lahaine.org
Pensamiento :: 30/11/2005

Anarquismo, antiimperialismo, Cuba y Venezuela

Pablo Moras - La Haine
Denunciar la política imperialista debe complementarse con la crítica a los Estados, ya sean socialistas o capitalistas. Por tanto, la participación del movimiento anarquista en los procesos de lucha antiimperialista se advierte indispensable.

1) CNT y CGT en Salamanca

¿Qué posición debemos defender lxs anarquistas ante movimientos y conquistas populares que no son específicamente anarquistas? ¿Cuál debe ser nuestra postura frente a procesos como el cubano o el venezolano?

Desde un sector del movimiento anarquista la cosa está clara. En la manifestación de CNT contra la cumbre de Salamanca el pasado 15 de octubre se gritaron consignas sobre Cuba y Venezuela como "Chávez y Fidel la misma mierda es" y "lo llaman socialismo y no lo es".

La CNT de Salamanca señalaba en una nota de prensa que "La situación en Cuba y Venezuela tras la implantación de los regímenes castrista y chavista respectivamente, no ha mejorado mucho respecto a la anterior. Ambos países siguen siendo paraísos turísticos de los países occidentales mientras la miseria sigue afectando a gran parte de la población; y para colmo se ha generado una gran casta política que parece indestructible".

En una entrevista en esa manifestación, un portavoz de CNT definió a Cuba y Venezuela como "dictaduras camufladas".

En la misma jornada de protesta, la anarcosindical CGT y Ecologistas en acción repartieron en su manifestación conjunta un texto con las consignas: "La lucha armada no sirve de nada", "Cuba libre de todo tirano, Vista verde olivo o kaqui tejano".

Este sector libertario forma parte de una tendencia que entiende que la única revolución es la anarquista, y no reconoce el carácter revolucionario al resto de procesos de liberación no específicamente anarquistas. Para estos compañerxs, cualquier avance popular en el mundo que no consiga hacer desaparecer el Estado no supone ventaja alguna.

2) Imperialismo, antiimperialismo y anarquismo

Desde los planteamientos citados, la lucha antiimperialista no tiene ningún sentido. Algunos compañerxs anarquistas van más allá y plantean que no existe el imperialismo, que eso es una invención de los marxistas, olvidando que la dominación de empresarixs sobre obrerxs no es la única en el mundo aunque sea la más decisiva: también hay un norte que oprime al sur, países que oprimen a países, hombres que oprimen a mujeres

Por desgracia, analizar la realidad de América Latina sin el concepto de imperialismo es imposible. ¿Cómo definir, entonces, la estrategia de EEUU en América? ¿Cómo definir la estrategia de la UE cuyo puente es el Estado español y las multinacionales españolas?

Es imposible entender lo que pasa en el mundo sin el concepto de imperialismo, por eso hasta la internacional obrera anarquista AIT lo utiliza:

Hace un año vimos el montaje de la guerra de Irak y las riñas en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con relación a las inspecciones de armamento. Estos desacuerdos entre los USA y Rusia, Francia y Alemania eran sólo la tapadera de las raíces subyacentes del conflicto: la batalla imperialista sobre recursos petrolíferos presentes y futuros, el control de los competidores, el mecanismo de precios, y las divisas de transacción de petróleo e inversiones.[1]

La tendencia libertaria que niega la validez de la lucha antiimperialista y la entiende como específicamente marxista, puede debilitar al anarquismo ya que olvida la lucha de miles de militantes anarquistas contra el imperialismo de desde hace 150 años en todos los rincones del mundo:

En la Europa de 1873, los anarquistas tuvieron un papel destacado en las insurrecciones de Bosnia y Herzegovina contra el imperialismo Austro húngaro y 30 años después en Macedonia, esta vez contra el imperio Otomano.

La tradición anti imperialista del anarquismo continuó quince años más tarde con el movimiento Makhnovista que organizó una revuelta campesina para derrotar a la ocupación alemana de Ucrania y de los distintos ejércitos rusos hasta ser vencidos en 1921.

En Egipto el movimiento anarquista impulsó la lucha contra el colonialismo británico y en Argelia, se opuso por todos los medios al dominio francés.

En Francia y España, los sindicatos anarquistas lanzaron insurrecciones en contra del imperialismo de estos países en el norte de África, durante los primeros años del siglo XX.

En la guerra colonial de Cuba (1895-1904), los anarquistas cubanos y sus sindicatos confluyeron con las fuerzas armadas independentistas, mientras sus compañeros españoles realizaban propaganda contra el imperialismo. Cuando el anarquista Michele Angiolillo ajustició al presidente del gobierno español Cánovas en 1897, declaró que lo hacía como respuesta a la represión contra los anarquistas hispanos y como respuesta a las atrocidades cometidas en las guerras coloniales.

En la Italia de finales del siglo XIX, el más duro oponente al imperialismo italiano en el este de África no era otro que el movimiento anarquista. Cuando Italia entró en la primera guerra mundial en 1915, los anarquistas impulsaron una gran campaña anti imperialista que continuó en 1920 con la oposición a la invasión de Albania y a la intervención militar contra la revolución rusa.

A principios del siglo XX, con Japón expandiéndose por China y Corea, el movimiento anarquista coreano declaraba que "las políticas de saqueo de Japón constituyen el enemigo de nuestra nación y es nuestro derecho expulsar al Japón imperialista por todos los medios necesarios". A renglón seguido señalaban que la solución al imperialismo japonés no pasaba por la creación de un Estado coreano sino de la revolución social de pobres y campesinos. [2]

Como muestra el ejemplo del anarcosindicalista irlandés James Connoly, el antiimperialismo que desarrollaban los anarquistas se negaba a dejar de lado la lucha de clases. Es decir, la participación en las luchas de liberación nacional se hacía desde una perspectiva propia, libertaria, basada en que sólo se logrará el fin de la opresión nacional y el imperialismo con la destrucción del capitalismo y el Estado. Los anarquistas han participado en la lucha anti imperialista oponiéndose a aquellos nacionalistas que tratan de ocultar el antagonismo de clases para fundar un Estado independiente.

El antiimperialismo, aún pudiendo conllevar mejoras para los pueblos dominados, tiene el peligro de que por sí sólo no amenaza la perpetuación del capitalismo. Por eso es tan necesaria la participación de los anarquistas en las luchas contra la dominación de los estados sobre los pueblos: ¿unidad antiimperialista con tendencias capitalistas? No. Más bien defensa de la autodeterminación de los pueblos, denuncia frontal al imperialismo y lucha desde una independencia política que nos permita impulsar la acción contra el capital y el Estado.

3) Las otras tendencias revolucionarias

Una vez repasadas algunas razones que tenemos los anarquistas para participar en luchas justas y necesarias aunque con claras limitaciones como el antiimperalismo, conviene hacer una reflexión sobre la postura de algunos sectores libertarios con relación a otros sectores revolucionarios.

Una posición bastante extendida se basa en no reconocer el resto de tendencias revolucionarias, no reconocer los avances positivos de los procesos revolucionarios en América Latina y no reconocer los logros de determinadas políticas antiimperialistas. Desde estos planteamientos, si no se logra la destrucción del Estado, la lucha no vale de nada.

¿Es la revolución anarquista la única revolución posible? Veamos qué plantea Enrico Malatesta sobre este mismo problema en la Italia de principios del siglo XX:

Suceden, han sucedido y sucederán revoluciones independientes de la voluntad y de la acción de los anarquistas, puesto que los anarquistas no son más que una pequeñísima minoría de la población y la anarquía no es una cosa que se pueda hacer por la fuerza, por imposición violenta de algunos.

os hacer la anarquía, o por lo menos la anarquía extendida a toda la población y a toda las relaciones sociales, porque hasta ahora ninguna población es totalmente anarquista y no podemos aceptar otro régimen sin renunciar a nuestras aspiraciones y a perder toda la razón de ser como anarquistas. Y entonces ¿qué podemos y debemos hacer?[]

Con frecuencia se repite la frase: "La revolución será anarquista o no será". La afirmación puede parecer muy revolucionaria, muy "anárquica", pero en realidad es una tontería, cuando no es un medio peor que el mismo reformismo para paralizar las buenas voluntades e inducir a la gente a permanecer tranquila, soportando en paz el presente esperando el paraíso futuro.

Evidentemente, la "revolución anarquista" o será anarquista o no será. ¿Pero acaso no hubo revoluciones en el mundo cuando aún no se concebía la posibilidad de una sociedad anarquista? []

La verdad es que la revolución será lo que pueda ser y nuestra tarea es acelerarla y esforzarnos para que sea lo más radical posible. Pero entendamos bien. La revolución no será anarquista si, como verdaderamente ocurre actualmente, las masas no son anarquistas. Pero nosotros somos anarquistas, debemos seguir siéndolo y obrar como tales antes, durante y después de la revolución.

Sin los anarquistas, sin la obra de los anarquistas, la revolución podrá malograrse y hacerse estéril. La revolución necesita de nuestro impulso. []

Nosotros debemos actuar y permanecer en medio de las masas, impulsarlas a la acción directa, a la toma de posesión de los instrumentos de producción y a la organización del trabajo y de la distribución de los productos, a la ocupación de los edificios habitables, a la ejecución de los servicios públicos sin esperar deliberaciones ni órdenes de autoridades superiores. [3]

La cuestión está en cómo se logrará destruir el Estado: ¿con una huelga general revolucionaria? ¿Con una insurrección como la que recientemente golpeó al Estado francés? ¿Acaso una revuelta consigue una transformación tan radical de la mayoría de las personas para poder vivir sin Estado de un día para otro?

Porque el problema, como planteaba Enrique Malatesta en una sociedad mucho menos compleja que las actuales, es que hasta que el pueblo organizado no esté preparado y sea capaz de asumir las tareas estatales distintas a la represión y a la dominación, no desaparecerá el Estado.

Ahora bien, tampoco podemos limitarnos a construir organización popular sin preocuparnos por el Estado, como si éste fuera un agente neutral en la lucha de clases. Aunque el Estado garantice en algunos casos ciertos servicios y funciones sociales (arrancados por las luchas de las generaciones anteriores), su función esencial es garantizar la desigualdad y la sumisión de la sociedad.

El Estado no se va a extinguir sólo, hace falta la voluntad de combatirlo y destruirlo. En este sentido, los anarquistas debemos mantener intactas nuestras ideas y pelear por ellas porque siguen siendo más válidas que nunca y tienen mucho que aportar a los procesos revolucionarios en todo el mundo. Pero eso no puede hacerse sin reconocer los avances que logran otros movimientos y organizaciones. No debemos imponer nuestra concepción de la lucha social y global sino construirla desde la base, de la mano del resto de sectores sociales oprimidos. Somos anarquistas, no autoritarios ni dictadores.

4) Cuba y Venezuela: ¿qué estrategia anarquista?

En el estado español varios grupos anarquistas se agarran, para analizar la realidad venezolana, a la visión del colectivo "El Libertario". Vaya un saludo afectuoso a este colectivo, coincidamos o no en todos los planteamientos, porque por lo menos ellos luchan con sus propias ideas en las tripas del sistema.

Pero mientras en el estado español, en el día a día los anarquistas sabemos muy bien diferenciar entre CNT o CGT (por poner un ejemplo), esta precisión no se da con un grupo de exiliados que se autoproclaman "movimiento libertario cubano". Más que anarquistas nos recuerdan a los soviéticos, ya que los movimientos no se decretan, se construyen. Mientras vemos que durante las dictaduras más feroces que ha habido en el continente, como la chilena o la argentina, financiadas por EEUU, los movimientos anarquistas han resistido desde dentro de los países junto a los oprimidos, en el caso cubano casualmente no ocurre lo mismo. No existe un movimiento libertario en Cuba, pero eso no significa que no existan anarquistas, con quienes he hablado y, textualmente, reconocen que "los comunistas nos cierran las puertas pero no nos persiguen, porque en Cuba no se persigue a nadie, sólo a la gusanada pro-imperialista".

Lo que existe es un grupo que desde Mexico se llama a si mismo "movimiento libertario cubano", un grupo que es ensalzado por revistas y publicaciones abiertamente oligárquicas y neoliberales, como "Carta de Cuba" o "La Nueva Cuba". ¿Hay alguna revista burguesa que en el estado español difunda a los anarquistas revolucionarios? ¿los burgueses son nuestros amigos o nuestros enemigos?

Con similar sorpresa, aunque ya menos, comprobamos como desde este grupo se reclama a los zapatistas que abandonen las armas para caminar únicamente por el sendero del pacifismo y se apoya a Frank Fernandez. Un compañero anarquista del colectivo mexicano Axión Kritika Kolectiva (que de represión contra el anarquismo saben bastante por lo que les toca), nos recuerdan que Frank Fernández "tiene mucho de esos anarquistas de café; digo la verdad les guste o no, que lo más importante de un movimiento social no es la propaganda así lo haya dicho Kropotkin sino -y evidentemente- la construcción y defensa de las bases del movimiento social, y como no soy comunista pues obviamente no me refiero a las bases como gente seguidora de una dirigencia que encabeza protestas sino y principalmente al sustento de él. Si en Cuba ha habido revolución es precisamente debido al pueblo trabajador que mediante la autogestión ha podido crecer y desarrollarse de una manera que no tiene igual con los otros países de América y aún de Europa. Si Frank Fernandez es anarquista entonces en lugar de exiliado deberia estar cortando caña, organizándose autogestivamente con los cubanos, rompiendo la vieja infraestructura estatal vanguardista de una idea de revolución, y creando aquella que permita seguir viviendo libremente a los cubanos, claro sin pagar impuestos. Asi que choros a la tira".

Represión es la que sufren los compañeros anarquistas colombianos, que lloran a sus muertos asesinados por la policía en manifestaciones callejeras, como denuncia El Piojo Editorial, y con todo, acto seguido levantan las ideas por las que ellos lucharon para seguir combatiendo la dictadura capitalista de Uribe y de cuantos sangrientos presidentes coloque allí EEUU para la defensa de sus intereses.

Lejos de regalar legitimidad a determinados grupos que dicen mucho y hacen poco, la validez y actualidad de los principios anarquistas nos sitúa ante la cuestión de cómo intervenir (ya sea en América latina o en Europa) en realidades como la revolución cubana o el antiimperialismo venezolano que nace en el pueblo.

¿Qué actitud debemos tomar los anarquistas respecto a revoluciones que no son anarquistas como la cubana o procesos antiimperialistas que caminan con todos sus titubeos hacia una sociedad más justa, como en Venezuela, aunque no supongan por ahora la desaparición del Estado?

- No podemos dejar de reconocer los avances revolucionarios o simplemente democráticos y sociales, siempre que se demuestre que estos avances chocan con los intereses del capitalismo imperialista, que es quien pretende adueñarse del mundo a través de la sumisión y colaboración activa de los gobiernos locales del llamado tercer mundo. Debemos respetar los procesos defendidos mayoritariamente por los pueblos oprimidos, sin dejar de trabajar por nuestro proyecto. Reconocer no significa aceptar sumisamente ni quedarse de brazos cruzados. Eso sí, tampoco podemos olvidar que no actuamos en el vacío, sino en una coyuntura inestable en la que el imperialismo yanki y en un segundo plano el europeo, realizan un permanente trabajo de acoso con todos los recursos de desestabilización a su alcance, que no son pocos.

- El indispensable aporte anarquista pasa por plantear que la lucha antiimperialista es absolutamente necesaria pero insuficiente, que además de ella, es la autoorganización popular quien debe asumir la gestión de la economía y la sociedad y no el Estado, que debe debilitarse hasta desaparecer durante el mismo proceso de lucha revolucionaria de masas.

- La participación en los movimientos revolucionarios en ningún caso debe ser acrítica, en ese caso el anarquismo perdería su potencial liberador. Debe impulsar la máxima descentralización, la máxima participación popular y la mínima delegación.

Es decir, quedarnos en la posición de criticar a Cuba y a Venezuela tachándolas de "dictaduras camufladas" no sólo dice muy poco del anarquismo a ojos de muchos simpatizantes, además es un error. Lo primero es reconocer el valor del antiimperialismo en un continente sometido política y económicamente por EEUU a sangre y fuego. La UE quiere su parte y trabaja activamente por lograrlo con el Estado español de punta de lanza: la pasada cumbre de Salamanca es una clara muestra de ello.

No podemos ignorar el avance que para toda la humanidad supone cuestionar en la práctica que el capitalismo no es "la menos mala de las soluciones" ni "el único sistema posible" con el desarrollo de una economía y una cultura socialista en Cuba y sus tímidos avances en Venezuela. Y es que aquí no estamos hablando en el plano de las ideas puras. Estamos hablando, en el caso de Cuba, de un pueblo culto, donde no les falta el pan cada día en la mesa, donde la atención médica (desde la clínica barrial hasta el dentista) y la educación (desde el jardín de infancia hasta la universidad), son gratuitas. Donde los que aquí entendemos por diputados municipales (que en la mayoría de los casos no conocemos o a lo sumo oímos hablar por la televisión), allí rinden cuenta a la población de la gestión política local y nacional, barrio a barrio y manzana a manzana, cada seis meses en asambleas vecinales abiertas. Quien firma este texto ha participado en ellas más de una vez, comprobando con sus propios ojos que cuando hablamos de Cuba, hablamos de un país donde el estado tiene estructuras de poder que ya han desaparecido y donde no rige la lógica del máximo beneficio económico en la mayoría de los pilares fundamentales que sostienen el modelo social. Si esto no fuera así, entre otras cosas Cuba no podría hacer frente con éxito a los destructivos huracanes caribeños. La gente moriría a puñados en la primera ráfaga de viento, desorganizada e incluso enfrentada entre sí, como ocurre en EEUU y en los países centroamericanos.

Esto no significa que debamos dejar de luchar contra las estructuras del Estado que aún se mantienen en pie, todo lo contrario. Pero no empobrezcamos el análisis. Una sanidad desmercantilizada salva vidas y garantiza una población sana. Una educación desmercantilizada enriquece culturalmente y garantiza el derecho al conocimiento. Si los anarquistas no tenemos esto en consideración cuando elaboramos nuestra crítica a Cuba, jamás podremos situarnos correctamente en el escenario de la lucha por la transformación social radical y global. Y de la misma manera, si abandonamos la lucha por la desaparición total del estado cubano, entonces estaremos traicionando nuestros ideales.

Y en el caso de Venezuela, si bien hasta el momento no podemos hablar más que de un "debilitamiento del capitalismo", tampoco podemos quedarnos al margen de todo el llamado "proceso revolucionario bolivariano". Hay obreros que siguen luchando por mejoras laborales y con ellos debemos estar, al igual que con los campesinos que luchan por sus tierras frente a la lentitud del burocrático "estado chavista". Pero en ningún caso podemos pasar por alto las reformas (en algunos casos en paralelo al estado, por su incompetencia) en el ámbito de la educación, la sanidad y la alimentación. Estas medidas son contrarias al actual desarrollo del capitalismo y mientras en todo el mundo las sociedades caminan hacia la catástrofe humana y social, en Venezuela los niños empiezan a comer, a leer y a escribir, a recibir atención médica.

A día de hoy es ridículo plantear que existe algún tipo de "socialismo" en Venezuela, sólo la socialdemocracia más reaccionaria puede lanzar tal afirmación. Pero no podemos impulsar la lucha contra el estado venezolano dándole la espalda a los amplios sectores empobrecidos que se están autoorganizando, que trabajan para convertir el proceso bolivariano socialdemócrata en un proceso verdaderamente revolucionario, que sin duda en su mayoría están con Chávez (¡ojo! no con el sector chavista estatal y burocrático) y que ya demostraron que darán la vida por defender este proceso "bolivariano" abierto cuando el imperialismo orquestó un golpe militar en abril del 2002, frustrado en buena medida por los pobres organizados.

Reivindicamos a los pueblos cubano y venezolano y no a sus estados, pero no podemos estar al margen de los procesos que se están dando, en los cuales de una forma u otra participa efectivamente el pueblo. Desde nuestros planteamientos específicamente libertarios, debemos denunciar el acoso imperialista, saludar las medidas que mejoran las condiciones de vida de la población, pero también impulsar, con total decisión, la profundización y radicalización de los procesos.

Desde aquí se deben criticar con contundencia aquellas políticas que no impulsen la descentralización, la participación popular, el debilitamiento del Estado y que el pueblo organizado asuma las tareas necesarias para la vida. En ese camino debemos trabajar para construir alternativas anarquistas que acompañen el fortalecimiento de la lucha de los pueblos oprimidos. Decir que en Cuba y Venezuela existen "dictaduras" sobre la base teórica de que aún los Estados de estos países no han desaparecido por completo, nos lleva al inmovilismo. La desesperación de los pueblos no puede esperar. El comunismo libertario es la única salida.

POR LA RADICALIZACIóN DE LOS PROCESOS ANTIIMPERIALISTAS HACIA EL COMUNISMO LIBERTARIO

ANARQUÍA O BARBARIE

Notas:

[1] AI : Circular 8/9/10 - agosto/septiembre/octubre 2003
http://www.iwa-ait.org/circular-8-9-10-03-es.html

[2] Hacia una historia del anti imperialismo anarquista
http://www.struggle.ws/issues/war/afghan/pamwt/antiimp.html

[3] Enrico Malatesta: Escritos. FAL páginas 55,56, 62 y siguientes.

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal