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Andalucía :: 01/10/2015

La independencia: una necesidad democrática para Andalucía

Victor Mercury
Para romper nuestra dependencia hay que tener claras dos cuestiones: debemos luchar por la independencia, por nuestra soberanía pero también desde un punto de vista obrero

Últimamente no paramos de leer y escuchar sobre el proceso independentista catalán. Un proceso que tiene un trasfondo mayor: el Estado Español es un Estado multinacional y por tanto, la idea de España se puede romper.

Andalucía es una nación; es un pueblo con sus propias características culturales, sociológicas, históricas, políticas y económicas. La lucha por la independencia o por la autonomía (entendida como el autogobierno real) no es una cuestión exclusivamente actual. La historiografia española se ha encargado de someter en la ignorancia al pueblo andaluz sobre su propio pasado.

En el siglo XIX, obviando las luchas jornaleras del XVIII, nos encontramos un debate político sobre la división territorial del Estado. La pugna entre el federalismo y el centralismo se encrudece y se materializa, de mayor forma, en la Primera República donde Andalucía, en Despeñaperros a 21 de julio de 1873, proclama su independencia del Estado centralista ante el incumplimiento por su parte de ofrecer mayor autonomía. Tardíamente, en 1883, se redacta el proyecto de Constitución de Antequera, la primera constitución republicana andaluza que entiende a Andalucía como un Estado soberano.

Con estas pinceladas históricas solo pretendemos demostrar que la lucha política, esto es, el programa de liberación andaluza no es algo producto de la imaginación de cuatro personas sino que es un desarrollo dialéctico donde debemos ser protagonistas y seguir recordando nuestro patrimonio histórico.

Tras la movilización popular del 4 de diciembre de 1977 en toda Andalucía por la autonomía, el PSOE consiguió jugar sus cartas y llevarse el bastión andaluz que perdura hasta el día de hoy. Su servidumbre al Estado Español, su andalucismo secuestrado, su folclorismo alejado de una realidad cultural andaluza, la dependencia política, social y económica de Andalucía nos lleva a concluir que la autonomía solo ha sido una de las mayores mentiras en la que se ha sometido al pueblo andaluz.

Si ya hablábamos sobre la autodeterminación como un derecho democrático de todos los pueblos (Ver AQUÍ), el pueblo andaluz debe volver a ser consciente de sí mismo como pueblo y como clase trabajadora. No tenemos una gran burguesía ideológicamente cercana al andalucismo, esto conlleva a que el andalucismo se quede reducido a los sectores populares y que la clase dominante no tenga ningún otro interés en Andalucía que seguir manteniéndola bajo una economía colonialista.

Una economía basada, en su mayoría por el sector servicios, economía agrícola y pesquera que nos hace dudar sobre el paradero de nuestra industrialización y en las pocas manos en la que se encuentra repartida nuestra tierra, nuestros mares y nuestro desarrollo económico. Si a esto le sumas que es una economía puramente de extracción de materia prima y de robo directo del PIB con una crisis continúa en el PIB per càpita que supone un riesgo social basado en la precariedad, en el paro adulto, juvenil e incluso en la pobreza extrema e infantil (Ver datos AQUÍ) que no suele mejorar ni en tiempos de bonanza económica en el resto del Estado Español, nos plantea, de nuevo, nuestra situación endémica de subdesarrollo y dependencia.

Para romper nuestra dependencia hay que tener claras dos cuestiones: debemos luchar por la independencia, por nuestra soberanía pero también desde un punto de vista obrero, popular, alejado de cuestiones burguesas y que obedezcan al interés de la clase trabajadora andaluza, que es quien sufre la dependencia total de nuestro pueblo. Cuando hablamos de independencia hablamos de socialismo.

Solo el empoderamiento del pueblo andaluz, es decir, la organización ideológica en teoría y praxis entorno a nuestros problemas de clase trabajadora bajo una misma nación, nos podrá guiar hacia la construcción de una república soberana y democrática que rompa nuestras cadenas de dependencia y desarrollemos nuestras propias instituciones que permitan solventar nuestros males endémicos impuestos por el Estado Español y el Sistema Capitalista.

Nuestra democracia pasa por nuestra soberanía.

 

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