC (Instituto de Seguridad y Cooperación del Hemisferio Occidental).

En Fuerte Benning los imperialistas adiestran a militares y policías que participan en la represión de los movimientos populares en países como Colombia, Honduras y México, así como en asesinatos selectivos.

Algunos de los alumnos de la Escuela de las Américas han sido luego los sátrapas de América Latina, responsables de golpes de estado, masacres, centros de tortura y crímenes de todo tipo.

La trayectoria de SOA Watch es de lucha pacífica. Sin embargo, el FBI la incluyó dentro del listado de organizaciones “terroristas”, por lo que pidió a todas sus unidades que recabaran “toda la información relevante” sobre ella. Además, infiltró soplones dentro del movimiento para obtener información.

10 años de documentos muestran que, año tras año, el FBI reconoció que las actividades del movimiento eran pacíficas, a pesar de lo cual siguió acechando ya que era posible que pudiera haber “participantes violentos” o “facciones de una célula radical”. Servían como pretexto para justificar el espionaje y la violación de los derechos fundamentales.

En 2005 los informes del FBI admitieron “las intenciones pacíficas de los dirigentes de SOA Watch”, pero justificaron el control por la posibilidad de que “un grupo militante pudiera infiltrarse en las manifestaciones y crear problemas entre la multitud”, algo que nunca se produjo. Incluso el FBI reconoció que “en este momento, no hay amenazas específicas o eventos conocidos”.

Una hipotética amenaza, no especificada, de violencia en el futuro era la excusa que cada año esgrimió el FBI para mantener la vigilancia. Según la policía estadounidense toda protesta pacífica, constitucionalmente protegida, lleva la semilla potencial de la violencia. Los que protestan son terroristas en potencia.

El esquema se repitió siempre. Este año no ha habido ninguna violencia, pero puede haberla el que viene. Al año siguiente la excusa se repetía exactamente igual.

En las protestas de SOA Watch participaban miles de personas, y en varias de ellas hubo detenciones. Los informes del FBI reconocen, por ejemplo, la detención de 1.700 manifestantes en noviembre de 2000, por el uso de máscaras, ataúdes, títeres o por “verter pintura roja sobre sí mismos”.

El 2006 los soplones “proporcionaron informes sobre la organización de manifestaciones en Massachusetts y el número de autobuses que llegarían de todo el país a las protestas en Fuerte Benning”. El FBI controló los albergues y las inmobiliarias que colaboraron con la logística de la protesta, que fue etiquetada por el FBI como “Preparación de Nivel para Eventos Especiales”.

Después informaron de que la protesta había transcurrido “sin incidentes”. Exactamente lo mismo ocurrió en 2007.

En 2008 los soplones del FBI viajaron con los manifestantes a la concentración para vigilar las actividades de varios de ellos, a pesar que “nunca habían expresado o mostrado una propensión a la violencia”.

El FBI utilizó “informantes confidenciales” que informaban puntualmente sobre el calendario previsto de actividades y movilizaciones, los nombres de los organizadores, entre ellos una monja, así como un abogado.

Después de 10 años de vigilancia, en 2009 el FBI admitió que “nunca ha habido ningún incidente significativo de violencia o daños a la propiedad”. Finalmente cerraron el caso y describieron las manifestaciones más bien como un “festival callejero”.

En 2012 la Asociación para la Justicia Civil descubrió que el FBI también estaba tratando al movimiento “Occupy” como una amenaza “criminal y terrorista” en potencia, a pesar de que los organizadores llamaban explícitamente a la protesta pacífica y se oponían al uso de la violencia.

La Asociación para la Justicia Civil obtuvo documentos que demuestran que, en agosto de 2011, un mes antes de montar el campamento “Occupy”, el FBI movilizó a toda su tropa para vigilar al movimiento pacifista.

Los documentos obtenidos muestran que el gobierno de Estados Unidos gasta enormes recursos en control, seguimiento y presentación de informes sobre todo tipo de movilizaciones, incluidas las pacíficas, legales y constitucionalmente protegidas.

Recientemente el FBI ha sido denunciado por el control y seguimiento, incluso a través de aviones de vigilancia, de las actividades del movimiento afroamericano “Black Lives Matter” en varias ciudades de Estados Unidos.

A mediados de la década de los setenta, el Comité Church, del Senado de Estados Unidos, llevó a cabo una investigación sobre las ilegalidades que todo tipo que comete la policía en Estados Unidos.

Como resultado de las violaciones que cometía el FBI, se le impusieron algunas restricciones, de las que ha vuelto a hacer caso omiso. Por ejemplo, no puede investigar las actividades que conciernen a la libertad de expresión cuando no son violentas.

Pero desde su nacimiento, el FBI se parece a todas las policías del mundo. Hace de su capa un sayo. La ley no va con ellos. Para combatir el terrorismo practican el terrorismo institucional: vigilan, supervisan, controlan e infiltran a movimientos populares de todo tipo.

 

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