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Pensamiento :: 20/05/2007

¿Qué es posible hacer en el ámbito militar? Más del 100% de reducción de los Gases Invernadero

Don Fitz
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre] El ejército es el único sector de la economía donde las emisiones de gases invernadero (GHG, en sus siglas inglesas) pueden reducirse más allá del 100%. Algo derivado del hecho de que la guerra es la única clase de actividad cuyo fin esencial es la destrucción.

Cuando se bombardea una carretera en Serbia se tiene que consumir energía para reconstruirla y el consumo de energía ocasiona la emisión de GHG, esencialmente Dióxido de Carbono (CO2), Cuando se arrasa una casa en Afganistán, su reconstrucción precisa de la energía. Cada uno de los hospitales derruidos y cada una de las personas mutiladas en Iraq, suponen emisiones de CO2 durante el tratamiento de los pacientes y la construcción de nuevas instalaciones hospitalarias.

La producción bélica es única. Si se le pusiera fin, las emisiones de GHG se reducirían, a) al congelar los GHG derivados de los ataques militares y b) [al evitar] los producidos durante las actividades regulares de construcción de Bases, uso de armas y transporte de tropas y equipamientos bélicos.

La actividad económica regular del ejército no se puede decir que sea pequeña. Según el Energy Bulletin de febrero de 2007, el Pentágono es el máximo consumidor individual de petróleo del mundo. Sólo 35 países consumen más petróleo que él. Sin embargo, la cifra oficial de 320.000 barriles diarios de petróleo sólo incluye el consumido en el transporte de vehículos y el mantenimiento de las instalaciones.

Esa cifra no tiene en cuenta la energía malgastada en la fabricación de vehículos, en la construcción y el desmantelamiento de instalaciones militares, en la construcción de carreteras, ni la energía consumida para reconstruir lo que el ejército ha destrozado antes. Por si fuera poco, siempre que la guerra o la construcción arrasan árboles, eliminan su capacidad de absorber el CO2 de la atmósfera.

Aunque la cifra oficial del presupuesto militar es de 623.000 millones [de dólares], la War Resistors League calcula el gasto total relacionado con el ejército en 1 billón 118.000 millones, al incluir a la NASA, al Departamento de bombas nucleares, las pensiones de los veteranos de guerra y los intereses de las deudas militares del pasado. A todo ello, habrían de añadirse otros 110.000 millones en gastos extras de la guerra de Iraq.

La cifra más reciente para el producto interior bruto [de Estados Unidos] es de 13 billones 246.600 millones de dólares. Si establecemos la relación entre ambos nos lleva a considerar que casi la décima parte de la economía estadounidense está relacionada con el gasto militar: 1 billón 188.000 millones más 110.000 millones respecto a 13 billones 246.600 millones equivale al 9,80%.

El gasto militar es como un cáncer que ha producido diversas metástasis en el cuerpo político, con cada uno de los distritos del Congreso exigiendo su parte del pesebre. Según Steve Martinot "Los militares en la actualidad tienen conexiones con el 50% aproximadamente de todas las actividades económicas de EE.UU.

El dominio de la actividad industrial por parte del ejército, con frecuencia, recibe la denominación de "economía de guerra permanente" pero existe un significado más insidioso todavía de la frase, que es la necesidad del ejército de tener periodos cada vez más cortos entre guerras, ya que la verdadera forma de probar un arma es utilizarla contra la gente.

Hace milenios, podían pasar siglos antes de que se probaran nuevas armas en la guerra. Ahora, las armas [diseñadas por] ordenador aparecen tan rápidamente como las nuevas generaciones de computadoras y la única manera de asegurarse de que funcionan tal como fueron diseñadas es usarlas en combate.

Al ser el ejército responsable de una enorme y creciente contribución a [la emisión] de gases invernadero, ¿ no debería ser el centro y el pionero en los esfuerzos para la reducción del calentamiento global? Pues no.

