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México :: 11/01/2008

México armado

Jorge Lofredo
Libro de Laura Castellanos que se adentra con su relato en las luchas sociales que devinieron armadas, desde su apogeo hasta el ocaso

El pasado no es una referencia estática de un momento determinado, sino que compone uno de los principios rectores de la dinámica político-social que se desarrolla en la actualidad.

"Una visión panorámica del proceso de radicalización" que tuvieron las organizaciones guerrilleras mexicanas –y su continuidad histórica que encuentran eco en este siglo– es una de las variables sustentadas en el reciente libro de Laura Castellanos México armado, 1943-1981 (*) de donde se desprende, además, una historia que sirve para reconocer el presente.

Castellanos se adentra con su relato en las luchas sociales que devinieron armadas, desde su apogeo hasta el ocaso, y traza el rastro de los líderes e integrantes de estas organizaciones.

Destaca la importancia que tienen los lazos familiares para la integración de los núcleos rurales, también sustentado por Montemayor en La guerrilla recurrente, aunque con la continuidad de los hechos, se encarga de demostrar que ello no alcanza para comprender el fenómeno cabalmente.

Esto resulta de vital importancia debido a que actualmente todavía se recurre a la explicación de la teoría del "clan familiar" (que ubica sus demandas en la preponderancia del interés de una facción por sobre las condiciones políticas, sociales, económicas, culturales, etc., que vuelven posible el desarrollo de este tipo de organizaciones) como única explicación posible a la vigencia de agrupaciones político-militares.

Recientes esfuerzos periodísticos encaminados hacia la reconstrucción de la identidad e historia de vida de los desaparecidos, reclamados desde el 25 de mayo por el Ejército Popular Revolucionario (EPR), también procuran una dirección similar: ceden los vínculos familiares cuando amplían la base social y profundizan la política.

Así se estableció en las notas publicadas por Emiliano Ruiz Parra, en Enfoque el 4 de noviembre; Pablo César Carrillo en Excélsior, el 18 de noviembre, y Alejandro Jiménez Martín del Campo, sobre Francisco Paredes Ruiz (sin vínculos con el EPR) en El Universal, el 14 de diciembre,

Abonando la hipótesis de la ampliación de su base social, Sergio Aguayo Quezada (Enfoque, 16 de diciembre) afirma que la "polarización" de 2006 pudo haber empujado a "un centenar de nuevos militantes" a las filas del EPR (organización "infiltrada", continúa Aguayo, que cuenta con "dos centenares probablemente de efectivos, no más") pero "que en 2007 empezaron a operar sin ser conocidos por los aparatos de inteligencia del país".

Con esta mirada, Aguayo sostiene una explicación acerca del accionar de los eperristas en lugares donde antes no habían manifestado presencia alguna, argumento que se desvanece en parte en el sentido que, a pesar de la "infiltración", no se logró detectar la entrada de semejante número de nuevos integrantes (100) en una organización de 200.

Castellanos subraya, en su trabajo citado, que una característica histórica que sostuvieron las guerrillas ha sido la de no reivindicar todas las acciones militares y políticas que han ejecutado ni descubrir de antemano cada una de las posiciones o asientos que éstos poseen.

Pone particular énfasis en el silencio que ha rodeado a la colocación de artefactos explosivos por parte de la Unión del Pueblo, uno de los nutrientes del EPR.

Son los tiempos políticos internos, las estrategias que se han trazado o por obligación tras algún golpe de las fuerzas de seguridad, los momentos en que han dado a conocer estas cuestiones.

En el caso del EPR, es posible que se "muestre" en determinados lugares pero no en todos donde tenga presencia efectiva (o viceversa, que asegure presencia en zonas donde no la tiene), ya que la dialéctica de "ocultar-descubrir" dentro de la dinámica insurgencia-contrainsurgencia prevalece por el propio carácter con el que se define este enfrentamiento.

Además, desde el año 2000, las organizaciones no han terminado de exteriorizar la radicalización de sus posturas, posiblemente debido a sus disidencias internas, pero sí han observado constantemente, a través de sus escritos, que "nada ha cambiado" tras el relevo presidencial de aquel año, remarcando las frustraciones en las expectativas de los mexicanos.

En estos últimos siete años, las guerrillas han mostrado una prolífica actividad política, un proceso al cual en los últimos dos le han sumado una vertiente militar.

Un ejemplo relevante que destaca el "ocultar-descubrir" de la guerrilla en general, y del EPR en particular: a más de nueve años de conocido públicamente en el vado de Aguas Blancas, reconoció que éste era la continuidad del PROCUP-PDLP y que el mito de la unidad de 14 organizaciones en un proyecto común nunca fue tal, sino que ha sido un "invento" por "razones tácticas del ataque a las fuerzas centrales del enemigo", por disidencias internas y por la "leyenda negra" que los embarga.

En su texto Un poco más de historia, difundido en septiembre de 2005, el propio EPR así lo manifestó.

Sin embargo, ello debe enmarcarse en el proceso de pugnas intestinas, que ese mismo comunicado recoge, donde Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo, en una entrevista aún inédita, opone su posición.

Allí señalan que "tuvieron que inventar una autocrítica que reconoce (…) serios errores (de) reclutamiento y selección de militantes; nunca se dieron cuenta de que estos eran resentidos sociales, desequilibrados emocionales, pequeño-burgueses, claudicantes, traidores, que lograron ocultar su problemática por más de dos décadas, hasta alcanzar niveles de responsabilidad".

En este contexto se inventó, dicen, la presunta unión de 14 organizaciones, pretendiendo ocultar el acuerdo político y el acto ético de reconocer, de manera codificada a las distintas estructuras y experiencias revolucionarias armadas que declinaron sus respectivos proyectos en aras del fortalecimiento de uno solo.

La falta de unidad y cohesión tras un proyecto revolucionario único o unificado tampoco es nueva en la historia de las organizaciones clandestinas, México armado también da cuenta de ello.

Laura Castellanos culmina con una aseveración clave: "esta historia de ningún modo ha concluido".

(*) México armado, 1943-1981, editorial Era, México DF, 2007.

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