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James Petras :: 07/06/2006

"En Colombia y en Perú hay una brecha entre la correlación de fuerzas en las luchas sociales y su expresión en la política electoral"

James Petras - La Haine
Efraín Chury Iribarne entrevista a James Petras :: Algunos sindicatos me han informado que apoyan tanto a López Obrador como a la campaña alternativa del zapatismo, diciendo que van a probar con López Obrador y si no cumple cuando sea elegido, van a lanzar y movilizar la campaña alternativa. Eso sirve para ellos como una forma de presión independiente sobre la potencial presidencia de López Obrador. Me parece una táctica bastante astuta para no caer en la trampa que ocurre en países como Uruguay

Comentarios de James Petras. Lunes 5 de junio de 2006

Efraín Chury Iribarne: Petras, tenemos un panorama en esta América del Sur que naturalmente da lugar a un planteo que voy a formularte. Uno es el triunfo de Uribe en Colombia en las recientes elecciones, es decir en un plan absolutamente continuista y por otro, el retorno que habíamos manejado como posibilidad pero ahora ya confirmado, de Alan García al gobierno de Perú. En este panorama que se venía dando en América del Sur, particularmente con el empuje de Chávez, lo de Evo Morales en Bolivia, algunas ideas que acompañaba desde otro plano Kirchner en la Argentina, había como una especie de rumbo interesante en esta parte del Continente. ¿De qué manera incide el triunfo de García y el de Uribe en ese incipiente cambio que se empezaba a dar en América?

Petras: Lo primero que debemos entender es una cosa: que analizando el conjunto de las políticas y las luchas sociales en Colombia y en Perú, podríamos decir que hay una brecha entre la correlación de fuerzas en las luchas sociales y su expresión en la política electoral.

Los resultados electorales siempre están un poco más atrasados en relación con la lucha social. Es decir que mientras en los grandes sectores sociales activos las fuerzas nacionales y sociales están abrumadoramente en favor de la izquierda, en el espectro electoral son todavía minorías, pero la tendencia final de mediano plazo es que la expresión social más adelante se va a equilibrar. Es decir, en Perú el presidente Toledo por cuatro años no alcanzó el 10 por ciento de popularidad. Quiere decir que entre el 80 y el 90 por ciento de la población rechazó la misma política que proclama Alan García. Pero este 80 por ciento del espectro social no tenía una expresión equivalente en el juego electoral.

Sin embargo, hay un enorme avance porque hay que analizar que hace 4 años Humala no tenía presencia, no tenía ni cero por ciento y en un proceso electoral salta de cero a 45 por ciento -la primer mayoría en el Parlamento- a pesar de que todos los partidos de la derecha y centro derecha se juntaron para votar en favor de Alan García, junto con todos los medios de comunicación de masas, junto con las multinacionales y junto con la Embajada de Norteamérica. Ese resultado entonces muestra que a pesar de estar todos en contra, todavía Humala gana las grandes mayorías, particularmente en los sectores populares. En muchas ciudades andinas ganó con mayorías del 85 por ciento, por ejemplo en Cuzco, la famosa ciudad del Sur; en Arequipa, en Ayacucho, en Puno y otros lugares y sólo el voto máximo de la gran burguesía más las clases medias de Lima consiguieron la victoria.

Por eso debemos relativizar la victoria electoral de Alan García, porque tiene que enfrentar un Congreso hostil y una gran oposición en la mitad del país y a un candidato con un programa que va a ser una alternativa a la política neoliberal, entonces hablar de una polarización de Perú contra Venezuela, es subestimar la polarización intensa adentro de Perú.

Lo mismo con Colombia: cuando analizamos el voto de Uribe, tenemos que anotar que el 55 por ciento no votó, por lo tanto su mayoría fue el 27 por ciento del electorado. Y también en Colombia los grandes sindicatos y productores agrícolas estaban en las calles, y Uribe no tenía capacidad social de movilización en los sectores productores. Más: tenía en contra una guerrilla invencible que influye en más de un tercio del país, por lo que es un presidente de territorio y espacio social muy limitado. Un presidente elegido por la clase media y alta y que controla más sectores en las grandes ciudades pero no en el campo, no en las grandes poblaciones rurales y mucho menos en el territorio ocupado por los guerrilleros. Entonces debemos entender que el auge social y los resultados electorales no se corresponden. Y más, la izquierda electoral, a pesar de todos los paramilitares y las amenazas, consigue un 22 por ciento de votos. Menos que en las movilizaciones sociales, pero un gran salto en relación con el 2 ó 3 por ciento que consiguiera en elecciones anteriores.

Tenemos entonces una polarización entre gobiernos pero también una polarización interna que de alguna forma va a debilitar su capacidad de ser punta de lanza contra Bolivia, Venezuela o Cuba.

Chury: Traslado el caso que tú planteabas a Brasil, donde parece que Lula ganará nuevamente. ¿Allí también se da lo electoral por un lado y por otro el avance social? Tú estuviste allí hace muy poco.

Petras: Brasil es diferente en el sentido de que el presidente Da Silva tiene un aparato con orígenes populares y sindicatos: tiene los Sin Tierra, tiene otros instrumentos estatales a partir de las subvenciones de hambre que está dando a unos millones de pobres de un dólar por día para sobrevivir, entonces hay un inmovilismo en Brasil frente al proceso electoral. La traición de Lula, el abrazo a la derecha y a los banqueros, ha tenido un efecto grande, desmovilizando y desmoralizando a millones de pobres. Por lo menos los sectores de empleados públicos y otros han sido profundamente afectados por la derechización. El aparato sindical, la CUT, se mantiene con enormes subvenciones del Ministerio de Trabajo y también con los pactos con las patronales y el gobierno tripartito, que han sido efectivos no en conseguir reivindicaciones pero sí en la desarticulación de la oposición.

Con la excepción reciente de dos nuevas opciones: primero la formación de una nueva Confederación -CONLUTAS- que empieza a mostrarse fuerte en las últimas huelgas de empleados públicos y otros sectores. Y por otro lado, la candidatura de Heloisa Helena, que se presenta como una alternativa unida de la izquierda, con el PSTU, el PSOL, el PSB. Hay una coalición ahora que empieza a recibir la adhesión de todos los descontentos y puede conseguir superar el 10 por ciento del voto, entonces está surgiendo -o resurgiendo- alguna alternativa, pero no en el grado que está presente en Colombia y Perú. En ese sentido, las posibilidades de que expresiones populares ejerzan una fuerte influencia en el próximo período sobre cualquiera de los candidatos presidenciales son bastante limitadas.

Chury: Petras, ya que andamos recorriendo nuestra América, me detengo en México. ¿Cómo se ve a López Obrador, cómo está la elección mexicana?

Petras: Bueno, López Obrador es un candidato reformista, electoralista, que en algún sentido es un candidato de lo que llamamos el centro izquierda, contra la ultraderecha de Calderón [PAN] y el candidato del PRI. Es un candidato que tiene mucho respaldo popular, particularmente en el Centro-Sur del país, con recursos limitados. Y debemos decir que allá las organizaciones populares tienen una fuerza bastante relativa, últimamente podemos decir que hay alguna unidad de los diferentes sectores sindicales y campesinos que podrían dar alguna capacidad de movilización, pero en gran parte la candidatura de López Obrador es en función de su persona más que de cualquier otro factor. Y esta candidatura podría servir como un polo para facilitar la movilización y organización de grupos sociales y sindicatos. Mientras tanto la derecha, con la enorme asesoría de Estados Unidos, lanzó una campaña mediática muy sucia y costosa, más que nada para desprestigiar a López Obrador.

En todo caso podríamos decir que la campaña electoral de López Obrador está casi empatada con la derecha. Lo que uno tiene que ver es el grado en que las organizaciones sociales pueden influir en la población para movilizar a que se vote, porque muchos mexicanos, casi la mitad de la población, están muy desencantados con todos los partidos porque no cumplen las promesas hechas en las campañas desde hace más de 70 años. Entonces este desaliento va a afectar principalmente a las clases populares, y López Obrador tiene que enfrentar el hecho de que la campaña de los zapatistas está en contra de la política electoral, criticando a las campañas por ser demasiado similares y no marcar alternativas claras.

Ahora, Marcos y los zapatistas no van a influir más que en un pequeño porcentaje del potencial electoral, incluso algunos sindicatos me han informado que apoyan tanto a López Obrador como a la campaña alternativa del zapatismo, diciendo que van a probar con López Obrador y si no cumple cuando sea elegido, van a lanzar y movilizar la campaña alternativa. Entonces sirve para ellos como una forma de presión independiente sobre la potencial presidencia de López Obrador. Me parece una táctica bastante astuta para no caer en la trampa que ocurre en países como Uruguay, donde los sectores populares pusieron todos sus huevos en un sólo nido -como era el Frente Amplio y Astori- y se quedan con pocos instrumentos una vez que el gobierno hizo el giro a la derecha y es pro imperialista. Y ahora tienen que comenzar de nuevo a crear una alternativa.

La independencia política y social de los movimientos es fundamental en la toma de cualquier decisión electoral, porque en general, una vez que están capturados como aparato electoral, es muy difícil evitar un desgaste ya muchos líderes sindicales se sienten cómodos sentados en la casa presidencial, tomando whisky con los ejecutivos y los ministros, y se olvidan de sus orígenes y las reivindicaciones. Sólo una política independiente, como está proponiendo por ejemplo el sindicato mexicano de la electricidad, podría mantener un equilibrio entre las opciones electorales y la necesidad de defender a sus seguidores en los movimientos de masas.

Chury: Me voy a un tema que ha estado muy en la noticia en estos días y tiene que ver con la situación de Irán y las nuevas salidas que se le han buscado por parte de las potencias y a iniciativa de los EE.UU. ¿Cómo se ve ese tema?

Petras: Bueno, una de las lecturas, poco realista, dice que EE.UU. está haciendo concesiones, busca tomar alguna iniciativa nueva. Pero en el fondo no es nada nuevo, porque al fin de cuentas EE.UU. sigue con la propuesta de que Irán no tiene derecho a preparar uranio enriquecido para su uso en la energía nuclear. Y eso va contra todos los convenios internacionales, como sabemos.

Otra lectura es que Washington está movilizando la flota bélica frente a Irán y preparando todas sus fuerzas aéreas para atacar Irán. Y presenta esta propuesta supuestamente racional, que los medios de comunicación están promoviendo como una gran concesión, pero que es en realidad una simple fachada para después decir que ofrecieron concesiones y los iraníes las rechazaron, entonces "quedamos sólo con la opción militar".

Algunos asesores o ex-asesores de la CÃŒA han mencionado que están convencidos que EE.UU. va a atacar en algún momento entre fin de junio y octubre -depende del pretexto que usará para hacer la guerra-. La propaganda israelí y sionista aquí es muy agresiva en todos los lugares: en el Congreso, avisos pagados en la gran prensa, haciendo toda clase de propaganda guerrerista. No les falta dinero para su campaña de guerra, utilizando a los EE.UU. como instrumento para favorecer la política de Israel.

Entonces hay que ver que en este debate interno que tenemos -porque hay debate, hay militares y otros altos funcionarios que creen que no es del interés de EE.UU. provocar otra guerra, algunos diplomáticos que han argumentado que se puede arreglar un pacto con Irán que permita el uso pacífico de uranio enriquecido-, hay tanto una pugna dentro del gobierno, como en el público. Pero como se sabe, en la política de los EE.UU. son las cúpulas las que toman las decisiones, y no consultan ni al público ni mucho menos al electorado. En estas cosas somos como una dictadura, donde las medidas políticas de gran alcance siempre están tomadas de una forma muy arbitraria y muy unilateral, como cualquier dictadura en cualquier parte del mundo.

Chury: Estamos llegando al final...

Petras: Muy bien Chury. Este teatro que están lanzando [el canciller Reinaldo] Gargano y [el ministro de ganadería Pepe] Mujica, de que posiblemente van a salir, o a no aparecer, en el congreso del Frente Amplio, me parece desde afuera un teatro para mostrar algún tipo de disidencia para engañar a sus seguidores, más que un pensamiento con consecuencia. Vosotros ¿qué pensáis? ¿es algo real o simplemente otra forma de engañar a la gente?

Chury: Creo que se nos está llenando todo de pequeños lobbys que pertenecen al mismo centro de poder del gobierno.

Petras: Es una simple lucha intestina. No es la posibilidad de ser una división real con consecuencias.

Chury: No, divisiones reales no. Inclusive ayer el propio congreso del M.P.P. con dos mil delegados, dio todo el apoyo y dijo que el gobierno sólo ha hecho maravillas.

Petras: Esa es la impresión que tenemos de afuera. En todo caso la lucha continúa y quiero expresar mi gran respeto al pueblo uruguayo y que algún día vamos a pasar juntos allá frente al mar y a tomar algún trago.

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