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Pensamiento, Mundo :: 08/05/2013

Hipó-Tesis sobre la globalización y el posmodernismo

Ezequiel Espinosa
El régimen tecnocrático es una forma política específicamente posmoderna del poderío social capitalista que se despliega como control y supervisión tecnológica

I- A despecho de todas las interpretaciones que lo suponen como una era de “superaciones teóricas”, el posmodernismo es un “síntoma” intelectual de los efectos “espirituales” de la denominada revolución tecnológica, es decir, del momento en que las fuerzas productivas son “producidas en la forma del conocimiento, y como órganos inmediatos de la práctica social, del proceso vital real”. El actual poderío social tecnocrático “revela hasta qué punto el conocimiento o 'knowledge' social general se ha convertido en fuerza productiva inmediata, y, por lo tanto, hasta qué punto las condiciones del proceso de la vida social misma han entrado bajo los controles del 'general intellect' y remodeladas conforme al mismo”.

II- El régimen tecnocrático es una forma política específicamente posmoderna del poderío social capitalista que se despliega como el control y la supervisión tecnológica de la “combinación de las actividades humanas y el desarrollo del comercio humano”, es decir, el proceso de la vida social misma controlado por “el general intellect y remodelado conforme al mismo”. La noción de “general intellect” refiere al desarrollo científico-tecnológico “convertido en fuerza productiva inmediata” y al trabajo vivo devenido en “supervisor y regulador” del sistema automático de producción. Se trata, en suma, de la capitalización del “conocimiento social general” que controla y modela el proceso de producción social.

III- La posmodernidad surge como resultado inmediato de la revolución tecnológica que genera un crecimiento de “la producción de lujo” hasta que el espacio ocupado por ella en la producción global adquiere un grado considerable, confundiéndose con la moda, al menos en “los países más avanzados”. En ésta época, surgen –ya sea directamente a base de la misma tecnología, o bien indirectamente, gracias a la revolución industrial provocada por ella– ramas de producción y campos de trabajo totalmente nuevos. Pero esta “tendencia hacia el refinamiento y la variedad de la producción” brota también de las nuevas relaciones trasnacionales creadas por la llamada globalización. No sólo se desarrolla el intercambio de artículos “étnicos” de consumo por productos industriales, sino que las empresas trasnacionales van utilizando, como medios de producción, una cantidad cada vez mayor de materias primas, ingredientes, artículos a medio fabricar, mano de obra, etc., de diferentes nacionalidades. Este desarrollo de las relaciones trasnacionales provocan un alza de la demanda de trabajo en la industria del transporte y la comunicación, haciendo que éstas se desdoblen en numerosas variedades nuevas hasta desarrollarse como verdaderas industrias globales.

IV- Los posmodernismos descansan en la subsunción real de la producción “creativa” en el capital, pero la posmodernidad es mucho más que un nuevo régimen de producción y apropiación de los bienes espirituales. Si la modernidad es la época de la producción capitalista en que “la política sería absorbida por la economía”, la posmodernidad es la época en que las producciones culturales dejan de ser “magnitudes insignificantes” dentro de “la masa de la producción capitalista”, quizás no tanto para devenir en una producción “superior a todas las demás”, pero sí para funcionar como la “luz universal donde se bañan todos los colores, y a los que modifica en su particularidad”. Con la posmodernidad, la producción cultural deviene en el “éter especial, que determina el peso específico de todas las cosas a las cuales ha puesto de relieve”. Si para la economía política moderna “la población” era la “base y sujeto de todo el acto social de la producción”, para la economía política posmoderna, ese lugar lo ocupa “la cultura”.

V- La “producción creativa” basada en la capitalización del “general intellet” se realiza comercialmente en “los necios caprichos de la moda”. No hace falta aquí que nos refiramos a la publicidad y su saturación del espacio social con el lenguaje de las mercancías. Pero sí debemos advertir que la forma en que el capitalismo posmoderno “produce objetiva y subjetivamente” es como producción recreativa, esto es, a partir de la producción de mercancías existenciales más que de mercancías cósicas. En su momento Marx supo indicar que las mercancías podían satisfacer las necesidades sociales como medio de producción, o de disfrute; pues bien, en la actualidad lo hacen como medios de producción de situaciones de disfrute. En este contexto histórico-productivo, la recreación deviene en la producción directa de “un objeto para el sujeto” y de “un sujeto para el objeto”; es decir, la identidad (in)mediata del “modo de producción” y el “modo de consumo”.

