lahaine.org
Pensamiento, México :: 14/05/2015

¿Cuál es el qué hacer de los comunistas en tiempos electorales?

Andrés Avila Armella
Ahora debemos estar junto a los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, al lado de las comunidades que rechazan la presencia de los partidos burgueses en su territorio

Lo primero que tiene que quedar claro es que lo que distingue a los comunistas, de tradición marxista leninista, es la confianza en que el problema del derrocamiento de un orden social y el alumbramiento de uno nuevo, es un problema científico, y para lograrlo, es necesario trazar con la mayor rigurosidad posible una estrategia y táctica coherente. En ese sentido, lo primero a tener claro, es que desde el punto de vista marxista, el problema de la emancipación social, a lograrse en el comunismo, atraviesa por un período de transición que sólo puede ser guiado por una clase social que contradictoriamente, ha surgido de la expansión del régimen capitalista, el proletariado.

Así pues, la estrategia comunista durante la predominancia del capitalismo, consiste básicamente en generar las condiciones para que la clase trabajadora tome el poder, y dicha estrategia, debe llevar consigo una táctica traducida en planes y razonamientos capaces de concretarse históricamente, de tal suerte que dichas condiciones vayan desarrollándose. Una organización comunista que no se plantea tras de cada decisión táctica ¿Cómo va a ayudar la presente iniciativa o resolución al proletariado a tomar el poder? No es realmente marxista.

En tiempos actuales, en donde atravesamos una nueva coyuntura electoral, surge nuevamente la vieja pregunta de ¿Qué hacer ante las elecciones? En el campo de las organizaciones que se consideran a sí mismas de izquierda, existen una serie de propuestas; algunos insisten en participar en las elecciones apoyando a alguno de los partidos que presumen ser de izquierda, otros, pretendiendo ser más críticos, hablan de la necesidad de sumar votos para la “menos peor” de las opciones, confiando en que esto alejará a las “más peores”, otros proponen anular el voto, otros construir candidaturas independientes, otros promover la abstención y otros más el sabotaje a las elecciones.

Si cayéramos en un plano demagógico, podríamos argumentar a favor de cualquiera de las opciones anteriores, incluso, podríamos usar la demagogia a tal punto de exagerar las consecuencias de no hacerlo. Pero esto tampoco corresponde a un marxista serio, pues podríamos decir que cada una de esas opciones podría ser tácticamente válida en algún momento, pero ese no es el problema, el verdadero problema es caracterizar el momento.

Como bien señalara Lenin en su conocido texto 'La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo':

Pero sería sencillamente un charlatán quien pretendiera inventar para los obreros una receta que proporcionase por adelantado soluciones adecuadas en todas las circunstancias de la vida o prometiera que en la política del proletariado revolucionario jamás surgirán dificultades ni situaciones embrolladas

Así es, lo primero que tiene que entender un marxista es que la realidad se presenta ante nosotros a manera de embrollo, y que ninguna receta nos va a ahorrar la difícil tarea de desmenuzar dialécticamente la realidad para comprender la esencia del momento histórico, y de ahí derivar las acciones tácticas más indicadas con respecto de la estrategia.

Lo segundo es que es necesario abordar la discusión con la mayor seriedad posible, poner calificativos exagerados a otras posiciones políticas puede provocar que una discusión alcance niveles inferiores a la de una pelea infantil. Suponer que elegir cualquiera de las opciones que enumeramos anteriormente derivará en la derrota histórica del pueblo trabajador y en el fortalecimiento indiscutible de la clase dominante resulta a menudo un acto de paranoia o de escandalización demagógica. Esto no significa que sea falsa la posibilidad de que en ciertos momentos, la elección de una acción tácticamente incorrecta puede derivar en grandes pérdidas tácticas. El punto aquí es subrayar que cualquier afirmación a favor o en contra de este tipo de propuestas, debe tener por fundamento la realidad y un análisis estratégico.

