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Europa, Estado español, Anti Patriarcado :: 28/02/2017

Polonia: La Protesta Negra por el derecho al aborto

Katarzyna Bielińska-Kowalewska
Ha quedado claro que en Polonia las reivindicaciones políticas democráticas tienen un potencial de movilización de masas mucho mayor que las demandas sociales

En Polonia, la ley del aborto es una de las más restrictivas de la Unión Europea, la educación sexual no existe y la contracepción es cara y difícil de obtener porque en muchos casos se precisa receta médica. Según una ley de 1993, el aborto solo está permitido en tres supuestos: si el embarazo pone en peligro la vida o la salud de la madre; si hay un alto grado de probabilidad de malformación o enfermedad graves del feto, confirmada por un examen prenatal; o si el embarazo es resultado de un delito (violación, incesto o pedofilia). Si no concurre uno de estos supuestos, el aborto se considera un delito. Un médico o cualquier persona que ayude a una mujer a abortar, aunque sea su pareja, un familiar o un amigo, podrá ser condenada a tres años de cárcel. La mujer que ha abortado no es procesada. Durante más de 20 años, esta ley sumamente restrictiva ha sido calificada de “compromiso” por parte de políticos conservadores, liberales y socialdemócratas.

En la práctica, incluso en estos tres supuestos en que el aborto es legalmente posible, está fuera del alcance de la mayoría de mujeres. Un estudio reciente, realizado por la organización feminista Federación de Mujeres y Planificación Familiar, revela que, debido a la falta de directrices ministeriales oficiales y al efecto disuasivo de la ley, los hospitales carecen de procedimientos para el aborto (la mayoría), o si los tienen, son innecesariamente complejos. Es más, algunos hospitales informaron a la Federación de que, contrariamente a sus estados financieros, no practican abortos. A menudo se invoca la “cláusula de conciencia”, es decir, el derecho a negarse a practicar un aborto por motivos religiosos.

En estas circunstancias se multiplican los abortos clandestinos. Según estimaciones de la Federación de Mujeres, en Polonia se llevan a cabo de 80 000 a 100 000 abortos al año, de los que solo algunos centenares están amparados legalmente. Existen clínicas clandestinas que practican abortos, a menudo a manos de los mismos médicos que en los hospitales públicos aducen la “cláusula de conciencia” para negarse a aplicar el procedimiento legal. Women on Waves es una organización internacional que suministra píldoras abortivas en los países en que el aborto es ilegal, aunque estas también pueden obtenerse en el mercado negro, si bien en este último caso las mujeres corren el riesgo de que les vendan píldoras falsas o adulteradas.

Algunas mujeres también toman medicamentos legales que a dosis elevadas pueden inducir un aborto, como Cytotec, que está indicado para úlceras pépticas. Asimismo florece la migración abortiva: muchas polacas viajan a Gran Bretaña, Alemania, los Países Bajos, Austria, la República Checa y Eslovaquia. Algunas clínicas extranjeras han creado incluso instalaciones especiales para pacientes polacas, organizando viajes y estancias hoteleras para las mujeres que quieren abortar. Existe una nítida división social entre las mujeres que tienen acceso a la información y disponen de los recursos necesarios para conseguir un aborto seguro a pesar de las restricciones legales, y aquellas mujeres que no tienen acceso de esos recursos y por consiguiente emplean los métodos caseros más peligrosos; estas son las víctimas del “compromiso”.

La izquierda y el aborto

En 1993, un movimiento de masas en contra de una ley antiaborto salió derrotado cuando el parlamento rechazó la petición de un referéndum sobre el aborto respaldada por 1,7 millones de firmas. La socialdemocracia neoliberal no ayudó: la Alianza de la Izquierda Democrática (SLD), un partido “poscomunista” que gobernó de 2001 a 2005, intentó conseguir apoyo parlamentario para introducir reformas neoliberales y enviar tropas polacas a Iraq y Afganistán, y también aceptó abiertamente la ley restrictiva sobre el aborto 1.

