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Bolivia :: 19/02/2006

¿Existe un capitalismo distinto al que conocemos?

Raúl Prada Alcoreza
Plantear en Bolivia un capitalismo andino-amazónico, después de seis años de luchas sociales en la reciente historia, después de un periodo prolongado de luchas populares por la soberanía, después de una duradera y reiterativa guerra indígena contra las formas polimorfas del colonialismo, mirando el ciclo largo de la historia, es volver a plantear una nueva forma de colonialismo interno

El capitalismo comienza en el Mediterráneo europeo, en el norte de Italia, centrado en las ciudades portuarias que tenían vínculos con el oriente. Este capitalismo mediterráneo era básicamente comercial. A todo este periodo llama Arrighi el ciclo del capitalismo genovés, debido al papel expansivo que juega el capital de los empresarios genoveses. La expansión se produce entre el siglo XIV y el siglo XV. El capitalismo genovés, distinguiéndose de otros circuitos de capital como el milanes, veneciano y florentino, que se inclinaron por la inversión en la construcción del Estado, desarrollando estrategias y estructuras rígidas de acumulación de capital, prefirió el modelo de la construcción de mercados y se embarcó en estrategias y estructuras cada vez más flexibles de acumulación[1]. En lo que respecta a la historia del capitalismo, Arrighi reconoce cuatro ciclos largos de capital:

Pueden identificarse cuatro ciclos sistémicos de acumulación, cada uno de ellos definido por una unidad fundamental de agencia primaria y de la estructura de los procesos de acumulación de capital a escala mundial: un ciclo genovés, que se extendió desde el siglo XV hasta principios de siglo XVII; un ciclo holandés, que duró desde fines del siglo XVI hasta finales del siglo XVIII; un ciclo británico, que abarcó la segunda mitad del siglo XVIII, todo el siglo XIX y los primeros años del siglo XX, y un ciclo americano, que comenzó a finales del siglo XIX y que ha continuado hasta la fase actual de expansión financiera[2].

Se puede decir que el ciclo holandés sigue las pautas del ciclo genovés, sólo que a una escala mayor, pues este ciclo se extiende del Mediterráneo al Atlántico, abriéndose a los siete mares, llegando de este modo a lo que se va a conocer como las Indias orientales. Tanto el ciclo genovés como el ciclo holandés se caracterizan por desechar la opción territorialista del capital, que formó parte de las estrategias de las otras ciudades de Italia, después de las monarquías absolutas de España y de Francia, pero en un contexto de dependencia del capital genovés, de las finanzas provenientes del norte de Italia.

El ciclo inglés se involucró en una estrategia territorial, empero combinada con la búsqueda de una independencia económica del los genoveses y los holandeses. A diferencia de los españoles y franceses, los ingleses articularon capitalismo y Estado, formación y acumulación de capital y estrategia territorial, dando lugar no solamente a un nuevo ciclo de capital, sino a una modificación estructural en la formas, estrategias y estructuras de acumulación. La acumulación y expansión capitalistas se convierten en estrategia estatal, el capitalismo adquiere su forma política acabada como imperialismo. Desde esta perspectiva la expansión de los españoles y portugueses, que incorporan los territorios conquistados a las coronas respectivas, a los Estados absolutistas en marcha, a las formas territoriales constituidas en la península Ibérica, forma parte más bien de la acumulación del capitalismo genovés, que usa a los estados territoriales español y portugués en su búsqueda de nuevas rutas. El avance del Islam cerró el flujo comercial del Mediterráneo, afectando a la reproducción del capital de las ciudades Estado del norte de Italia.

La conquista del quinto continente -llamado por los nativos Avia Ayala y, después por los conquistadores América- y su incorporación a la administración extraterritorial de los Estados conquistadores, va a provocar la expansión sin precedentes de la acumulación originaria del capital, una modificación cualitativa de las formas, estrategias y estructuras de acumulación. Con este salto se forma el sistema mundo capitalista, aprovechando los ingentes recursos naturales incorporados a la vorágine del capital, en un proceso de acumulación ampliada que va a ser llamada la revolución industrial, la cual se produce primero en la isla británica, se extiende después al continente europeo, ampliándose posteriormente a Norte América. Éste es el mapa del centro del sistema mundo capitalista. El resto de la geografía terrícola terminará configurando la periferia del sistema mundo capitalista. Con el tiempo el centro va incorporar zonas como las islas niponas y Australia al centro del sistema mundo, extendiéndose éste en forma de archipiélago.