El Plan B de Lester Brown(1) se hizo tan popular cuando apareció en 2003, que en 2006 publicó el Plan C. Se trata de una combinación excepcional de cómo el pico de consumo de petróleo, el calentamiento global y las catástrofes medioambientales exigen poner en marcha una nueva economía. Pero cuando escribe que "cada año los contribuyentes conceden unos 700.000 millones de dólares en subvenciones para actividades destructoras del medio ambiente," las actividades militares no aparecen entre las que describe. Su capítulo sobre "La movilización en tiempos de guerra" sólo menciona la guerra como una ejemplo de la necesidad de dedicar enormes esfuerzos para la salvación del planeta.

Dos propuestas que disienten en relación con el calentamiento global, publicadas a principios de 2007, son un informe de la American Solar Energy Society y el libro de George Monbiot, Heat. El documento de ASES es una aproximación conservadora a la reducción de las emisiones de CO2 en Estados Unidos mediante la eficiencia energética y las energías renovables. El libro de Monbiot propone cambios radicales en áreas como la calefacción doméstica, uso de electrodomésticos, transporte y grandes almacenes de distribución, lo que en su opinión reduciría el CO2 en el Reino Unido en un 90%.

La palabra "ejército" no aparece en el índice de ninguno de los dos trabajos. El Informe de ASES no plantea de qué forma podría combatirse el calentamiento global afrontando el problema del sector militar, y Monbiot sólo lo menciona para reconocer que constituye una laguna en su análisis.

El único sector de la economía donde es posible una reducción superior al 100% de los gases invernadero es el sector del que se debate menos en relación con el calentamiento global. Algo va mal cuando la gente dedica una enorme atención a tecnologías como la del hidrógeno licuado, coches eléctricos y energía de las mareas que podrían reducir, hipotéticamente, algo el CO2 en el futuro, mientras desprecian lo que todos sabemos que tiene ahora precisamente un terrible impacto.

[El huracán] Katrina dramatizó la conexión entre el cambio climático y el ejército. El consumo excesivo de petróleo en los países muy desarrollados ha ocasionado el calentamiento de las aguas del Golfo de México, lo que intensificó [los efectos del] Katrina. Cuando el huracán se abatió sobre Nueva Orleáns, la Guardia Nacional local no pudo acudir en su socorro. ¿Por qué? Porque estaba en Iraq ayudando a garantizar que las corporaciones estadounidenses controlaran el suministro de petróleo en el mundo, con las consecuencias de un mayor calentamiento global, huracanes más violentos y la inundación de más ciudades costeras.

Cuanto más nos acerquemos al punto álgido del calentamiento global, creciente y progresivo, incluso aunque que se detuviera toda la actividad industrial, habrá más Katrinas. Los ecosistemas empezarán a liberar más CO2 del que absorben, lo que aumentará la temperatura mundial y obligará al mundo vegetal a liberar más CO2. Cuando los glaciares se derritan, las aguas más profundas absorberán más luz solar y de la misma manera se calentarán más.

No podemos permitirnos hacer la vista gorda ante el impacto de la totalidad de un sector económico en el calentamiento global por el sólo hecho de los muchos beneficios [que proporcionan] a las corporaciones que dependen de él. El silencio implica que los gases invernadero originados por el ejército no merecen atención especial más allá de las medidas tecnológicas pospuestas para otros sectores de la economía.

Lo que el mundo necesita no es una estrategia sobre el calentamiento global que presente tanques movidos por energía eólica o a los israelíes utilizando excavadoras impulsadas por energía solar para arrasar viviendas palestinas. Habida cuenta del petróleo que utiliza el ejército, sus conexiones con otros sectores económicos y su creciente persistencia, ninguna propuesta para la reducción de los GHG debería tomarse en serio si no incluye una masiva reestructuración de la industria bélica para convertirla en una economía para tiempos de paz.


1. N.T.: Uno de los expertos medioambientales estadounidenses más conocidos.

Don Fitz es director de Synthesis/Regeneration: A Magazine of Green Social Thought, que se envía a los miembros del Partido Verde de Estados Unidos. Las fuentes en las que se basa este artículo pueden pedírselas a él en la dirección fitzdon@aol.com

"http://www.zmag.org/content/print_article.cfm?itemID=12705&sectionID=57">ZNet/Science, 30 de abril de 2007

 

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