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Estado español :: 16/04/2016

Franco ha muerto... pero sigue mintiendo

Canarias Semanal
Algunas consideraciones sobre la muerte política de José Manuel Soria

     Desde las primeras horas de la mañana de este viernes, la noticia cundió con la velocidad del rayo a lo largo y ancho de las  siete islas, a través de boletines, primeras páginas digitales y tertulias radiofónicas. Franco ha muerto. Pero a diferencia del clímax que hace 40 años transmitieron a la población los medios de comunicación, en este caso no tuvimos la oportunidad de escuchar ni un solo lamento, ni una sola conmiseración hacia el ilustre desaparecido, ni una valoración positiva sobre quien durante un cuarto de siglo había ejercido mando y autoridad en la vida política del Archipiélago.

       En realidad, más que una muerte natural como la del Caudillo que gobernó sobre los españoles durante 40 años, el deceso de José Manuel Soria ha sido un suicidio involuntario, un torpe y vil enredo  en el que a medida en que  negaba y renegaba sobre lo evidente más apretaba el dogal alrededor de  su cuello. Ha sido, sin duda, una muerte política indigna, hedionda, propia de quien ha tenido también una vida política indecente.

      Nos quedaríamos cortos, sin embargo, si nos limitáramos en esta breve nota necrológica a glosar sobre las últimas horas agónicas de la trayectoria del difunto, sin aludir a cuál ha sido el sentido de su todopoderosa presencia en elArchipiélago Canario.

       La personalidad política de José Manuel Soria no es más que la expresión de un fenómeno que se reproduce cíclicamente en Canarias. Históricamente, la lejanía, el abandono y el aislamiento a los que ha estado sometido elArchipiélago han hecho que las clases sociales hegemónicas autóctonas promocionen políticamente, cada cierto tiempo, a determinados personajes  para la defensa de sus intereses en la capital del Estado.

       A principios del siglo XX, el personaje al que le confiaron esa importante misión se llamó León y Castillo. Durante la dictadura franquista, el papel de"conseguidor" ante la Corte de Madrid lo desempeñó Matías Vega Guerra,un personaje de similar catadura a la de quien hoy nos estamos refiriendo.

     Acabado el franquismo, bajo el régimen monárquico impuesto por el dictador el cargo de intermediario  ante la Administración del Estado han tratado de jugarlo José Carlos Mauricio y José Manuel Soria, dos personajes con orígenes ideológicos aparentemente contradictorios, pero vinculados ambos a familias pertenecientes a las poderosas clases agrarias del Archipiélago.

      Sin embargo, a estas alturas del siglo XXI la estructura económica de Canarias ya no es la misma que había en los siglos XIX y XX. El papel hegemónico en la economía de las Islas corre ahora a cargo de los grandes hoteleros y del capital multinacional. Nuestros dos últimos y contemporáneos   "conseguidores" políticos - Mauricio y Soria - han sido sensibles a estos cambios,  atendiendo con presteza a las solicitudes de los intereses de las nuevas clases hegemónicas de las Islas. Y en ambos casos, hay que decirlo, lograron cumplir con holgura ese objetivo.

       Pero  con ser importante no perder de vista los instrumentos  a través de los cuales las clases dominantes del Archipiélago han articulado sus conexiones con la Administración central del Estado, resulta más importante aún poner de relieve cuál es el caldo de cultivo que sigue permitiendo que, pese a los cambios radicales que se han operado en su estructura económica, el fenómeno histórico de los "conseguidores"  se continúe reproduciendo en Canarias.

        La respuesta a esta interrogante hay que encontrarla no sólo en los niveles de  pobreza económica y cultural de los canarios, herencia de siglos de abandono y explotación, sino también en cómo las clases sociales dominantes continúan controlando la casi totalidad de los medios de comunicación y el resto de mecanismos de transmisión  cultural, reproduciendo, una y otra vez, el mismo fenómeno histórico.

     A todo ello hay que añadir hechos tales como que las alternativas políticas que se han articulado frente a esta situación siempre hayan sido protagonizadas por grupos pertenecientes a la pequeña burguesía  y a las clases medias, y no por los sectores sociales realmente populares.

      Sólo atendiendo a estas razones podremos encontrar la respuesta para entender  por qué   hombres de la repugnante catadura de José Manuel Soriahan sido promovidos  como "conseguidores"   por  los centenares de miles de votos de una buena parte de los canarios.

 

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