Se puede discutir si la Unión Soviética formó parte de este centro o mas bien formó parte de un segundo mundo, quedando el resto en un tercer mundo. Se puede discutir también que si parte de los llamados tigres del Asia se incorporaron recientemente a este centro dinámico del sistema mundo. Empero parece evidente que el centro se ha abierto como un archipiélago, mezclado con una periferia, que aparece como una gigantesca matriz biosocial y biopolítica, de las cuales se extraen energías, recursos naturales y flujos abrumadores de plustrabajo. Esto no quiere decir que haya crecido el centro, quizás ocurre exactamente lo contrario, que se haya restringido el centro, en comparación con la extensión de fragmentos y hasta zonas periféricas que han emergido atravesando el mapa de lo que fuera el centro mas o menos homogéneo del sistema mundo capitalista. Ello quiere decir que el sistema mundo capitalista está afectado por dinámicas contradictorias y por transformaciones que modifican la geografía de la acumulación del capital.

La periferia del capitalismo fue convertida en fuente de materias primas y lugar de mano de obra barata para puntuales inversiones de explotación de minerales e hidrocarburos, además de puntuales inversiones industriales. La inversión en la producción de productos alimenticios también fue puntual. Esto quiere decir que en la periferia no se formaron grandes matrices industriales concatenadas, conectadas a procesos productivos y comerciales, conectadas a expansiones que re-zonifican los mercados. Al contrario, en la periferia, cuando se invierte en la exploración, explotación y parcial industrialización, estas inversiones articulan estos procesos parcialmente industriales a los desplazamientos de los conglomerados industriales y comerciales centrales. Abusando del término se llamó a este fenómeno economías de enclave[3].

Esto quiere decir que el sistema mundo capitalista no solo se expande si no que también se transforma, generando estratificaciones económicas diversas en la geografía de la periferia. Estratificaciones conectadas a flujos de capital heterogéneos, empero de restringidas corrientes financieras. El mapa de la periferia no es el mismo, de ninguna manera, a lo que fue durante la expansión del ciclo del capitalismo inglés durante el siglo XIX, tampoco se parece mucho a lo que terminó formando como el nuevo mapa del sistema mundo capitalista luego de la expansión del ciclo del capitalismo norteamericano, sobre todo después de la segunda guerra mundial.

Desde la década de los sesenta hasta fines del siglo XX la expansión económica del Japón y los tigres del Asia hacen pensar en la posibilidad de un nuevo desplazamiento en la geografía del centro del capitalismo, además de avizorar la posibilidad de un nuevo ciclo del capitalismo. ¿Esta vez asiático? Esta posibilidad parece afirmarse con el vertiginoso crecimiento económico de la China Popular. Sin embargo, no se ven los síntomas de paso de postas, de un ciclo a otro, de una región a otra, como ocurrió con los cuatro ciclos del capitalismo anteriores. Se muestran mas bien síntomas de una solución global, un especie de globalización del actual ciclo de capital. Este último ciclo parece combinar formas de regulación con formas de desregulación de la administración de los flujos de capital, comprendiendo sus retornos, crecimiento y acumulación. El nuevo orden mundial también es el imperio del caos, como dice Samir Amin[4]. La soberanía del imperio también es la proliferación de lo múltiple[5].

¿Capitalismo andino-amazónico?

Varias veces, distintas versiones de populismos han planteado la posibilidad de otro capitalismo, distinto al que efectivamente se ha dado en la historia. Se ha hablado del capitalismo nacional, haciendo hincapié en la posibilidad del desarrollo nacional a través de la sustitución de importaciones. El objetivo de este desarrollo nacional era salir del circuito de la dependencia a través de la industrialización. Esta estrategia del capitalismo nacional, basado en la creación de una burguesía nativa se sustentaba, en el horizonte de un Estado interventor, en el formato del Estado de bienestar del modelo económico keynesiano. Con menos sustento que estas políticas nacionales se llegó a hablar después del capitalismo con rostro humano. En el decurso de estas variaciones figurativas, también se habló de un capitalismo popular, incluso de un capitalismo democrático. Exactamente no se sabe que quieren decir estos términos, salvo si nos quedamos con las buenas intenciones de los anunciadores de la buena noticia.

El capitalismo es un modo de producción que funciona a escala mundial. La historia del capitalismo comprende a cuatro ciclos del capital y es posible que estemos viviendo el último, que adquiere una dimensión global, en tanto y en cuanto las estrategias y estructuras de acumulación se asientan sobre bases multinacionales. El capitalismo es un monopolio contra el mercado, a decir de Fernand Braudel[6]. Por eso no se entiende muy bien eso de pedir un capitalismo democrático o popular. La democracia es un acontecimiento político y el capitalismo un acontecimiento económico, el capitalismo requiere de la separación del productor de los medios de producción, de la creación del mercado de la fuerza de trabajo, además de la absorción de plustrabajo, que genera plusvalía, que corresponde al tiempo de trabajo no pagado. El capitalismo se expande generando plusvalía absoluta y plusvalía relativa, subsumiendo el trabajo al capital de una manera formal o de una manera real, dependiendo del momento y la cualidad del enfrentamiento entre trabajo vivo y trabajo muerto, es decir la maquinaria, el capital constante. La acumulación originaria y la acumulación ampliada requieren recrear constantemente sus condiciones iniciales de producción. Esto sólo se lo puede hacer afectando el cuerpo de los trabajadores y de la sociedad.

