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Argentina :: 26/09/2014

Falleció el periodista alternativo Alejandro Haddad

Agencias / La Haine

Esta semana falleció Alejandro Haddad. Fue docente, periodista y documentalista. Participó en varios oganismos sociales y últimamente escribía sobre la realidad del pueblo de Kurdistán para  varios medios alternativos entre ellos la Agencia de Comunicación Rodolfo Walsh, encargándose del boletín de Medio Oriente.

Colaboró en la revista Crisis. En 2008 grabó el cortometraje “La queja de los cadáveres”, y en 2009 “Av! Su! Mai!” en territorio kurdo de Turquía. “Pañuelos para la historia” es su primer largometraje documental. Entre sus libros figuran “Ellas surcando los tiempos”, “Gûle Gulîstan” y “Kurdistan: Crónicas Insurgentes” junto a Leandro Albani.

Alejandro Haddad tenía 35 años y estaba aquejado de una grave enfermedad. Ale 1

Ale…

Leandro Albani

Con Alejandro Haddad nos conocimos poco. De casualidad, casi. Fui su profesor en la Universidad de las Madres durante un año. Después, la vida nos llevó por diferentes caminos.

El año pasado nos volvimos a ver luego de mucho tiempo. ¿La razón del encuentro? Kurdistán. Me habían propuesto viajar al Irak kurdo junto a él y a Mehmet Alí Dogan. En ese momento, la salud le jugó a Ale una mala pasada y no pudo acompañarnos. Pero en los meses previos nos reunimos varias veces en Argentina, y esos encuentros y charlas fueron para mí todo un descubrimiento: en apenas unas horas, mates de por medio, Ale me explicó que el pueblo kurdo existía, que su lucha era ancestral, que una organización insurgente y de masas se llamaba Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), y que sus guerrilleros y guerrilleras enfrentaban al imperialismo y se interesaban cada vez más por América Latina. También me dio para leer los artículos y crónicas de sus viajes por el Kurdistán turco. Concretos, pedagógicos y con la pluma afilada de los grandes cronistas, Ale le regalaba al que quisiera las historias duras y dignas de los kurdos y las kurdas que no bajan los brazos frente a la represión.

Pero en esas conversaciones también conocí a un tipo sencillo y con un humor de ese que tanto me gusta: un poco ácido, otro poco ingenuo, pero siempre con la justeza que termina en carcajadas.

En apenas unas semanas armamos el libro “Kurdistán. Crónicas insurgentes”. Lo amasamos, lo corregimos, lo corregimos una y mil veces, elegimos fotos y tipografías, y ese acto también fue un compartir mutuo.

AleLeanMehmet_01Alejandro HAddad, Leandro Albani y el antropólogo kurdo Mehmet Alí Dogan. (foto Verónica Canino)

Tuve la suerte de participar con Ale en las mismas trincheras de comunicación: Resumen Latinoamericano y Marcha. En esos medios alternativos y populares, Ale nos permitió entender mucho más qué sucede en Turquía, o qué significa el Newroz para el pueblo kurdo, esa festividad que todos los años se convierte en una jornada de lucha por la liberación.

Pero ahora, justo ahora, lo que me cruza es la rabia. La rabia de que un compañero se fue, de su juventud plena que ya no es, de una mente lúcida que nos va a faltar para entender un poco más qué sucede en el mundo. Y también la ausencia de un gran periodista, cargado de proyectos, con una fuerza descomunal para soportar los dolores y las trabas permanentes que su enfermedad le puso en el camino. Porque Ale era eso: fuerza pura para decir que no, que la muerte no se la iba a llevar así de fácil, que todavía queda mucho por hacer y escribir, mucho por organizar y difundir. Y para decir que no, también publicó un último libro de poemas. “Gulê Gulîstan” se llama y habla de las mujeres del Kurdistán, aguerridas y tenaces, guerrilleras como flores rojas penetrantes.

Pero esa rabia que me cruza es por lo que no fue, por los encuentros que no llegaron a concretarse, de las veces que dijimos de ir a un bar a tomar algo para hablar nomás de la vida, de lo que queríamos o buscábamos, de futuros inciertos cargados de rebeldía; de lanzarnos a escribir más sobre Kurdistán y, por qué no, viajar alguna vez juntos a esa tierra que no deja de nacer.

Nos vimos algunas veces antes de que la enfermedad se lo llevara. Esa fuerza que lo caracterizó siempre estuvo con él: charlamos, tomamos mates, disfrutamos (Ale, yo, sus amigos y amigas) de la atención de su familia, siempre con sonrisas para regalar a quienes estábamos en su casa.

Ale me va a acompañar de aquí en más, porque siempre será un ejemplo de tenacidad y coherencia. Y junto a él, sus amigos y compañeros, vamos a hacer realidad uno de sus versos, ese que dice “Vamos a organizar los recuerdos/y ponerlos sobre tablas./Despleguemos el mantel que la mesa está lista./ Hoy habrá fiesta por el destino propio que será”.

La rabia de que Ale ya no esté también me va a acompañar. Esa rabia que es necesaria transformar en vida digna e insurgente. Como fue la vida misma de Ale…

Te vamos a extrañar, hermano… Te abrazamos fuerte…

 

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