Organizaciones feministas y de izquierda han luchado por los derechos de las mujeres, pero no han logrado movilizar a las masas. En marzo de 2016, por ejemplo, se organizó la manifestación tradicional de mujeres que tiene lugar cada año en Varsovia con el lema “Aborto en defensa de la vida” y solo reunió a un millar de participantes. Además, algunos círculos de izquierda trataron de moderar la demanda del derecho al aborto o incluso de eliminarla de su discurso debido a su adhesión a posiciones conservadoras o a la creencia de que quienes apoyan el derecho al aborto son únicamente mujeres acomodadas y de alto nivel educativo de las grandes ciudades.

Otro ejemplo de ambigüedad de la izquierda en torno al aborto se vio con motivo de la campaña electora 2 del partido Razem (Juntos), un partido de izquierda formado en 2015 y que actualmente lidera, junto con otros, la Protesta Negra. Dos activistas entrevistadas por una publicación digital de derechas para hablar de su programa mencionaron el apoyo social a las mujeres y familias, pero no dijeron ni palabra sobre los derechos reproductivos/2. A pesar de que el programa electoral de Razem contemplaba la educación sexual, la financiación de la contracepción y la fertilización in vitro, no mencionaba el aborto. En la declaración programática del partido hay un apartado sobre el aborto, pero está formulado de una manera muy indirecta, presentándolo no como un derecho, sino como algo que engloba una visión del mundo; se manifiesta la oposición a la legislación vigente, pero se evita la demanda abierta de legalización 3.

La propuesta de ley de Ordo Iuris

En la primavera de 2016, grupos ultraconservadores crearon un comité legislativo ciudadano llamado Stop Aborcji (Stop Aborto) y empezaron a recoger firmas en apoyo a la prohibición total del aborto. De acuerdo con el proyecto, encabezado por Ordo Iuris, un grupo de abogados cristianos conservadores opuestos al aborto, cualquier persona implicada en un aborto, desde la mujer que lo tiene hasta quienquiera que le ayude, se enfrentaría a una condena de cinco años de cárcel. En caso de aborto no intencionado, la pena sería de tres años de privación de libertad. La prohibición implicaría la criminalización de los abortos espontáneos, sometiéndolos a investigación por parte de la fiscalía e impidiendo la interrupción temprana y segura de los embarazos ectópicos. La interrupción del embarazo solo se despenalizaría en casos de peligro directo para la vida de la mujer y se impedirían los estudios prenatales de la salud del feto. Un ginecólogo, el profesor Romuald Dębski, declaró que esa ley supondría el fin de los diagnósticos y terapias prenatales: “Implicará la prohibición de tocar a un bebé [feto] con una aguja porque me podrían condenar a tres años por eso.” También comentó que “si se cambia la ley, no me permitirán practicar laparoscopias a una paciente con embarazo ectópico a fin de prevenir esa amenaza para la vida, pues no será un acto en estado de peligro para la vida. ¡Es absurdo!”

La propuesta de ley de prohibición del aborto recibió el apoyo de la iglesia católica y los políticos del partido gobernante católico Ley y Justicia (PiS), incluida la primera ministra Beata Szydło, quien dijo que personalmente estaba a favor de la prohibición total. La conferencia episcopal católica emitió un comunicado llamando al apoyo a la propuesta y afirmando que “sobre la cuestión de la protección de la vida del nonato, no deberíamos mantener el compromiso actual” y llamando a “la plena protección legal de la vida del nonato”. El 3 de abril de 2016, el comunicado se leyó en todas las iglesias del país durante la misa dominical.

Reacciones: protestas y propuesta de ley de Salvad a las Mujeres

Esta ofensiva fundamentalista provocó intensas reacciones sociales: el 3 de abril de 2016 tuvieron lugar manifestaciones contra el proyecto en todas las grandes ciudades de Polonia. Organizadas por Razem, atrajeron espontáneamente a numerosas personas. En Varsovia se concentraron varios miles de manifestantes delante del Parlamento. Un grupo de Facebook, Dziewuchy dziewuchom (Chicas por las Chicas), lanzado el 1 de abril, alcanzó las 100 000 seguidoras en diez días.

