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Pensamiento, Mundo :: 24/04/2013

Hipó-tesis sobre la Globalización y el Colonialismo

Ezequiel Espinosa
La llamada globalización no es más que la burguesía forjándose varios mundos a su imagen y semejanza. "Un mundo donde quepan muchos mundos"

Globalización: Los llamados procesos de globalización implican un complejo movimiento económico-político. La necesidad de (re)abrir sus “mercados exteriores” espolea a la burguesía de una u otra parte del planeta a restaurar los sellos y cimentos nacionales de la industria. Las viejas industrias nacionales son protegidas y capitalizadas como un problema vital para todos los estados de derecho. La burguesía posmoderna, para explotar el mercado mundial en forma “sustentable”, da a la producción y al consumo de todos los países un carácter multicultural. Así, si bien obliga a todas las naciones a civilizar su poderío social, capitalizando sus modalidades de vida, al mismo tiempo, la burguesía se ve obligada a reimplantar en su propio seno a los pueblos que había reducido a la barbarie o a la semibarbarie.

Situados en este proceso capitalista de globalización multicultural, “los pueblos bárbaros y semibárbaros” se ven sometidos a una dinámica de “subdesarrollo”, que implica no sólo el padecimiento de “los males que entraña el desarrollo de la producción capitalista, sino también los que supone su falta de desarrollo”.

En este contexto socio-histórico, las industrias culturales dan a las identidades “locales” un carácter cosmopolita. Entre los lamentos de los reaccionarios, el capital, que anida y construye en todas partes, va estableciendo por doquier sus relaciones. La red turística se vuelve universal, y con ella las producciones culturales de las diferentes naciones se patrimonializan, formando un acervo común. A pesar de las xenofobias, y apoyándose en el perfeccionamiento de las nuevas tecnologías y en las increíbles facilidades de su red de comunicaciones, el multiculturalismo va haciendo pasar a un segundo plano las limitaciones y las peculiaridades del carácter nacional, y las identidades “locales” y nacionales van confluyendo todas en una ciudadanía universal.

Por fin, se comprende así que la llamada globalización no es más que la burguesía forjándose varios mundos a su imagen y semejanza. “Un mundo donde quepan muchos mundos”.

Posmodernismo: Los posmodernismos son -muy a grosso modo- corrientes estético-políticas que (a diferencia de las vanguardias) celebran los procesos de pérdida de aura de la producción cultural y de rebajamiento de lxs artistas a servidores asalariados del capital, proclamando, sin más, “el triunfo de la libre concurrencia en el dominio de la conciencia”. La posmodernidad es la época en que las producciones culturales dejan de ser “magnitudes insignificantes” dentro de “la masa de la producción capitalista”, quizás no tanto para devenir en una producción “superior a todas las demás”, pero sí para funcionar como la “luz universal donde se bañan todos los colores, y a los que modifica en su particularidad”. Con la posmodernidad, la cultura deviene en el “éter especial, que determina el peso específico de todas las cosas a las cuales ha puesto de relieve”.

Deconstrucción: La deconstrucción es una expresión moral e intelectual de la clásica tendencia tecno-revolucionaria de la burguesía. Bajo su crítica “todas las relaciones inconmovibles y enmohecidas, con su séquito de creencias e ideas veneradas durante siglos, se derrumban; las nuevas se hacen añicos antes de haber podido osificarse. Todo lo estamental y estancado se esfuma, todo lo sagrado es profanado, y lxs hombrxs, al fin, se ven obligadxs a contemplar serenamente su situación y sus relaciones mutuas”. Pero la deconstrucción es el método posmoderno de la crítica burguesa y, en consecuencia, la burguesía lo aplica implacablemente sobre sí misma y sobre su propio mundo a fin de evitar la propia osificación.

Genealogía: La genealogía es la actualización posmoderna de la crítica histórico-romántica que siempre acompaña al avasallador desarrollo del capitalismo. “Con vanidosa diligencia arrastra desde todas las regiones del mundo motivos para hacer evidente que ninguna necesidad razonable vivifica las instituciones positivas, como, por ejemplo, la propiedad, la constitución del Estado, el matrimonio, etc.; que éstas incluso contradicen la razón; que a lo sumo se puede parlotear en pro o en contra de las mismas”. Para lxs genealogistas, todas las relaciones sociales sólo expresan una cosa, el efecto histórico-político de poderes sociales arbitrarios. En general, es una crítica conservadora, pues defiende la legitimidad de lo existente por el sólo hecho de su existencia o por su resistencia positiva. Pero también puede parlotear en su contra.

Multiculturalismo: Teoría posmoderna de la colonización que expresa y postula la articulación sistemática de formaciones comunitarias y la sociedad civil en pos de la reparación histórica del “medio ambiente” capitalista, garantizando, de tal modo, la continuidad de sus procesos de acumulación colonial. El multiculturalismo se nos presenta como un liberalismo radical y un comunitarismo conservador al mismo tiempo.