Así pues, podríamos preguntarnos ¿Está agotada la vía electoral en México? Algunos entusiastas afirmaran categóricamente que sí, y pensarán en muy buenas razones, sin embargo es importante recordar que el mismo Lenin advertía:

¿Qué el parlamentarismo ha caducado políticamente? Eso es ya otra cuestión. Si fuera cierto, la posición de los izquierdistas sería firme. Peo eso hay que demostrarlo con un análisis muy serio, y los izquierdistas ni siquiera saben abordarlo…

… pero se trata de no creer que lo caduco para nosotros haya caducado para la clase, para la masa… pero al mismo tiempo, tenéis la obligación de observar con serenidad el estado verdadero de la conciencia y de la preparación precisamente de toda la clase ( y no solo de su vanguardia comunista), de toda la masa trabajadora ( y no sólo de sus elementos avanzados).

Tal vez entonces, podríamos preguntarnos ¿Hasta qué punto el parlamentarismo en México ha caducado? Y para responderlo, debemos ir más allá de nuestras propias consideraciones, pues si así fuera la respuesta es muy sencilla, sí, ha caducado; pero también tenemos que pensar que aunque haya sectores del proletariado que se encuentran muy avanzados, y que comprenden la esencia de la farsa burguesa en el Estado mexicano, también hay otra parte que aún ve con buenos ojos el sistema parlamentario burgués, y que sólo considera que no hay buenas opciones para votar, otros aún más atrasados por varias razones, siguen confiando en que a través de este método de organización estatal, pueden obtenerse cosas. Si somos serios, no debemos desestimar ninguna de las posiciones que puedan hallarse de forma masiva en el conjunto del proletariado y del pueblo trabajador en general.

La pregunta entonces es ¿Cómo fortalecer la posición más avanzada dentro del proletariado y como encausar a los sectores más atrasados del mismo para alcanzar la posición de la vanguardia de clase?

Sobre el Estado y la participación electoral en México

Una vez aclarado el método, pasaremos a definir nuestra posición, teniendo por referencia la realidad concreta de nuestro país. El Estado mexicano, desde la caída del Segundo Imperio encabezado por Maximiliano de Habsburgo y el decadente Partido Conservador, ha sido, formalmente una democracia liberal, aún durante el período porfirista había partidos políticos y se celebraban elecciones. Los mexicanos conocen las rutinas electorales desde hace 150 años por lo menos; en reiteradas coyunturas, se llega a la conclusión de que las elecciones están amañadas y que hay un sector de la población capas de manipular el resultado de las mismas. Los demócratas liberales han salido al paso en cada una de esas coyunturas al rescate de la esencia de la república burguesa, afirmando que dichas fallas políticas no son esenciales sino circunstanciales y que pueden solucionarse engrosando los marcos jurídicos para imponer más y más reglamentaciones sobre los procesos electorales. Pero es importante tener presente que aunque algunas veces, la posición democrática aparecía como una alternativa progresista frente a gobiernos más reaccionarios o militaristas como los de Porfirio Díaz y Victoriano Huerta, en otras ocasiones, los liberales aparecen para imponerle freno a posibilidades más contundentes de transformación, ese fue el papel por ejemplo de Venustiano Carranza y Álvaro Obregón, cuando en nombre de la Revolución impidieron que ésta fuera verdadera.

Lo cierto es que el Estado mexicano pasa por un período de desgaste profundo en su legitimidad, nuestro papel al respecto no es rescatar la legitimidad del Estado, sino hacer perseverar al pueblo en su reprobación en contra de los partidos políticos, y conducir esa crítica espontánea y hasta cierto punto visceral, por el rumbo de la estrategia proletaria de la revolución.

Es decir, la estrategia comunista va dirigida de forma central a una clase, al proletariado, aún cuando se contemple la participación de otras clases o sectores explotados y oprimidos, de cualquier modo, es fundamental comprender que la estrategia para estar completa, debe plantear distintas tareas políticas para distintos sectores del proletariado y del pueblo en general, de lo contrario, lejos de ser realmente una estrategia, estaríamos hablando de una repetición ambigua de un principio teórico que se presenta como simple.