VI- La globalización es un “sistema mundo” articulándose en “aldeas globales”. De una parte, se desarrolla como una capitalización exotista de las diferencias culturales, donde el exotismo es la forma de convertir al “otro” vencido en “patrimonio cultural” de los vencedores (por medio de su exotización, el “otro” vencido deviene una cosificada, encasillada y respetable curiosidad). De otra, las identidades patrimonializadas devienen propiedad privada de los “nativos”, siempre y cuando la vuelvan negociable (y siempre y cuando sean ellos quienes pueden disponer de ella en el mercado, para venderla o registrarla). Mediante su conversión en patrimonio enajenable, las identidades se ven ahogadas en las “heladas aguas del cálculo egoísta”. El principio de las identidades posmodernas hace de su dignidad un “simple valor de cambio”.

VII- Nuestra época, una nueva época de la sociedad burguesa, se caracteriza, además, por haber complejizado los antagonismos de clase. Hoy, y cada vez más abiertamente, la sociedad civil tiende a separarse en dos grandes campos opuestos y articulados a sus dos grandes clases antagónicas: el capitalismo y sus “mercados exteriores”. En base a esta nueva estructura socio-económica se desarrollan formas entrelazadas de proteccionismo y librecambio, pues la protección de las clases medias, de los “village system”, de la familia y de las economías morales se ha vuelto una “question de vie et de mort” para la burguesía. Tanto para la colocación de su “población sobrante”, como para la reparación de su “medio ambiente”. En este contexto, el multiculturalismo o el interculturalismo, en decir, las políticas de la diversidad, son la instrumentación consciente de la “ley del desarrollo desigual y combinado”, a favor de la acumulación colonial.

VIII- El colonialismo inmaterial es otra forma política específicamente posmoderna que se despliega como la generación y el desarrollo planificado de una nueva “relación de hegemonía y subordinación” mediante la cual aquellos poderes productivos que no se hallan subsumidas realmente en el capital, “se le subsumen idealmente”. Así, y en correspondencia con el modo de producción dominante, todos los poderes productivos no capitalistas –y hasta los poderes improductivos- “se hallan bajo el imperio de las ideas capitalistas”.

IX- En términos generales, el relativo desplazamiento del sistema fabril por el régimen tecnocrático ha significado el paso de una explotación despótica y autoritaria a una “civilizada y refinada” (de la disciplina a la performance), el paso de una economía política de las poblaciones (biopolítica) a una economía política de las culturas (bios-política). Y si la primera se ocupa(ba) de “los hombres” en tanto “seres vivos”, la segunda se ocupa de las personas en tanto “seres espirituales”. Si la una se concentra(ba) sobre los cuerpos, la otra se concentra, ante todo, sobre las almas (de la “policía sanitaria” al “cuidado de sí”). En este contexto, las luchas de clases contra la explotación y la desocupación, se traducen inmediatamente en la lucha por la reducción de la jornada laboral y la conquista del tiempo libre para “la formación artística, científica, etc.”.

X- Si por una parte, el advenimiento del régimen tecnocrático ha significado un relativo desmantelamiento de la burocracia estatal en función de que la sociedad civil y sus grupos cultuales puedan crear “sus órganos propios, independientes del poder del gobierno”, por otra, los Estados de derecho se ven forzados a reconocer no solamente que su “unidad nacional” se originaba “en la violencia política”, sino que ha devenido hoy –y tanto como su burocracia- en un estorbo engorroso para “la producción social”. Así, y so pena de fraccionarse por el rompimiento de la vieja “unidad de la nación”, los Estados de Derecho se van viendo obligados a reconocer oficialmente que tienen “distintas nacionalidades bajo su gobierno”. Por lo demás, allí donde estas nuevas formas de Estado le vedan “a los otros” sus identidades, o cuando consienten su expresión, lo hacen siempre, pura y exclusivamente en interés de “la seguridad pública, es decir, de la seguridad de la burguesía”, tal y como lo ordenan sus posnacionales constituciones.

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