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Pensamiento, Estado español :: 26/08/2014

La larga deriva del sindicalismo oficial

Periódico CNT
Hablamos acerca del artículo de Miguel Perera sobre el sindicalismo oficial, sus mecanismos de control y la necesaria alternativa anarcosindicalista.

 

Tratamos otro tema de la revista Estudios, en esta ocasión hablamos acerca del artículo de Miguel Perera sobre el sindicalismo oficial, sus mecanismos de control y la necesaria alternativa anarcosindicalista.

 

Sindicalismo oficial y alternativo

Ignasi Toribio | CNT Barcelona

Después de la II guerra mundial los países de Europa occidental adoptan el régimen capitalista y los sindicatos encuentran la posibilidad de aunar bajo este modelo intereses comunes entre todas las clases, lo cual produce en gran medida el abandono de las ideas revolucionarias que transformen la sociedad para adoptar una actitud pactista con la patronal y el gobierno. Esta construcción de sindicalismo oficial se torna a partir de este momento una herramienta de control de los sindicatos mayoritarios sobre las reivindicaciones obreras, que en gran medida frustran la transformación social de la vía revolucionaria.

En la actualidad los sindicatos oficiales UGT y CCOO han reducido la lucha obrera a simples tratos burocráticos con la patronal y el gobierno que eliminan la capacidad de movilización y participación de las trabajadoras, para mantener por un lado el control sobre los conflictos laborales

y por otro la supremacía sindical. El resultado de este sistema está causando el descenso de las afiliaciones sindicales, la falta de capacidad de movilización de los sindicatos y su creciente dependencia de los recursos estatales, dando lugar a un proceso de crisis sindical.

Sus causas deben encontrarse en un marco amplio donde sea posible visualizar los distintos elementos que favorecen a ello, es así como se hace posible señalar los efectos secundarios del neo liberalismo global como son la precariedad, la alienación, el aislamiento, la división, etc.

El aparecer del yo sobre el nosotras y principalmente la pérdida de la conciencia colectiva sindical al delegar la lucha obrera a los grandes sindicatos convirtiendo esto en un circo donde las trabajadoras son simples espectadoras de sus propios conflictos laborales.

Para ser más precisos podemos señalar que estamos asistiendo a un proceso de desmovilización, es decir, si no hay conciencia sindical colectiva no hay movilización y si no hay movilización no hay participación. Todo esto nos lleva a una desarticulación sin precedentes del modelo transformador del sindicalismo primario, al desprestigio de la lucha obrera, y por arrastre, al de la alternativa sindical actual, situándolo en una posición marginal de la que resulta difícil escapar.

Es cierto que el sindicalismo alternativo también pasa por momentos de crisis internas, donde se hace necesario volver a cohesionarse con la sociedad y con el ámbito laboral, pero también es cierto que la alternativa plantea un modelo diferenciado del oficial que parte de sus presupuestos. En este sentido 

hablamos de sindicatos que no maman de las subvenciones del Estado sino que se autogestionan a partir de las cuotas de afiliación y se auto forman según las capacidades de cada una.  Pudiendo así hacer un despliegue de valores donde el apoyo muto y la solidaridad juegan un papel determinante a la hora de afrontar un conflicto laboral que es inclusivo a todas las afiliadas y trabajadoras. Es más desde esta base se hace más tangible la búsqueda de las causas que originan los conflictos laborales como el régimen salarial y el trabajo como propiedad privada de la empresa, sin dejar de mirar los efectos colaterales como la reducción de plantilla, los cierres de fábrica, los despidos improcedentes, etc. La alternativa no trata el conflicto desde los efectos sino desde sus causas.

La salida a la crisis sindical debe de encontrarse en este tipo de alternativas, especialmente en las anarcosindicalistas, que puedan asegurar la socialización de los medios de producción, trabajo y consumo. El anarcosindicalismo debe impulsar a la clase trabajadora para que sea ella quien gestione los recursos y no la patronal ni el gobierno de turno, debe proporcionar las herramientas necesarias a la clase trabajadora para que sea ella quien accione las palancas de cambio de la acción sindical, de la lucha de clases, y no la dirección de los grandes sindicatos. Por ello se hace necesario que la alternativa se reconstruya desde la militancia directa y decidida para crear una conciencia colectiva de la clase obrera que rompa con la deslegitimación a la que se ve sometida, que permita la movilización de las trabajadoras y su participación directa en el conflicto.

