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Mundo :: 18/01/2006

[Debate sobe sindicalismo] Los desafíos del sindicalismo mundial

Corriente Sindical Clasista
Ante la crisis actual y los riesgos de la fusión Ciosl-CMT, el sindicalismo clasista no puede apartarse. Necesita formular un plan de acción que permita unificar los sectores más combativos de la lucha de los trabajadores para enfrentar la ofensiva del capital y para contraponerse a las maniobras de las cúpulas burocratizadas y reformistas

El sindicalismo atraviesa una prolongada y profunda crisis en el mundo, que afecta tanto a las entidades de la periferia como al propio corazón del sistema capitalista. Eso se manifiesta en la caída permanente de las tasas de asociados - según informe reciente del OIT -, con una media mundial de sindicalizados de apenas 19%; en la pérdida del poder de negociación de los sindicatos, que no consiguen contener la ofensiva del capital de retirada de derechos; en la reducción de la influencia del sindicalismo, que pierde la credibilidad junto a la sociedad y a la capacidad de intervención política; en la difícil incorporación de jóvenes y mujeres en la vida sindical; y también en el preocupante proceso de su fragmentación. Estos y otros fenómenos confirman que la crisis es muy grave.

Esta prolongada crisis transcurre a partir de factores objetivos, resultantes de las mutaciones de las formas de exploración capitalista que tienen reflejos en la materialidad y en la subjetividad de la clase de los trabajadores. La actual fase del sistema, marcada por tasas declinantes de crecimiento, ocasiona récordes de desempleo, que reducen el poder de negociación de los sindicatos. Para superar su crisis, el sistema impone el modelo neoliberal, que quita antiguos derechos y reprime la acción sindical. Al mismo tiempo, para elevar la extracción de plusvalía, la revolución informática en las empresas presenta nuevos obstáculos a la organización da la clase. Estos y otros cambios afectan al conjunto del sindicalismo, independientemente de las concepciones vigentes.

Además de las causas objetivas, la crisis del sindicalismo deriva también de los factores subjetivos. En una fase histórica marcada por la defensiva estratégica del proletariado, hoy, los sindicatos corren atrás los perjuicios y, así, refuerzan sus límites endógenos, como el economicismo, el corporativismo y el aparatismo. Para empeorar, varias corrientes perdieron la perspectiva de la superación del capitalismo a partir de la debacle de la URSS y del Este Europeo. O se convirtieron al credo neoliberal y sabotearon abiertamente la lucha de los trabajadores, o se domesticaron y predican el "diálogo social" y la adaptación al mercado. Hay una fuerte hegemonía reformista en el sindicalismo. Sin perspectiva de clase, patina en la burocratización y la institucionalización.

Las dificultades actuales no anulan la importancia estratégica del sindicalismo en la lucha y organización de la clase. Más que nunca, el movimiento sindical es llamado para actuar en un papel decisivo en el combate contra la bestia imperialista, que promueve el genocidio de los pueblos e intensifica el saqueo de las naciones periféricas; en la lucha contra la tiranía de las transnacionales, que desacatan legislaciones locales, promueven la desterritorialidad de empresas y abusan del trabajo precario; en el combate a la dictadura del capital financiero, que torna rehenes los Estados nacionales. Más que nunca, el sindicalismo tiene el desafío de forjar la unidad de la clase, más compleja y fragmentada, víctima del desempleo, de la informalidad y de la precariedad en el trabajo.

La barbarie capitalista no es irreversible y tampoco la globalización neoliberal es una fatalidad. Es ilusión intentar "humanizar el capitalismo" o dar "dimensión social a la globalización", como predican algunas corrientes. El momento exige intensificar la lucha de los trabajadores por sus intereses inmediatos e históricos y acumular fuerzas en el rumbo de la superación de la lógica destructiva y regresiva del capital. El crecimiento de las resistencias en el mundo - sea con la heroica guerrilla en Irak, con la revuelta de los inmigrantes en Europa o con las rebeliones en Latinoamérica - indica que "un mundo mejor es posible". El sindicalismo puede y debe tener un papel protagonista en esta jornada histórica de luchas, sumándose a los demás movimientos sociales.

FUSIóN CIOSL-CMT

Es en este escenario, lleno de obstáculos y desafíos, que el sindicalismo mundial discute su futuro. Todas las corrientes demuestran inquietud con la actual crisis y predican que es urgente "renovar" las concepciones, las prácticas y la estructura sindical. Hay también el deseo unánime de reforzar la unidad del sindicalismo para contraponerse a la ofensiva mundial del capital. En este sentido, despierta interés la propuesta de fusión de la Confederación Internacional de las Organizaciones Sindicales Libres (Ciosl), que dice representar 145 millones de trabajadores, organizados en 233 entidades afiliadas de 154 países, con la Confederación Mundial de los Trabajadores (CMT), que congregaría 26 millones de trabajadores, con 144 afiliadas en 116 países.

Después de un período de conchabanzas de bastidores, la idea fue defendida públicamente, por la primera vez, en abril de 2003, en el 17o Congreso de Ciosl, en Durban, por el secretario-general da CMT, Willy Thys. En mayo del mismo año, en el 10o Congreso de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), en Praga, hubo el refuerzo del secretario-general de Ciosl, Guy Ryder. El primer documento conjunto firmado por las dos ejecutivas, "Principios básicos para una nueva organización sindical internacional", es de 2004. La idea gañó fuerte impulso con su aprobación en el 18o Congreso de Ciosl, en diciembre de 2004, en Miyazaki (Japón), y ahora, en noviembre de 2005, con la decisión del Congreso de CMT.

¿Pero cuál es el sentido de esta propuesta? ¿Visa dar un nuevo impulso a la lucha de los trabajadores y concretizar la soñada unidad del sindicalismo? ¿O representa un refuerzo de las estructuras burocráticas y centralizadoras, a partir de la concepción de armonía entre el capital y el trabajo? ¿Es hecha con el objetivo de agregar todas las concepciones existentes en una central pluralista y democrática, o preserva el rancio sectario y excluyente del pasado? ¿Visa "revolucionar", de hecho, las prácticas y concepciones sindicales, o quiere apenas reforzar y eternizar aparatos a partir de medidas administrativas y financieras? La respuesta a estas y a otras cuestiones es decisiva para descifrar los reales motivos y los desdoblamientos de la propuesta de fusión de Ciosl-CMT.

Se sabe que la Ciosl, creada en diciembre de 1949, nació en la "guerra fría" visando domesticar la lucha de clases. Su estatuto predicaba abiertamente "el combate al comunismo". Después de dividir la Federación Sindical Mundial (FSM), fundada en octubre de 1945 en una fase de ascensión y unidad de la lucha proletaria, ella cumplió un papel histórico despreciado. Entre otros crímenes, apoyó el brutal cerco capitalista al bloc soviético y a Cuba, fue cómplice de las guerras imperialistas en Corea y Vietnam, estimuló y financió las acciones golpistas en Brasil, Chile y Argentina. La CMT, originaria de la Confederación de los Sindicatos Cristianos (CISC), creada en 1920 con el apoyo de la jerarquía católica y de los partidos demócrata-cristianos, siempre tuvo menor expresión en el sindicalismo internacional y nunca aceptó discutir cualquier unidad orgánica.

CONCEPCIóN Y PRÁCTICA

En la fase más reciente, con la desintegración del bloc soviético y el término de la bipolaridad entre URSS y EUA, la Ciosl tuvo un visible crecimiento de las filiaciones, tornándose la más grande central mundial. La CMT se mantuvo estacada y la Federación Sindical Mundial (FSM) sufrió con el golpe de la disolución del bloc soviético y con sus propias limitaciones. El anticomunismo, tan funcional para la supervivencia de Ciosl en el pasado, dejó de ser su principal bandera y su mayor fuente de recursos por parte de los gobiernos e instituciones burguesas. Lo que no significa que haya superado esa enfermedad genética. Basta citar apenas tres ejemplos deprimentes de este último período para evidenciar el riesgo de la fusión bajo la hegemonía de Ciosl:

- en enero de 2002, la Ciosl defendió la acción fascista de la Confederación de los Trabajadores de Venezuela (CTV), que se sumó al patronato y al gobierno Bush en la tentativa frustrada de golpe contra el presidente Hugo Chávez. "La CTV es uno de los líderes de la Coordinadora Democrática, eje de la oposición al gobierno de Venezuela", alegó. Documentos revelados recientemente confirman que la AFL-CIO, la central de los EUA, que es uno de los principales sustentáculos de la Ciosl, financia grupos de oposición al gobierno Hugo Chávez;

- en abril de 2003, el secretario-general de Ciosl, Guy Ryder, envió a OIT una "queja formal contra el gobierno de Cuba por violaciones a la libertad sindical". El documento, divulgado en un momento de ataque del terrorista George Bush contra esta nación, hacía innumerables acusaciones livianas, al estilo de la "guerra fría", contra la obligatoriedad de filiación al sindicato y a la prohibición al derecho de huelga y a la negociación colectiva en el país. La mentirosa "queja" fue prontamente rechazada por la Central de los Trabajadores de Cuba;

- por último, cabe analizar las recientes conclusiones del 18o Congreso de Ciosl, en Japón. El documento final dedica especial atención a China, en un duro ataque a los rumbos adoptados por esta nación soberana que hoy amenaza la hegemonía de los EUA. Llega a defender "el apoyo a sectores sindicales actualmente excluidos del sistema de relaciones laborales en este país", lo que "de concreto, significa redistribuir recursos financieros de esta organización mundial". Curiosamente, el texto poco dice de la agresión imperialista al Irak.

A pesar de la manutención de la postura belicista de la "guerra fría", que sirve tan bien a los propósitos económicos y geopolíticos de las naciones imperialistas, el centro de las preocupaciones da Ciosl, actualmente, se vuelve para la crisis del sindicalismo mundial. Lo mismo ocurre con la CMT. Ambas percibieron que las bases sindicales de sus afiliadas están corroídas, con la reducción del número de asociados y su crónica incapacidad de enfrentar la precariedad del trabajo, la informalidad, la desterritorialidad de las empresas, la explosión del desempleo y el drama de las inmigraciones. Ambas diagnostican las graves enfermedades, pero terminan pronosticando los mismos remedios ineficaces y prejudiciales a la salud del organismo sindical.

Mantiene la concepción que privilegia las negociaciones de cúpula en detrimento de la lucha de masas; apuesta sus fichas en el tripartismo y en la ingerencia en las instituciones del capital, como el FMI y la OMC; alardean la ilusión de que es posible humanizar el capitalismo. Según la Oficina de Ciosl en Américas, el objetivo de la nueva central seria "establecer nueva gobernabilidad en la globalización, visando un orden económico y social más justo, humano y solidario, mediante reforma y democratización de las instituciones multilaterales". Willy Thys avalúa que "la caída del muro de Berlín coincide con el desmantelamiento del comunismo. El mundo no es más bipolar, si no globalizado... La CMT está convencida de que es necesario avanzar en la busca de una gobernabilidad justa, equitativa y solidaria" para alcanzar "la dimensión social de la globalización".

Además, ambas están preocupadas con su propia crisis de representación y legitimidad, razón principal de proponer la fusión, lo que, en la práctica, tiende más a ser un proceso de anexión de CMT por la poderosa Ciosl. Como confiesa uno de los apologistas de la unificación, "la Ciosl no tiene suficiente notoriedad pública, muchos de sus afiliados no están convencidos de su capacidad, ella no recibe financiamiento necesario y no consigue adaptarse a los cambios históricos. Como consecuencia de estas debilidades, el sistema de decisión de Ciosl está fosilizado y la organización se burocratiza. Es cada vez más difícil notar los resultados de las contribuciones financieras de Ciosl". Los mismos males molestan a la CMT.

TRAMPA PELIGROSA

La propuesta de fusión Ciosl-CMT se encaja en esta evaluación preocupante, pero presenta varios vicios y trampas. Por un lado, excluye corrientes no identificadas con estas concepciones, como está implícito en un documento reciente: "La Ciosl siempre insiste que la unificación solamente podrá ocurrir con base en los principios del sindicalismo democrático y independiente que inspiraron su creación". Esa terminología, de los tiempos sombríos de la "guerra fría", significa declaradamente la exclusión de las centrales de Cuba, China, Vietnam y Corea. Hasta la recién fundada Unión Nacional de los Trabajadores (UNT) de Venezuela, creada en contraposición a la golpista y patronal CTV, está fuera de esos requisitos.

Así, la Confederación de los Sindicatos de China (ACFTU), que representa 134 millones de asociados, acusó a la fusión de representar un nuevo tipo de "hegemonía sindical". Ella también fue criticada por el secretario-general adjunto de FSM, Valentim Pacho: "Lo que hay es la fusión de dos centrales, pero la nueva internacional no es unitaria porque excluye la FSM, margina la Confederación de los Sindicatos de China y veta la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), la Confederación de los Trabajadores de Vietnam, la Federación de Sindicatos de Corea del Norte y otras más. Para que seamos dignos de respeto, los que en el pasado dividieron la FSM deberían, en primer lugar, hacer una sincera autocrítica y, en segundo lugar, no deberían ser excluyentes con las demás organizaciones apenas porque piensan diferente".

Además de sectario, el proyecto de fusión presenta peligrosas trampas para las centrales nacionales que hoy son filiadas a una de las dos organizaciones internacionales o que se filien a la nueva entidad. La CUT, que ingresó en Ciosl en 1992, con la disculpa de que disputaría internamente sus rumbos políticos - la historia demostró que es totalmente inviable - debería rápidamente rediscutir su filiación. Por lo que fue acordado por las ejecutivas de Ciosl y de CMT, la nueva central será altamente centralizada. Las actuales organizaciones regionales, como Orit y Clat en el continente americano, perdieron lo que resta de autonomía; en verdad, según documento de Ciosl, "ellas dejarían de existir en tanto que organizaciones regionales".

Entre los puntos firmados, están: "Reconocimiento de una única estructura para cada región en la nueva Confederación internacional; garantía de un equilibrio adecuado entre la autonomía de las estructuras regionales y la necesidad de que reflejen, en sus respectivas regionales, los enfoques y las políticas de la Confederación internacional; la necesidad de que los secretarios-generales de las estructuras regionales tengan estatus de secretarios-generales adjuntos de la Confederación internacional, y así sus elecciones deberán ser ratificadas por los órganos dirigentes de la Confederación internacional". Hay también excesiva preocupación en concentrar los recursos financieros y en centralizar las acciones en organismos como OMC y FMI.

Tamaña centralización ya generó críticas. La CMT, parte más frágil de la fusión, solicitó salvaguardias para "preservar su corriente, enraizada en valores espirituales". También la Confederación de Sindicatos de Europa (CES), ejemplo para la fundación de la nueva central, exigió la preservación de su autonomía. Conforme la broma de Kjeld Jakobsen, ex-secretario de relaciones internacionales de CUT y uno de los arquitectos de su ingreso en la Ciosl, "es realmente irónico que las centrales mundiales que coordinan el proceso de formación de la nueva organización y que tanto combatieron el comunismo, no tengan ningún melindre en adoptar la concepción leninista de dirección para la central". Él condena "la visión anglosajona y centralizadora de dirección".

Como se observa, la fusión de Ciosl-CMT, prevista para ocurrir durante el congreso, en noviembre de 2006, en Austria, no visa encarar la grave crisis del sindicalismo. En realidad, ella sirve para reforzar los aparatos de una cúpula sindical ya hace mucho tiempo distante de las luchas de los trabajadores y sin sintonía con la resistencia a la globalización neoliberal. Con recursos centralizados, con mayor control sobre las regionales, con la acción burocrática de los organismos internacionales, la nueva central pretende tener un poder de seducción más grande, para atraer nuevas entidades, para aislar el sindicalismo clasista y para tener exclusividad en las instancias del capitalismo. La fusión tiene como objetivo consolidar la hegemonía del sindicalismo de conciliación de clases en el mundo.

ALTERNATIVA CLASISTA

Ante la crisis actual y los riesgos de la fusión Ciosl-CMT, el sindicalismo clasista no puede apartarse. Necesita formular un plan de acción que permita unificar los sectores más combativos de la lucha de los trabajadores para enfrentar la ofensiva del capital y para contraponerse a las maniobras de las cúpulas burocratizadas y reformistas. En la actual fase de la globalización neoliberal, de la dictadura del capital financiero y del poder de las transnacionales, la acción internacionalista es una cuestión estratégica. Es en el espacio nacional que ocurre el combate directo, pero, sin una perspectiva y una acción unitaria de los trabajadores contra el capital mundializado, esa lucha se torna ineficaz. Hoy, más que nunca, la lucha internacionalista del proletariado es decisiva.

Por lo tanto, el 15o Congreso Sindical Mundial tiene gran relevancia. La FSM, que completa 60 años de existencia, fue decisiva en la lucha contra el colonialismo, principalmente en Asia y en África, en oposición a los regímenes dictatoriales, en la solidariedad a los pueblos en el enfrentamiento al imperialismo y en la lucha en defensa de los derechos laborales y de la libertad sindical, incluso en el interior de OIT. Su papel, todavía, no fue el más prominente en función de la cisión promovida por la Ciosl, en 1949, y por la CMT, en 1954. La FSM también sufrió un duro golpe con la derrota del campo socialista, consolidada con la desintegración de la URSS y del bloc soviético. Además ella cometió errores en esta su trayectoria, como reconocen sus actuales dirigentes.

En sintonía con los anhelos de los trabajadores y con los avances de la resistencia a la globalización neoliberal, la FSM puede tener un papel decisivo en la actual etapa de la lucha de clases en el mundo. Con base en esta comprensión y en el énfasis a la acción internacionalista de los trabajadores, la Corriente Sindical Clasista (CSC) del Brasil solicita su participación como observadora en los foros de la FSM - hasta que su congreso de marzo de 2006 adopte una posición sobre el tema. Con vistas a contribuir en el esfuerzo de renovación, unidad y fortalecimiento del sindicalismo mundial, la CSC también presenta algunas propuestas al rico debate en curso en la FSM:

1- Construir un foro internacional, a partir de la FSM, que ayude a cambiar experiencia y a apuntar directivas unitarias de acción para el sindicalismo. Este forum debe respectar la autonomía de las entidades nacionales y la diversidad de opiniones existente, incluso permitiendo la participación de centrales independientes o que ya estén filiadas a una otra organización internacional. Además, también debe estimular la presencia y la contribución de los movimientos sociales de desempleados, piquetes, indígenas, sin-tierra, entre otros, que representan protagonismo en las luchas recientes contra la globalización neoliberal.

2- Priorizar los movimientos mundiales de resistencia a las orientaciones neoliberales y de "libre comercio" de los organismos del capital, como FMI, OMC y Banco Mundial. Garantizar la participación militante activa del sindicalismo clasista en todos los protestos contra estas instituciones, sumándose a los demás movimientos sociales. Garantizar la presencia de la FSM en las estructuras supranacionales, como OIT y otras, para denunciar las ambiciones del capital y de los estados imperialistas y para defender los anhelos de los trabajadores.

3- Concentrar energías en la lucha contra la dictadura de la oligarquía financiera y el ultrapoder de las transnacionales, defendiendo la soberanía de las naciones y los derechos de los trabajadores. Proponer amplia unidad de las ramas de actividad económica, a través de la acción conjunta de las secretarias profesionales, en el combate a la exploración de los inmigrantes, a la desterritorialidad de las empresas, a la desconsideración a las legislaciones nacionales, a la precariedad del trabajo. La acción unitaria de los trabajadores de diferentes países contra sus transnacionales tiende a ser un instrumento poderoso de resistencia a la ofensiva del capital y a la rapiña de las potencias imperialistas.

4- Promover un intenso debate crítico y autocrítico visando revolucionar las prácticas del sindicalismo. La actual fase de defensiva estratégica de la lucha del proletariado resultó en una acumulación de distorsiones en la vida sindical, con destaque para su burocratización y institucionalización. Es preciso madurez y osadía para enfrentar esa reflexión y, todavía más, para adoptar medidas concretas que visen reaproximar nuevamente los sindicatos a las bases, politizar sus acciones e invertir en la formación de cuadros, entre otras acciones urgentes.

5- Desarrollar acciones específicas con el objetivo de ampliar el índice de sindicalización, en especial entre los jóvenes y las mujeres. Es urgente rediscutir las banderas específicas, el lenguaje apropiado y las formas de participación que viabilicen la inserción de la juventud y de las mujeres en la vida sindical. El proceso de feminización del trabajo es intenso en todo el mundo y son visibles las dificultades de comprometimiento sindical de los jóvenes. Sin priorizar ese universo, el sindicalismo se distanciará más de su clase.

6- Por último, es urgente reflexionar sobre las mutaciones en la estructura de clase del proletariado y sobre las nuevas formas de acción de los trabajadores. Hoy, la clase es más fragmentada y compleja, como consecuencia del desempleo crónico, de la informalidad creciente y de la precariedad - además de los fenómenos de migración masiva y de la feminización del trabajo. Como efecto, las luchas contra la barbarie capitalista adquieren nuevas formas de expresión. Al respetar la diversidad de estos movimientos, el sindicalismo clasista debe sumar fuerzas, priorizando la acción unitaria y actuando como protagonista en la actual fase de la lucha de clases.

A partir de estos y de otros aportes, la FSM tendrá mejores condiciones para unir el sindicalismo en la lucha por los intereses inmediatos y futuros de los trabajadores, hoy materializados en algunas banderas urgentes:

- solidaridad a los pueblos en la lucha por la paz, contra las guerras y las agresiones imperialistas;

- por la soberanía de las naciones, contra la rapiña del "libre comercio" y de la dictadura financiera;

- por la manutención y ampliación de los derechos laborales; por la reducción de la jornada de trabajo;

- por el fortalecimiento del sindicalismo; contra la violencia del capital y de los estados burgueses;

- por la superación de la globalización neoliberal; por la construcción de un mundo justo y democrático.

 

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