Ahora se teoriza sobre un capitalismo que habría atravesado los límites del trabajo, llegando a incorporar la vida al proceso de valorización del capital. Con esto el capitalismo no sólo se tragaría la energía del trabajador sino la vida misma. Todo esto pasa por la virtualización de la producción y la informatización del trabajo. El capitalismo se reproduce por tanto a partir de la diferenciación social y la explotación del trabajo y la vida. Desde la perspectiva de la periferia, que es la mirada más completa y no restringida del centro del sistema mundo, los orígenes del capitalismo mundial tienen que ver con la violencia colonial. El colonialismo es el substrato de la expansión capitalista a escala mundial. En estas condiciones de la historia del capitalismo, no se pueden sostener los antojos de un capitalismo democrático o popular. Estos planteamientos forman parte de una demagogia ideológica.

Recientemente, en Bolivia, se plantea otra tesis, la de un capitalismo andino-amazónico. ¿Qué quiere decir esta propuesta? Para empezar en el mundo andino-amazónico no hubo capitalismo. Sus sociedades y civilizaciones se basan en formas de producción colectivas, comunitarias, basadas en la complementariedad de los espacios y los circuitos, en la reciprocidad del dar, del don y el contra-don. Los entramados territoriales de estas formaciones agrarias son archipiélagos en movimiento. En la Amazonia las sociedades de pescadores, recolectores y cazadores se sostienen sobre relaciones de parentesco que se construyen por filiaciones, también se sostienen por medio de alianzas, dependiendo de los acuerdos y las circunstancias de los intercambios. Se trata de sociedades contra el Estado y contra el mercado. Se sustituye al Estado por una estrategia de mandos rotativos. Se sustituye al mercado por medio de la circulación de las complementariedades. Por medio de la rotación de mandos se impide la acumulación del poder, por medio del derroche se busca impedir la acumulación de riqueza. Lo que se acumula es el prestigio. Si hay una valorización, ésta tiene que ver con la plusvalía de código y con la plusvalía de goce. Ambos plus pueden explicarnos la acumulación de prestigio. Extrapolando a nuestros tiempos esta situación, debemos decir que las sociedades andinas y amazónicas son anticapitalistas.

¿En la actualidad puede haber un capitalismo andino-amazónico?

Las formaciones sociales andinas y amazónicas fueron trastrocadas por la conquista y la colonia, durante el periodo republicano, por la continuidad de la colonia en el nuevo contexto político y por la expansión del mercado y del capitalismo. Esto no quiere decir que los arquetipos iniciales de la constitución social hayan desaparecido, las formas comunitarias, a pesar de haber sido fragmentadas, se han rearticulado en otros escenarios, adecuándose a los nuevos contextos históricos, a los nuevos campos sociales y a la nueva geografía social y política. Los arquetipos se hallan inscritos en las costumbres, en los usos del lenguaje, en la memoria simbólica. El ayllu, en tanto estructura comunitaria andina ancestral, que supone un momento constitutivo con los primeros pescadores, cazadores y recolectores, que supone un momento constitutivo, durante la revolución verde, la revolución agraria que domestica los genomas de las plantas y de los animales, configura un esquema rotativo de los mandos, que corresponde a los periodos nómadas, y juego dual de complementariedades, entre los de arriba y los de abajo, entre los del norte y los del sur, conjugados con los del este y el oeste, que corresponde a los periodos sedentarios.

Esta complementariedad se abre al exterior de la comunidad, formando alianzas a través del circuito de reciprocidades e intercambios. El mapa de complementariedades territoriales forma un gran archipiélago. Desde la perspectiva de la organización del espacio, se desprende la organización de la sociedad, el juego de complementariedades se convierte en una administración jerárquica de una región: Pasamos de un ayllu comunitario a una marka, y de la marka al suyu. De este modo el Tawantinsuyu articulo cuatro grandes suyus, cuyo centro político era el Cuzco. Los cuatro suyus, que son Chinchasuyu, Antisuyu, Collasuyu y Cuntisuyu, se relacionan como complementariedades. La síntesis política del macro espacio del Tawantinsuyu se rediseña en el micro espacio del Cuzco. Todo este armazón político, toda esta estructura del poder territorial, ha sido rota por la conquista, el gigantesco espacio complementario, lleno de archipiélagos de ayllus, terminó siendo colonizado, incorporado primero a la geografía política de la colonia, después a la geografía política de la república. La encomienda se apropia de poblaciones, las haciendas se apropian de tierras, la reforma agraria redistribuye la tierra a las familias, el mercado vuelve a crear grandes latifundios, la topografía del espacio agrario sufre transformaciones llevándonos a una genealogía de la cartografía política en el espacio andino-amazónico.