De lo contrario seguiremos siendo marionetas de un sindicalismo cada vez más institucionalizado que rechaza y señala la acción directa continuada como forma de lucha agresiva y la toma de conciencia colectiva como desobediencia. Es necesario replantearse la lucha obrera desde la alternativa sindical como el medio más directo, transparente y eficaz para acabar con el monopolio sindicalista oficial que en gran medida ha desvirtuado la lucha de las trabajadoras.

Acabar con la farsa de los acuerdos marco con la patronal y el gobierno que, más allá de los conflictos laborales, lo que busca es la hegemonía sindical y su perpetuación sindical.

Una alternativa coherente

Rakel López | SOV de CNT Madrid

Después de leer el artículo publicado en el último número de la revista Estudios bajo el título de “La larga deriva del sindicalismo oficial: crisis, control, erosión y la reconstrucción anarcosindicalista de la reivindicación” me parece interesante reflexionar sobre algunos de los aspectos detallados en el mismo.

Cuando hablamos de supuesta crisis sindical en nuestra sociedad, se debe tener en cuenta que en realidad de lo que estamos hablando es de la consecuencia lógica y (quizás inevitable) del delegacionismo que lleva intrínseco consigo el sistema capitalista, esta vez en el ámbito laboral.

No obstante, no creo, ni mucho menos, que la alineación de los trabajadores y trabajadoras hacia las organizaciones que en teoría las “ representan” sea la muestra del descontento generalizado y el rechazo que hoy en día gran parte de la clase trabajadora tiene hacia lo que ellos denominan sindicalismo.

Es decir, ¿el aumento del número de personas afiliadas en la actualidad a algún sindicato es un indicador del descontento que se tiene hacia el modelo sindical institucional? Personalmente creo que no, pero tampoco lo contrario. Me explico. 

La “crisis” sindical no viene nunca marcada por el nivel de afiliación de la clase trabajadora, sino por el nivel de movilización dentro de la misma.

Ni todos los trabajadores afiliados saben qué es el sindicalismo y cuáles son sus fines, ni las organizaciones sindicales con mayor afiliación son hoy en día las que ofrecen la respuesta contundente y efectiva necesaria para erradicar el sinsentido en el que se ha convertido hoy en día el mundo laboral y para dar un paso firme que permita no seguir cediendo derechos y recuperar los perdidos.

Lo que se necesita, por encima del hecho de que los trabajadores estén afiliados o no, es que entiendan la necesidad de organizarse, y quizás lo más difícil, que lo lleven a la práctica en su día a día. Afiliación hoy en día no significa ni mucho menos implantación.

¿Nos sirve de algo la afiliación masiva que tiene el sindicalismo de CCOO y UGT, por ejemplo? Claramente no. No sirve para nada, sino para aumentar más si cabe el beneficio económico de estas organizaciones que se suma a las subvenciones recibidas de papá estado.

Los profesionales que viven del sindicalismo en estas organizaciones tienen sus propios intereses, que en la mayoría de los casos no coinciden en nada con los intereses de los que pagan la cuota. ¿Dónde está pues la implantación?

Aunque es cierto que una cosa debería ir unida a la otra, la realidad es que hoy en día un trabajador se afilia a un sindicato y da por “cumplido” su papel en la lucha sindical por sus derechos.

Está demasiado interiorizado el rol del delegacionismo, entre otras cosas porque las cúpulas del sindicalismo institucionalizado lo han potenciado hasta la saciedad como mero mecanismo de subsistencia propio y método para garantizar su continuidad.