El 12 de mayo se constituyó un comité legislativo ciudadano llamado Salvad a las Mujeres (Ratujmy kobiety), que comenzó a recoger firmas a favor de una ley que liberalizara la legislación vigente. La dirigente del comité era Barbara Nowacka, una joven activista socialdemócrata. El proyecto de ley se basaba en leyes aprobadas en la mayoría de Estados miembros de la UE. Preveía legalizar el aborto hasta la duodécima semana de embarazo, y si este era resultado de un delito, el plazo de prolongaría hasta las 18 semanas; si el feto tenia graves malformaciones o estaba enfermo, hasta las 24 semanas. Otros aspectos del proyecto de ley se referían a la educación sexual y a la disponibilidad de anticonceptivos, que deberían estar subvencionados por el Estado y ser gratuitos para las mujeres pobres y suministrarse también a personas menores de 18 años sin requerir el permiso de los padres.

La iniciativa de Salvad a las Mujeres recogió 215 000 firmas y la de Stop Aborto, unas 450 000. En Polonia, una iniciativa legislativa popular necesita 100 000 firmas para prosperar, de modo que ambos proyectos llegaron al parlamento. En septiembre, cuando el parlamento se disponía a debatir las propuestas de ley, la atmósfera política se calentó. Surgió la “Protesta Negra” como hashtag y como eslogan. Al comienzo parecía que no era más que otra práctica “clictivista” que no tendría ningún efecto más allá de constituir una vía adicional para colgar selfis en las redes sociales, esta vez con las retratadas vestidas de negro. Sin embargo, el 22 de septiembre, mientras proseguía el debate parlamentario en torno a ambos proyectos, unos cuantos miles de personas se congregaron delante del edificio del parlamento bajo este lema, junto con manifestantes agrupadas en dos cortejos diferentes, organizados respectivamente por Salvad a las Mujeres y Razem.

El 23 de septiembre, la propuesta ultraconservadora de Ordo Iuris se sometió a segunda lectura, mientras que la de Salvad a las Mujeres fue rechazada, a pesar de que el PiS había declarado que jamás rechazaría una iniciativa popular en la primera lectura, una práctica que el público suele percibir como una manifestación de la arrogancia del poder.

El derecho al aborto no es idea de una élite mimada

Una encuesta telefónica de una muestra representativa de 1 001 personas interrogadas, realizada por IPSOS para Oko.press justo después de la votación en el parlamento, mostró que el apoyo a la liberalización había aumentado significativamente, pasando del 25 % de las personas encuestadas en septiembre de 2015 al 29 % en abril de 2016 y después al 37 % en septiembre de 2016. Con respecto a la liberalización, en la encuesta de septiembre un 39 % de las mujeres encuestadas y un 35 % de los hombres encuestados dijeron que apoyaban el derecho al aborto por motivos socioeconómicos.

Además, la encuesta acabó con el mito de que la demanda de los derechos de aborto es en gran medida propia de mujeres privilegiadas, acomodadas, de alto nivel educativo y que habitan en grandes ciudades. La idea de liberalizar la legislación vigente obtuvo el apoyo del 39 % de las personas encuestadas con bachillerato elemental, del 43 % de personas que habían cursado formación profesional básica, del 37 % de personas con bachillerato superior y tan solo del 27 % de personas encuestadas con título universitario. Nada menos que el 64 % de quienes habían cursado una carrera universitaria apoyaban la legislación vigente. Esto puede explicarse por el hecho de que el aborto clandestino y en el extranjero está mucho más al alcance de mujeres con un nivel educativo más alto en virtud de sus mayores ingresos.