La geografía política, el mapa de las haciendas, las concesiones madereras y barraqueras, parecen imponer la administración del espacio republicana, latifundista y capitalista, sin embargo, esto no es más que una perspectiva, la perspectiva del Estado. Desde la perspectiva de las comunidades indígenas, comenzó un proceso de reterritorialización, sustentado precisamente en las prácticas comunitarias pervivientes, en los esquemas complementarios heredados, aunque invisibilizados por el Estado, son plenamente efectivos en la vida cotidiana, en ese espesor y dimensión de las costumbres y el consumo, donde los fragmentos vuelven a articularse. Los espacios, estrategias y estructuras comunitarias atraviesan la geografía política, el mapa de las haciendas y las delimitaciones de las concesiones madereras y barraqueras, atraviesan al mercado. Se oponen al mercado de tierras, se oponen a las formas de concentración del capital, se oponen al monopolio de la tierra y se oponen a la acumulación capitalista.

La expansión capitalista disuelve la comunidad. La expansión capitalista requiere de la atomización individual para producir colectivamente; esta es la paradoja del modo de producción capitalista. Esta paradoja nos lleva a otra, la producción cooperativa del trabajo es apropiada de forma privada. Ambas paradojas nos explican los orígenes de las crisis cíclicas del capital. Estas son las contradicciones inherentes al desarrollo capitalista. El capitalismo ha podido escapar de sus crisis creando nuevas expansiones, creando nuevos ciclos, transfiriendo su crisis a los nuevos ciclos de capital.

Esta evolución no sólo traslada las crisis a nuevos escenarios de la valorización del capital sino que las hace cada vez más fuertes. Cuando por fin se llega a un ciclo universal del capital, bajo la soberanía del imperio, bajo la forma de un capitalismo desterritorializado, las contradicciones que componen la crisis no parecen que vuelvan a resolverse con una nueva transferencia a un nuevo ciclo del capital. De este modo la sucesión de las crisis parece eterna. Tal parece que la manera de salir de la crisis de manera plena es retornando a las condiciones iniciales colectivas y comunitarias de la constitución inaugural de las sociedades: Las subjetividades colectivas, las formas comunitarias, la solidaridad y complementariedad de las dinámicas del intercambio, la reciprocidad y la valorización del código y el goce.

Plantear un capitalismo andino-amazónico, después de seis años de luchas sociales, en la reciente historia, después de un periodo prolongado de luchas populares por la soberanía, considerando el ciclo mediano de la historia nacional, después de una duradera y reiterativa guerra indígena contra las formas polimorfas del colonialismo, mirando el ciclo largo de la historia, es volver a plantear una nueva forma de colonialismo interno.

Se trata del proyecto de un desarrollo nativo del capitalismo, cuyo despliegue depende de la destrucción comunitaria, la decodificación cultural, la colonización de los cuerpos, en los contextos de una patria restringida. No se puede concluir de esta premisa, que este proyecto ideológico de un capitalismo andino-amazónico puede fortalecer las organizaciones indígenas, las instituciones indígenas, las formas comunitarias y colectivas. Esta no es una conclusión, es una contradicción insostenible. La contradicción se hace más aguda, más explosiva, cuando se plantea un reformismo de nuevo cuño del Estado interventor, al estilo keynesiano, el otro método anticrisis del capitalismo, en pleno pachacuti. Cuando desde la mirada indígena se produce el cambio, el trastrocamiento, el retorno a un presente actualizado de las procedencias.


Notas

[1] Giovanni Arrighi: El largo siglo XX. Akal 199. Madrid. Pág. 136.

[2] Ibídem: Pág. 19.

[3] En otro lugar comentamos una crítica a esta noción de economía de enclave. Ver Sobre la caracterización de la formación social-cultural-territorial de Raúl Prada Alcoreza. Comuna 2005; La Paz.

[4] Ver The Accumulation of Capital on a World Scale de Samir Amin. Monthly Review Press 1974; New York. También del mismo autor de Empire of; Monthly Review Press 1992, New York.

[5] Expresamos los contrastes del Imperio de Antonio Negri y Michael Hardt. Paidos 2002, Buenos Aires. Revisar también Multitudes y clases en los movimientos sociales antisistémicos de Raúl Prada Alcoreza. Comuna 2006, La Paz.

[6] Ver The Mediterranean and the Mediterranean World in de Age of Philip II. Harper y Row 1976, New York.

Tribuna Boliviana

 

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