¿Quiere decir esto que la gente que delega esté de acuerdo con aquellos a los que escoge para representarlos? En general no, pero quizás desconocen la alternativa para poder dejar de hacerlo. Es ahí donde el papel de la CNT cobra más importancia que nunca.

Los que conformamos esta organización sabemos que somos la alternativa, pero quizás deberíamos plantearnos si el resto de la población conoce realmente en que consiste esa alternativa que ofrecemos, si la entienden y si saben cómo pueden acceder a ella.

Para empezar creo que nos lo tenemos que creer. Nuestro discurso pone encima de la mesa una solución para terminar con el descontento de la clase trabajadora desde una visión revolucionaria, actuando directamente sobre las causas que provocan los conflictos, las desigualdades laborales, la precariedad, la segmentación, y no se limita única y exclusivamente a conseguir “parches” (o lo que el sindicalismo institucional llama acuerdos) para tapar estos síntomas.

El problema, es que en la mayoría de los casos se queda en eso, en un discurso. Si bien es cierto que para llevar ese discurso a cabo se necesitan, como bien se expone en el artículo, militancia y recursos económicos, lo más inmediatamente necesario es conseguir instaurar nuevamente la conciencia obrera en la sociedad.

No me refiero a conseguir altos niveles de afiliación, que evidentemente si se consiguen serán bien recibidos, pero sí asegurarnos de que nuestro mensaje llega a todos los trabajadores y trabajadoras, a todas las empresas, a todos los sectores.

Comparto pues la idea de que no se puede entender la conciencia sindical, en este caso, como algo que aparece o desaparece de manera automática, sino que es algo que se construye a partir de su actividad colectiva y del trabajo sindical reivindicativo.

Ahí tenemos como ejemplo secciones sindicales de la CNT que han conseguido dar un vuelco al mapa sindical en sus empresas a base del trabajo duro del día a día, a base de la coherencia de sus reivindicaciones y ganándose el respeto de sus plantillas.

Es absurdo pues entrar a debatir o analizar los bajos porcentajes de afiliación del sindicalismo revolucionario o los altos del sindicalismo de otras organizaciones si realmente no hay una base de conciencia en la sociedad que pueda hacer de ellos indicadores de algo real.

Más que evidenciar el fracaso del modelo sindical oficial es el momento de potenciar la eficacia de nuestro modelo propio, de conseguir hacerlo extensible y accesible al resto de la sociedad.

Socializar los conflictos de nuestras secciones sindicales, campañas de afiliación y de información constantes pueden y deben ser las armas con las que hagamos llegar el gran trabajo que hasta ahora estamos haciendo y que de momento no tiene ni la transcendencia ni la influencia necesaria para conseguir dar un vuelco a la situación y hacer resurgir la conciencia de lucha obrera.

En definitiva, el descrédito ha caído sobre el sindicalismo porque el trabajador hoy por hoy sólo ve en él componendas, privilegios, porque curiosamente ese sindicalismo indigno encuentra su máximo apoyo en las grandes empresas, porque en vez de ayudar al desasistido, defiende a los privilegiados.

Si queremos encontrar un porqué a ese descrédito quizás éste pueda resumirse en que es un sindicalismo antisindical.

Desde la CNT lo que nos toca es como bien hemos dicho muchas veces recuperar la dignidad, conseguir que el sindicalismo se dedique a lo que se ha dedicado y se tendría que haber dedicado siempre: a defender a los trabajadores. Ni más ni menos.

Es difícil porque llevamos casi 40 años de antisindicalismo, pero no imposible: la CNT, siendo aún minoritaria, ha triplicado su afiliación en los tres últimos años y esto como hemos dicho antes es y debe seguir siendo obra de un muy buen trabajo como organización.

Nuestro sindicalismo, un sindicalismo de acción y calle, un sindicalismo de trabajadores organizados, frente al sindicalismo de despachos, liberados y abogados, comienza a ser entendido y respetado cada vez más por los propios afectados. Conseguirlo del todo es labor únicamente nuestra, dejando a un lado lo que hagan otros.

Manos a la obra.

Periódico:  Periódico CNT nº 411 - Mayo 2014

 

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