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Estado español :: 30/12/2015

Otro cáliz amargo

Elsa Claro
Las negociaciones entre los politiqueros pueden resultar como cuando se levanta una piedra y aparecen debajo derechistas alimañas

Mariano Rajoy no renuncia a seguir acechando a cuanto político y grupo existe en busca de redondear una bancada que le permita repetir mandato. Ninguna de las tres formaciones con mayor cantidad de diputados (PSOE, Podemos, Ciudadanos, en ese orden) aceptó la propuesta de una “gran coalición”. Si en Alemania se unieron los cristianodemócratas con la socialdemocracia, o en Francia hubo varias veces “cohabitación”, como llaman en París a una administración compartida por dos tendencias contrarias, los políticos ibéricos no parecen muy inclinados a similar experiencia.

Hacen bien, pues incluso Ciudadanos, de Albert Rivera, un partido nuevo que entra por primera vez al Congreso, pese a ser conservador, tampoco quiere que le vinculen con una derecha que ha venido a menos tras dilapidar su mayoría parlamentaria absoluta, con la cual instauraron cuanta ley quisieron a contrapelo de la voluntad ciudadana y de algunos sectores políticos con representación en el legislativo o fuera de este.

El socialdemócrata PSOE, que desde el término del franquismo gobernó el mayor número de veces, alternando con el PP, tampoco quiere que le vean junto con quienes han lastimado tanto a la sociedad española. Pedro Sánchez, su máximo dirigente, ha sito categórico en la negativa a una alianza con Rajoy. Para Pablo Iglesias, jefe de Podemos, hay mucho de teatro en las posturas de los socialdemócratas que, estima, van a concluir, facilitando que el PP siga dirigiendo el país.

Cierto o no, en el peor momento, el PSOE tiene diferencias internas fuertes. Una facción quiere eliminar a Sánchez como jefe de ese partido y exigen que se realice el congreso correspondiente en febrero, cuando pudiera ser renovado –o no- su liderazgo. En una reunión recién concluida del Comité Federal, máximo órgano entre convenciones, conformado por 250 jefes de ese partido desde los municipios hasta la jefatura de las autonomías, Sánchez logró recibir más apoyos que rechazos, pero las diferencias no se han dilucidado por entero.

Una de las ideas manejadas por Pedro Sánchez era una alianza entre PSOE, Podemos y otros más o menos progresistas, y constituir un frente de izquierda para gobernar. Esa opción no es imposible todavía, pero, según las piezas sobre el tablero, poco probable. Sin embargo, en algún momento puede pesar, favorablemente, el deseo de varios partidos inclinados a exigir la derogación de reformas regresivas, como la laboral, las que rigen en la enseñanza y el sistema sanitario o la mal afamada ley mordaza, que limita derechos ciudadanos.

Un punto de discordancia en la fuerte disputa dentro del PSOE es el rechazo al criterio de Pablo Iglesias, quien acepta que se realice un referéndum soberanista en Cataluña. No pretende que esa región se independice, pero sí que sus ciudadanos expresen su voluntad.

Iglesias parece imbuido de una fuerte desconfianza. Al término de la reunión del PSOE, donde siete de los máximos dirigentes autonómicos accedieron a ese cargo con el apoyo de Podemos, expuso: “Que digan la verdad (el PSOE), que digan que en última instancia están dispuestos a abstenerse para que gobierne Mariano Rajoy y que lo que buscan es sustituir a Pedro Sánchez para probar suerte con otro candidato o candidata”.

Esa suspicacia le lleva a proponer que un ocasional gobierno de izquierdas esté encabezado por una figura independiente. “Es una posibilidad –aseveró- que prevé la Constitución y que, eventualmente, puede servir para sustituir las carencias de un candidato (Pedro Sánchez) que parece que no cuenta ni con el apoyo de su propio partido”.

De que poco sorprendente ocurrirá se colige de las declaraciones del jefe de Ciudadanos, Albert Rivera, comprometiéndose a abstenerse en la posible investidura de Rajoy si el máximo dirigente del PSOE lo hace. Ambos han dado certeza de que, en principio, se negarán a que el actual gobernante acceda de nuevo al poder.

Entre las fricciones que hay dentro de los grupos políticos (el ex presidente José María Aznar también pidió a Rajoy que el PP hiciera un congreso extraordinario y urgente) , se manifiestan por igual los reclamos sobre qué grupo debe asumir la jefatura del Congreso. Pese a las dudas, el desconcierto o la fragmentación dejada por las urnas el 20 de diciembre 2015, Rajoy piensa abrir legislatura a como dé lugar, fiándose de que sus tanteos para lograr que alguien se le asocie y el sume su bancada, dará resultado.

Unos y otros tienen dos meses por delante pues, al cabo, si no hay una plataforma viable para asumir la jefatura de gobierno, se repetirán los comicios. Esa especie de segunda vuelta a la española, que no existe hoy, pero reclaman algunos dinosaurios ibéricos, puede resultar como cuando se levanta una piedra y aparecen debajo derechistas alimañas.

Cubadebate / La Haine

 

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