Esto tácticamente implica que es necesario aprovechar cada circunstancia para explicar que la democracia burguesa es parcial y que su manipulación no es un fenómeno coyuntural sino esencial, es necesario aprovechar, en el mejor sentido, cada experiencia de organización popular y de clase, para demostrar que la organización obrera, campesina, indígena, estudiantil, popular, etc, supera en muchos sentidos al tipo de participación política que nos sugiere el estado burgués. Sin embargo, también es importante tener presente algo que tanto Marx, como Engels, como Lenin señalaron, que es preferible un régimen democrático burgués, a uno monárquico, dictatorial o militar.

Ante un fenómeno profundamente reaccionario y opresivo como el fascismo o la dictadura militar, es necesario que los comunistas señalemos que las conquistas democráticas, aún en su plano liberal, es un límite inferior que no debe rebasarse, es algo que como pueblos hemos participado de su obtención, y aunque aspiramos a más que eso, de ninguna forma aceptaremos menos que eso. Esta labor comunista fue tácticamente necesaria durante el fascismo europeo y durante las dictaduras militares en Sudamérica. Por supuesto, para Lenin y para los bolcheviques, durante la existencia de la breve y joven monarquía parlamentaria rusa de principios de siglo, fue necesario el aprovechamiento de espacios como la Duma, y era necesario abrir ese tipo de espacios en las muy limitadas y también jóvenes repúblicas europeas, las cuales en 1920, cuando Lenin escribió la obra citada anteriormente, oscilaban entre las formas monárquicas, dictatoriales y liberales.

En nuestro caso, lo que pensamos es que tenemos que conocer al pueblo trabajador mexicano, tenemos que ubicar dentro de él a los sectores más progresistas, reforzar sus conclusiones de dicha naturaleza y ampliarlas, pero también tenemos que dirigirnos de forma inteligente a la parte del mismo para quien aún no se agota por completo la legitimidad del sistema electoral, debemos buscar escuchar sus motivos, captar las razones materiales de su conciencia y apreciación subjetiva, y buscar la forma de mostrarles que no bastan con las críticas superficiales, personales o partidistas; lo que resultaría pueril y ridículo es pensar que esa parte del pueblo trabajador es enemiga de nosotros. Así mismo debemos tomar en cuenta que la legitimidad del Estado, de la burguesía y de los órganos de dominación, no se desgasta tampoco de manera homogénea; existen grupos para quienes la legitimidad de los partidos políticos burgueses está por los suelos, sin embargo no es así con otras instituciones aún más retrógradas y opresivas como la Iglesia católica y el ejército por ejemplo; también hay sectores para quienes la enemistad con la burguesía es clara, tal vez por el tipo de burguesía a la que le toca enfrentar, pero no es muy clara su enemistad con el Estado, para otros puede ser al revés, su crítica hacia la burocracia es contundente, pero aceptan a los “empresarios” como parte del pueblo.

Es por eso que en la estrategia comunista, resulta fundamental agrupar de manera sólida al proletariado que ubica en primera instancia a la burguesía como el enemigo de clase, y que cuando menos percibe algún grado de relación entre ésta y el Estado; y con dicho sector avanzado del proletariado, buscar motivar y dirigir al resto.

En nuestra opinión, al estar tan desarrollada la república liberal en México, no es necesario que los comunistas centren sus fuerzas en reforzar el aparato burocrático, y sería una grave equivocación utilizar los argumentos que reconocen algún valor a la democracia liberal-burguesa, para menoscabar esfuerzos organizativos, que son democráticos pero que promueven figuras propias de la organización obrera, campesina y comunal. En todo caso, si es necesario que permanezcamos atentos para recordarle a la clase dominante que no estamos dispuestos a tolerar formas de gobierno aún más reaccionarias, y que debemos reprobar toda acción autoritaria, toda práctica oscura como lo son los asesinatos políticos, las desapariciones forzadas, las golpizas masivas, los arrestos injustificados, la prisión política, etc.

