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Estado español :: 30/08/2004

La lucha social ¿Motivo de celebración?

Crespo-La Haine
Se está haciendo cada vez más habitual en las manifestaciones, concentraciones y acciones reivindicativas de todo tipo la puesta en práctica de actividades y actitudes de fiesta y jolgorio como si se estuviera celebrando algo.

Así, por ejemplo, en las últimas manifestaciones contra la guerra y ocupación de Irak era habitual ver "charangas" "tamboradas", disfraces, incluso "botellones," también era la norma escuchar carcajadas. No se yo si el hecho de que el imperio esté asesinando a gente por dinero es motivo de guasa.

Cada segundo mueren 10 personas en el mundo por falta de las necesidades básicas para sobrevivir, de esos 10, 4 son niños y niñas. Muchos de los que saben que esto se produce por un reparto radicalmente desigual de la riqueza mundial tienen la friolera de protestar a modo de cachondeo. Que la gente muera de hambre mientras otras personas poseen, a base de comprar la mano de obra ajena -salario se dice- más dinero que la suma total de lo que pueden disponer cientos de miles de personas, que queréis que os diga, no le veo yo la gracia.

Las citas, tradicionalmente revolucionarias, como el 1º de Mayo se vuelven motivo de chiste o, en último caso, de ocio-consumo. Se hace habitual ver a los liberados de turno, mamaos perdidos, bailando a ritmo de orquestilla en la plaza. Vaya 1º de Mayo revolucionario nos auguran. Cuando no, la gente se va de "centros comerciales" para no salirse de la espiral neoliberal ni en los días "libres"

En las manifestaciones antiglobalización, un sector muy amplio de éste movimiento -normalmente de ideas social-demócratas o mentalidad hippie- está optando cada vez más por convertir la protesta en fiesta: malabares, caretas, zancos, piruetas, volteretas, chistes, risas, diversión, carreras es típico verlo mientras millares de personas son víctimas del totalitarismo mundial denominado globalización. Qué alguien haga mofa de ésta situación cuando por ignorancia desconoce la causa ya es rechazable, más aún, cuando lo hacen sectores que dicen saber encuadrar el problema.

Los actos reivindicativos, lo serán proporcionalmente al daño que hagan al sistema. Cuanto más lo pongan entre las cuerdas y cree, a su vez, mayor conciencia social. Si el Estado ve en las manifestaciones a un grupo de gente pintoresca montando la fiesta, poco le importará, son acciones que asume sin ningún problema.

No quiero decir con ello que no haya que ser creativos e imaginativos en las protestas. Pero eso es una cosa y otra bien distinta mostrar una actitud festiva ante una tragedia como el actual (des)orden burgués mundial al que estamos sometidos. No tiene ni pizca de gracia, ni es motivo de celebración. Hay que organizarse, canalizar la rabia y manifestarla, hacer que tiemblen los cimientos de la desigualdad. Sin embargo, ciertos sectores mayoritarios, tienden hacia estrategias de lucha que son asumidas por el sistema perfectamente, incluso mediática y políticamente aprovechables para reafirmarse en derechos falsos, como la libertad de expresión; y por supuesto, para condenar y criminalizar otras formas menos "cachondas" de manifestar el desacuerdo.

Me llama poderosamente la atención como las manifestaciones en las ciudades grandes son borradas rápidamente del mapa por los servicios de limpieza. Como si nada hubiera pasado, limpian a su paso, según se va sucediendo el acto, los restos que éste deja: ya sean panfletos, pintadas Borran la realidad. La manifestación deja de tener pasado y prácticamente futuro, sólo tiene presente, y eso es muy poco tiempo.

Aunque nos pese, cada vez son más inservibles las manifestaciones, y forman parte del sistema como si nada malo pasara. Se suelen producir siempre en los mismos trayectos, un "manifestódromo" preparado para la ocasión. Se convierten en una rutina necesaria. Cuando la protesta se normaliza tanto deja de serlo.

Progresivamente deberíamos ir encontrando estrategias más útiles-y por ello menos festivas- para denunciar las injusticias. En muchos casos lo que antes era desobediencia, por diversos factores, se está convirtiendo en obediencia.

El bloque Negro, es el sector Antigloblización más escupido por los "demócratas" del movimiento. Son, sin duda, los más temidos por el Estado y el Capital y, a su vez, los más criminalizados por las herramientas burguesas y por mucha gente que se autodenomina "compañeros" de lucha. Cuando Carlo Guliani fue brutalmente asesinado por la policía en Génova a los hippies les dio mucha pena, quien sabe, si minutos antes le hubieran acusado de ser "un violento más". Y es que, los sectores sistémicos del movimiento, se cuidaron muy mucho de no decir que Carlo era del Bloque Negro, y por ende, libertario.

Debemos respetar las formas de lucha - parto de que la fiesta no es lucha si no todo lo contrario- y no criminalizar a los que optan por sus medios de liberación.


crespez@hotmail.com

 

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