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Nacionales E.Herria, Estado español :: 10/08/2015

¿Baja estatura moral o intelectual del secretario general de Podemos?

Borroka Garaia
Repugnante que en base a un discurso de derechos e igualdad del que alardea Roberto Uriarte sea capaz de un plumazo de negar al pueblo vasco sus derechos y su existencia

Seguramente al leer el título de este post muchas personas estén pensando en Pablo Iglesias ya que Podemos es un partido político que actúa en el marco territorial del estado español. Pero no es el caso. De Pablo Iglesias ya habla bastante Pablo Iglesias que está encantado de conocerse. Me estoy refiriendo a Roberto Uriarte, secretario general de Podemos en un trozo de territorio de ese estado que se hace llamar comunidad autónoma del país vasco y que su origen está en las balistas, trabuquetes, onagros y catapultas utilizadas en el asedio de Gasteiz por tropas mercenarias del reino de castilla que duró casi un año. Pero como diría Monedero qué más da. Queda cool, y además queda lejos y no mancha, para los profes universitarios solidarizarse con indios exóticos de América ante la conquista española, pero si son vascos que se jodan.

Cuando un fascista dice que la nación vasca no existe le entiendo perfectamente. En realidad su trabajo es ese. Negar a Euskal Herria su condición nacional, prohibir el derecho de autodeterminación a sangre y fuego si hace falta. Y si que ha hecho, y no solo hace siglos. Entiendo que los fascistas sean así, pues el fascismo de eso trata entre otras cosas. Solo la supuesta nación elegida tiene derechos, sea Alemania, sea Israel o sea España.

Por eso me resulta repugnante que en base a un discurso de derechos e igualdad del que alardea Roberto Uriarte sea capaz de un plumazo de negar al pueblo vasco sus derechos y su existencia. Al fin y al cabo haciendo lo mismo que la guardia civil pero sin uniforme y con cara amable de tahur electoral.

No se si se cree que somos idiotas o el se piensa más listo que los demás cuando recientemente ha afirmado que “el derecho a decidir compete a la ciudadanía, no a un ente territorial” dejando claro que “el nacionalismo es una idea romántica del siglo XIX” para a renglón seguido sentenciar que hay que “abrir un proceso constituyente para que la ciudadanía decida cómo hay que reformar la Constitución”. Supongo que ni le temblarían las pestañas al tener una cara más dura que el cemento.

El caso es que cualquier alumno de primero de este profesor de derecho constitucional le podría decir sin estrujarse demasiado los sesos que esa reforma constitucional es en un territorio concreto que se encuadra en un estado y que esa ciudadanía es precisamente la de un territorio que es un estado. Porque si el derecho a decidir en realidad competiera exclusivamente a la ciudadanía y no en un ente territorial, la reforma constitucional española no simplemente la votarían en el estado español, sino que todos los ciudadanos del mundo, desde rusos hasta argentinos deberían participar. Pero no es así. La supuesta reforma constitucional española es para ciudadanos españoles del territorio español. Aunque en realidad ni por esas, es solo la oligarquía española la que dará o no dará el visto bueno pero esa es otra historia.

Por lo que intelectualmente no le da la cabeza a Roberto o simplemente su ética y moral se quedó extraviada. Yo creo que es la segunda opción, ya que negar de una manera tan hipócrita como un auténtico farsante el derecho de autodeterminación del pueblo vasco solo es equiparable a la insultante e insidiosa falsa oposición existente que promueve sin verguenza entre el derecho que tiene un pueblo a decidir su futuro y los derechos que corresponden a todas las personas que lo componen. Falacia de los no nacionalistas ciudadanos del mundo. O sea; españolistas de toda la vida.

En realidad lo que subyace aquí, a parte de electoralismo barato y de correveidilismo a modo de caballo de troya del centralismo español es miedo. Miedo a que la clase trabajadora vasca coja realmente su futuro en sus manos y que decida como clase y como pueblo todo lo que le compete, que es absolutamente todo. Miedo a que se quiebre finalmente la farsa impulsada tanto por la burguesía regionalista que se dice falsamente abertzale o foralista navarra y el españolismo de guetto no menos burgués tanto de derecha o socialdemócrata que mano a mano alimentándose mutuamente históricamente han intentado crear una línea divisoria en la clase trabajadora vasca para que no se autodetermine porque precisamente al hacerlo los intereses del capital no se las verían todas consigo como ocurre ahora. Y es que si el nacionalismo es una idea romántica del siglo XIX, el imperialismo lo inventaron siglos antes de Jesucristo.

 

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