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Medio Oriente :: 14/04/2021

Palestina: Desde su confinamiento solitario, Marwan Barghouti tiene la llave del futuro de Fatah

Ramzy Baroud
La inminente desaparición de Abbas y su pequeña pero poderosa camarilla de palestinos que se beneficiaron enormemente del cómodo arreglo político que crearon a su favor

Si el dirigente palestino encarcelado, Marwan Barghouti, se convierte en presidente de la Autoridad Palestina (AP), el status quo cambiará sustancialmente. Para Israel, así como para el actual presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, tal escenario es más peligroso que Hamas obtenga unos buenos resultados en las próximas elecciones parlamentarias palestinas.

Las demoradas elecciones, programadas ahora para el 22 de mayo y el 31 de julio respectivamente, no solo representarán un momento decisivo para el fracturado cuerpo político palestino, sino también para el Movimiento Fatah que ha dominado la Autoridad Palestina desde su creación en 1994. Fatah, que en su día fue un movimiento revolucionario, se ha convertido en una cáscara vacía de lo que fue bajo el liderazgo de Abbas, cuyo único reclamo de legitimidad fueron unas elecciones sin gran participación en enero de 2005, tras la muerte del ex líder de Fatah y presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat.

Aunque su mandato expiró en enero de 2009, Abbas continuó "dirigiendo" a los palestinos. La corrupción y el nepotismo aumentaron significativamente durante su mandato y, no solo no logró la constitución de un Estado palestino independiente, sino que la ocupación militar israelí y los asentamientos ilegales se han ampliado y crecido exponencialmente.

Los rivales de Abbas dentro del Movimiento Fatah fueron marginados, encarcelados o exiliados. Un dirigente de Fatah mucho más popular, Marwan Barghouti, fue silenciado por Israel cuando fue arrojado a una prisión israelí en abril de 2002, después de que un tribunal militar lo declarara culpable de participar en operaciones de resistencia palestina durante el levantamiento de 2000. Esta situación convenía a Abbas, porque continuó beneficiándose doblemente: de la popularidad de Barghouti, por un lado, y de su ausencia, por el otro.

Cuando, en enero pasado, Abbas declaró que celebraría tres rondas sucesivas de elecciones - elecciones legislativas el 22 de mayo, elecciones presidenciales el 31 de julio y elecciones al Consejo Nacional Palestino (PNC) el 31 de agosto - no pudo prever que su decreto, que seguido de intensas conversaciones entre Fatah y Hamas, podría potencialmente desencadenar la implosión de su propio partido.

La rivalidad entre Fatah y Hamas ha durado décadas, pero se intensificó a partir de enero de 2006 cuando el movimiento islamista ganó las elecciones legislativas en los Territorios Ocupados. La victoria de Hamas se atribuyó en parte a la propia corrupción de Fatah, pero la rivalidad interna también dividió el voto de Fatah.

Aunque fueron las debilidades estructurales de Fatah las que impulsaron en parte la popularidad de Hamas, fue, curiosamente, la rivalidad posterior con Hamas lo que mantuvo a Fatah huyendo hacia adelante. De hecho, el sentimiento anti-Hamas sirvió como un elemento de unidad entre las diversas ramas de Fatah.

Con el dinero entrante de los países donantes, Fatah utilizó su generosidad para mantener la disidencia al mínimo y, cuando fue necesario, para castigar a aquellos que se negaron a seguir la línea pro-Abbas. Esta estrategia se puso a prueba con éxito en 2010 cuando Mohammed Dahlan, el 'hombre fuerte' de Fatah en Gaza antes de 2006, fue destituido del comité central de Fatah y desterrado de Cisjordania, como había sido desterrado de Gaza cuatro años antes.

Pero esta conveniente situación no pudo sostenerse. Israel está afianzando su ocupación militar, aumentando sus actividades de asentamiento ilegal y anexando rápidamente tierras palestinas en Cisjordania y Jerusalén. El sitio de Gaza, aunque mortal y trágico, se ha convertido en una rutina y ya no es una prioridad internacional. La nueva generación palestina en los Territorios Ocupados no puede relacionarse con Abbas y su vieja guardia, y está abiertamente insatisfecha con la política regional tribal a través de la cual la Autoridad Palestina, bajo Abbas, continúa gobernando a los palestinos ocupados y oprimidos.

Al no poseer estrategias o respuestas, Abbas está sin más salvavidas políticos y con pocos aliados.

Con recursos financieros menguantes y enfrentado al hecho ineludible de que Abbas, de 85 años, debe diseñar una transición dentro del movimiento para evitar su colapso en caso de su muerte, Fatah se vio obligado a lidiar con una realidad poco agradable: sin nuevas elecciones, la Autoridad Palestina perderá la poca legitimidad política con la que gobierna a los palestinos.

A Abbas no le preocupaba otro revés, como el de 2006, cuando Hamas ganó la mayoría de los escaños del Consejo Legislativo Palestino (PLC). Hasta hace poco, la mayoría de las encuestas de opinión indicaban que la lista pro-Abbas de Fatah lideraría por un cómodo margen en mayo, y que Abbas sería reelegido presidente en julio. Con sus poderes intactos, Abbas podría expandir su legitimidad al permitir que Hamas y otros partidos entren al Consejo Nacional Palestino de la OLP, el parlamento de Palestina en la Diáspora. Abbas no solo renovaría el consenso en su Autoridad Palestina, sino que también podría pasar a la historia como el hombre que unió a los palestinos.

Pero las cosas no han salido según lo planeado y el problema, esta vez, no proviene de Hamas, sino del propio Fatah, aunque Abbas anticipó desafíos internos. Sin embargo, la destitución de Dahlan, las repetidas purgas de los influyentes comités del partido y la marginación de cualquier miembro disidente de Fatah a lo largo de los años deben haber infundido a Abbas confianza para continuar con sus planes.

El primer desafío surgió el 11 de marzo, cuando Nasser al-Qidwa, un ex diplomático muy respetado y sobrino de Yasser Arafat, fue expulsado del Comité Central del movimiento por atreverse a desafiar el liderazgo de Abbas. El 4 de marzo, Qidwa decidió enfrentarse a Abbas presentándose a las elecciones en una lista separada.

La segunda y mayor sorpresa se produjo el 31 de marzo, apenas una hora antes del cierre de la fecha límite de inscripción de la Comisión Electoral Central, cuando la lista de Qidwa se amplió para incluir a los partidarios de Marwan Barghouti, bajo el liderazgo de su esposa, Fadwa.

Las encuestas de opinión sugieren ahora que una lista Barghouti-Qidwa no solo dividiría al Movimiento Fatah, sino que en realidad ganaría más escaños, derrotando tanto a la lista tradicional de Fatah como a la de Hamas. Si esto sucede, la política palestina experimentaría un vuelco completo.

Además, el hecho de que el nombre de Marwan Barghouti no estuviera en la lista mantiene viva la posibilidad de que el líder de Fatah encarcelado aún pueda competir en las elecciones presidenciales de julio. Si eso también sucede, Barghouti derrotará y expulsará sin esfuerzo a Abbas.

El presidente de la Autoridad Palestina se encuentra ahora en una posición poco envidiable. Cancelar las elecciones conduciría a conflictos, si no a la violencia. Continuar significa la inminente desaparición de Abbas y su pequeña pero poderosa camarilla de palestinos que se beneficiaron enormemente del cómodo arreglo político que crearon a su favor.

Tal como está la situación, la clave del futuro de Fatah está ahora en manos de un prisionero palestino, Marwan Barghouti, que ha sido mantenido por Israel, en gran parte, en confinamiento solitario, desde 2002.

counterpunch-org. Traducción: Enrique García para Sinpermiso

 

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