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Estado español, Pensamiento :: 12/02/2016

'That's Entertainment'. Realidades más allá del entretenido momento político

Antonio Torres
Pero no lo olviden: 'that's entertainment', que cantaban The Jam, es solo entretenimiento

Cada momento tiene una banda sonora, y quizá, la más apropiada para los momentos que estamos viviendo sea la canción de “That’s Entertainment” de The Jam. Lejos de todo el tumulto, del ruido, de las declaraciones,  de la emoción y la ilusión calculada, de las puestas en escena, de la utilización constante de lo simbólico como provocación, y de las avalanchas de periodistas que concurren a las ruedas de prensa, en realidad, queda la sensación de que todo es eso: entretenimiento, como cantaba Paul Weller.

Entretenimiento que nos somete a la pasividad, quizá a una trepidante  pasividad, a estar pendientes todos los días ya sea de la genialidad, de la ocurrencia o de la metedura de pata de los diferentes líderes políticos del Estado español. Estamos pendientes, como si fuera un combate de boxeo, de quien conecta un gancho de derecha en la mandíbula del adversario por sorpresa.  Todo es simbólico, todo está lleno de gestos, de poses más o menos geniales, más o menos trabajadas, o más o menos audaces. En este asunto, el núcleo dirigente de Podemos está sacando ventaja claramente al resto de competidores, saben manejar con ingenio la comunicación política frente a los formatos rancios, estereotipados y muy torpes del resto de actores políticos, especialmente del  Partido Popular, pero también del PSOE.

No hace mucho, Daniel Bernabé escribía en un artículo que cuanto menos capacidad tiene una corriente política de cambiar lo material con más insistencia busca influir desde lo simbólico. Como ejemplo, Bernabé ponía uno bastante elocuente: “Se podría decir que mientras que los Panteras Negras utilizaban un lenguaje surgido desde abajo para crear identidad a la par que desarrollaban comedores sociales o cursos de autodefensa, los círculos progresistas de Columbia buscaban la forma en que los blancos debían referirse a los negros para no ofenderlos. El resultado es que hoy, en Estados Unidos, es un consenso el no emplear la palabra nigga, pero las desventajas sociales, económicas o judiciales de la población negra siguen siendo evidentes” (Daniel Bernabé, “Políticamente correcto”, http://www.lamarea.com/2016/02/03/81361/).

En todo este bullicio, con su entretenimiento, muchos, empezando por los dirigentes de Podemos, están concibiendo la política, especialmente la política institucional, como una esfera independiente de la sociedad, de los movimientos populares, y de ese concepto total y global que es la lucha de clases. Esta concepción tiene antecedentes históricos, quizá demasiados, pero eso no impide que se vuelva a repetir, no sabemos si como tragedia o farsa. No, esto no tiene nada que ver con Nicos Poulantzas y su teoría de la autonomía de las diferentes instancias, entre ellas, la política, tampoco con Gramsci y su guerra de posiciones, aunque se pretenda recurrir frecuentemente al teórico comunista sardo para justificar esto, aquello o lo de más allá. Con su táctica en la que se mezcla la explotación de gestos y los golpes audaces al contrario, especialmente a Pedro Sánchez, la dirección de Podemos confía y quiere hacer creer que la suerte del “cambio político” depende sola y exclusivamente de su táctica, de sus geniales movimientos en el tablero institucional, mientras la organización y la lucha popular no es que queden en un lugar secundario, sino que simplemente desaparecen, y cuando ésta asoma, estorba.

Pero mientras algunos disputan partidas de ajedrez o combates en el cuadrilátero institucional, fuera, en ese mundo más allá de lo simbólico, de los discursos performativos, de los significantes vacíos, y del entretenimiento mediático, están ocurriendo cosas. El Foro Económico Mundial celebrado los días 20 a 23 de enero en Davos-Klosters (Suiza) avisaba sobre las oscuras perspectivas económicas para el año 2016 y sobre todo para 2017, de nuevo, como hace ocho años, el fantasma de la recesión hacía su aparición. En lo que va de 2016, las perdidas en las bolsas de valores a nivel mundial se calculan en 8 billones de dólares, según el Bank of America Merrill Lynch. Las perspectivas no son buenas, nos encontramos, o mejor dicho, no hemos salido de una crisis sistémica, de sobreproducción, algunos analistas dibujan las imágenes de cointaners llenos de mercancías que se amontonan en los puertos chinos, europeos y norteamericanos.

El capitalismo no ha logrado una recuperación sostenida de la tasa de beneficios pese a los grandes aumentos de la tasa de explotación, lo que implica un recrudecimiento de la competencia entre las multinacionales y entre los países o regiones económicas. Como explicaba el revolucionario vasco Iñaki Gil de San Vicente: “La masa de datos disponibles y la cantidad de estudios e investigaciones sobre la situación del capitalismo mundial muestran que está sumido en un profundo estancamiento de muy larga duración que, con altibajos, se remontaba a la incapacidad de superar de manera estable y definitiva la tasa media de beneficios alcanzada en la década de 1960. Por algunos momentos y tras un salvaje ataque neoliberal sostenido desde la década de 1970, el centro imperialista si ha logrado igualar aquél logro. Pero esta recuperación no es una victoria definitiva del capital que inicia otra nueva fase u onda expansiva, sino sólo un respiro fugaz en una parte del sistema mundial porque la tasa media de beneficio a nivel mundial ha caído desde el máximo del 44% en 1869-1870 hasta el mínimo del 18% en 2007-2013, con una tasa media que baja del 40% a poco más de 20% en las mismas fechas” (Iñaki Gil de San Vicente, “¿Nos sirve Marx? ¿Se hunde España? ¿Qué organización? Tres debates imprescindibles”,  http://www.lahaine.org/inos-sirve-marx-ise-hunde).