Por un lado tiende a mercantilizar todas las relaciones sociales -potenciando las formas de subsunción capitalista- y por el otro propicia las políticas de identidad, generando un respeto casi fanático en los guardianes de la mercancía por la propia mercancía cultural. El multiculturalismo en tanto que celebra la articulación entre liberalismo y comunitarismo, augura una solución “poscolonial” a la problemática articulada por un aparente nudo gordiano; la de la acumulación capitalista (Rosa Luxemburgo) y la de la modernización de las comunidades nativas conservando su identidad cultural (Clifford Geertz).

Poscolonialismo: El colonialismo, en términos generales, consiste en la exportación de poblaciones a un territorio ocupado sin oposición, o conquistado por la fuerza. El modo de colonización capitalista, a su tiempo, más que poblaciones, exporta sus relaciones sociales de producción. En tal sentido, el régimen (pos)colonial se caracteriza por la configuración de un paradójico complejo gubernativo; la formación de “colonias libres” donde se articulan la “emancipación cívica” y la autonomía “nativa”. En este contexto, el neocolonialismo se define como la intervención político-militar de las potencias imperialistas con el fin de constituir tales “colonias libres”. La gubernamentalidad poscolonial no emancipará a los diferentes “pueblos originarios”, pero puede que mejore sustancialmente la condición social de algunos de ellos. En tal caso, los aborígenes “podrán recoger los frutos de los nuevos elementos de la sociedad, que ha sembrado entre ellos la burguesía”, pero sólo en alianza con el proletariado y demás sectores subalternos es que podrán reunir la fuerza necesaria para desalojar a las actuales clases gobernantes y “acabar de una vez y para siempre con el yugo” de sus poderes estatales.

Interculturalismo: Teoría política poscolonial que expresa el desarrollo de ciudadanías sincréticas y la formación de capitalismos exóticos en tanto “efectos radicales” de los procesos de descolonización. Refleja, por tanto, la renovación económico-política de los distintos sistemas comunitarios mediante su personificación jurídica y a través de la capitalización de sus modalidades de existencia. La organización de las comunidades en forma empresarial (o la subsunción ideal de su trabajo en el capital), por un lado, y la transfiguración de los sujetos sociales en identidades abstractas (o la fijación legal de sus identidades), por el otro. La exotización del modo de producción capitalista, de una parte, y la caricaturización de los modos de cooperación comunitarios, de la otra. La articulación epistémica del exotismo capitalista, con aquella “visión romántica”, nostalgiosa de la “plenitud primitiva” de las sociedades tribales y/o comunitarias y que se manifestaba siempre por oposición a la “visión burguesa”.

Estados multi-étnicos o pluri-nacionales: Repúblicas rodeadas de instituciones comunitarias y configuradas por una ciudadanía sincrética. Bajo estas nuevas formas de estado, los poderes “nativos” no son quebrados, sino conservados o restaurados como poderes estatales subalternos y articulados policialmente con la sociedad civil. En términos de economía-política, por un lado, la república busca dotarse de un “village system” -o conservar y renovar los ya existentes- que se desenvuelva como un anexo de la economía capitalista y subordinado de diferentes maneras a sus procesos de acumulación colonial. Por el otro, las nacionalidades étnicas se procuran un Estado encargado de la protección, conservación y mantenimiento de sus modos de vida comunitario-campesino. Este doble movimiento se articula por medio de una gubernamentalidad poscolonial.

Ultra-imperialismo: En términos históricos generales, el imperialismo nunca fue más que una metrópoli imperial manteniendo relaciones casi exclusivamente políticas con los dominios de su imperio. Relación que situa(ba) a los pueblos dominados como “presa de un conquistador extranjero”. La fase imperialista del capital, a su tiempo, expresa políticamente la situación subordinada de un pueblo que ha caído presa de los capitales extranjeros. En su contexto actual, el ultra-imperialismo es el sistema de gobierno de las relaciones interimperialistas, la organización que rige los intereses colectivos de todos los imperialismos o el comité interimperialista para la administración del mercado mundial. No constituye una nueva fase capitalista, pues las relaciones imperialistas constituyen su base económico-política. Dicho esquemáticamente; primero se desarrolla la expansión colonialista europea-internacional con la creación del mercado mundial, luego sucede la lucha imperialista por la hegemonía en la explotación del mismo. Actualmente, el ultra-imperialismo constituye un sistema para desarrollar esa lucha en forma pacífica -dentro de lo posible- o como enfrentamiento bélico de “baja intensidad” (Lenin + Kautsky).

Internacionalismo: Teoría política decolonial que expresa la necesaria articulación de las luchas por la liberación nacional, con las luchas por la emancipación social. Las políticas poscoloniales de “reparación histórica” a las “culturas originarias”, les permitiría a las nacionalidades indígenas apropiarse e incorporar los adelantos y avances tecnológicos de la industria moderna, al mismo tiempo que las sujetaría al modus operandi de las empresas capitalistas. Un nuevo proceso de descolonización, por tanto, implicaría una transformación de las formaciones comunitarias, de anexos coloniales al régimen de la propiedad privada, a pilares nacionales de un nuevo sistema social armónico y vasto de trabajo cooperativo. Un socialismo decolonial donde los “pueblos aborígenes” ya no sean los subalternos de “las clases trabajadoras”, sino, más bien, sus aliados.

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