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Madrid :: 04/07/2007

Represión indiscriminada después de acción antiglobalización de Rompamos el Silencio

Alicia Couselo
Esta mañana, unas 50 personas, en su mayoría jóvenes, se concentraron a las puertas de La Caixa, segundo accionista de Repsol, para denunciar la contaminación que esta empresa realiza en los países empobrecidos y cuyos beneficios terminan en las arcas de los bancos españoles y así financiar la prosperidad económica del estado español.

La acción consistió en simular una prospección petrolífera en el césped que está frente a la puerta de la Caixa, para después dejar unas bolsas de pescado malolientes ante la puerta principal bajo la consigna "algo huele a podrido en la Caixa". Todo transcurrió tranquilamente hasta que los manifestantes se dispersaron y entraron en el metro de Gregorio Marañón para volver a casa. Por la escalera bajaron corriendo unos enormes policías nacionales blandiendo sus porras, que parecían acabados de salir de una jaula. Aparentemente llegaron a La Caixa cuando la acción había terminado y no estaban dispuestos a permitir que los manifestantes se fueran de rositas. Fuera de sí, se dedicaron a coger de los pelos a todo el que se les ponía a tiro, a golpear con la porra a cualquiera que pidiera tranquilidad, a pedir documentos a diestro y siniestro y a llevarse detenidos a unos cuantos, no se sabe todavía con qué excusa. Mientras tanto, los accionistas de La Caixa y de Repsol, los únicos delincuentes, siguen disfrutando de carta libre para seguir contaminando y explotando.

¿Estamos en el mundo del revés? Como dice Eduardo Galeano, "los violadores que más ferozmente violan la naturaleza y los derechos humanos, jamás van presos. Ellos tienen las llaves de las cárceles". Una semana de lucha social no es suficiente para darle la vuelta a este mundo, donde otro capitalismo es imposible. Sin prisa y sin pausa, el sistema va engrasando sus mecanismos de control y la rigidez es cada vez más evidente. No hace falta poner coches bomba ni volar rascacielos para que el poder nos considere enemigos. En realidad, el objeto de las leyes represivas es aterrorizar a la población y muy especialmente a los jóvenes. La violencia desplegada por los policías en el metro esta mañana se dirigía muy especialmente a los jóvenes, porque ser joven y querer vivir de otra forma, ya en sí mismo es delito. Y mucho más delito si además tratan de construir las herramientas para conseguirlo y dar ejemplo.

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