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Estado español :: 31/12/2010

Proxenetas lingüísticos, hipócritas políticos

Guadadespierta.org
La bandera de la democracia, se usa para llevar a cabo las acciones más antidemocráticas que cabrían en un país, incluido el nuestro.

Vivimos en un mundo en el que los significantes han acabado con los significados. Un mundo en el que las palabras se han prostituido a las órdenes de quien ha estado dispuesto a comprarlas. No son mentiras, sólo es el uso de símbolos vacíos de significado.

Los políticos nos tienen acostumbrados a una serie de trampas en el lenguaje, las cuales, han derivado en que les retiremos toda nuestra atención. Se puede pensar que es su trabajo, que utilizan la mentira para ganar dinero como un carpintero usa una sierra. Efectivamente, eso es lo que pasa, pero no debería ser así. Algunos opinan que la política es dialéctica, y la dialéctica son palabras. El filósofo y lingüista J. A. Marina defiende la belleza y la necesidad de una “palabra ganada” cuando todos gastamos y desgastamos tantas. Estamos entonces ante marionetas, Pinochos empedernidos, que violan las palabras y prefieren ganar un voto antes que un vocablo.

Hoy en día, en la práctica política lo que se ha puesto de moda son, entre otras, dos palabras fetiche completamente prostituidas, conocido de antemano su fantástico funcionamiento y presencia en todos los discursos: libertad y democracia.

Si se quiere cometer cualquier barbaridad pero a la vez quedar bien, se ha de hacerlo bajo la bandera de la libertad. Bajo esa bandera invaden países los Estados Unidos y te meten la mano por el culo en los aeropuertos. Pero si esta bandera ampara a los sádicos, tampoco puede ser tan malo, ¿no?

El partido de Berlusconi en Italia, se llama 'Il Popolo della Libertà (PDL)'. No sé a qué libertad se referirá nuestro amigo Silvio, supongo que será a la suya puesto que debería estar en la cárcel; que lo haga el presidente es el mejor modo de dar ejemplo. Una persona con casi 80 juicios pendientes e innumerables denuncias a sus espaldas, que evade continuamente la prisión, se cree con la libertad como forma de vida. ¿De qué libertad podrida y envenenada habla Berlusconi? ¿Eso se considera libertad? Desde luego no en mi diccionario.

La otra bandera, la de la democracia, se usa para llevar a cabo las acciones más antidemocráticas que cabrían en un país. Y la gente se lo cree.

- ¿Pero cómo se te ocurre ilegalizar un partido?

- Es que lo hago en nombre de la democracia.

- Ah, entonces vale.

Por esa misma regla de tres deberíamos disolver el parlamento español visto que se les come la lengua el gato cada vez que se les pregunta por el Sahara Occidental, por Iraq o por Afganistan y aprueban leyes que permiten que se sigan vendiendo armas a Marruecos, Israel y una larga lista de países centroafricanos que están inmersos en conflictos bélicos o denunciados por no respetar los derechos humanos.

Por muy sucio que jueguen los políticos, no son los culpables. Estamos ante un caso de mea culpa. Si se hinchan como pavos, es porque con el alpiste de nuestro “ver, oír y callar” les mantenemos ahítos. Retirémosles nuestro apoyo, se quedarán entonces con el rabo entre las piernas, lloriqueando.

Para seguir buscando culpables podríamos ir a la otra parte de la mentira, los periodistas. Varios autores, columnistas y líderes de opinión en general de diferentes medios convergen en opinar que la labor que hoy en día desempeñan los periodistas es muy pasiva. Que se limitan a ir a las ruedas de prensa con una grabadora y reproducir lo que han grabado, exponiendo a la ciudadanía directamente los discursos políticos. Les culpan de no cumplir con esa labor de filtro que se espera de ellos.

Esto es mejor verlo con un poco de perspectiva: ¿Cuánto cobran esos periodistas? ¿Qué condiciones laborales tienen? Probablemente si no cobrasen esas miserias ni tuvieran unas condiciones laborales tan precarias harían mejor su trabajo. Por 300 euros son muchos los que no se complican la vida y le dan al play sin pensar. Antes de escupir sobre ellos todo el veneno y todas las culpas, habría que ver en qué condiciones se realiza este trabajo que, probablemente, ni se asemejen a las que tienen ésos columnistas y líderes de opinión que tanto les critican.

Entonces, ¿de quién es la culpa? De los políticos y de los periodistas, y de los fontaneros, de los fruteros, de los administrativos, de los profesores... de cualquiera que lo escuche, que se lo crea sin reflexionar y que encima empiece a utilizar esas palabras con el nuevo significado que le han dado sus proxenetas.

Todo esto como aviso al golpe (otro más) que acaba de encajar la libertad de expresión: Berlusconi dueño total y absoluto del grupo Prisa.

Silvio el chulo.

Santillana, El País, La Ser, Cuatro, Canal + y Telecinco sus putitas.

 

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