Producto del aumento de la tasa de explotación se ha producido desde 2008 un incremento de la desigualdad, como ya indicaba el reciente informe hecho público de Intermon Oxfam (“Una economía al servicio del 1%” http://www.oxfamintermon.org/es/documentos/15/01/16/una-economia-al-servicio-del-1).

Y todo esto sin tener en cuenta el decrecimiento chino, exagerado por Occidente, y en general de los BRICS, y la bajada de los precios del petróleo y de otras materias primas. Una de las razones por las cuales el colapso en el precio del crudo afecta a todo tipo de mercados financieros es porque muchos grandes inversionistas, desde fondos hasta grandes corporaciones, sufrieron en 2015 un castigo brutal en el componente de sus carteras de inversión relacionado con mercancías básicas;  hoy,  esos mismos inversionistas han comenzado a deshacerse de acciones y títulos financieros con el fin de reducir el perfil de riesgo de su cartera total. Los inversionistas más importantes en la economía mundial están observando con gran atención la evolución del precio del petróleo: el desplome no es considerado como portador de buenas noticias, todo lo contrario, es un mal presagio de que la economía mundial seguirá empantanada en un entorno recesivo por varios años.

Por tanto, ese relato con el que la dirección de Podemos ha ganado notoriedad y votos apelando a empresarios y banqueros avaros y “malos patriotas” (patriotas españoles, por supuesto), a castas,  políticos corruptos y  puertas giratorias se hace pedazos ante una realidad que va mucho más allá. Hay un hecho que aunque nadie pone en duda, se procura tapar lo más posible: el nuevo gobierno español tendrá que emprender recortes o subidas de impuestos por valor de al menos 6000 millones de euros para cumplir con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE, que incluso podría subir hasta los 8000 millones de euros si Bruselas aprieta para cumplir con el objetivo del déficit del 2,8% acordado. Las previsiones de la Comisión Europea desmontan el argumento de Luis de Guindos, quien lleva meses apuntando a una recuperación más robusta de lo que esperan las instituciones internacionales, pero, sobre todo, prepara el terreno para el nuevo gobierno español que esté por llegar. La Comisión, liderada  por Alemania, presionará a Madrid para que encuentre estos 8000 millones de ahorro en los presupuestos revisados para este año 2016. De no hacerlo, la Comisión puede llevar al Estado español al siguiente paso del procedimiento por déficit excesivo: una multa de 2.000 millones de euros.

Las pocas veces que el fantasma de déficit público ha hecho su aparición en estos últimos días, los diferentes actores políticos han enmudecido de repente, la locuacidad desaparecía. Tras el silencio inicial, todos, absolutamente todos, decían lo mismo: confían en ir a Bruselas a negociar una relajación en la reducción del déficit público.

Se puede argumentar que, en el caso de Podemos, hay un elemento que conecta el entretenido momento político con las preocupaciones e incluso con las organizaciones populares; ese nexo estaría en la Ley 25. Podríamos discutir ya hasta qué punto la Ley 25 forma parte de todo el espectáculo como un elemento más que secundario;  podríamos entrar, como están haciendo torpemente ciertos sectores de la izquierda revolucionaria, a discutir sobre el reformismo de la Ley 25, pero eso no sería entrar en lo verdaderamente importante, porque como en un espectáculo de magia, cuando el mago dice de mirar a un lado, el truco está ocurriendo en otro sitio, pero la izquierda revolucionaria no se entera y sigue  mirando donde dice el mago. Lo verdaderamente importante no es ya si la Ley 25 es reformista o no, si no que Bruselas no permitiría llegado el caso su aplicación efectiva. Y esta falta de visión nos remite a un hecho más importante aún: el mismo sistema está impidiendo una salida reformista, ¿se acuerdan de Grecia y de un tal Alexis Tsipras?  La única manera de avanzar efectivamente en la recuperación de los derechos más básicos y en la consecución de soberanía nacional para los pueblos, con o sin Estado, como herramienta de avance y transformación política y social pasa ineludiblemente por la ruptura con la Unión Europea, el euro, y la OTAN, y en el caso del Estado español, pasa por la ruptura con el régimen postfranquista del 78.

Dejamos este entretenido espectáculo con un Pedro Sánchez representando el papel de un torpe malabarista al que no paran de caérsele los malabares, con el encargo real de formar gobierno. Complicado lo tiene, no sólo porque los números y las voluntades políticas de fondo no dan para lo que pretende, sino porque su propio partido está abierto en canal por la vieja guardia del GAL y Filesa, y por las aspiraciones sin límites de Susana Díaz, a la que Andalucía se le queda pequeña desde hace tiempo. Aunque Sánchez logre formar un gobierno, terminará fracasando. Mientras, la dirección de Podemos solo tiene que explotar las contradicciones del PSOE y provocar, para eso son los mejores hay que reconocerlo, cada vez más la deriva ultra del PP, con toda su carga rancia, autoritaria y paranoica.

Pero no lo olviden: 'that's entertainment', que cantaban The Jam, solo entretenimiento.

 

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