Para el 24 de septiembre estaba planeada otra de las numerosas manifestaciones organizadas por el Comité de Defensa de la Democracia (KOD). El KOD es un movimiento interclasista que defiende los derechos y las libertades democráticas, surgido de la oposición a las medidas autoritarias del gobierno del PiS en diciembre de 2015. Gracias al KOD, Polonia se ha convertido en un escenario de manifestaciones antigubernamentales cuya intensidad no tiene precedentes en los últimos 20 años. Las manifestaciones convocadas por el KOD suelen reunir a decenas de miles de personas. Se publicó un llamamiento a una Protesta Negra en la manifestación del KOD. El “Bloque Negro” estuvo formado por unas 200 personas, pero muchos otros participantes en la manifestación del KOD también iban vestidos de negro. Aunque es difícil determinar cuántos de ellos iban de negro por motivos políticos (hacía frío, y la ropa de abrigo negra es muy popular en Polonia), la marcha la encabezaron mujeres vestidas de negro que gritaban consignas contra el refuerzo de los aspectos más restrictivos de la ley sobre el aborto.

El dirigente del KOD, Mateusz Kijowski, habló del voto contrario al proyecto de Salvad a las Mujeres en primera lectura: “Ayer, la mayoría parlamentaria hizo gala de un profundo desprecio por cientos de miles de polacos. Impidieron el debate de la propuesta de ley sobre derechos humanos firmada por más de 200 000 mujeres y hombres polacos.” Leyó una carta de Agnieszka Holland, directora de cine, que escribió: “Hoy, el gobierno del PiS quiere privar a las mujeres de la libertad e igualdad.
Quieren quitar a las mujeres el derecho y la libertad de decidir sobre sus propias vidas, quitarles su dignidad, decretando que la vida de una mujer vale menos que la vida de un embrión.”

Lunes Negro

El 1 de octubre tuvo lugar una manifestación en Varsovia, que reunió a diez mil personas delante del edificio del parlamento. Estaba claro que la movilización cobraba fuerza, pero el punto álgido se produjo el lunes, 3 de octubre, con el llamamiento a una huelga de mujeres. Ese día hubo manifestaciones en 143 ciudades, grandes y pequeñas, y pueblos. Las consignas eran típicamente feministas, como “Mi cuerpo, mi decisión”; “Pienso, siento, decido”; “Tenemos cerebro, no solo útero”, pero también otras como “Polonia es mujer” y algunas dirigidas directamente contra el gobierno, como “Beata, lo sentimos, tu gobierno será derribado por las mujeres”; “Jarosław, fuera las manos de las mujeres” y “Abortar el gobierno”.

En Varsovia, decenas de miles de mujeres se concentraron en la plaza del Castillo, en el casco antiguo. Para muchas participantes, esta era la primera manifestación a la que acudían en su vida. El éxito fue completamente inesperado, como se desprendió incluso de la elección del lugar: la plaza del Castillo es demasiado pequeña para una concentración tan masiva. La muchedumbre era tan numerosa, la plaza tan pequeña, la presión de la masa tan grande y la situación tan llena de riesgo que las organizadoras incluso dijeron a la gente que no se moviera, amenazando con disolver la manifestación.

Una de las mujeres para las que la Protesta Negra fue la primera manifestación a la que acudió en su vida, Anna Nowak (nombre cambiado), una joven ginecóloga de un pueblo de Pomerania Occidental, declaró: “Era mi deber participar en la manifestación. Si se aprobaba ese proyecto de ley, mis pacientes ya no tendrían acceso a exploraciones prenatales y ninguna otra opción que dar a luz a bebés discapacitados. Esto significa muchas veces, para una mujer, la exclusión del mercado de trabajo y la ruptura de su relación, pues a menudo su pareja las abandona.” La doctora Nowak añade: “Recuerdo el caso de una chica cuyo feto tenía malformaciones y le denegaron el aborto legal. El feto era grande y supuestamente el embarazo ya estaba demasiado avanzado. Eso no era cierto: los fetos malformados son a menudo muy grandes. La obligaron a continuar con el embarazo. En la 40ª semana dio a luz a un bebé que murió al cabo de tres minutos. Yo la atendí en el parto.” La doctora apoya la idea de liberalizar la legislación vigente: “Todas las personas deben poder optar.”