Así mismo, nuestra crítica a la burocracia política, a los partidos burgueses y funcionarios de gobierno, debe estar claramente diferenciada de la que a esos mismos sectores dirigen instituciones militares y clericales, o las propias cámaras y confederaciones empresariales, quienes llegan a reprobar la ineficiencia gubernamental, la corrupción y la mediocridad, pero cuyo clamor es: más orden y mano dura.

Por ahora, urge que los comunistas recuperemos la brújula y recordemos que en nuestra estrategia hay un agente fundamental, la clase trabajadora, y que por tanto debemos estar ocupados fundamentalmente de organizarla, de convertirnos en una vanguardia verdadera, en demostrarle que como comunistas tenemos propuestas claras, bien razonadas, firmes y acertadas, tener una táctica que los acerque a nuestro rumbo estratégico.

Para los trabajadores y pueblo oprimido en general, quienes ya de por sí no confían en los partidos, ni en el sistema electoral, nuestra tarea es reforzar esta percepción y apoyarlos en construir estructuras bien organizadas para luchar por sus intereses inmediatos y para agruparnos como clase, sería irrisorio que fuéramos nosotros los que los convenciéramos de volver a las urnas. Si construimos con éxito este tipo de referentes, este sector puede atraer a quienes votan por los partidos y hasta sean militantes de base de algunos de ellos, para convencerlos de que es más importante lo que se hace todos los días que lo que se hace una vez cada tres años; esto puede generar una fuerza que incluso a mediano plazo logre sumar a los sectores del proletariado que aún hoy en día son atrasados políticamente y están bajo la influencia ideológica de clérigos y charlatanes políticos.

Para nosotros, hoy en día, concentrarnos en los tiempos electorales, sus instituciones y su bajo nivel, es más que nada, una pérdida de tiempo. En los casos en donde ya el pueblo tiene una propuesta organizativa superior y hay la posibilidad de llevarla a cabo, es válido sabotear el proceso, tal como ha ocurrido en Cherán y en otras comunidades indígenas de Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Sonora, sin embargo, cuando la posibilidad no es tan clara, puede caerse también en la lógica de acciones estériles estratégicamente. Tácticamente hay tareas más urgentes e importantes, y estas precisamente están relacionadas con organización: es urgente recuperar los sindicatos de manos de los charros y traidores, es necesario reforzar luchas campesinas y comunitarias, fortalecer y estructurar de manera eficiente la organización estudiantil, elevar el nivel político de los activistas y frenar ofensivas de Estado sumamente lesivas para todos los explotados del país. Si hay alguna organización que nos diga: “Esque nosotros ya tenemos resuelto todo eso”, tal vez esté en posición de decir que considera necesario dar la lucha en el plano electoral, pero si no es así, sin ánimo de caer en afirmaciones personalistas, seguiremos calificando como oportunistas, ni más ni menos, a las organizaciones que abandonan las tareas fundamentales de organización, que no están ni cerca de trazar algo que pueda llamarse estrategia, y que no desaprovechan oportunidad para negociar prebendas con los candidatos a ocupar cargos gubernamentales.

En síntesis y para responder a la pregunta inicial, para nosotros el quehacer de los comunistas en tiempos electorales, es el mismo que el resto del tiempo, y si acaso vale la pena darle seguimiento a los hechos de esa expresión superficial de la política, es sólo para aprovechar cualquier situación que nos permita reforzar la organización independiente y elevar el nivel de la conciencia proletaria. En la presente coyuntura, nuestro lugar está al lado de los padres de familia de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, al lado de las comunidades que rechazan la presencia de los partidos burgueses en su territorio y anteponen sus formas de tomar decisiones y de llevar a cabo el servicio público, y al lado de la parte más combativa y progresista del pueblo trabajador; si hemos de acercarnos a los sectores más rezagados del proletariado y de los explotados, no será acompañados de organizaciones de burócratas que lejos de abrirnos puertas, será más factible que corramos el riesgo de ser asociados con los hechos que han desgastado su propia legitimidad.

La Haine

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal