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Nacionales Galiza :: 24/08/2006

Galiza un año después de desplazar a Fraga

Carlos Morais
La crisis nacional que Galiza está atravesando a causa de la ola incendiaria, expresa sin edulcorantes las nefastas consecuencias de la política continuista que conduce inexorablemente al País y a sus mayorías sociales hacia el abismo.

Una buena parte del movimiento popular que había apostado ciega y abiertamiente en la unilateral y limitada carta del electoralismo para desplazar al PP del gobierno autonómico en junio de 2005, en la actualidad o bien se haya satisfactoriamente supeditado a la lógica institucional de las fuerzas políticas que conforman el bipartito, -en una deriva de cooptación semejante a la que protagonizaron a escala estatal fuerzas sociales críticas después de la victoria del PSOE en 1982-, o bien está desorientado, perplejo, decepcionado y desmotivado por el curso de los acontecimientos.

Obviamente ambas actitudes antagónicas son negativas para contribuir a articular en nuestro país masa crítica cuestionadora del orden social vigente.

Para comprender algunas llaves cognoscitivas y comportamientos de los movimientos sociales no podemos desconsiderar el peso de las grandes expectativas que amplios sectores obreros, juveniles, y en general de buena parte de lxs activistas de los movimentos sociales más activos del País, depositaron en los inevitables cambios que se producirían en Galiza fruto de la nueva mayoría aritmética parlamentaria en la Junta.

Sin embargo, más de un año depués deste "idílico escenario" que atrapó a centenares de honestxs luchadores/as que se dejaron seducir irracionalmente por la satisfacción de superar 16 años de fraguismo, la realidad fué dando razón a la firme posición que la izquierda independentista representada por NóS-Unidade Popular ha estado defendiendo desde que Tourinho y Quintana ocuparon sus despachos. Mas allá de mecanicismos y supersticiones la realidad dejó claro que el continuismo define con precisión la acción de gobierno que caracteriza los 13 meses de gobierno progresista en la Comunidad Autónoma Gallega.

Un escenario continuista

Las fuerzas revolucionarias nunca depositamos la más mínima confianza en un escenario institucional que, configurado por la sucursal autonómica del PSOE en alianza con el BNG, mantendría en su esencia las políticas socioeconómicas practicadas anteriormente por la derecha española, perpetuando simultánea y dialécticamente los mecanismos de la dependencia nacional que padece Galiza por el capitalismo español.

No podía ser de otra manera. La naturaleza de ambas fuerzas políticas y los intereses de clase que representan no podrían generar una situación cualitativamente diferente a la que hoy padecemos.

El PSOE representa los intereses de la fracción liberal urbana de la burguesia española y en Galiza siempre fué un partido caracterizado por la sumisión a los dictados de la cúpula de Ferraz. O sea, un partido españolista y neoliberal con grandes dificultades para adoptar el barniz galleguista que define a amplios contingentes del PP.

El BNG accede a la Junta en una conjuntura caracterizada por la plena supeditación a la lógica de la II Restauración borbónica y en plena crisis interna provocada por el descabezamiento en su liderazgo y por la resistencia de los sectores de "izquierda" a su definitiva claudicación.

El actual BNG es a día de hoy una fuerza regionalista instalada en los parámetros del centro-derecha en los ejes medulares de buena parte de su práctica política. Su dirección carece de escrúpulos, princípios, y sin grandes complejos renunció a los objectivos estratégicos que dieron lugar a su creación en 1982: soberanía nacional y justicia social.

El PP aún está adaptandose a la nueva situación derivada de la perdida del poder autonómico y posterior cambio de liderazgo tras el regreso de Fraga para Madrid. Ambas tareas no son fáciles y necesitan tiempo y grandes dosis de realismo para poder digerir la derrota tras tres lustros consecutivos de poder absoluto. De hecho, la mitad del período del nuevo gobierno autonómico estuvo literalmente fuera de juego centrado en la sucesión del viejo fascista y parte de sus facciones de apoyo por la renovada imagen y estilo representado por Alberto Nuñez Feijó.

Las tres fuerzas políticas con representación institucional mantienen un respeto absoluto por el marco jurídico-político aspirando exclusivamente a reproducir el turnismo característico de la democracia burguesa ejercitando una acción de gobierno y de oposición acorde con las necesidades impuestas por los poderes fácticos.

El fraude estatutario

En este período las fuerzas institucionales han estado centradas en el debate de la reforma del Estatuto de Autonomía vigente exclusivamente en la Comunidad Autónoma Gallega desde 1981, pués no podemos desconsiderar que una buena parte del territorio nacional (17.2%), que engloba 6.4% de su población, se encuentra bajo administración asturiana y castellano-leonesa, y portanto sin capacidad jurídica para participar e incidir en el presente y futuro de Galiza.

Reformar el actual Estatuto es la prioridad del gobierno bipartito. Pero para realizar cualquier modificación necesita ineludiblemente del apoyo del PP. Sin el respaldo de 2/3 partes de lxs diputadxs del parlamentinho no es posible realizar el más mínimo cambio. Esto de partida imposibilita y condiciona avanzar en el autogobierno aplicando la lógica reformista.

Pero a estas limitaciones insalvables debemos sumar la carencia de voluntad política para ejercitar el derecho de autodeterminación. Este objetivo no está presente en la agenda de ninguna de las tres fuerzas que tan solo están negociando veinticinco años más de estabilidad y encuadramiento de Galiza en España. Descartando de partida un proceso de reforma que permita decidir al conjunto del pueblo gallego su futuro las élites políticas y económicas tan sólo pretenden perfeccionar la dependencia gallega introduciendo ligeras modificaciones que posibiliten mejorar su capacidad política de gestión de recursos económicos mediante la ampliación de la capacidad fiscal, aspirando a poder contar con representación en la UE. Lo que a día de hoy están negociando PP, PSOE y BNG es un fraude que niega la soberanía de Galiza y al pueblo gallego como sujeto de decisión. El proyecto nacional español va salir reforzado deste proceso y Galiza aún mas debilitada.

Desta manera los posibles acuerdos derivados del proceso tal como está concebido, a diferencia del catalán, van contar con el pleno apoyo de las Cortes españolas, pero también con la indiferencia generalizada del conjunto del pueblo trabajador que lo considera un ejercício estéril que no va mejorar sus condiciones de vida.

El debate terminológico sobre la definición nacional de Galiza que el regionalismo demagógicamente emplea es artificial y carece del más mínimo interés pués no pasa de una anécdota colateral que sirve para alimentar y tensionar las bases sociales del BNG y del PP, confundir los sectores mas atrasados de las masas, pero que basicamente sirve para ocultar el meollo del pacto cuyas consecuencias son renunciar a construir la nación gallega.

La revolución tranquila

El vicepresidente de la Junta de Galiza, el regionalista Anjo Quintana, tiene empleado esta ingeniosa formulación, expresión de una inerente e irresoluble contradición, para definir su acción de gobierno. Pero entre junio de 2005 y 2006 en Galiza no hubo mas revolución que el obsceno incremento salarial de lxs diputadxs y la susbtitución de cientos de asesores y personal de confianza en la administración autonómica vinculada al PP por gentes del binomio PSOE-BNG.

La tranquila revolución significó un año mas perdido para construir la nación gallega desde la izquierda. La retórica de los dirigentes autonómicos reconoce implícita y explícitamente que ni se adoptó una sola medida de carácter estratégico para modificar el papel asignado a Galiza por el Estado español. La Junta no aplicó ni la más tímida medida para superar el empobrecimiento paulatino de Galiza en el contexto estatal, ni para paliar la realidad diaria de su clase trabajadora que sigue padeciendo las tasas de desempleo, bajos salarios, precariedad y sinistralidad laboral, emigración, pobreza y exclusión social más elevadas del Estado español y de la mitad occidental de la Unión Europea. Tampoco se adoptaron las medidas de choque para evitar la uniformización cultural y lingüística que el imperialismo español pretende implementar. Las condiciones de vida de la clase trabajadora este año no mejoraron, como tampoco lo hizo la dramática situación de nuestra lengua y cultura nacional amenazada por la imposición del español. No podía ser de otra manera pués uno de los principales agentes españolizadores es el socio hegemónico del gobierno autonómico.

La crisis nacional que Galiza está atravesando a causa de la ola incendiaria que arrasó en una semana cerca de 100 mil hectáreas de monte, -básicamente en la franja sur-atlántica, al lado de las grandes vías de comunicación y en las proximidades de las grandes ciudades-, expresa sin edulcorantes las nefastas consecuencias de la política continuista que conduce inexorablemente al País y a sus mayorías sociales hacia el abismo.

Las causas estructurales de los incendios, -traumática destrucción del sector primario, imposición de un modelo forestal al exclusivo servicio de la industria papelera y maderera, caótico "ordenamiento" territorial y urbanístico- y las inmediatas y conjunturales al perpetuar la misma política del PP en la prevención y extinción desta plaga, son un perfecto espejo de lo que significa para Galiza continuar a confiar en las fuerzas tradicionales del régimen y en aquellas que se adaptaron a las reglas impuestas por Madrid.

La sosegada urgencia de articular la resistencia

Sin embargo, tal como ya habíamos manifestado, la izquierda independentista nunca depositó expectativas en el gobierno bipartido. A inicios de octubre del año pasado NóS-UP presentó al gobierno autonómico una completa "Tabla reivindicativa de mínimos", configurada por 444 medidas concretas para una política nacional y de izquierdas, en los más variados ámbitos: salud, educación, vivienda, cultura, deporte, transporte, ambiente, mujer, juventud, etc, de las cuales 90% son aplicables en el actual marco neoliberal de dependencia nacional, la respuesta de las nuevas autoridades fué el silencio.

De todas maneras, no realizaríamos un análisis riguroso evitando abordar la situación del movimiento popular, básicamente de sus expresiones más combativas. En la actualidad Galiza carece de una fuerza sociopolítica con apoyo de masas que represente los intereses de la clase trabajadora y de las capas populares. La izquierda independentista aun no logró el apoyo y desenvolvimiento necesario para dejar de ser una fuerza marginal y convertirse en un movimiento minoritario.

Esa carencia de referencialidad provoca que la inmensa mayoría de las luchas de masas o bien acaben en derrotas inmediatas al estar dirigidas por las diversas variantes del reformismo, ser expresión de la espontaneidad, o bien por no contar con una dirección obrera, provocando de esta forma la extensión de la frustración colectiva y de las ideas individualistas y derrotistas promocionadas por el asfixiante aparato ideológico de la burguesía, pero también a que se enquisten visiones localistas y sectoriales de las necesarias reivindicaciones concretas perdiendo la imprescindible visión global e integradora que confiere el movimiento de liberación nacional y social de género.

La masiva y combativa huelga protagonizada por el proletariado metalúrgico del sur del País a inicios de mayo de este año expresa la grave situación de las condiciones de vida de las masas trabajadoras, pero también la urgente necesidad de dotarse de una organización obrera que defienda insobornablemente sus legítimos intereses.

La izquierda independentista articulada alrededor de NóS-UP en general, y lxs comunistas en particular, consideramos que a día de hoy es imprescindible trazar sin ambiguidades una linea de demarcación clara entre el espacio socialista y soberanista que desde la pluralidad hay que continuar edificando y el autonomismo. Esta premisa es un princípio indiscutible sin la cual no existe la más mínima posibilidad de avanzar en la acumulación de fuerzas antisistémicas sobre un programa autodeterminista y de izquierda.

Los avances y retrocesos que se han producido en los últimos años tienen servido para acumular experiencia mediante el ensayo de vías que la realidad constató inviables por las peculiares características de la composición y trayectoria de los sujetos transformadores existentes en la formación social gallega.

Por eso hoy y ahora los retos y tareas son levantar un amplio y plural espacio en el cual el conjunto de fuerzas y sectores de la izquierda autodeterminista podamos confluir sobre reivindicaciones concretas para dotar a medio plazo a la clase trabajadora, la juventud y las mujeres de la herramienta de autodefensa imprescindible para hacer frente a las agresiones del capitalismo neoliberal y del imperialismo español. Ahí, sin exclusiones, debemos estar todos aquellos sujetos que confiamos en la inmensa fuerza de la unidad obrera y popular.
Galiza, 18 de agosto de 2006

* Carlos Morais es Secretario General de Primeira Linha.
*Este artículo ha sido elaborado para la revista La Veu, órgano de expresión de la organización independentista y socialista catalana MDT.

 

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