Respondiendo al llamamiento, algunas mujeres no acudieron al trabajo y fueron sustituidas por sus compañeros. Algunos cargos públicos apoyaron abiertamente la huelga. Robert Biedroń, alcalde de la ciudad de Słupsk, en Pomerania Occidental, y activista LGBTQ, dijo antes de la manifestación del lunes: “Me han llegado numerosas declaraciones de que las mujeres no acudirán al trabajo. Hay departamentos enteros [en el ayuntamiento de Słupsk] que harán huelga. Esto puede paralizar el funcionamiento del ayuntamiento, pero lo comprendo plenamente. Creo que las mujeres tienen que mostrar cómo será el mundo si se hartan de una vez y declaren que también quieren decidir en democracia.”

En numerosas universidades se anunció que el 3 de octubre no se pasaría lista en las aulas. Algunos empresarios privados cerraron sus establecimientos, como Radosław Olszewski, propietario de una cadena de restaurantes en Wroclaw. Cerró todos sus restaurantes, que emplean a 100 personas, 80 de ellas mujeres. Muchas mujeres fueron a trabajar vestidas de negro, como la mayoría de las empleadas de la fábrica de Indesit en Łódź. En muchos lugares de trabajo, algunas mujeres se desentendieron de algunas de sus tareas; por ejemplo, hubo secretarias que no contestaban al teléfono de la oficina. Dada la variedad de formas de participación en la Protesta Negra, es difícil evaluar su alcance, pero está claro que fue masiva. Según cálculos de la policía, alrededor de 100 000 personas participaron en manifestaciones callejeras. Y en la encuesta realizada inmediatamente después del Lunes Negro, el 67 % de las personas encuestadas declararon que apoyaban la Protesta Negra.

El efecto de la protesta masiva inesperada también fue inesperado: el PiS retiró su apoyo al proyecto fundamentalista, que el 6 de octubre fue rechazado por el parlamento. Jarosław Kaczyński, el líder del partido, cuyo peso real supera de lejos su posición formal, admitió durante el debate parlamentario que se trataba de “un enorme malentendido” y que “han llegado a la conclusión” de que el proyecto de Ordo Iuris “no es adecuado y sus resultados serían contrarios [a lo esperado].” Dio garantías al público de que el PiS “apoya la idea de proteger la vida”, pero añadió que haría falta una acción bien meditada, cosa que el proyecto no era. Beata Szydło, la primera ministra, anunció un renovado apoyo social para animar a las mujeres a concebir y criar niños discapacitados. Hasta la conferencia episcopal retiró su apoyo activo al proyecto, declarando que no secundaba la idea de castigar a las mujeres por abortar.

La lucha continúa

La súbita retirada del gobierno no es necesariamente definitiva, pues tanto el gobierno como el partido gobernante también están sometidos a las presiones de ultraconservadores decepcionados. La idea de un nuevo proyecto más restrictivo que la ley vigente, este patrocinado por el gobierno, tomó cuerpo muy pronto. Esta nueva ley penalizaría el aborto en caso de malformación o enfermedad del feto, pero no está claro que el gobierno vaya a proceder realmente en este sentido o si se trata de una maniobra discursiva para calmar a los ultraconservadores que acusan al PiS de traición. De momento se ha aprobado una nueva ley, Para la Vida, que prevé el desembolso de alrededor de mil euros a las mujeres que decidan continuar con el embarazo y dar a luz si el feto tiene malformación o está enfermo. Esta ley casa con el espíritu de las palabras anteriores de Kaczyński: “Aspiraremos a asegurar que incluso en casos de embarazos muy difíciles, cuando un bebé está condenado a morir o gravemente malformado, se llegue al parto para que el bebé pueda ser bautizado, enterrado y haya recibido un nombre.”

En octubre tuvo lugar la primera declaración de haber abortado por parte de una joven cantante pop, Natalia Przybysz, que grabó una canción en la que contaba su propio aborto; nunca antes se había producido nada igual en Polonia. La canción habla de cómo tomó 42 píldoras de Cytotec, que no tuvieron efecto, y de su viaje a Eslovaquia para recibir atención médica e interrumpir el embarazo. También concedió una entrevista, en la que relató su experiencia en detalle. La entrevista provocó una ola de ataques contra ella; la llamaron “arpía” y “asesina”, y el tabloide Super Express sacó este titular: “Mató al bebé para hacer sitio para libros.” En la pequeña ciudad de Nadarzyn, en Mazovia, se organizó una manifestación de boicot a un concierto de Przybysz. Por otro lado, su sinceridad sobre su aborto fue recibida con entusiasmo por feministas y activistas de izquierda, e incluso por algunos círculos liberales. Las mujeres organizaron de inmediato una recogida en línea de posts sobre sus propias experiencias de aborto. Sin embargo, entre quienes criticaron a Przybysz había algunas participantes en la Protesta Negra, que se oponen a restringir la normativa vigente pero apoyan el “compromiso” de mantener el status quo.

En este contexto se organizaron nuevas manifestaciones, particularmente los días 23 y 24 de octubre. En numerosas ciudades, grandes y pequeñas, tuvieron lugar acciones y manifestaciones, aunque fueron mucho menos masivas que las del Lunes Negro. La división en el seno del movimiento se hizo más visible, no solo porque salieron a relucir las distintas posturas en torno a la libertad de elección, sino también porque algunos círculos de izquierda comenzaron a atacar al KOD, afirmando, por ejemplo, que “el KOD está apropiándose de la Protesta Negra”. En Polonia, simpatizantes del antiguo régimen y seguidores de las teorías de Antonio Negri quisieron desacreditar al KOD desde el comienzo, diciendo que está al servicio de la oposición liberal, que solo pretende “enmascarar la explotación” y en este sentido no se diferencia del PiS, como afirmó un destacado simpatizante de Razem y seguidor de Negri, el profesor Jan Sowa.

Małgorzata Tracz, presidenta de los Verdes, que ha apoyado al KOD desde el comienzo, confirma que muchas mujeres del KOD participaron en la Protesta Negra. También reconoce que muchas activistas del movimiento están en contra de las críticas al “compromiso”, pero no apoyan la liberalización de la legislación en materia de aborto. Dice que “el mito del compromiso ha bloqueado la posibilidad de debatir. Sin embargo, como participante y activista, percibo el cambio; numerosas mujeres están cambiando de opinión en el curso de los acontecimientos. Las manifestaciones iban en contra de imponer más restricciones al aborto, y nuestra tarea es estimular el debate sobre la liberalización. Ha llegado el momento de dar un nuevo paso adelante.” Valora positivamente la declaración de Natalia Przybysz y considera que urge que salgan a la luz nuevos casos como este. Al mismo tiempo, se muestra crítica con comentarios como “no sabían dónde estaban y en qué participaban”, según han afirmado algunas manifestantes del Lunes Negro con respecto a aquellas participantes que están contentas con el status quo y que critican a Przybysz. Tracz señala que “este es el efecto del mito del compromiso, contra el que tenemos que luchar.”

Conclusiones

Aunque resulta tentador contemplar la Protesta Negra con lentes idealistas y calificarlo de nuevo movimiento social surgido espontáneamente de la base, para comprender este fenómeno se precisa un enfoque más materialista y marxista clásico. El año pasado en Polonia, después de que el PiS llegara al poder, tuvo lugar una reconfiguración política. Polonia había vivido muchos años de paz social, cuando las reformas neoliberales más radicales no provocaron movilizaciones contra el gobierno, ni siquiera a raíz de una drástica reforma de las pensiones en 2012, que incrementó la edad de jubilación de 60 años para las mujeres y 65 para los hombres a 67 años para unas y otros.

Sin embargo, en diciembre de 2015, la gente salió de pronto a la calle a raíz del intento del PiS de tomar el control del Tribunal Constitucional, que hasta entonces nunca fue una institución que despertara un gran interés popular. Ese movimiento es el KOD, que en un momento dado fue capaz de organizar una manifestación de 100 000 personas en Varsovia (que representa un número extraordinario para Polonia), con consignas favorables a la democracia. Este movimiento ha desempeñado un gran papel en el renacer de la cultura de la protesta. Ha quedado claro que en Polonia las reivindicaciones políticas democráticas tienen un potencial de movilización de masas mucho mayor que las demandas sociales.

Parece que este potencial movilizador de las demandas políticas también contribuyó a la Protesta Negra, y que esta circunstancia explica al menos en parte su éxito. En muy poco tiempo, el derecho al aborto –aunque entendido de forma muy estrecha como el derecho a interrumpir el embarazo en caso de violación o de malformación del feto– pasó de ser una cuestión social o incluso ideológica a un asunto que tiene que ver con los derechos fundamentales y las libertades civiles. La lucha por el derecho al aborto se relaciona con otras luchas por las libertades democráticas, y el intento del PiS de restringir la ley se ve como un nuevo ataque a la democracia.

Es cuando menos simbólico que una de las personalidades más visibles que se han opuesto a la restricción de la ley del aborto sea Krystyna Janda, protagonista de El hombre de mármol y El hombre de hierro, dos películas de Andrzej Wajda que simbolizan la lucha contra la supresión de los derechos democráticos y laborales bajo el estalinismo. Cuando Janda escribió en su muro de Facebook sobre la huelga de mujeres de 1975 en Islandia, se interpretó ampliamente como un llamamiento a una huelga de mujeres en Polonia (pese a que esa no era su intención).

En suma, las protestas masivas de mujeres que carecen de precedentes de Polonia han forzado de inmediato al parlamento a abandonar la idea de restringir la legislación en materia de aborto. El partido gobernante ha capitulado públicamente ante el estallido del descontento popular. La magnitud y la fuerza de la protesta sorprendieron a todo el mundo. La Protesta Negra es una importante confirmación de que la tradición y la cultura de la protesta política masiva está renaciendo en Polonia en estos momentos.

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Notas

1. En el siglo XXI, el partido Razem ha sido el primer partido de izquierda extraparlamentario en superar el umbral del 3 % en unas elecciones parlamentarias, lo que comporta que percibe una subvención estatal y pasa a formar parte del establishment político.

2. “¿Qué pueden ofrecer las feministas que se han unido al partido Razem a las madres de familias que luchan para llegar a fin de mes y a las mujeres jóvenes que ganan una miseria trabajando de cajeras en un comercio de una pequeña ciudad?”

Respuesta: “Las mujeres en general ganan menos. Además, tienen interrupciones mucho más largas en su vida profesional, ya que suelen cuidar a los hijos. Las mujeres cargan más a menudo con las consecuencias de la ruptura matrimonial y un embarazo no deseado, y muchas tienen que abandonar la vivienda con sus hijos debido a la violencia. Finalmente, a ellas les resulta más difícil encontrar un empleo porque pueden quedarse embarazadas. El Estado tiene que intervenir en estas situaciones. De lo contrario, las mujeres siempre estarán en situación de riesgo en el mercado laboral.”

“El Estado tiene que prestar apoyo. Por eso queremos cambiar las reglas de funcionamiento del Fondo de Alimentación. Nuestra prioridad es el desarrollo de una red de guarderías y jardines de infancia para que se pueda acoger a todos los niños necesitados en instalaciones gratuitas.
Dada la situación actual del mercado de trabajo, hemos de crear instalaciones que funcionen por la tarde y en los fines de semana. Queremos introducir –siguiendo el modelo sueco– una baja parental de 480 días compartida a partes iguales por los progenitores. Gracias a ello, los hijos se criarán durante más tiempo en casa y las mujeres tendrán menos problemas para encontrar un empleo.”

3. “Estamos en contra de resolver el problema del aborto mediante la represión penal. La ley vigente en Polonia no funciona: las mujeres acomodadas la eluden con facilidad, de modo que afecta realmente a las mujeres pobres. Independientemente de las diferencias en nuestras filas en torno a la evaluación ética del aborto, estamos convencidos de que no es tarea del Estado apoyar una visión del mundo. La decisión sobre la maternidad corresponde a la mujer.”

NewPolitics. Traducción de Vientosur

 

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